jueves, 31 de diciembre de 2009

BIENVENIDO

Espero que te portes bien.

lunes, 28 de diciembre de 2009

UNA VIDA DE DIBUJANTE

Decía al hablar de Red Snow que los dibujantes de gekiga se planteaban hace ya 50 años muchos de los problemas que se plantean ahora los autores de cómic adulto en occidente. Cómo tratar otros temas, cómo abordar otro tipo de narración, cómo diferenciarse del cómic infantil sin al mismo tiempo despreciarlo ni renunciar a sus raíces. Eso resulta evidente en los dos tomos que forman Una vida errante (Astiberri, 2009), de Yoshihiro Tatsumi.
Tatsumi es el autor de gekiga más conocido (por no decir el único conocido) en España. La sorpresa que causaron sus historietas en El Víbora ha propiciado que La Cúpula y Ponent Mon hayan publicado en nuestro país nada menos que seis volúmenes con sus cuentos. Una vida errante es una especie de autobiografía (extrañamente, con nombre fingido; todavía no alcanzo a entender el motivo) en la que cuenta sus inicios como dibujante profesional de cómic en la posguerra. La inmersión en el relato es total, derivada de la propia inmensidad del mismo: 800 páginas producen ese efecto, y resulta inevitable identificarse con los anhelos y deseos del joven creador en ciernes y sus compañeros de vivencias. Entre estos destaca su hermano enfermo, con quien mantiene una relación muy enriquecedora creativamente, pero de fuertes altibajos emocionales, que recuerda por momentos a la tortuosa relación entre David B. y su hermano epiléptico en La ascensión del gran mal. El hermano de Tatsumi, sin embargo, supera sus enfermedades, y casi podría decirse que en parte sana gracias al poder revitalizador del cómic.
Se trata, pues, de una novela iniciática, pero no dirigida en exclusiva a los lectores con aspiraciones creativas. Por el contrario, es apta para todos los públicos, incluso aquellos ajenos al cómic. Está contada con una sencillez desarmante que hace que nos parezca muy cercana la obsesión por el cómic de todos sus protagonistas. Para ellos, lo primero son las viñetas, y Osamu Tezuka es un dios. Las relaciones con los editores -pequeños editores de Osaka con quienes se establecen conflictivas relaciones de amistad y lealtad personal-, los problemas para entregar a tiempo o para encontrar la inspiración, ocupan casi todas las páginas. El resto, la vida real, el descubrimiento del amor y el sexo, por ejemplo, queda borroso en segundo plano, se desarrolla casi en los márgenes y sin consecuencia, con personajes desdibujados como el padre de los Tatsumi, que entra y sale de escena como si formara parte del decorado. La peripecia del protagonista se intercala con naturalidad con episodios nacionales (o internacionales) de la gran historia que convierten al héroe en un hombre de su tiempo.
Por supuesto, este relato de la creación del gekiga tiene algo de teleológico. Una vida errante está escrito desde el presente (1995-2006), y Tatsumi sintetiza los hechos en una comedia humana cuyo final está escrito de antemano. Sin embargo, es evidente que muchos de los conflictos que afrontan Tatsumi, Motomitsu, Sakurai, Sato, Matsumoto y otros miembros del Taller Gekiga más o menos próximos siguen siendo conflictos vigentes en este momento. Tal vez ahora más que nunca. Tatsumi se debate constantemente entre la necesidad de servir a la industria y la necesidad de servir a su vocación artística. Ésta le lleva a experimentar, y la experimentación le pide relatos de mayor extensión, más páginas para tener más viñetas y así ser más libres para llegar con mayor veracidad a las emociones de la realidad. En Una vida errante me he encontrado, de hecho, con la formulación expresa de muchos de los problemas con los que he tropezado en las páginas de Ware, Seth o Clowes cuando escribía mi libro sobre La novela gráfica. No es extraño que Adrian Tomine sea el padrino de Tatsumi en Norteamérica (él es responsable de las ediciones que está llevando a cabo Drawn & Quarterly, incluida la de este mismo título que, dicho sea de paso, es muy inferior a la de Astiberri). Tampoco creo que sea casualidad que en el trasfondo de Una vida errante aparezcan con mucha frecuencia películas europeas y americanas (desde El puente sobre el río Kwai a A pleno sol), mientras que apenas hay una mención, casi pintoresca, al cómic americano. Los miembros del Taller Gekiga no podían mirar a los tebeos de los años 50 para encontrar el camino que buscaban.
He leído todos los libros de Tatsumi que se han publicado en España, y éste ha sido, con diferencia, el que más me ha gustado. No sólo me ha transportado a otro mundo, sino que me ha hecho darme cuenta de cuánto necesita el cómic este tipo de memorias de sus autores, que son, a fin de cuentas, las que configuran el imaginario de la profesión y del arte y lo representan ante la sociedad. Sabemos que todavía hace falta mucho trabajo para contar la historia del cómic (o las historias del cómic, sería mejor decir), y es un trabajo que tienen que hacer críticos, estudiosos e investigadores. Pero esa historia también la tienen que contar los propios autores, porque es la única manera en que pueden cobrar conciencia de sí mismos. Lamentablemente, hace 50 años sólo los dibujantes de gekiga desarrollaron esa capacidad reflexiva, y sólo ellos parecen capaces de contarnos el pasado que vivieron en sus propios términos.

viernes, 25 de diciembre de 2009

EL VECINO 1 Y 2

Aquí empieza la historia.

EL VECINO VUELVE A IMPRENTA POR NAVIDAD

En plenas navidades, la factoría vecinal no para: acabamos de entregar a imprenta la reedición de El Vecino 1 y El Vecino 2, que estará a la venta dentro de unas semanas.

