miércoles, 23 de julio de 2014

LAS MENINAS ENSEÑA LA CARA


Ésta es la portada de Las Meninas, el tebeo que hemos hecho Javier Olivares y yo y que Astiberri pone a la venta en septiembre.

lunes, 21 de julio de 2014

EL FÚTBOL AUSENTE

Siempre entusiasma que a uno le hagan una reseña como la que Daniel Ausente ha hecho de Fútbol. La novela gráfica, el tebeo que he publicado recientemente junto a Pablo Ríos. Pero cuando la reseña está escrita por alguien a quien uno admira, entonces hasta emociona. Hace unos meses disfruté inmensamente de Mentiré si es necesario, el libro donde Ausente recopilaba las memorias (o crónicas de infancia y juventud) que ha ido publicando en El Butano Popular, y hoy me encuentro con este regalo que nos hace a Pablo y a mí:

El fútbol es así.

miércoles, 16 de julio de 2014

EL FÚTBOL EN EL DIARIO

Hemos estado en eldiario.es hablando de Fútbol con John Tones:
«El fútbol es una experiencia emocional y como tal hay que tratarlo»

De propina, una nueva reseña de Fútbol, escrita por Josep Oliver en Papel en blanco:
«Fútbol, la novela gráfica, de Santiago García y Pablo Ríos, o cómo el balompié lo resume todo».

CÓMICS EN REVISTAS


Lo anticipaba en el post anterior, y quería dedicarle unas líneas específicamente. Estamos encontrando nuevos ámbitos para el cómic, y no es sólo la novela gráfica. También están los webcómics, los fanzines y minicómics, y... las revistas de temática general o cultural. Diréis que cómics en revistas los ha habido siempre. Sí, pero ahora es distinto, entre otras cosas porque estas revistas son distintas.

Las revistas han sufrido (y están sufriendo) la misma debacle que toda la prensa de quiosco. Como los periódicos y todo el material impreso popular, se encaminan al cementerio de los elefantes, y durante la última década han ido cayendo como moscas. Y, sin embargo, muy recientemente -estoy hablando tal vez de los dos o tres últimos años- estamos asistiendo a un verdadero resurgir de las revistas. Ya hablamos un poco de eso cuando escribimos sobre las nuevas revistas de fútbol, pero en este momento hay una explosión -o miniexplosión- de cabeceras de literatura, pensamiento, cine o música.

¿Cómo se entiende esto? Bueno, mi impresión es que estas nuevas revistas se han novelagrafizado. Permitidme la expresión, ya que éste es un blog de cómics, y eso pone ante mis ojos un filtro de viñetas siempre que miro al mundo. En realidad, lo que esto viene a decirnos es que los procesos de transformación del cómic actual no son completamente singulares, sino que se insertan dentro de una dinámica más amplia que está afectando a todos los productos culturales, y sobre todo impresos, y aún más si procedían de una tradición de periódico. Para sobrevivir hay que reinventarse, dar más contenido y de mayor calidad y buscar un público menos numeroso y con criterio a través de espacios como las librerías generales o especializadas. La novelagrafización es un fenómeno general de nuestros días que desborda al cómic, y en el caso de las revistas muy probablemente sea un camino abierto por McSweeney's y sus revistas (The Believer ha lucido portadas de Charles Burns durante años) y donde hoy se encuentran proyectos como Grantland, que vende ese encuentro entre deporte espectáculo y cultura pop sobre un andamio de diseño moderno.

Incluso una veterana revista online de música como Pitchfork se ha apuntado al papel, editando un hermoso tomo trimestral de más de 200 páginas. La sorpresa es descubrir la presencia que tiene el cómic en sus páginas. Ojeando el número 2, por ejemplo, me encuentro historietas de Aisha Franz, Sophia Foster-Dimino, el inevitable Simon Hanselmann, Michael Deforge, Edie Fake y Johnny Sampson, además de un nutrido grupo de ilustradores, entre ellos Irkus M. Zeberio.

En España, la revista de pop-rock por excelencia, Rockdelux, hace años que hizo hueco a los cómics (los incluían ya antes de esta moda reciente), con colaboraciones habituales de Laperla y Morán y también de Juanjo Sáez, por no hablar de una sección fija de reseñas de cómics organizada por Pepo Pérez y una presencia frecuente de entrevistas a historietistas. En Rockdelux, sin embargo, hay una cierta adscripción de los cómics a la temática de la cabecera. Soy ídolo tuyo y Hit emocional, las series de Laperla/Morán y de Sáez, respectivamente, se refieren al mundo de la música. En Pitchfork los cómics no tienen que estar necesariamente ligados a la música. Se ofrecen como contenido tal cual. Esto es tal vez uno de los rasgos singulares de esta nueva inserción de los cómics en las revistas.

Algo parecido ocurre en Presencia humana, la revista de literatura de Aristas Martínez, que en sus números 2 y 3 entrega varias páginas a Ana Galvañ y Ed para que hagan lo que quieran, mezclándose con los relatos de otros escritores en los mismos términos (Aristas Martínez ya había mostrado su aprecio por el cómic en la fastuosa Black Pulp Box). El estado mental, nueva revista de pensamiento crítico, ofrece un deslumbrante despliegue de historietas de aquí y de allá en sus tres primeros números. Los dibujos de Cegado, Nacho García, Maïté Grandjouan, Sergi Puyol, Bendik Kaltenborn, Alberto González Vázquez, Robert Sergel, Anna Sailamaa y otros conviven con los textos de Javier Moscoso, Guillem Martínez, Belén Gopegui, Elena Cabrera, Jimina Sabadú o Juan Marsé. No son cómics «fáciles», sino más bien cómics que desde el mundo del cómic tienden a verse como extraños. Sin embargo, estas revistas los ofrecen en contigüidad con textos que exigen una predisposición intelectual por parte de lectores que no están acostumbrados a leer cómics habitualmente. A lo mejor eso no es casualidad.

