miércoles, 31 de marzo de 2010

LNG EN VIVO


Empiezan a aparecer en la red los primeros comentarios tras la lectura de La novela gráfica. Los dos que yo he visto hasta ahora:

Mi amigo y vecino Pepo Pérez, en Es muy de cómic.
Mikel Bao en Rodeado de papel.

[La foto que ilustra el post está tomada en Madrid Comics por Manuel Bartual].

viernes, 26 de marzo de 2010

CRUMBIANO

A lo largo de Kafka, el libro de Robert Crumb y David Zane Mairowitz, se insiste varias veces en la huella que el escritor checo ha dejado en nuestra cultura recordando el uso que solemos hacer del adjetivo "kafkiano". Efectivamente, no todo el mundo es capaz de dar lugar a un adjetivo de uso común. El autor del texto observa con mucha perspicacia: «¿Se habría convertido en el poderoso adjetivo "kafkiano" si su nombre hubiese sido Schwarz o Grodzinski o Blumenthal?»
Sirva como testimonio de la portentosa talla artística de Crumb que él también se ha convertido en un adjetivo en vida. Y aunque suene a blasfemia, casi podemos decir que Kafka es un escritor «muy crumbiano». Claro que, ¿utilizaríamos ese adjetivo si su nombre hubiese sido Smith o Johnson o Williams?
Ah, el destino incognoscible, y lo escribimos como más nos conviene...
Lo cierto es que este libro de Crumb, que ha tardado tres años en llegar hasta nosotros (en la estela del exitazo del posterior Génesis) pone de manifiesto esta portentosa talla artística de la que hablaba antes, ya que Crumb hace suyo un autor y un tema ajenos (y tan fuertes como Kafka, ni más ni menos), y además trabajando sobre el texto de otra persona. Es curioso cómo en obras aparentemente de encargo, o más alejadas de su universo personal, es cuando Crumb se revela más insobornablemente personal y más autoral: siempre encuentra el hilo de conexión con su propio mundo. Y es precisamente en estas obras en las que se nos revelan mejor las obsesiones más privadas (y dolorosas) de Crumb, que otras veces quedan camufladas entre los fuegos de artificio de sus farsas de chicas culonas y piernas recias. Tanto el Génesis como este Kafka son retratos asfixiantemente disfuncionales de la institución familiar y de la tribu. Las visiones del marginado, podríamos decir.
Y si esto es así, y si Kafka es un apasionante viaje por el reino del dibujo, una obra maestra de la caricatura contemporánea, ¿entonces por qué sentimos cierto complejo al rastrear semejante obraza en lo que no deja de ser un simple libro de introducción básica a Kafka? Es decir: ¿no hay cierta descompensación entre la categoría artística del dibujo de Crumb y el resultado final del libro en el que se ha publicado? No quisiera que se me malintepretase: el texto de Zane Mairowitz está muy bien escrito, es muy ameno e informativo, y se lee con gusto y provecho. Pero no deja de ser un Kafka para principantes, un libro divulgativo de calado muy menor, que difícilmente merece como tal el reconocimiento cultural que sí merece el trabajo de Crumb en este mismo volumen.
Y creo que este «complejo», esta sensación de inferioridad nace de un pecado original del cómic que todavía estamos lejos de superar. Por el mero hecho de aparecer publicado como libro, lo juzgamos como libro, y como libro, nos parece insuficiente, o al menos banal.
Por supuesto, sería muy distinto si este Kafka fuese un documental sobre el escritor checo. Aunque incluyera menos información y menos rigurosa que el texto de Zane Mairowitz, a nadie se le ocurriría despreciarlo en comparación con los más sesudos estudios literarios sobre Kafka. Se aceptaría como película, como documental, y se le juzgaría en esos términos. Nadie pensaría que está simplificando Kafka. Simplemente, el cine es así, son sus herramientas.
De hecho, en Historia del Arte más de una vez me pusieron algún documental en clase: sobre Cellini, sobre Goya o sobre los neandertales. A nadie se le ocurría pensar que aquello sustituía a los sesudos estudios sobre Cellini, Goya o los neandertales que doblegaban las baldas de la biblioteca. Pero se ofrecían por su valor divulgativo, y en eso se valoraban.
Dudo mucho, sin embargo, que en ninguna universidad se sugiera estudiar a Kafka partiendo de este volumen.
Y es una lástima, porque es una excelente introducción. Pero... hay libros mejores, si es que vas en serio.
Claro que, ¿y si consideramos que Kafka no es un libro? ¿Y si consideramos que Kafka es un cómic, y que por tanto hay que juzgarlo de acuerdo a un criterio distinto del que usaríamos para un ensayo literario? Porque no es mejor ni peor, sino, simplemente, otra cosa.
A lo que voy, finalmente, y para no aturdir(me) más es a que una de las grandes batallas a librar en los próximos años es ésta: la de reconocer el cómic como tal, y no como una forma híbrida, bastarda o degenerada. Y esto se ha de conseguir con la propia producción de obras que pongan en cuestión esos planteamientos, pero también con una toma de conciencia por parte de quienes escribimos sobre cómic de que las fronteras formales del cómic son borrosas y mutables. Podemos juzgar Kafka como un libro ilustrado que incluye historietas, y no estaremos entendiendo nada y le estaremos haciendo un pobre servicio a la obra. O podemos entender Kafka como un cómic -o una novela gráfica- que hace uso de la prosa como herramienta, pero que se ha de leer y entender como un cómic en su conjunto.
Y entonces, no podremos decir que es inferior o más simple que los textos que atormentan a los estudiantes de Filología en nuestras universidades.
Sólo distinto.