El Vecino 1 y 2 recopilará en un solo volumen los dos primeros capítulos de la serie que hacemos Pepo Pérez y yo. No hemos tocado nada del material original (salvo algunas correcciones de texto leves fruto de las revisiones del equipo editorial de Astiberri), que se publicará en color, tal y como apareció originalmente. La variación más significativa será la adaptación del tomo al formato de El Vecino 3. No hemos tocado tampoco el diseño de página, simplemente se ha reducido su tamaño. En resumidas cuentas, el nuevo libro tendrá 144 páginas, como El Vecino 3, pero será en color, costará 19 euros e incluirá completos los dos primeros volúmenes de El Vecino. No habrá nada de las historias cortas de El Manglar, ni otro tipo de materiales añadidos, salvo la portada y la contraportada nuevas creadas para la ocasión.
Para mí es una enorme alegría haber llegado por fin a reeditar El Vecino. Y supongo que para Pepo también, porque todavía recuerdo cuando salió el primer volumen y dijo: "Mi objetivo es que esto se agote". Y vaya, nos ha costado un poco, pero ese objetivo se ha cumplido. Y ahora, casi sin darnos cuenta, vamos a tener un libro más en la calle.
Y ya que estoy, agradezco públicamente su esfuerzo a Héloïse, Manolo y Soraya, que han trabajado un montón para que esta reedición (o nueva edición, en gran medida) quede lo mejor posible.
[La foto de los ferros que abre esta entrada es de Manuel Bartual].

jueves, 24 de diciembre de 2009

FELIZ NAVIDAD

Me ha encantado la historieta que ha hecho Pepo para el último número del Estafador, así que se la robo para colgarla aquí en un día tan señalado y entrañable como el de hoy.

EL VECINO EN NAVIDAD...

...aparece por los sitios más insospechados. Por ejemplo, en esta historieta apócrifa de Mikel Bao donde nuestro querido Javier tiene un encuentro con cierto martillo mítico. ¡Gracias, Mikel!

También es motivo de una reseña de la revista El Duende, que Pepo ha colgado en Es Muy de Cómic.
Y Fermín (¡gracias!) me informa en comentarios de que El Vecino se ha colado en la lista de los cómics del año de Miss Indie Style.
Además, en Ruta 42 han colgado una crónica de los Diálogos del Sr. Boliche donde se comenta la charla que dimos Pepo y yo sobre El Vecino.

martes, 22 de diciembre de 2009

MICROENTREVISTA: LUIS BUSTOS


Hace un par de días vi un interesante documental de 45 minutos sobre Osamu Tezuka rodado a principios de los 80, incluido en un DVD que acompaña al libro The Art of Osamu Tezuka.El documental me lo pasó Luis Bustos, que lo ha colgado completo en su blog para que se lo descargue quien quiera, vía megaupload. Luis ha publicado este año dos cómics excelentes de los que he hablado anteriormente: Zorgo 2 (Dibbuks) y Endurance (Planeta-DeAgostini). Éste último era su primera experiencia como guionista con una historia larga, y la presencia de Osamu Tezuka parecía percibirse como uno de los faros que habían guiado al dibujante madrileño-catalán en su peligrosa travesía. Todo esto me hizo pensar que sería interesante hacerle algunas preguntas a Luis Bustos sobre Osamu Tezuka, para entender en qué manera dialoga un dibujante español de ahora con un dibujante japonés clásico.

¿Cuándo descubriste a Tezuka?
Yo nunca he sido un gran lector de manga, aunque sí que me interesaban mucho ciertos autores, de Otomo a Takahashi. A Tezuka, como mucha gente, le pillé más tarde con Adolf. Cuando anteriormente había lidiado con algunos autores clásicos siempre había una barrera que me impedía disfrutar al 100% de sus obras, quizás por la distancia en el tiempo y un discurso a veces un tanto alejado de lo que en ese momento me interesaba... Pero ojo, con Tezuka fue diferente, aquello era de una modernidad pasmosa. Descubrí un tipo con unos recursos y una ambición desbordante, con un sentido del humor y el dramatismo (integrándolo en ocasiones en la misma página) que me fascinaba, así como el juego moral al que sometía a los protagonistas. Es cierto que Adolf fue de una de sus últimas obras pero rastreando en las anteriores, todos esos elementos ya estaban presentes.

¿Qué influencia crees que ha tenido Tezuka sobre tu trabajo?
Sobre todo el deseo de lanzarme a dibujar algo más ambicioso, de atreverme por primera vez a escribir y dibujar una novela gráfica de casi 200 páginas. Por que a mí, aún moviéndome por el campo del humor, el género de la aventura dramática siempre me había gustado. Con Tezuka (y con Gallardo) descubrí que un estilo cartoon en el dibujo no tiene por que impedirte contar cosas "grandes y serias". De hecho, ese elemento cómico, del que gustaba tanto Tezuka, me parece uno de sus aciertos más importantes. Ese choque entre lo ligero y lo tremebundo, a veces de una viñeta a otra, me descoloca muy agradablemente. Empatizas con los protagonistas, te implicas y luego, casi sin esperarlo, sueltas un mazazo que amplifica el resultado.

¿Cuál es tu obra favorita de Tezuka?
Aunque empecé con "Adolf", me quedo sin lugar a dudas con Fénix y en especial el relato de "El Futuro". Es una historia apocalíptica que habla sobre el fin de la humanidad, la soledad y el deseo de supervivencia que se transforma inesperadamente en un discurso metafísico valiente y apabullante. Es ahí cuando me di cuenta de la grandeza de Tezuka. Sus historias parecían no terminar nunca y no por un recurso de exprimir o alargar el relato innecesariamente por cuestiones comerciales. Creo que Tezuka era animista con cierto interés por el budismo y eso se nota. La mayoría de autores occidentales, influidos por el cristianismo, tendemos a crear historias autoconclusivas y en menor o mayor medida tendemos a finalizar el relato con alguna especie de mensaje moral y a encajar los personajes en ciertos roles que obedecen a patrones estereotipados (y ojo, no tiene por qué ser malo, ¿eh?). En el caso de Tezuka, sus "actores" parecen vivir, son ambiguos y muy poco etiquetables. Sus historias son caminos que desconoces el destino, pero sabes que el viaje habrá merecido la pena. Para Tezuka, como para los budistas, la vida no tiene fin, es una rueda de circunstancias que no sabes dónde te llevará.

¿Qué es lo que más te impresionó del documental?
Aparte del "pinopuente" del final, ja, ja... la humildad y humanidad que desprendía. Una persona de su posición, que no tenía nada más que demostrar a nadie por que ya era un "dios" en la historia del cómic, seguía trabajando horas y horas, entregando puntualmente decenas de páginas y siempre con una sonrisa en la cara. Sí, a veces una sonrisa triste, por que era consciente del papel que jugaba en la industria y el camino que había tomado ya era irreversible.