El fenómeno, en fin, parece imparable. Una nueva revista editada en España pero escrita en inglés, Minchō, que se describe como «Illustration & Graphic Arts Magazine» se presenta con amplios espacios dedicados al cómic (incluida una entrevista con Peter Bagge), y la satírica Mongolia incorpora más páginas de historieta en su número de verano (algunas de ellas, firmadas por parte de los dibujantes perdidos por El Jueves).

Menciono sólo algunas de las revistas que he podido leer durante estos últimos meses, pero estoy seguro de que el fenómeno también se da en muchas otras cabeceras. Es una nueva forma de hacer cómics y, sobre todo, de acceder a un público nuevo, que los dibujantes deberían empezar a incorporar a su horizonte profesional lo antes posible. Pero quiero cerrar aludiendo quizás al caso más paradigmático, el de la revista más leída de España, que no es nueva pero está exigida a renovarse continuamente para mantener su vigencia. El País Semanal incluye desde hace ya tiempo una historieta de dos páginas cada semana. Paco Roca y Max -ahora mismo, sin duda, las dos figuras más representativas de nuestro cómic- se turnan cada quince días con sus dos series: Un hombre en pijama el primero y ¡Oh, diabólica ficción! el segundo. Puede que sea una moda, sí. Pero a veces hay cosas que nos gusta que se pongan de moda.

martes, 15 de julio de 2014

CRISIS EN TIERRAS PARALELAS II

Hace un par de días, Pepo Pérez publicó en su blog un post de lectura necesaria para todo aquel que esté interesado en entender los derroteros por los que se mueve el negocio del cómic ahora mismo en el mundo. El texto de Pepo venía a reventar la burbuja de los que creen que Francia es el paraíso dorado de la historieta para poner de manifiesto los muchos problemas a los que se enfrenta ahora mismo la bd. Pero es un texto tan completo, tan interesante y tan razonado que no merece la pena resumirlo. Lo más recomendable es leerlo y disfrutarlo en toda su extensión, aquí:

CRISIS EN TIERRAS PARALELAS

¿Ya está leído? Bien, continuamos. Iba a dejar un comentario a Pepo, pero me he dado cuenta de que probablemente me iba a enrollar demasiado, de manera que prefiero contestarle desde aquí, con más libertad para extenderme. Me pilla esta crisis en tierras paralelas precisamente escribiendo una nueva introducción para la edición norteamericana de La novela gráfica. Parece mentira, pero ya han pasado cuatro años desde que apareció en España, y volver la vista atrás ahora me ha hecho ver las cosas con más perspectiva.

En parte es esa perspectiva a largo plazo la que hace que quiera puntualizar una única cuestión sobre lo que escribe Pepo. Es un mero detalle de interpretación, tal vez, pero importante: no creo que el negocio de la bd (ni del cómic en general) esté en crisis. No se trata de una crisis, no es un bache temporal. Es un final de historia, un cambio de paradigma completo, el ocaso de una época que deja paso a otra completamente distinta. No habrá recuperación. Entramos en la estación término. Habrá, en todo caso, caminos nuevos por los que probablemente transiten nuevos actores con nuevos modelos.

Art Spiegelman recurre a una cita de McLuhan que resume de forma muy sencilla lo que está pasando: «Todo medio, cuando deja de ser un medio de masas, tiene que convertirse en arte o desaparecer».

Y si nos pasamos al arte, nadie se puede ser artista esperando cobrar un sueldo mensual. No digo que no se pueda ganar dinero con el arte. Es obvio que hay artistas que lo han ganado, y mucho. Pero la idea del artista como funcionario es atroz. Y de la misma manera, la idea del dibujante de cómics con nómina es cada vez más una idea del pasado. Si te quieres dedicar profesionalmente al dibujo, como un oficio, podrás hacerlo, pero dibujando para agencias de publicidad, haciendo diseños para producciones audiovisuales o poniendo fondos a Angry Birds, que son los negocios que ahora funcionan a escala. El concepto «profesional» sólo funciona cuando hay una escala de mercado suficientemente amplia, por no hablar de que también requiere la existencia de unas condiciones laborales normalmente depredadoras por parte de la empresa. Y esa escala sólo se puede sustentar en un medio de entretenimiento de masas. El cómic ha dejado de serlo en occidente.

En el mes de junio de 2014 las cifras de venta de comic books en Estados Unidos nos dicen que la décima colección más vendida ha sido Detective Comics (protagonizada por Batman) con 73.000 ejemplares. En un país con una población de 313 millones de habitantes, eso supone que llega a un 0,02% de la población. Si trasladamos esa proporción a España, con 46 millones de habitantes, un 0,02% de la población supondría una tirada de 9.200 ejemplares. El reciente (y alarmista) informe de la Federación de Gremios de Editores de España indica que la tirada media de los libros en España es de 3.223 ejemplares. Está lejos de esos 9.200, pero también es cierto que se trata de libros, no de cuadernillos de grapa. La necesidad de escala se reduce al aumentar el precio por unidad. Pero sea como sea, queda claro que unas y otras son cifras muy alejadas de lo que a mediados del siglo XX se venía considerando medios de masas o prensa popular.