TRABAJO EN EQUIPO

Ayer fue el día del éxtasis.

Victoria en el Palau y empate en el playoff de la Euroliga. Éxtasis total.
Bueno, sí, y además recibí mi primer ejemplar de La novela gráfica, ya publicado.
Éxtasis sobre éxtasis.
Pero hoy toca revisar el vídeo del partido, y al igual que Messina estará tomando nota del trabajo que se hizo mal y el que se hizo bien para conseguir la victoria, yo repaso las páginas del libro y me acuerdo de todas las horas de trabajo que se han invertido en él.
Y no sólo yo, sino el equipo que me ha acompañado.
Porque un libro es un trabajo de equipo.
Se escribe en la soledad, sí, echándole ganas y horas durante muchos meses y años (en el caso de La novela gráfica, empecé en serio a principios de 2008), pero sabiendo que al otro lado de la puerta hay un grupo de gente que confía en ti y que te va a dar su apoyo cuando sea necesario.
Eso, amigos, es muy importante.
Porque no es lo mismo escribir un libro en soledad que en soledad acompañada.
Porque ayer Tomic destrozó el juego interior del Barça porque sus compañeros creyeron en él y trabajaron para darle balones y que pudiera jugársela. Y yo he tenido detrás a una editorial que ha creído en mí y unos compañeros que han trabajado un montón para que ahora pueda jugármela.
Hay tres personas en concreto que han hecho lo que en las crónicas deportivas se suele llamar un «trabajo sordo», que ha consistido en una cantidad ingente de horas vertidas en pulir este libro.
Manuel Bartual ha hecho la que probablemente haya sido una de sus maquetaciones más complicadas y finas, ha rescatado y tratado decenas de imágenes, y le ha dado la forma final que ahora tiene y que tanto me gusta: sobria pero moderna, elegante. Manuel ha diseñado un libro que yo me compraría.
Soraya Pollo ha sido la correctora del texto. Y no os podéis imaginar cómo trabaja Soraya, la cantidad de veces que lo ha repasado todo, la enormidad de dudas que ha planteado y resuelto y el agotador trabajo que ha desarrollado durante semanas. Seguro que en La novela gráfica hay errores, porque somos humanos y no se puede evitar, pero gracias al descomunal esfuerzo de Soraya, serán los menos.
Héloïse Guerrier ha sido la editora encargada de coordinar todo el proyecto. A ella le ha tocado estar pendiente de mí, de Manolo y de Soraya, por sus manos han pasado el texto y las correcciones cien veces en todas las direcciones. Ella ha puesto la cabeza en todo esto, y ha sabido hacerlo con una cualidad rara pero que he descubierto que es fundamental en un editor: con simpatía y paciencia infinitas. Con mejores o peores noticias, Hélo no se altera nunca. Y así evita que nos alteremos los demás.
Hélo, Manolo, Soraya, os digo esto porque os lo tenía que decir: el libro lo firmo yo pero no es sólo mío. Vosotros lo sabéis bien.
Ahora... ¡a la Final Four!