La presencia de Tezuka en Endurance parece apreciarse en el diseño de página, tal vez también en la ambición narrativa. ¿Y en Zorgo?
Zorgo es diferente, aunque hay algún elemento común. Quizás especialmente en algunos diseños de página, en los que por aquel entonces empezaba a experimentar. Suena como muy serio, pero no lo es, disfrutaba con "retorcer" las viñetas, no había un discurso "artístico", sólo ganas de aprender el dificil arte de hacer un gag de una página y que resultase divertido (¡gracias, Bernardo Vergara!).

¿Tezuka, Kirby, Gallardo?
Ja, ja, ja...¿debo elegir? ¡No puedo! Todos me han aportado cosas increíbles... Tezuka, esa ambición y la posibilidad de perder el miedo a enfrentarse a retos sofisticados, además con él me he reencontrado con el blanco y negro en el dibujo. De Kirby, su trazo poderoso, su vitalidad, la extraordinaria capacidad para crear su propio mundo con sus reglas, y por supuesto, ¡los puntos gordotes de energía, oiga! De Gallardo, la gracia natural de su trazo y su humor, el talento para mezclar elementos dispares de la cultura pop y crear algo con cara y ojos.
Hay otros semidioses, pero estos son mi panteón particular, ja, ja...

[El retrato de Tezuka que ilustra esta entrada es, por supuesto, cortesía de Luis Bustos].

lunes, 21 de diciembre de 2009

domingo, 20 de diciembre de 2009

LA MADRE

Hace algunas semanas comenté cuánto me había gustado Santo Cristo (Glénat, 2009), de Mario Torrecillas y Tyto Alba (guión) y Pablo H. (dibujo). Ahora vuelven Torrecillas (guión) y Alba (dibujo) con El hijo (Glénat, 2009), una novela gráfica a color y tapa dura de 150 páginas y gran densidad de lectura, a lo grande. Y también me ha gustado muchísimo, aunque, curiosamente, este tebeo casi parece más inexperto que el anterior (puede que en su proceso de realización sea más antiguo que Santo Cristo, aunque se haya publicado posteriormente; desconozco el dato).
La apariencia primeriza procede de un dibujo demasiado deudor de Blain pero muy alejado de la maestría del francés. Es cierto que a medida que avanza la obra el dibujo mejora, pero en las primeras páginas produce cierto efecto disuasorio. El guión me ha parecido también algo más amorfo que el de Santo Cristo, casi como si estuviera un poco escrito a borbotones. Pero nada de eso me ha impedido disfrutar de la obra, al contrario, ha hecho que me pareciera más orgánica y natural. Pasaba las páginas deslumbrado por el talento como guionista de Mario Torrecillas, un tío de los que nos hacen falta más en nuestras viñetas. El hijo lo tiene todo: un componente emocional que en todo momento resulta muy veraz (el hijo que busca a la madre loca), una ambientación muy de aquí y muy eficaz (la España negra y rural), la documentación justa para dotar de solidez al entramado ficticio (con incursiones en la psiquiatría de los años 40, por ejemplo), y unos diálogos que aunque a veces suenen anacrónicos están fantásticamente vivos y frescos, y que, sobre todo, sobre todo, no parecen diálogos traducidos del inglés, un mal demasiado extendido en nuestros guiones.
Supongo que debido a que cuando leemos varias obras seguidas el recuerdo de una influye en la lectura de la otra, he visto algún punto en común entre El hijo y El experimento de Juaco Vizuete. Al fin y al cabo, Matías, el protagonista de El hijo, busca a su madre para encontrarse consigo mismo, pero al final no se descubre en su pasado, sino en el futuro con el que tropieza por azar. El manicomio de Cantallops también funciona como una nave de locos hermética, pero aquí sí hay una salida posible. Quizás porque en este caso se trata de una verdadera novela gráfica, y las novelas sólo existen en el tiempo.
Lo que quería decir, en fin, es que El hijo es un libro brutal, imperfecto y desbordante, y una lectura que dibuja un horizonte posible para el cómic que estamos haciendo ahora mismo aquí. Estoy deseando ver qué hacen ahora Torrecillas y Alba.