Esto no va a mejorar en los próximos años, al contrario. No es sólo la crisis general y la caída del consumo, es también la forma en que los hábitos de consumo cultural están cambiando, que permiten una mayor penetración de otras formas de entretenimiento mucho más aceptadas por la sociedad. Hace apenas unos años no era común el binge watching, lo que aquí llamamos «maratón de series», ahora práctica común en Estados Unidos gracias a la oferta de plataformas como Netflix y Hulu. Cuando uno se puede ver una temporada entera de una serie en dos o tres días, consume todas sus horas de ocio delante de la tele, y nada más terminar está buscando otra serie que tragarse. De la misma manera, las personas que antes viajaban en los vagones del metro y los autobuses pegadas a sus revistas, libros y periódicos ahora lo hacen sin levantar la cara de la pantalla de su móvil o su tablet, entregados no sólo a minijuegos, sino a interminables conversaciones de Whatsapp, el entretenimiento supremo de nuestros días.

¿Por qué sigue existiendo entonces el cómic tradicional, si su muerte lleva décadas anunciada? (Prácticamente cada generación de profesionales que se ha incorporado al negocio desde los años 50 pensaba que serían los últimos en hacerlo). ¿Por qué mantiene todavía unas cifras de ventas que en general superan al cómic artístico o la novela gráfica? Porque arrastra la inercia de una industria consolidada durante decenios, y aunque en su caída se desmigaja lentamente, al adaptarse a un nicho de público ha conseguido mantenerse (aún) dentro de los límites de lo viable. Lo malo es que esa estrategia de supervivencia de nicho ha provocado su anquilosamiento, y ha hecho que se refugie en fórmulas que han incapacitado su renovación. En el mercado estadounidense encuentro un caso paradigmático de la crisis de la renovación en los dos o tres últimos años de Image Comics. La editorial fundada en los 90 por un grupo de autores fugados de Marvel ha renovado su oferta lanzando series que siguen siendo de género -principalmente acción y aventura- pero que amplían el espectro más allá del género superheroico (sin olvidarlo) y ofrecen personajes nuevos y conceptos interesantes urdidos por algunos de los mejores guionistas y dibujantes del cómic comercial americano de ahora mismo (la mayoría, precisamente, salidos también de Marvel, donde se han hecho un nombre). En cierto sentido, parecen los cómics que deberían dominar el mercado americano hoy en día si los cómics románticos, policiacos y de terror de los años 50 no se hubieran interrumpido en seco a finales de esa década, dejando paso a cincuenta años de dieta casi exclusiva de superhéroes que arrasaron el mercado y comprimieron el público potencial. A veces casi parece que esta nueva oleada de Image es el pálido reflejo de lo que habría podido ser el mercado norteamericano si hubiera seguido un desarrollo parecido al del manga en Japón.

Pero eso no fue así, y ya no podrá serlo, me temo, por mucho que Image se empeñe en lo contrario. Too little, too late. Es muy posible que esos nuevos cómics no estén saliendo del circuito de los viejos, y la mayoría de sus autores están resignados a que el verdadero éxito de sus series consiste en que sus derechos sean adquiridos por una productora de cine o televisión.

¿Quiere esto decir que el cómic está muerto? Sí, tal y como lo conocíamos. Lo que nos queda hoy en día de aquello que los cuarentones vivimos de niños es una carcasa vacía, un cadáver viviente. Pero, por otra parte, el cómic ha brotado también en otros ámbitos. Hemos inventado otras formas de hacer cómic, aunque no sean como medio de masas. No sólo la novela gráfica, sino también los webcómics y una nueva hornada de fanzines y minicómics. Aún más: los cómics tienen una renovada presencia en revistas culturales y de otro tipo (espero hablar de esto en un próximo post). Son nuevos ámbitos. Y nadie dice que en ellos no se pueda ganar dinero, tal vez incluso mucho. Lo que probablemente no se podrá es ganar un sueldo, como en los viejos tiempos.

Jugar a futurólogo es buscarse la ruina, así que ni siquiera voy a descartar que  través de alguna revuelta imprevisible el cómic vuelva a ser un medio de masas en el futuro. Lo veo difícil, pero todo puede pasar. Al fin y al cabo, en 2004 jamás hubiera imaginado que la novela gráfica estaba a punto de aparecer en España, y su implantación me pilló completamente por sorpresa. Pero si el cómic vuelve a ser un medio de masas, lo será a través de alguna vía nueva que no imaginamos, y no mediante un «regreso» o «renacimiento». El viejo modelo está agotado, y en lugar de seguir atrapados en un eterno lamento nostálgico que, por el síndrome de Estocolmo que muestra hacia las épocas en que los dibujantes profesionales eran más maltratados por los empresarios casi suena a «con Franco vivíamos mejor», en lugar de eso, digo, lo perentorio para todos los que nos dedicamos a esto es seguir buscando y probando soluciones para el futuro. No nos aferremos a un madero que flota a la deriva, nademos hacia la orilla. Veamos qué nos depara la vida después de la novela gráfica.

lunes, 14 de julio de 2014

FÚTBOL EN ENTRECOMICS

En Entrecomics, Gerardo Vilches nos ha sometido a Pablo Ríos y a mí a una entrevista inmisericorde de tres horas que luego ha tenido el valor de transcribir. Ahí está, como una montaña esperando que alguien vaya a saltársela. Es un desafío.