jueves, 25 de marzo de 2010

LNG

[Foto y decorado: monsieur Bartual].

A CUATRO PATAS

Qué sensación reencontrarme con Perro, un tebeo de Joaquín Resano y Pedro Osés que leí hace muchísimos años y que parecía perdido en la ciénaga del olvido histórico, ya que no encaja con ninguna de las corrientes que han prosperado en el cómic actual español, sobre todo estéticamente. Sin embargo, Ariadna Editorial ha tenido la ocurrencia de sacarlo en un conveniente álbum (¿alguien se ha enterado?) y yo se lo agradezco.
Ya no se hacen tebeos así.
Sí, es verdad que eso se puede decir de muchos tebeos, pero a lo que me refiero en este caso concreto es que no se hacen tebeos que transmitan tanta limpieza narrativa, tanta sinceridad y honestidad por parte de sus autores, tanto en las intenciones como en los medios elegidos para alcanzar los objetivos. Temáticamente, este Perro publicado en 1989 podría encajar con ciertas tendencias del cómic adulto contemporáneo (o sea, la novela gráfica) sin demasiada dificultad. Estéticamente, delata su deuda con la tradición del Víbora de Pons o Martí. Pero si bien eso les sitúa al margen de la moda dominante ahora mismo, a mí por el contrario me ha resultado un aliciente: esos personajes con nombres claramente españoles, como Eusebio Sota o Bruno Aguirre, esos diálogos y ambientaciones que nos remiten a una tradición de tebeos, de nuestros tebeos que va apareciendo cada vez más pequeña en nuestro espejo retrovisor...
Perro es una historia de mensaje ecologista contra la experimentación con animales vivos, en la que mediante uno de los más sencillos mecanismos de la ficción -el «ponte en mi lugar», por la vía kafkiana de Gregor Samsa- el protagonista, un científico sin escrúpulos, se convierte en perro y al sufrir en sus propias carnes el horror que él mismo estaba provocando, decide cambiar su actitud. No sólo ante la experimentación con animales, sino ante la vida misma. Hay, pues, un renacimiento espiritual en sintonía con el renacimiento ético del héroe. Todo muy bienintencionado, sí, y en las antípodas del cinismo irónico de Kupperman que tanto elogiaba en el post anterior. Pero Resano y Osés cuentan su cuento con palabras (dibujos) tan puros y claros y con tanto convencimiento que uno hasta siente cariño por las páginas según las va pasando. Este tebeo suscita un singular afecto en mí, tengo que reconocerlo.
Parece raro disfrutar tanto de algo tan recto y tan decente como Perro después de reírse a carcajadas con algo tan torcido y tan indecente como Tales Designed to Thrizzle, pero es que en el fondo, cuando algo está hecho con todo el corazón, todos los sentidos y todo el talento, te acaba ganando. Para que luego digan que la honestidad creativa no es una virtud.