FANTASÍAS DESANIMADAS DE AYER Y HOY

Para lo joven que es, es increíble lo legendario que es ya Al Columbia (nació en 1970). Por supuesto, la suya es una leyenda negra que deriva en gran medida de su participación en el frustrado gran proyecto de Alan Moore a principios de los 90, Big Numbers. La historia está contada en muchos sitios (el mejor relato probablemente sea el que hace Eddie Campbell en Alec: How To Be An Artist, páginas 112-116), pero para los recién llegados, el resumen es que un jovencísimo Al Columbia era el ayudante de Bill Sienkiewicz, dibujante de los dos primeros números de Big Numbers sobre guión de Moore. Cuando Sienkiewicz abandonó el proyecto, Columbia continuó la serie, pero tras completar algún volumen más, decidió destruir todo el trabajo realizado antes de entregarlo al editor. Y después de haberlo cobrado.
Ése fue el final de Big Numbers, el Gran Proyecto de Alan Moore.
Y también fue el inicio de dicha leyenda negra de Columbia, que se ha repetido hasta el día de hoy, en gran medida por falta de mejores noticias que dar. La sabiduría popular repite que Columbia es un genio artístico, un dibujante supremo, pero también un alma sensible y emocionalmente inestable, un personaje esquivo, oscuro y enigmático. Casi un monstruo del Lago Ness del cómic de vanguardia. En los cerca de 20 años transcurridos desde el "caso Big Numbers", el libro Pim & Francie. The Golden Bear Days (Fantagraphics, 2009), es lo más parecido a una gran obra que ha entregado al público.
Y me atrevo a decir que no va a hacer sino acrecentar su leyenda.
Pim & Francie es un tebeo que lleva al límite nuestro concepto de lo que es un tebeo. Los personajes titulares son dos personajes que parecen de dibujos animados tradicionales, y a lo largo de las 240 páginas de este volumen se recogen lo que parecen materiales dispersos y medio destruidos de viejos cómics y películas de animación. De hecho, el volumen lleva el subtítulo "Artifacts and Bone Fragments", y se presenta como un haz de escombros más que como una "historia" convencional. La estética del libro me ha recordado a la estética de la ruina que tan importante fuera para artistas como Robert Smithson o Gordon Matta-Clark, pero en este caso se trata de una ruina programada y fabricada desde el principio y en todos sus elementos. Una ruina falsa. Las imágenes "rescatadas" en Pim & Francie no derivan, obviamente, de un viejo archivo descubierto ahora, sino que son materiales originales que no han llegado a un estado superior de elaboración, y que se han dejado deliberadamente a medio hacer (en muchas ocasiones no todas las líneas de lápiz han sido entintadas) y además se han envejecido artificialmente (todo parece fotografiado a partir de papeles rotos, arrugados, amarillentos). Por supuesto, podemos pensar que se trata de ruinas reales, las ruinas que quedan en la mente de Al Columbia de un gran proyecto de revitalización de los estereotipos de la animación clásica en un contexto moderno. Por momentos, ese proyecto habría tenido puntos en común con el destripamiento de los superhéroes por parte de Juaco Vizuete en El experimento. Si en este tebeo se manifiestan todas las tensiones sexuales implícitas en los superhéroes clásicos, en Pim & Francie también se hace evidente aquello que estaban implícito en la animación infantil: la muerte (el horror, directamente, a través de manadas de zombis), el sexo, el incesto. Hay también un retorno a los orígenes del cómic a través del escalofriante mundo de los cuentos infantiles decimonónicos, que permitía obras tan cruelmente divertidas como el Max und Moritz de Wilhelm Busch.
Pero todo esto no son más que imágenes que vemos de refilón, fogonazos que parpadean durante un momento, dan dos pasos en dirección a una historia, y luego se desintegran debajo de un nuevo cascote que aplasta la narración que empezábamos a imaginar (porque siempre, siempre, tenemos que imaginarnos una historia, aunque no la haya). Las fotografías de edificios que se mezclan con los dibujos, especialmente en la parte final del libro, introducen un extraño sentido de la realidad en unas páginas que, por un parte, reivindicaban su condición de dibujadas, y por otro, nos estaban afirmando constantemente su condición de objetos reales en el mundo real. Pim & Francie define un espacio liminar donde la imagen del celuloide se descompone y se convierte sólo en una huella mohosa. La alegría, la jovialidad, lo pueril de los personajes animados sólo sirve para recordarnos constantemente a la muerte.
La historia real de Pim & Francie (no lo que he contado yo más arriba, que es únicamente lo que me ha sugerido la lectura) se puede adivinar en una entrevista con Al Columbia publicada en The Daily Cross Hatch. Al leerla, he pensado que realmente este tebeo sí tiene mucho de ruina (aunque sea emocional), y que el elemento macabro que lo invade tiene mucho que ver con su carácter autobiográfico.
(No he encontrado las partes 3 y 4, si alguien sabe dónde están, agradecería que lo comunicara).
Actualizo: el tio berni me ha pasado el enlace con la parte 3, y me avisa de que la 4 aún no se ha publicado. ¡Gracias!

sábado, 19 de diciembre de 2009

EL VECINO EN PORTADA

Del ABCD. Y también en el interior. Lo cuenta Pepo en Es Muy de Cómic.

EL ÁNGEL EXPERIMENTADOR

El otro día asistí a una charla de Fernando Castro en la que dio algunas explicaciones sobre cómo había montado una exposición que se inaugurará próximamente en Bruselas sobre el tema del ángel exterminador. Como suele pasar con estas cosas, volví a casa con unas ganas enormes de revisarme la peli de Buñuel. Y durante toda la película, no podía quitarme de la cabeza el nuevo tebeazo de Juaco Vizuete, El experimento (Glénat, 2009).
Como los burgueses de Buñuel, náufragos en la casa de la calle Providencia, los superhéroes de Juaco, atrapados en el Proyecto Tierra Prometida, no pueden salir a la calle. Es más, no sólo es imposible para los de dentro salir al mundo exterior, sino que también es imposible para el mundo exterior acceder al interior. Los superhéroes, como los burgueses, viven en una cápsula inmovilizada sin memoria y sin tiempo, en un presente continuo que lentamente se asfixia solo. Los personajes encerrados de Buñuel se saludan y se presentan varias veces, como si no recordaran haberlo hecho ya, y Titano, el líder del supergrupo protagonista del tebeo de Juaco, una vez que constata que "No podemos salir de aquí", comprende que "No recuerdo nada".
El ángel exterminador se ha entendido habitualmente como una alegoría de la revolución. La parálisis de la burguesía dominante acaba por autoconsumirla lentamente, mientras se escenifican ceremonias redundantes de las que sólo queda un gesto cada vez más incomprensible desde fuera. Lo abyecto -el retrete compartido tras la puerta del armario- se oculta y así no interfiere. De una forma parecida, El experimento parece comentar los propios tebeos de superhéroes en los que se inspira: atrapados en gestos repetidos hasta el infinito, hasta que pierden el sentido por completo. Como dice "Angstboy", el experimento es "¡un procedimiento circular que no parece haber sido ideado más que para la absurda repetición endógama de nosotros mismos!" En efecto, el viaje no lleva a ningún otro sitio, sino sólo, y siempre, al mismo punto de partida. ¿Hay una definición más exacta de lo que son los superhéroes? (Y digo los superhéroes como personaje tipo del cómic comercial de toda la vida; lo mismo habría valido para los funny animals o los personajes de Bruguera).
A lo largo de todo el experimento (y El experimento) se hace presente una presencia no presente, definida en la página 5 por la cópula interrumpida "Y...", y materializada por la mano gigante cósmica que procede de otra dimensión omnipotente, como el propio Juaco Vizuete, que escribe y dibuja "desde una dimensión paralela". Es la relación entre nosotros y ellos lo que interesa a Juaco, y no tanto la manera en la que nosotros nos proyectamos en la ficción como la manera en que la ficción nos modela a nosotros. En la página 4, Juaco recurre a un artificio de Chris Ware (I guess...) para superponer la "realidad" del lector infantil del cómic sobre el propio cómic que está leyendo. Es esa intensa relación de realidad, de realidad desesperada, podríamos decir, la que Juaco pretende dilucidar. Al fin y al cabo, el experimento se llama "Tierra Prometida", ¿y cuál es nuestra "tierra prometida", sino la infancia? Pero, ¿es posible operar ese retorno a la infancia a través de un artefacto defectuoso? Porque ese portal mágico que eran los tebeos de superhéroes está ahora cerrado. Lo ha cerrado el tiempo, claro. El paso del tiempo, que es lo que está excluido de los superhéroes por definición. Por eso Modern Girl no puede tener un hijo. Por eso el hijo lo destruye todo: el hijo es el paso del tiempo. El hijo es, en el tebeo de superhéroes, la caca que se oculta tras la puerta para que todo siga igual: lo abyecto. Creo que es algo que ya había expresado Rick Moody en La tormenta perfecta cuando retrataba a los Cuatro Fantásticos como la familia disfuncional por antonomasia, con su momento culminante en la lobotomización de Franklin Richards a manos de su padre.
Es tentador considerar a esta fantasía sobre los superhéroes y cómo los leemos una visión sublimada de nuestras propias ansiedades. La parte final, tras la destrucción del Proyecto Tierra Prometida, nos mostraría la realidad, y todo lo anterior sería la visión metafórica de los vulgares sucesos de nuestra rutina, en un ya resobado mecanismo a lo Lynch. Pero creo que es más apropiado darle la vuelta a la tortilla y considerar que la vida "real" del final del libro es la proyección de la fantasía de los personajes imaginarios. La gran fantasía de nuestra ficción es hacerse real y seguir viviendo. O mejor, empezar a vivir. Pero el ángel exterminador no nos deja movernos. La puerta sigue ahí, pero no conseguimos traspasarla.