Entrevista con Santiago García y Pablo Ríos en Entrecomics.

jueves, 10 de julio de 2014

EL NUEVO FÚTBOL


El fútbol con el que yo me crié estaba representado culturalmente por la chica de la última página del As. Sí, es cierto que ya hacía muchos años que Alberti había escrito una oda a Platko, portero húngaro del Barcelona, y que Camus ya había descubierto la dimensión existencial del balompié, pero no nos engañemos, la verdadera proyección de las producciones culturales sobre fútbol se encontraba en los talleres mecánicos y los bares de barrio donde los obreros tomaban el café con leche en vaso.

No es que la chica del As haya desaparecido, ni mucho menos, pero sí se ha lavado la cara. Y de aquellas tetudas de la generación Lib a un mundo donde el Real Madrid estrena una camiseta fucsia hay un trecho importante.



No es algo nuevo, y como mínimo las bases de este nuevo fútbol se sentaron con la explosión metrosexual de los Beckham, Guti y demás figuras de principios de siglo, probablemente precedida de la intelectualización de Valdano. Pero el caso es que el movimiento ha desembocado en una profusión de revistas y productos culturales que practican una deliberada hipsterización del antaño rudo fútbol.

En España es fácil ahora mismo encontrar una amplia oferta de libros sobre fútbol que incide mucho en lo literario fino, y que tiene reductos importantes en editoriales pequeñas que venden una imagen de prestigio, como es el caso de Los Libros del K.O. Hace poco me he leído (y disfrutado enormemente) Niños futbolistas, de Juan Pablo Meneses, un libro que explica muy bien el nuevo mapa futbolístico mundial y cómo la lógica empresarial ha convertido el deporte en una variante más de la explotación del Tercer Mundo que Occidente ya practica en las industrias textil y tecnológica. Es significativo que Niños futbolistas esté publicado por Blackie Books, el sello que más define la búsqueda de lo cool en las librerías del momento.

Pero es en las nuevas revistas impresas y el periodismo online donde más refulge esta tendencia. En España hay ahora mismo dos -no una, sino dos- revistas de fútbol modernas, en las antípodas de clásicos como el entrañable Don Balón. Son Líbero y Panenka, que camufladas entre las revistas de cine, música o tendencias, prestan gran atención a lo gráfico, el diseño y lo visual, e intentan dar un tratamiento más literario a los textos. También la revista online Jot Down dedica frecuentemente sus entrevistas en profundidad a futbolistas (y otros deportistas), con especial incidencia en jugadores retirados que cuentan anécdotas y secretos antiguamente sepultados por una montaña de plácidos tópicos.

Más llamativa es la presencia de una revista de esta línea en el mercado estadounidense. Howler, de la que suelo proveerme en la tienda favorita de John Waters en Baltimore, Atomic Books, empaqueta el fútbol como experiencia molona para un público que no tiene tradición futbolística, y revela en gran medida cómo se está vendiendo el balompié en Norteamérica. Aunque las noticias inciden en que el soccer tiene cada vez más tirón en Estados Unidos, y las estadísticas lo respaldan, no hay que perder la cabeza. Mi experiencia personal me dice que sigue siendo una curiosidad marginal. Detrás del omnipresente fútbol americano, en Estados Unidos se apelotonan decenas de deportes, profesionales y universitarios, y la población es tan amplia y diversa que da para mantener muchos nichos y espectáculos de temporada. Tal vez a través de esa vía que propone Howler, como un deporte de culto para personas inteligentes (y fascinadas por el Viejo Mundo), el soccer pueda crecer entre la población anglosajona (entre la latina ya sabemos que es el rey).

La ola está llegando ahora a la novela gráfica. Aprovechando este Mundial de Brasil somos varios los que hemos lanzado nuestra visión del fútbol en viñetas. Pablo Ríos y yo con nuestro Fútbol, Mario Torrecillas y Artur Laperla con Dream Team (una historia que parece una ficcionalización de lo relatado por Meneses en Niños futbolistas) y otros.

No cabe duda de que todo esto tiene que ver con un cambio profundo que se ha ido experimentando en el fútbol-espectáculo durante los últimos quince años. El negocio ha crecido económicamente hasta dimensiones colosales, se ha globalizado como nunca, y lo que antes eran figuras ahora son prácticamente superhéroes. Los Cristiano Ronaldo y Messi se pasean por el mundo como si fuera una canica, levitando sobre un suelo que nunca llegan a tocar. Siempre están por encima de nosotros, que los queremos más ídolos que nunca, larger than life. No puedo evitar pensar que hay un paralelismo con el movimiento de reivindicación del frikismo que a partir de los 70 fue cambiando el panorama de la cultura de consumo hasta transformar la propia definición de ésta y hacerse hegemónico. El fenómeno que Boltanski observaba en el cómic francés se puede descubrir en el fútbol reciente. Desde los años 70, varias generaciones de espectadores han recibido una educación cada vez más amplia (incluyendo el acceso a la universidad) y eso ha aumentado su capital cultural. Ese público ha mantenido el consumo de fútbol como hábito -la FIFA y los grandes clubes han sabido hábilmente actualizarlo con la creación de marcas como la Champions League- pero ha demandado otras maneras de acceder a él, de manera que se integrase con mayor continuidad en un panorama de consumo cultural más amplio. El aficionado a la música y el cine que disfruta departiendo sobre Tortoise y Jim Jarmusch ya no quiere tener que fruncir el ceño cuando le toca sumergirse en su pasión por el fútbol. Al contrario, quiere continuar la conversación en los mismos términos y con el mismo vocabulario.