UN GENIO

Ya que lo mencionaba en la entrada anterior, quiero profundizar un poco aquí: Michael Kupperman es un genio. Un verdadero genio del cómic, muy grande, autor de uno de los mejores tebeos que se publicaron el año pasado: Tales Designed to Thrizzle volumen uno, es decir, la recopilación de los cuatro primeros números de su revista personal, que publica Fantagraphics.
La portada de Tales Designed to Thrizzle muestra a un astronauta al pie de su cohete, donde se encuentra con un señor vestido con un traje de conejo rosa. Todo ello representado con un estilo de dibujo comercial, entre la publicidad antigua que aparecía en los tebeos de los 60-70 y los manuales de instrucciones, pero exagerado por un chillón filtro pop.
Las historietas de Kupperman mezclan pastiches de la publicidad con todo tipo de ocurrencias viñeteras. Abro el libro para ver qué me encuentro al azar: un gráfico para reconocer el lenguaje de signos de los ladrones; un anuncio para aquellos que están hartos de los retratos cuyos ojos se mueven y te siguen por toda la habitación; una historieta muda y absurda del "Primo Abuelo", un personaje chocante que se mueve en raros seudogags antipoéticos; los Scaredy Kids (Niños Asustadizos), unos niños que siempre acaban asustados por la irrupción a través de un ventanal de un personaje cualquiera (entre ellos, el superhéroe The Bittern -¡El Alcaraván!- o la Princesa de la Jungla); las flipantes aventuras del dúo policial Mark Twain y Albert Einstein, al estilo Starsky y Hutch; o las andanzas de los antiguos personajes de Kupperman, Snake and Bacon, que son una serpiente que sólo dice «sssss» y un cacho de bacon que no hace más que reiterar sus virtudes («Pego con el huevo», «Mucha gente me come para desayunar, junto con otros platos») y que permanecen impasibles mientras el resto de los personajes actúan frenéticos a su alrededor... En fin, no sigo, porque el caudal imaginativo de Kupperman es inagotable. Estamos hablando de un talento mayúsculo, un talento brutal para el humor -o el post-humor, ¿quién sabe?- que me ha hecho reírme a carcajadas un par de veces.
Kupperman consigue un esquivo equilibrio: es referencial y pop, pero al mismo tiempo es universal. Sus gags no están excesivamente localizados, y se basan más en la extrañeza que produce la revisión esquizofrénica de los productos de la sociedad capitalista que con la parodia o la sátira de objetos concretos. Su mundo parece poblado por personajes de animación televisiva setentera (¿la animación más cutre de todos los tiempos?) y figurantes de historietas de Charles Atlas que repentinamente sufren una crisis existencialista paranoica. Es una onda cercana a la de Paco Alcázar o Miguel Brieva, y de hecho no se me ocurre mejor forma de transmitir la sensibilidad kuppermaniana que recurrir a este videoclip de Van Delay, uno de los grupos de Alcázar, que parece directamente salido de las páginas de Tales Designed to Thrizzle:

HISTORIAS EXTRAÑAS

Strange Tales es una miniserie de tres números que publicó Marvel el año pasado y que ahora ha salido recopilada en tomo. Se trata de una antología de historietas cortas donde autores de lo que antes se llamaba «alternativo» juegan con los superhéroes de la casa a su gusto. Es decir, que podemos leer historietas de los Inhumanos por Paul Pope, del Doctor Extraño por Dash Shaw, de la Viuda Negra por Matt Kindt, de los Cuatro Fantásticos por Jeffrey Brown, de Hulk por James Kochalka o de Spiderman por Jason, por mencionar algunos de los más notorios.
El elemento de comparación más obvio son los dos tomos de Bizarro que publicó DC en la primera mitad de la década: Bizarro Comics! (2001) y Bizarro World (2005), que daban el modelo exacto para estos Strange Tales, es decir, entregaban los héroes DC a una legión de dibujantes que, entonces sí, podíamos llamar «alternativos».
Y he hecho hincapié en que los dibujantes que aparecían en Bizarro eran «alternativos» mientras que los que aparecen en Strange Tales ya no lo son, a pesar de que muchos son los mismos, porque lo primero que percibe uno al comparar Strange Tales con Bizarro Comics! es cuánto han cambiado las cosas en una década. Bizarro Comics! partía de los superhéroes canónicos para colorearlos de forma un tanto singular a través del talento propio de cada autor alternativo. Pero lo que se ofrecía, en cualquier caso, eran variantes plausibles y respetuosas de las propiedades de la casa. En Strange Tales, sin embargo, el punto de partida es el mundo y la personalidad de cada autor, y las propiedades de la casa (los personajes) son juguetes sometidos a su capricho. El centro de gravedad se ha desplazado de lo corporativo a lo autoral. Es evidente que a mediados de la década se traspasó una frontera, y los cómics de superhéroes no son ajenos tampoco a ese tránsito.
En realidad, tampoco sé muy bien cuál es el sentido de estos experimentos, salvo que gigantes como Marvel tienen tantos tentáculos que siempre tienen que andar metiendo uno en algún sitio raro. Aunque el nivel de muchas historietas es bastante alto (en porcentaje, muy superior al que tenían los Bizarros, que eran demasiado aburridos con demasiada frecuencia), la sensación es que esto no va a ningún lado. Es decir, la historieta de Jason protagonizada por Spiderman es magnífica, una pequeña maravilla, pero se agota en sí misma. Sí, tal vez pensemos que la producción mensual de Marvel se fagocita continuamente, desgastando cada vez más un potencial ya exageradamente minado, pero estas revisiones excéntricas tampoco ofrecen salida o inspiran una posible renovación. Son un fin en sí mismas.
No es que eso sea un inconveniente para la lectura, porque podemos limitarnos a disfrutar de cada historieta individual por sus propios logros, como de curiosas aberraciones que pueden mostrarnos una fugaz belleza. Algunos de los mejores talentos aquí reunidos, como Paul Pope o Dash Shaw, naufragan al quedarse a mitad de camino entre la parodia y la respetuosa renovación. Se lo quieren tomar a broma pero en realidad se lo toman en serio y al final no saben muy bien qué cojones están haciendo. Viendo las páginas de Pope, uno se pregunta para qué desperdicia su tiempo y su talento dibujando una laboriosa historieta «simpática» protagonizada por Mandíbulas, el perro de los Inhumanos, que no pasa de amable humorada. Las páginas que más me han gustado han sido, por contra, las más radicales en su planteamiento. James Kochalka casa perfectamente la simplicidad esencial de Hulk con la pureza de su retórica y alcanza una solución que ni es clásica ni es parodia, y al mismo tiempo resulta completamente veraz, al personaje y a sí mismo. Johnny Ryan va a saco y con el fervor de un fancinero le saca partido a los superhéroes gracias a no respetarlos. Brian Maruca y Jim Rugg ponen a prueba los límites de lo publicable con reinvenciones sexploitation de personajes como el Hombre Máquina, a quien emparejan con Garrett, el agente cyborg de S.H.I.E.L.D. que aparecía en Elektra Assassin, para detener a una banda de moteros metidos en la trata de blancas, y no digamos ya cuando se meten con el Hermano Vudú, enfrentado a una secta de zombis drogadictos. Brillantes están también Tony Millionaire apropiándose del Iron Man de George Tuska (Millionaire, con Chip Kidd de partenaire, era también de lo mejor en Bizarro), The Perry Bible Fellowship (un chiste antológico con Lobezno) y, por supuesto, el absolutamente genial Michael Kupperman, todas y cada una de cuyas aportaciones valen por sí solas el precio de portada.
El libro se complementa con dos comic books de Peter Bagge, The Megalomaniacal Spider-Man y The Incorrigible Hulk. Mientras que el segundo se me hizo bastante pesadito, el primero creo que es una de las mejores historietas que se han escrito sobre Spiderman, y que demuestra que Peter Bagge entiende al personaje (y las raíces objetivistas que le dio Steve Ditko) mejor que el noventa por ciento de los guionistas que le ha asignado Marvel desde 1975.

lunes, 22 de marzo de 2010

UNA SEMANA MÁS

No busquéis La novela gráfica en las librerías este viernes porque no va a estar.