EL VIAJE DE FELIPOLLAS

Hace poco, al hablar de Leandro Alzate, decía que estaba fuera del cómic español. Ese espacio de fuera es un espacio que casi no ha existido hasta ahora, pero que lentamente empieza a poblarse por personalidades muy dispares, desde Sebas Martín hasta Juanjo Sáez, pasando por Francesc Ruiz. Y desde ese espacio de fuera dibuja Felipe Almendros, que el año pasado se autoeditó Save Our Souls, un libro que ahora ha sido rescatado por Apa-Apa.
Save Our Souls cuenta el viaje del autor a México acompañado de su madre, con la excusa de estar presente durante el nacimiento del primer hijo de su hermana. La estancia se prolongó durante meses, y Almendros -rebautizado desde su desembarco como Felipollas, lo que le define así como el anticonquistador- se deja llevar por relaciones surgidas casi por casualidad con algunos de los "pintorescos nativos". Felipollas se autorretrata como una personalidad enfermiza y apocada, sin duda víctima del síndrome de la pasividad alternativa (interrumpida por fugaces momentos de euforia provocada por el Barça y por la videopornografía), que se distancia del mundo y las personas que le rodean. En el viaje real que motiva esta memoria dibujada, es una cámara la que sirve como herramienta para establecer esa distancia. En el cómic que leemos, es la presencia constante de la persona a quien se está narrando la historia -un amigo con el que se comunica mediante un aséptico chat, pero también una figura constantemente superpuesta a cada escena mexicana- la que sirve para señalar esa perspectiva alejada. Felipollas parece dispuesto a sumirse en cualquier foso de la miseria y la mugre humanas, como todo buen autobiógrafo, siempre que no se manche las manos.
Hay que decir que a lo largo de las muchas y muy densas páginas de Save Our Souls no pasa nada especialmente interesante, y sin embargo el libro es interesantísimo. Felipe Almendros sabe contar las cosas y sabe dibujarlas muy bien: cada elemento está en su sitio, y los personajes se reconocen a la primera. Me ha parecido curioso observar que las páginas de Save Our Souls tienen algo en común con las de Sócrates el semi-perro y las de El Vecino 3: en todos los casos hay el mismo número de viñetas por página, y todas las viñetas son del mismo tamaño. Añado que, de los tres casos citados, el de Save Our Souls es el más arriesgado, porque en ocasiones cada viñeta no se corresponde a una imagen, sino a varias (véase como ejemplo la que ilustra este post), pero a mí lo que me hace pensar es, sobre todo, que lo que algunos consideran la narración "natural", es decir, la que sigue las convenciones cinematográficas de Hollywood, estorba, y mucho, cuando uno quiere salirse un poco del rollo de toda la vida. Todo lo cual me lleva a decir que Save Our Souls es anticinematográfico y antiliterario, Save Our Souls es puro tebeo. Uno de los grandes tebeos españoles del año que no ha dado el mundo del tebeo español.

POR FAVOR, NO ME DEJEN MORIR

Zak Sally hace música indie y hace tebeos indie, y si eres aficionado a los productos indies, es muy posible que le hayas oído antes de leerle, porque Low, el grupo donde toca el bajo, es un grupo de prestigio en la escena alternativa (Rockdelux ha elegido uno de sus discos entre los 100 mejores de la primera década del siglo). Reincidente (Apa-Apa, 2009) es, sin embargo, el primero de sus cómics que se publica en España (y que me corrijan si no es así, por favor). El libro, que intenta diferenciarse del grueso de la producción viñetera habitual que llega a nuestras librerías desde su mismo formato y portada, incluye seis piezas cortas en las que hay de todo. Hay varias incursiones líricas en ese género tan desagradecido que es el poema-canción con imágenes, hay relatos de ficción malsana y silenciosa ("Alimentar a la esposa", una pequeña gota de masoquismo existencialista, o la quinta historia, sin título, una oscura parábola de quirófano), y hay sobre todo un relato fascinante titulado "Vómito animal" que será por lo que recuerde este libro. Partiendo del camerino de Kafka y proyectándose en espiral a través del vacío infinito del conspiracionismo paranoico y la fe en las sociedades secretas tan extendida en la subcultura underground norteamericana, Sally termina aterrizando en un horror al cuerpo que burnsiano que vuelve a enlazar con el resto de Reincidente: con las historias que hemos mencionado antes, la de la esposa esclava y ama, la del médico que escupe en los tumores, y también con el poema sacrificial "Las niñas secretas". Hay como un lenguaje cifrado que se articula en todo Reincidente, un lenguaje que no es del cómic, y que repite constantemente la misma frase, desde la primera a la última página: "Por favor, no me dejen morir". La última viñeta contesta: "Demasiado tarde".