Igual que antes me reía cuando escuchaba la palabra friki, ahora me río cuando escucho la palabra hipster. Hace tiempo que sabemos que todos somos frikis, ya es hora de que asumamos que todos somos hipsters.

LA VIDA SIN FÚTBOL NO SE COMPRENDE

Pero, ah, como ya señalábamos antes, el fútbol en viñetas tampoco es algo que hayamos descubierto esta semana. En el número 4 de Howler se incluía un artículo de Davide Castellazzi titulado «The Game in Panels» (El deporte en viñetas) donde se repasaban las aportaciones futbolísticas al cómic en los cinco continentes desde hace décadas. Y durante el pasado festival Letras y fútbol celebrado en Bilbao, al cual tuve ocasión de asistir porque se organizó una mesa sobre balompié y cómic, Jon Spinaro comisarió una exposición titulada Goles y bocadillos donde se reunían trabajos de todo estilo y época, desde Superman y Superlópez hasta Baru y Jorge González.


Todo este preámbulo para decir que ya en la época en que mi padre jugaba, había locos que hacían viñetas con pelotas. Véase el caso de La vida sin fútbol no se comprende, una revista con textos de Valentín Castanys publicada por Editorial Bauzá en los cincuenta y que llevaba el subtítulo «Historia del fútbol, anecdotario, vicios y costumbres. Chistes». Manel Fontdevila me regaló una copia de esta joyita hace unos meses. Se incluyen textos humorísticos acompañados de dibujos sueltos, chistes y alguna historieta. El cuaderno se abre con una «Historia del fútbol» encabezada por este Prólogo:

«Ha sido necesario que las Sociedades Arqueológicas de todo el mundo se decidieran a mandar caravanas a los distintos puntos del globo para obtener las pruebas necesarias que permitiesen fijar con exactitud la época en que nació el fútbol. En sucesivas excavaciones se han encontrado piedras de forma redonda, prueba inequívoca de que en la prehistoria ya se practicaba el fútbol con pelota de piedra. También se supone que los árbitros eran apedreados. Un sabio sueco, que sin ser prehistórico cuenta más de ochenta abriles, sostiene que la denominación de Edad de Piedra, arranca de las primeras pedreas dedicadas a los árbitros. Nos faltan datos concretos para apoyar la tesis del sabio sueco, pero ya que la invención del silbato no pudo producirse hasta la época de los metales, el dato que queremos aportar a la historia es que los primeros que silbaron metiéndose los dedos en la boca fueron los árbitros prehistóricos».

Y así sigue...

Entre los muchos chistes incluidos, he seleccionado unos pocos que me llaman especialmente la atención.

Éste, porque me hace mucha gracia:



Éste, porque parece que estoy viendo a José Luis López Vázquez interpretarlo:



Éste, porque ya es de otra época que no volverá:


Y éste, porque parece de nuestros días, o es de una época que vuelve siempre:

ARGENTINA, 0; PAÍSES BAJOS, 0.


miércoles, 9 de julio de 2014

EL FÚTBOL SE LEE

Empiezan a aparecer las primeras reseñas de Fútbol. La novela gráfica. Como autor, sólo puedo agradecer lecturas tan atentas y tan generosas.

Gerardo Vilches en Entrecomics.
Roberto Fila en La Casa de El.
Manu González en Blisstopic.

lunes, 7 de julio de 2014

JULIÁN, DELANTERO CENTRO



Como señalé el viernes pasado, Fútbol. La novela gráfica es uno de los tebeos más personales en un sentido directo que he publicado nunca, y lo es porque Pablo Ríos me precipitó a ello. No era mi intención, aunque tenía que haberlo sido desde el principio porque de fútbol no se puede escribir como si fuera algo que no le afecta a uno.

Aunque el narrador de Fútbol. La novela gráfica no soy yo, y de hecho existen muchas diferencias entre su biografía y la mía, el elemento clave que lo sustenta extraído de mi experiencia es el hecho de tener un padre futbolista. Ésa es, por tanto, la influencia fundamental que completa el breve catálogo que ensayé ayer. Una influencia que no es cultural, artística ni literaria, sino netamente familiar. La influencia de criarme con un hombre que cada día volvía a casa rodeado del aura de haber jugado en Primera División.



Julián García inició su carrera en los equipos locales de Madrid, pero su verdadera profesionalización llegó cuando fichó por la Balompédica Linense, conocida popularmente por la Balona. De allí pasó al Atlético Tetuán, equipo con sede en África pero que participaba en la Liga porque por entonces Marruecos era español. Julián formó parte de la plantilla del Atlético Tetuán que jugó su única temporada en Primera División, la 1951-52. Quedó clasificado en último lugar y volvió a Segunda. En aquellos tiempos los marcadores eran mucho más elásticos que hoy en día. El Tetuán quedó colista marcado 51 goles en sólo 30 partidos, a una media de 1,7 por partido. El Barcelona, que acabó campeón, marcó 92 (3,06). Por comparar, en esta última Liga (temporada 2013-14), el colista Betis ha marcado 36 goles en 38 partidos (0,9 por partido), y el campeón Atlético de Madrid ha hecho 77 (2,02).



Eran, pues, tiempos de grandes goleadas, enormes derrotas y enormes victorias, y en medio de aquella selva de goles mi padre era el delantero centro y goleador del equipo. Acabó de hecho siendo el máximo anotador de la temporada con 12 goles.