Finalmente, el Departamento de Marketing de Astiberri International ha decidido retrasar el lanzamiento a la semana siguiente, con el único y maquiavélico fin de hacer que la ansiedad del público expectante aumente hasta alcanzar una masa crítica insoportable.
La «causa oficial» es que un problema con la encuadernación ha hecho que el libro salga de imprenta un par de días después de lo previsto, y eso hace que no llegue a tiempo a distribución para este viernes. Nada catastrófico, porque estas cosas pasan bastante a menudo. Pero los que leéis este blog (y lleváis correctamente puesto vuestro casco de aluminio para protegeros de las ondas manipuladoras del gobierno) sabéis ahora la oscura verdad.
En resumidas cuentas, y a salvo de cualquier otra incidencia imprevisible (o dicho de otra manera: si el tiempo y la autoridad lo permiten), La novela gráfica estará a la venta inmediatamente antes de Semana Santa, el miércoles o el jueves de la próxima semana, según sea fiesta en vuestra comunidad. En Madrid, por ejemplo, el 31 de marzo.

SPIDERMAN EN CATALÁN



Hace unos meses estuvimos repasando viejos números del Spiderman de Vértice, y ahora me escribe Carlos Pedrosa con una duda referente a aquellos tebeos. Como no tengo ni idea del tema, transcribo aquí su mail (con su permiso) por si alguno de nuestros sabios lectores pudiera arrojar luz sobre este curioso episodio. Seguro que alguien sabe algo:

«Holaaa. Soy Charlie
He visitado tu pagina Web buscando informacion sobre el nº de Spiderman V2 n8 (no todo lo que brilla es oro). Hace años descubrí que hay frases en catalán (camufladas) cuando aparece un tal "Drom"... Por ejemplo: estikcom unapallofa dansiam sense salni pebra! En castellano: estoy como una hoja de lechuga sin sal ni pimienta. Y hay más.
¿Sabes algo al respecto? ¿Alguien lo sabe?
La traducción es de Salvador Dulcet.
El comic es del 74 ... Como estaba prohibido el catalán...
Un saludo
Charlie
Sitges Barcelona.»

[La portada está tomada de universo marvel].

ACTUALIZACIÓN: Charlie Pedrosa me ha pasado la página en cuestión del Spiderman V2 nº 8, donde aparece el «idioma incomprensible» en cuestión. Para hacer la comparación, yo he añadido la página original en inglés, procedente de Marvel Team-Up #31. Como podéis comprobar, el «idioma incomprensible» era en realidad inglés al revés.

domingo, 21 de marzo de 2010

FIN DE FIESTA


El viernes se cerró la gira vecinal de 2010. Pepo Pérez y yo hemos estado hablando de nuestro tebeo en Málaga, Bilbao, Barcelona y Madrid, donde celebramos el fin de fiesta, que es más fiesta cuando acaba en El Pimiento Verde, por supuesto. Borja estuvo espectacular como presentador, y el ambiente del Forum Fnac estuvo muy animado. Pepo improvisó una frase inspiradísima de esas que sólo te sale cuando ya estás rodado: «El Vecino empieza con Santiago dibujando y conmigo escribiendo». Y es verdad, porque cada historia empieza con mis garabatos y acaba con su rotulación. Esto va para los que preguntan si se hace primero el guión o el dibujo.
Sé que hay muchos historietistas que son reacios a hacer estas cosas. Me refiero a salir ahí, a plantarse ante el público. Yo mismo pensaba así hace tiempo. Pero resulta que al final, con las presentaciones no sólo promocionas tu trabajo y consigues que se hable más de él, sino que conoces directamente a las personas que están leyendo lo que haces, recuperas el contacto con amigos, viajas... En fin, que está muy bien eso de hacer tebeos encerrado en casa y sin contacto con el mundo... pero sacarlos a pasear a la calle también merece la pena.