NIEVE ROJA

Drawn & Quarterly lleva un par de años publicando el tipo de manga que no leen los lectores de manga, pero sí los lectores de novela gráfica. Adrian Tomine ha apadrinado las ediciones que están haciendo en inglés de Yoshihiro Tatsumi (entre ellas Una vida errante, que aquí acaba de sacar Astiberri), y ahora acaban de lanzar una recopilación de historias cortas de un autor de gekiga de "la segunda generación", Susumu Katsumata (1943-2007), que empezó en Garo en 1966. En las historias recopiladas en Red Snow nos encontramos con el típico horizonte formal de narración limpia para historias sucias, un poco como en Tatsumi, que es tanto como decir que es como si siguiéramos una estirpe que desciende en segunda generación desde Tezuka, que a su vez es tanto como decir un Disney de tercera generación aplicado a una suerte de neorrealismo ingenuo o casi infantil. Al contrario que Tatsumi o Tsuge, Katsumata se centra en el mundo rural (cuenta en una entrevista incluida en el volumen que de chaval llevaba ganado, y se encontraba más a gusto entre los animales que entre las personas), aunque reaparecen muchas de las figuras sórdidas a las que ya nos ha acostumbrado el escaso contacto que hemos tenido con el gekiga: las putas, los maltratadores, los adúlteros... A veces se introduce en el reparto un elemento fantástico integrado con tanta discreción que dudamos de su verdadera existencia, como en el caso de los kappas, una especie de duendecillos silvestres anfibios. Por un momento, casi podemos pensar que estamos leyendo una historia surgida de la pesadilla de un Miyazaki borracho después de una noche de putas, el reverso guarro de Mi vecino Totoro. Todo contado, dicho sea de paso, con mucha pulcritud y sin excesos gráficos.
Katsumata no es autor de grandes epifanías ni resoluciones contundentes. Sus historias se quedan como medio colgadas y a veces uno tiene la sensación de que no las ha entendido del todo bien y necesita releerlas con un poco más de atención. No impresiona a primera vista. Pero sí es cierto que el tipo de historias que hace se anticipa en 25 ó 30 años a lo que los autores de novela gráfica occidentales están intentando encontrar hoy en día. Por eso se le traduce ahora.

FUNNY ANIMAL

Al final, Sócrates el semi-perro se va a convertir en mi serie favorita de Sfar y Blain. Sobre todo de Blain. El primer volumen me pareció un rollo patatero, pero el segundo me impresionó mucho, y el tercero, Edipo en Corinto (Sinsentido, 2009), que acaba de publicarse, me ha parecido extraordinariamente divertido. Creo que la desenvoltura con la que hace las cosas Sfar provoca que Blain -ese tío tan serio que en Gus se ha empeñado en demostrarnos que él también es divertido, por las buenas o por las malas- se relaje y se convierta en la máquina de dibujar perfecta. Sfar, todo hay que decirlo, es hasta demasiado relajado, y por eso este volumen acaba tan abruptamente, cortado de cualquier manera a mitad de escena y sin que el argumento se haya llegado a desarrollar de verdad. Pero bueno, al fin y al cabo, ya sabíamos de antemano que Sócrates el semi-perro no nos llevaba a ningún lado, simplemente nos llevaba, y como de lo que se trata es de disfrutar del paseo, eso es lo que hay que hacer. La comedia anacrónica y seudofilosófica se desata bajo una portada inspirada en la del Electric Ladyland de Jimi Hendrix, y que nos recuerda que Blain vive desde hace algún tiempo en la fantasía de haberse trasladado a 1968 y que allí, metamorfoseado en Guy Peellaert, dibuja interminablemente tebeos eróticos de una frivolidad cartelística. Sfar se toma todo esto con naturalidad, desactiva las ínfulas de su compañero artístico y lo somete a la implacable disciplina del buen humor. Edipo en Corinto se hace corto. Eso es bueno. Un buen tebeo siempre tendría que parecernos insuficiente cuando hemos terminado de leerlo.

viernes, 18 de diciembre de 2009

OTROS VECINOS


El pasado domingo, en Expocómic, tuve la oportunidad de reencontrarme con José Luis Ágreda, un tío al que tengo un gran aprecio y que, como todo el mundo sabe, es un enorme dibujante y un mediocre waterpolista. José Luis había hecho la ilustración para el sumario del Manglar 11, que llevaba portada del Vecino, y había utilizado a Titán junto con el personaje mascota de la revista. Como José Luis es así, se había traído los originales (dos, uno con cada personaje) de la imagen para regalárnoslos a Pepo y a mí, y como Pepo es así, se empeñó en que yo me quedara con el original de Titán, y como yo soy así, pues lo he subido a la cabecera de esta entrada.
Siempre tiene algo de curioso ver cómo otros autores interpretan a tus personajes. Supongo que es algo parecido a asistir a tu propio funeral: descubrir qué hacen los demás con tus cosas cuando tú no estás (algo que, imagino, todos querríamos saber si pudiéramos ahorrarnos el estar muertos para conseguirlo). En los cinco años transcurridos desde que se publicó el primer volumen del Vecino, Pepo y yo ya hemos visto varias interpretaciones de nuestros personajes en manos ajenas. En ese mismo Manglar, sin ir más lejos, Javier Olivares se marcaba un Titán icónico en la ilustración que abría la entrevista:
Titán ha aparecido en la portada de los tres catálogos de Astiberri publicados entre 2007 y 2009, lo que significa que ha sido dibujado por Paco Roca (2007):
Por Mauro Entrialgo (2009):

Y por David Rubín (2008):
David, por cierto, también lo incluyó en esta portada del Manglar 10 (sí, de verdad, está ahí, ¿no lo ves?):
Cuando se publicó el primer volumen del Vecino, a modo de juego decidimos añadir una página extra de "final" en la revista de información Trama, que llevaban Elena Cabrera y Manuel Bartual. Allí aparecieron cuatro versiones de ese "final alternativo" del Vecino, el primero dibujado por el propio Pepo, pero los demás obra de otros dibujantes. Uno de ellos fue el propio Manuel Bartual, que este año ha publicado el superhit ¡Escucha esto! (Astiberri, 2009):
También hubo un "final" de Juaco Vizuete, que acaba de publicar esa joya oscura que es El experimento (Glénat, 2009):