Como los colores del Atlético Tetuán eran los mismos que los del Atlético de Madrid, en mi más tierna infancia tuve una confusión que hizo que durante un breve lapso creyera equivocadamente que yo era del Atlético de Madrid porque ese era el equipo en el que había jugado mi padre. Rápidamente salí de mi error, y sólo tuve que ver mis primeros partidos para comprender que yo había nacido madridista. Lo que no sabía por entonces era que mi padre era un antimadridista convencido, lo cual creo que era lo que le había escorado hacia un peculiar barcelonismo poco habitual en la ciudad de Madrid en los setenta. Me pregunto si ése es el mismo mecanismo que ha llevado a mi compinche malagueño Pablo Ríos a caer en las garras de su lamentable barcelonismo. Sea como sea, con mi padre ya estaba entrenado en el trato con hinchas azulgranas, lo cual facilitó (incluso posibilitó, podríamos decir) la feliz realización de Fútbol. La novela gráfica.



¿Cuál fue el origen de ese aborrecimiento hacia todo lo blanco de mi padre? En la familia corren diversas leyendas. Una tendría que ver con un fichaje frustrado por el club de Chamartín. Otra, con un partido de aquella temporada 1951-52 en el cual el Atlético Tetuán recibió al Real Madrid en el estadio Varela un domingo de Reyes. El Madrid se adelantó en el marcador, pero el Atlético debió de hacer una primera parte espectacular. Con dos goles de mi padre y uno de Martí le dieron la vuelta al marcador y se fueron al descanso con 3-1. En la segunda parte, sin embargo, el Madrid consiguió empatar, marcando el gol definitivo en el minuto 89. Con esa manera tan típica que tiene el Madrid de marcar goles decisivos en el último minuto, y que no se la inventó Sergio Ramos el mayo pasado. La actuación del árbitro fue muy contestada, y mi padre todavía llamaba tramposos a los madridistas casi sesenta años después. Verdaderamente hay partidos inolvidables.




Sobre este legendario partido (y sobre el Club Atlético Tetuán) podéis leer un texto de José Domínguez en la web Recuerdos de Tetuán.

Marruecos se independizó de España en 1956, lo cual supuso de hecho la desaparición del club. Administrativamente se trasladó a Ceuta, donde se fusionó con el equipo local. Hoy en día existe en Marruecos un Mogreb Atlético Tetuán que es de hecho el heredero espiritual de aquel Atlético Tetuán que jugó en la Liga española, e incluso conserva sus mismos colores.

Mi padre terminó su carrera en el Levante, y luego se dedicó a otros asuntos que no tuvieron ninguna vinculación con el fútbol, aunque fue un apasionado seguidor de éste hasta el final de su vida, como aparece recogido en Fútbol. La novela gráfica. Eso es verdad.


EL FÚTBOL EN EL CAMPO AMPLIADO

Fútbol. La novela gráfica ya ha pasado su primer fin de semana en libertad. Muchos habréis tenido tiempo de leerlo, disfrutarlo o padecerlo, según el caso. Si formáis parte del primer grupo, tal vez algunos de los temas e historias que aparecen en el libro os hayan picado la curiosidad y sintáis deseos de profundizar en ellos. En esta entrada voy a mencionar algunas de las fuentes del cómic que hemos hecho Pablo Ríos y yo, dejando pistas para quien quiera ampliar su inmersión en Fútbol o utilizar ésta como invitación a internarse por otros senderos.




Si la Teoría de los Juegos es uno de los argumentos de Fútbol que os ha llamado la atención, huelga decir que la bibliografía al respecto es vastísima, y con múltiples variantes según la disciplina concreta a la que se aplica. Sobre estas líneas tenéis la primera lección de un curso abierto de la Universidad de Yale a cargo del profesor Ben Polak que creo que es una introducción muy apta (y divertida, por qué no decirlo) a este campo del conocimiento. La página oficial del curso, que incluye no sólo los vídeos, sino todos los materiales necesarios para seguirlo, la tenéis en este enlace.




El mítico Barbados-Granada que ha hecho que tantos acudáis a Google para comprobar si es auténtico o no (sí, lo es) tiene un testimonio visual en el breve vídeo de Youtube que está sobre estas líneas. Merece la pena ver el gol del empate de Barbados. No es sólo un autogol deliberado, es que es fascinante toda la coreografía del mismo: cómo se pasan el balón entre el portero y el defensa varias veces, casi como si estuvieran reuniendo valor para hacer lo que han decidido hacer, hasta que por fin el defensa remata con saña a sus propias redes.

Y aquí tenéis un artículo del profesor Ignacio Palacios Huerta, de la Universidad de Brown, sobre la Game Theory y los lanzamientos de penalties: Professionals Play Minimax.

ACTUALIZACIÓN: Cuando acabo de publicar esta entrada de Mandorla, veo en El País este artículo precisamente sobre penaltis y Teoría de los Juegos protagonizado por el profesor Palacios Huerta: Los penaltis son una ciencia.



Once In a Lifetime: The Extraordinary Story of the New York Cosmos es un documental de 2006 que cuenta la epopeya del auge y caída del Cosmos de Nueva York, aquel loco asalto del soccer al público estadounidense que, con un Pelé veterano a la cabeza, tocó la gloria durante los setenta. Te guste o no el fútbol, es un documental que merece la pena ver. Entra en las sombras de aquel proyecto megalómano y deja un personaje para el recuerdo: el delantero italiano Giorgio Chinaglia, que un día tuvo Nueva York a sus pies.




La película Evasión o victoria (1981) de John Huston, con Michael Caine, Sylvester Stallone y Pelé, aparece citada un par de veces en Fútbol. Podría pensarse que es para nosotros la referencia suprema del cine futbolístico. Ni mucho menos. Evasión o victoria es más bien truñete, pero en el momento en que la vi en el cine, con trece años, me dejó algunas imágenes grabadas para siempre. No había tantas películas sobre fútbol por entonces (ni ahora tampoco, por qué no decirlo), así que me produjo un efecto tan majestuoso como el primer Superman de Richard Donner. Más allá de sus virtudes cinematográficas, es una película que da mucho juego por todo el subtexto mítico que sugiere, y cómo explica la heroización del fútbol a través de su espectacularización. Pertenece, además, a la larga y noble tradición de películas como La semilla del diablo, en las que la traducción del título al español se entiende como una revelación del argumento o los dilemas morales del filme. El título original era simplemente Victory.




Si tuviera que elegir mi película de fútbol favorita de todos los tiempos, sería sin dudarlo Shaolin Soccer (2001), de Stephen Chow. Una locura de proporciones épicas que no me canso de ver una y otra vez. En el Youtube de aquí encima tenéis uno de sus momentos cumbre, pero hay que verla entera porque es un no parar. Me hubiera gustado citarla de alguna manera en Fútbol, pero no vi forma de meterla sin que pareciese un guiño forzado, así que con todo el dolor del mundo la tuve que dejar fuera. Una vez más, subrayo que no hace falta ser aficionado al fútbol para disfrutarla en todo su esplendor.



En el caso de Zidane, un portrait du 21e siècle (2006), el abrumador vídeo de Douglas Gordon con música de Mogwai, tampoco sé si se puede percibir una huella directa sobre Fútbol. Tal vez influyera en cierta forma de organizar el ritmo en la secuencia de las páginas iniciales y en la de las páginas 151-153, por lo menos en un sentido profundo. Pero fuera así o no, quería mencionarlo también porque es sin duda una de las experiencias artísticas inspiradas en el fútbol más emocionantes que he podido disfrutar.



Saliéndonos ya de lo audiovisual, en la entrada de presentación de Fútbol. La novela gráfica mencioné como una de las fuentes más directas para nuestro trabajo la obra del extraordinario dibujante neoyorquino Ben Katchor. Lamentablemente, sus dos últimos y extraordinarios libros, The Cardboard Valise (2011) y Hand-Drying in America (2013) permanecen inéditos en España. Sin embargo, Astiberri tiene publicados en español otros dos títulos que recomiendo sin reservas: Julius Knipl, fotógrafo inmobiliario, y El judío de Nueva York.

Y por acabar con una cita literaria, que es lo apropiado hoy en día cuando se escribe de balompié: en la historia de Fútbol protagonizada por dos futbolistas del Athletic de Bilbao salidos de Lezama hay una semilla del relato «El amor es ciego», de Boris Vian, incluida en su libro El Lobo-Hombre (1949), que leí en 1995, y que, aunque no he vuelto a releerlo, nunca había abandonado del todo algún tejido atrofiado de mi cerebro.

domingo, 6 de julio de 2014

viernes, 4 de julio de 2014

BRASIL, 2; COLOMBIA, 1.


FÚTBOL. LA NOVELA GRÁFICA


Hoy sale a la venta Fútbol. La novela gráfica, el tebeo que he hecho con Pablo Ríos y que publica Astiberri.

Como con todos los estrenos, me muero de ilusión, de emoción y de muchos más sentimientos acabados en ón. Aunque llevo unos meses de publicaciones numerosas, cada vez que uno saca algo nuevo se siente levitar un poquito, casi levemente intoxicado.

La última versión del guión de Fútbol tiene fecha del 9 de septiembre de 2013. O sea, de hace apenas nueve meses. Ha sido un trabajo rápido, aunque podríamos decir aquello de que Pablo y yo hemos necesitado toda una vida para ser capaces de hacerlo. Toda una vida de hinchas, por supuesto.

Si existe Fútbol es gracias exclusivamente a Pablo Ríos. Suyos fueron la idea, la ilusión, el empuje, la constancia, el tesón y el talento necesarios para sacarlo adelante. Aunque habíamos bromeado algunas veces con la posibilidad de colaborar en un cómic sobre nuestra pasión balompédica, la idea seguiría flotando en el aire sin resolución, como tantas otras ideas, si Pablo no se hubiera empeñado en sacarla adelante a toda costa. Él fue quien insistió, insistió e insistió, como un defensa marcador de esos pesados que no te deja solo ni para ir a mear. Al final, para quitármelo de encima, tuve que decirle que sí, que vale, que venga, que lo hacíamos ya.


Pablo Ríos, marcador implacable.

Tengo que reconocer que Fútbol me atraía, pero a la vez me asustaba un poco. Este tebeo planteaba uno de los problemas más complicados a los que me he enfrentado hasta ahora como autor de cómics. No teníamos modelos, no teníamos un camino que seguir. No había ningún cómic sobre fútbol que pudiéramos utilizar como guía para saber cómo contar nuestra historia.

Ni siquiera sabíamos cuál era nuestra historia.