Bernardo Vergara, excelso dibujante de El mundo según Ptolomeo (Diábolo, 2009), se encargó de otro final:
Como podéis ver, la moraleja está clara: Manuel Bartual, Juaco Vizuete y Bernardo Vergara recibieron el encargo de dibujar a Titán y lo hicieron. Algún tiempo después, consiguieron publicar un libro maravilloso cada uno, exactamente en el mismo año. Frank Miller no quiso hacerlo: ahora es director de cine. Si estás leyendo estas líneas y te piden un dibujo de Titán en el futuro, no te niegues.
Una de las versiones más originales y diferentes de Titán fue la que hicieron Sagar Forniés y Sergi Álvarez en una historieta titulada "Volar sin alas", donde adaptaban un relato de Bukowski pasándolo por el filtro del Titán de El Vecino 2 (creo). Sagar y Sergi no necesitaban para nada utilizar a Titán, porque era su historia y tenía entidad propia, pero quisieron hacernos ese guiño, que a Pepo y a mí nos hizo mucha ilusión. Por supuesto, su Titán era "otro vecino". Aquí le vemos en fase futbolista (véase el logo en el pecho):
Y aquí está convertido en homeless (población flotante):
De vez en cuando, a algún amigo le da por hacer un personaje del Vecino porque sí, sin más y sin excusa. Es algo que le ha pasado con relativa frecuencia a Manuel Bartual. Este primer dibujillo a color es uno de mis favoritos de siempre:

Aquí, Manolo probó el crossover imposible entre Titán y su personaje (co-creado junto a Lorenzo Gómez), el Oficinista. ¿O no tan imposible? Porque José Ramón y el Ofi tienen sus puntos en común.
Hace poco el dio el pronto a Bernardo Vergara, que subió esto a su blog:

Y El Vecino 3 inspiró un arranque de travestismo a elpablo:

Cierro con una escena clásica que colgó en su día en su blog Carlos Vermut:
¡Gracias a todos estos peazo artistas!

jueves, 17 de diciembre de 2009

EL EXTRAÑO CASO DEL DOCTOR ROM

Josep Rom comenta El extraño caso del doctor Jekyll y mister Hyde, el libro que he publicado con Javier Olivares, en la última entrega de píldoras nacionales de zona negativa.

miércoles, 16 de diciembre de 2009

martes, 15 de diciembre de 2009

EL EXTRAÑO CASO DEL LECTOR IMPACIENTE

PAblo, el lector impaciente, reseña en su blog El extraño caso del doctor Jekyll y mister Hyde (SM), el tebeo que he publicado recientemente con Javier Olivares.

lunes, 14 de diciembre de 2009

CULPA ARTÍSTICA

«Todos los días son días típicos de trabajo, trabaje o no. Al vivir en el mismo espacio en el que trabajo, hay obras en marcha y cosas recientemente acabadas por todas partes. Cuando me levanto y pongo la radio, mi gato me acompaña mientras me siento a mirar el material nuevo. Desayunamos (a las dos de la tarde), leo revistas, el periódico, alguna cosa de no ficción. Pongo la tele y enciendo el ordenador, me pierdo con un millón de cosas distintas en internet, todo el tiempo acumulando "culpa artística". En algún momento después de los concursos pienso en el trabajo, pero en vez de ponerme toco el saxo y me grabo un pista musical de diez minutos. Tal vez empiece a trabajar después de medianoche, tal vez no. Más "culpa artística", que se acaba hacia las 3 de la mañana. Me hago la cena, veo una película mientras como. Me voy a la cama a las 7 de la mañana. Me levanto a las 2, miro los trabajos nuevos (de hace una semana), un nuevo aguijonazo de "culpa artística". Planeo producir algo de arte hoy... tal vez».

Me he sentido muy identificado con este párrafo. Así responde Jerry Moriarty cuando Chris Ware le pregunta cómo es un día típico de trabajo para él. Dejando de lado el gato, los horarios nocturnos, los concursos de la tele, el saxo y casi todo lo demás, lo cierto es que conozco demasiado bien ese "sentimiento de culpa artístico".
La conversación entre Moriarty y Ware aparece en el número 67 de la revista The Believer, dedicado al arte (me enteré de su existencia por la cárcel de papel). Es significativo de nuestros tiempos que una revista cultural de altos vuelos dedique un número al arte e incluya un montón de páginas sobre cómic. Además de la conversación entre Moriarty y Ware, viene una entrevista con Aline Kominsky-Crumb que no tiene desperdicio (qué injustamente se ha tratado a la llamada "Yoko Ono del cómic"), otra con Peter Blegvad y una sección de historietas coordinada por Alvin Buenaventura donde aparecen cosas de Charles Burns, Anders Nilsen, Lilli Carré, Al Columbia (de quien me acaba de llegar su Pim & Francie, por cierto, a ver si saco un rato para leerlo), Ron Regé Jr. y Tim Hensley, entre otros. Suena mejor de lo que realmente es, pero la voluntad está ahí. Como remate, portada sensacional de Chris Ware y póster desplegable de Moriarty. Y todo con esa naturalidad tan elegante estilo McSweeney's (son los editores de The Believer). Da mucha envidia ver estas cosas por ahí fuera.

DIÁLOGOS ENTRE SENDEROS VECINOS

Para que no parezca que uno se anda con tópicos, diré desde el primer momento que los Diálogos del Señor Boliche a los que he asistido este fin de semana en Valladolid es probablemente el evento comiquero en el que mejor lo he pasado. Han sido sólo un par de días, pero hemos hecho muchas cosas, nos hemos reído mucho y, sobre todo, hemos hablado mucho.
El viernes por la tarde Pepo y yo hicimos una presentación del Vecino que no se limitó al último volumen de la serie y que a mí, personalmente, me sirvió para poner en claro muchas ideas que hasta ese momento estaban confusas. No sé cómo lo pasaría el público, pero yo aprendí un montón gracias a esto. El sábado por la mañana Paco Roca y Koldo Azpitarte nos estuvieron contando muchas cosas de Senderos, el libro que acaba publicar Laukatu (editorial cofundada por el propio Koldo) sobre Paco. Yo, que lo vi de cerca, me lo pasé en grande porque saben contar las cosas con mucha gracia y porque además se complementan muy bien sobre el escenario. La última charla, el sábado por la tarde, fue la de los blogs, con Koldo, Pepo, Alberto -tío berni- García de entrecomics y yo. Y bueno, sólo decir que no faltaron las risas y que, una vez más, lo mejor de estas cosas es que al hacerlas en público tienes la ocasión de aprender un montón del público asistente. ¡Sobre todo de algunos!
Koldo, Paco, Alberto, Pepo y yo habíamos estado todos en Getxo, pero unos encuentros como los de Valladolid te dan la ocasión de... en fin... encontrarte de verdad. Los tiempos y las relaciones son distintos. A veces, el mundo del cómic funciona como un gran colegio en el que todos nos conocemos pero cada uno va con su pandilla de siempre, de manera que te acabas saludando con cien personas y hablando con ninguna más que los amiguetes de siempre. En este formato reducido, sin embargo, tienes la oportunidad de mantener con amigos de otras pandillas todas esas charlas que siempre crees que vas a tener en el salón y en realidad acababas por no tener nunca. Yo me siento feliz de haber compartido estos ratos con Paco, Koldo y Alberto (con Pepo también, por supuesto, pero Pepo y yo ya nos tenemos más vistos), y encima con la presencia de esa leyenda local de las viñetas que es el gran Jesús Redondo. En fin, no me extiendo más porque los posts demasiado largos son inadecuados y encima esto ni siquiera va a llegar a tiempo para la franja horaria de las 12-13 horas, así que lo resumo todo en dos cosas. La primera: Toño, Adolfo, Jorge, Pablo, Raúl, Bego y los demás: no sé si sois conscientes de lo cojonudos que sois, mil gracias por todo. La segunda: un consejo a todos los autores y profesionales del cómic en España. Si os llama un tal señor Boliche de Valladolid, decid que sí sin pensarlo.
Anexo:
Pepo ya ha hecho su crónica de la cosa.
Koldo ha dejado un reguero de pistas indiscretas en su blog, (re)señas de identidad.
Seguimos a la espera de que el tío berni se pronuncie...