Por supuesto que ha habido tebeos sobre fútbol anteriormente. No demasiados, si tenemos en cuenta la popularidad mundial del deporte y que el público mayoritario de los tebeos era el mismo que el del fútbol: jóvenes varones. Pero todos esos antecedentes pertenecían a la tradición del cómic juvenil comercial y no nos servían de referencia. En la novela gráfica contemporánea no teníamos nada a lo que agarrarnos. Llegamos a preguntarnos: ¿acaso el fútbol es novelagraficable?

Lo es, por supuesto, y si para algo ha servido este año es para confirmarlo, con la publicación de obras como Dream Team de Mario Torrecillas y Artur Laperla o La mano de Dios, de Paolo Castaldi. Pero eso nosotros no lo sabíamos entonces. Estábamos buscando cómo entrar en el tema y la respuesta no parecía evidente.

La respuesta, como casi siempre, apareció en un sitio inesperado: Ben Katchor me dio las claves para meterle la mano al fútbol. En libros como The Cardboard Valise o Hand-Drying in America estaba ese tono entre cotidiano y mágico, histórico e íntimo, que yo entendía que era el único tono asumible para una historia que aspiraba a no ser nada y serlo todo. Katchor también me enseñaba cómo se pueden engarzar historias diferentes en un continuo fluido y sin límites rígidos, donde el hilo conductor entrara y saliera de los relatos sucesivos y estos mantuvieran su propia entidad al mismo tiempo que se enroscaban los unos sobre los otros. El impacto de Katchor sobre esta primera aproximación a Fútbol fue tan grande que por un momento quise organizar el cómic a base de tiras cerradas, como las que hace el dibujante neoyorquino.

Cuando miro ahora Fútbol, creo que además de la de Katchor también he recibido la ayuda de Eddie Campbell (esto me lo señaló el propio Pablo) y hasta del Paco Roca de Memorias de un hombre en pijama. No recuerdo a ninguno de estos autores dibujando historias sobre fútbol, pero es que a veces hay que abrir cajones a lo loco para encontrar las herramientas que uno necesitaba y no sabía dónde estaban.

Y no olvidemos, por supuesto, la otra influencia crucial, la del propio Pablo Ríos, cuyo Azul y pálido fue el pasaporte que utilicé para introducirme en su mundo.

Esto era el cómo contarla, pero, ¿de qué historia estábamos hablando? Desde el principio tuve clara la intención de contar diversas historias. Una de ellas, de hecho, la tenía escrita desde 2005. Se titulaba «120» y la hice para Manel Fontdevila, como parte de una batería de guiones que produje cuando nos planteamos hacer una historieta juntos para El Jueves. Todos quedaron inéditos, pero Manel llegó a dibujar parte de «120», aunque no la terminaría.

«120», por Manel Fontdevila

Aquel «120» acabaría renaciendo en las páginas de Fútbol. Y otro de aquellos guiones, por cierto, daría lugar a Tengo hambre diez años después, como los lectores de este blog bien saben.

Partiendo de esa intención, empezaron a aparecer personajes, historias, escenas, ideas... El conjunto era tan diverso que sólo se le podía dotar de cierta coherencia robando un poco de esa magia narrativa del maestro Katchor de la que he hablado antes. Muchos de los primeros borradores no llegaron a prosperar. Como suele pasar, algunas de las primeras ideas, algunas de mis favoritas, de las que más ganas tenía de hacer, no han llegado finalmente al libro. Sencillamente, no encajaban. En los primeros bocetos de Pablo queda la huella de aquellos caminos abandonados.


Primeros bocetos de «Fútbol» por Pablo Ríos

Fútbol es el tebeo más personal que he publicado hasta ahora. Cualquiera que lo lea pensará probablemente que tenía una intensa necesidad de ponerme en primer plano. Nada más alejado de la realidad. Si Fútbol es mi tebeo más personal, eso es responsabilidad de la otra persona que lo ha hecho conmigo.

Cuando mandé el primer guión de Fútbol a Pablo, no incluía ninguna indicación sobre el narrador anónimo del libro. Pablo podía dibujarlo como quisiera, a su aire, darle la apariencia que le pareciese mejor. A mí eso me daba lo mismo.

Cuando Pablo me devolvió las primeras páginas dibujadas, me llevé la sorpresa de ver que había puesto mi cara al narrador. De pronto, me veía a mí mismo hablando desde las viñetas.

Entendí el mensaje, y entendí que Pablo había sido más sabio y valiente de lo que yo había sido capaz de ser. Me entregué y dejé de resistirme. Reescribí el guión aceptando que tenía que ir más allá de lo que había ido en aquella primera versión. Tenía que entrar en cuerpo y alma en Fútbol si quería que el libro estuviera vivo.

Porque o el fútbol lo es todo, o no es nada.

Y de esta incursión en lo desconocido ha salido finalmente una obra muy peculiar que significa mucho para mí, y que debo totalmente a Pablo y su coraje, su inteligencia y su pesadez, por qué no decirlo también. Éste es su libro, y le agradezco que me invitara a acompañarle porque no me imaginaba que la experiencia pudiera ser tan extraordinaria para mí.

Pero, una vez llegados hasta aquí, ahora lo que queremos Pablo y yo es que este libro sea de cada una de las personas que están ahí fuera y sienten en el bolsillo 16 euros que les queman, que les molestan, que les incomodan. Salgan a las calles, tomen las librerías, busquen montones de objetos rectangulares como los que aparecen reproducidos al final de esta entrada.

Agoten el Fútbol. Acaben con el Fútbol.

Venga, hombre. Ya.