EN RECUERDO DE JUAN ANTONIO

Gracias a Guillermo descubro un álbum de flickr con fotos del homenaje a Juan Antonio Ramírez celebrado en el Reina Sofía el pasado 28 de noviembre.

domingo, 13 de diciembre de 2009

viernes, 11 de diciembre de 2009

SEÑOR BOLICHE (2)

SEÑOR BOLICHE (1)


Pepo entrevistado por Norte Digital. Alberto al fondo.

EL VECINO EN EXPOCÓMIC

Este domingo 13, Pepo Pérez y yo estaremos firmando ejemplares del Vecino 3 (y de cualquier cosa que nos pongan delante, ya que estamos) en el stand de Astiberri en Expocómic. Será de 13 a 14 horas, y como ya viene siendo habitual, yo me ocuparé de hacer los dibujos y Pepo de escribir los versos.

jueves, 10 de diciembre de 2009

MICROENTREVISTA: ANTONIO ALTARRIBA

Hace unas semanas escribí en este blog sobre El arte de volar (De Ponent, 2009), de Antonio Altarriba y Kim. La importancia de este tebeo no hace más que acrecentarse con el paso de los meses. No estamos ante uno de los cómics del año, estamos ante uno de los cómics que pueden marcar la historia de las viñetas en este país. Como guionista, me resulta especialmente interesante que semejante trabajo haya surgido de la colaboración entre un guionista y un dibujante. Me he dirigido directamente a Antonio Altarriba, el guionista, para plantearle algunas de las cuestiones que me suscitaba El arte de volar.

¿Qué tipo de documentación utilizaste? ¿Tu padre dejó algún testimonio escrito, como el de Gallardo en Un largo silencio, o grabaste conversaciones con él, como Spiegelman, o reconstruiste su vida a través de otros documentos y testimonios?

El principal documento fueron las largas y muy tristes conversaciones con mi padre durante los quince años que estuvo con depresión. Cada vez vivía más anclado en el pasado y, curiosamente, eran los tiempos difíciles de la guerra y del exilio los que recordaba con mayor insistencia. Le pedí que escribiera sobre ello más por si le podía servir como terapia que por descubrir algo nuevo. De todas formas las 250 cuartillas que dejó me sirvieron porque contenían fechas, nombres y otros valiosos datos. Sin olvidar, por supuesto, que hay un importante porcentaje de ficción. El hecho de asumir la voz de mi padre y contar su historia en primera persona me legitima para ello. Él pone la intriga básica y yo el tono, las reflexiones, los nexos argumentales y algunos resortes dramáticos.

En El arte de volar hay un tránsito personal pero también universal, de la adolescencia a la madurez. De aferrarnos a ideales y grandes proyectos a aferrarnos a las personas y la supervivencia cotidiana. Tal vez incluso a una tercera etapa en la vejez en la que empezamos a dejar de aferrarnos. ¿Es ése el espinazo emocional del libro? ¿Es algo deliberado por tu parte cuando te planteas cómo organizar la historia?

Creo, efectivamente, que la vida sigue ese esquema. Si no eres muy tonto, a lo largo de la existencia acabas aprendiendo. Y aprender consiste, básicamente, en decepcionarse. Para la generación de mi padre y debido a las circunstancias históricas, este proceso tiene una dimensión más épica o más trágica. Pero a todos nos ocurre algo parecido. Pasamos del ideal a la melancolía.

¿Qué tipo de guión le pasaste a Kim y cuál fue su aportación desde el punto de vista de la historia? ¿El guión está escrito específicamente para él o lo podría haber realizado otro dibujante?

El guión está escrito de forma muy detallada. Contiene muchas precisiones tanto en los episodios realistas como en las escenas más oníricas. Intenté escribirlo con un estilo literario y ameno. Tenía que seducir a mi único lector en un proyecto largo y muy personal. Así que lo primero que puso Kim fue su generosidad al dedicar 4 años a una empresa que no sabíamos cómo iba a salir. También puso un estilo, realista pero sin dejar de ser caricatural, limpio pero detallista, que conviene perfectamente a la historia y la hace más legible. Cuidó la ambientación de época haciéndola creíble. El proyecto era tan difícil que, sin él, sólo sería un fajo de folios escritos. Desde luego ya no puedo ni imaginar la historia realizada por otro dibujante.

¿Qué modelos (formales o espirituales) te inspiraron para abordar esta memoria familiar? ¿Proceden del cómic o de otros medios?

En este caso pudo más la necesidad de expresarme que la imitación de un modelo. No suelo trabajar así. Normalmente planifico con detalle lo que escribo y me acojo a géneros y utilizo recursos más o menos estudiados. Atravesaba un momento de mucho dolor y mucha indiganción y me lancé a escribir sin tener muy claro el camino a seguir. Sólo una vez publicado el libro y al verlo reflejado en algunas críticas, me di cuenta de que guardaba cierta relación con Maus o con la carta al padre de Kafka. No quiero decir que no haya existido planificación, pero quizá cuando ésta opera de manera inconsciente resulta más eficaz.