sábado, 20 de marzo de 2010

EL MUNDO DEL VECINO

Desde la portada de www.elmundo.es se puede acceder al reportaje de Lucía González sobre la presentación de El Vecino anoche en Madrid. En cuanto me recupere un poco del ajetreo haré mi propia crónica del cierre de la gira vecinal 2010. Mientras tanto: Cuando tu vecino es el superhéroe.

jueves, 18 de marzo de 2010

EL VECINO EN EL VECINDARIO

Al menos en el mío, en mi barrio. Mañana viernes, Pepo Pérez y yo, acompañados de Borja Crespo, hablaremos sobre El Vecino en Fnac Callao, Madrid, demostrando así que somos los dibujantes más trabajadores de España, ya que mañana es fiesta en Madrid. A pesar de eso, allí estaremos, en aquel templo del consumo en el que tanto dinero he invertido y del que ahora espero que me devuelva algunos dividendos haciendo bien su trabajo. Es la última presentación de esta gira vecinal, así que, como en las tours de los grandes grupos de rock, intentaremos dar un espectáculo apocalíptico a la altura de la ocasión. Somos capaces, y más si Borja conduce.

miércoles, 17 de marzo de 2010

LA GENERACIÓN DEL 86 Y EL PRIMER BOOM DE LA NOVELA GRÁFICA

Sí, faltan muy pocos días, pero la espera se me está haciendo muy larga.
La espera de La novela gráfica, por supuesto.
Así que para hacerla más llevadera, con la ayuda informática de Manuel Bartual he colgado un pequeño avance en Google Docs. Es un pdf donde se recoge entero un epígrafe (remaquetado para la ocasión), concretamente «La generación del 86 y el primer boom de la novela gráfica», que forma parte del capítulo 4, «El cómic alternativo, 1980-2000». Así que si tenéis tantas ganas como yo de echarle un primer vistazo a la cosa, ya sabéis dónde mirar:

UNA SENSACIÓN DESCONOCIDA

Me he esperado a tener los tres volúmenes de Rosalie Blum de Camille Jourdy para leerlos del tirón, y tengo que decir que no me extraña nada el éxito que está teniendo la obra. Se lo merece.
A mí no me vuelve loco, pero creo que vamos a ver muchos tebeos de este estilo en un futuro próximo.
Ojalá.
Para empezar, Rosalie Blum es un producto pleno de la era de la novela gráfica, no sólo por formato, sino por formas y por aspiraciones. No se concibe esta obra sin Sfar, no se concibe serializada en revistas y casi no se concibe comprada por fervor por coleccionistas de Moebius.
Está muy bien escrita, muy bien dibujada y muy bien narrada, con hallazgos expresivos notables como la particular atención al detalle que presta continuamente. Bajo su apariencia informal y espontánea hay un trabajo enorme de planificación que se nota, y mucho (a veces, me temo, tal vez en contra de los deseos de la propia Jourdy). Rosalie Blum es lo que tienen que ser los tebeos en la era de la novela gráfica. Lo que hemos pensado que deberían ser. Es real, y está aquí.
No es razonable esperar que cada año surjan varios Maus, Jimmy Corrigan, Epiléptico o Persépolis, pero sí es razonable esperar que cada año salgan dos docenas de Rosalie Blum o Stitches. No lo digo en tono peyorativo. El cómic ha estado hasta hace nada dominado completamente por los muy fanáticos del medio, como yo y como me imagino que todos o casi todos los que estáis leyendo estas líneas, personas que, cada cual con nuestro propio ideario, juzgamos el valor de las obras en la medida en que suponen un avance para el cómic, un descubrimiento formal o una exhibición de calidad. Rosalie Blum es un cómic muy bueno. Stitches no tanto. Pero la pura verdad es que las mesas de novedades de literatura están llenas de best-sellers que no van a pasar a la historia, pero que resultan interesantes para el gran público, sin que eso quiera decir que sean necesariamente malos. Los lectores los leen sin darse cuenta, porque les cuentan cosas que quieren leer. Y creo que ahí se sitúa Rosalie Blum (y Stitches, que ha aparecido en algún momento de este post no sé muy bien por qué y ahora no puedo quitármelo de encima ni con agua caliente).
Yo lo he pasado muy bien leyendo Rosalie Blum (Stitches bastante menos... ¡otra vez!), aunque finalmente me he desinflado un poco con un final demasiado benévolo (y demasiado redondo, pero con un redondeo inútil, y me refiero al epílogo) para lo que me hubiera gustado. Ojo, lo que me hubiera gustado, no lo que probablemente pedía la historia, con la que el final es coherente en todo punto. No me ha producido una decepción catastrófica, como la que me provocó la sonrojante conclusión de Tamara Drewe, de la divina Posy Simmonds, pero tengo claro que no es mi tebeo. Lo cual me parece fantástico. Después de pasarme toda la vida sintiéndome obligado a que me gustaran todos los tebeos buenos que se publicaban, por pura militancia, ahora por fin puedo renunciar a tebeos realmente buenos porque, sencillamente, no me interesan. Por mucho que sean tebeos. Eso por sí sólo ya no va a hacer que me interesen, como no me interesarían si fueran una película o una novela.
Esto es una gran noticia, creo.
Y es una sensación desconocida.
La gran duda que me planteo con cómics como Rosalie Blum es que son tan novelescos (en el sentido literario) que en ocasiones me parece que ponen más de manifiesto las limitaciones del cómic para hacer lo que hace la novela que las propias virtudes del cómic para hacer lo que es suyo propio. En algunos momentos de Rosalie Blum no podía evitar pensar: ¿Y aquí no falta una pizca de densidad? ¿Aquí no estamos siendo demasiado fáciles? ¿Aquí no está resultando todo demasiado indoloro y bonito? Y finalmente: ¿esto no funcionaría mejor como una novela de prosa, de verdad?
Creo que cuando uno encadena cuatro preguntas seguidas es que va llegando el momento de cortar, so pena de zozobrar en el mar de las dudas. No sé si ha quedado claro que, a pesar de lo dicho, he pasado muy buen rato leyendo los tres volúmenes de Rosalie Blum, que creo que hay una gran historietista detrás de ellos, y que celebro su salida, su existencia y sus (previsiblemente) buenas ventas. No siento tanta simpatía por Stitches, pero es que ni siquiera sé por qué ha vuelto a aparecer otra vez ese maldito tebeo en este post. Será porque estoy llegando al final, ya sólo me queda por escribir una frase, y es ésta: Sospecho que es un tebeo (¡Rosalie Blum, no Stitches!) que no voy a releer muchas veces, pero que sí lo voy a regalar unas cuantas.

KABAKOV

El post anterior sobre el cómic ruso ha hecho que inevitablemente recuerde una historieta que hice junto a Javier Olivares para El Manglar nº 2 (2007). Estaba dedicada a los álbumes de Ilya Kabakov, que son una especie de cómics del arte de vanguardia, y que además tuve ocasión de ver en persona durante mi visita a Moscú, en la galería Tretiakov. Aquí recupero esa historieta, y la foto que hice a los álbumes durante mi visita al museo.

Otras historietas que he hecho con Javier Olivares y he subido a este blog:

KOMIKS: EL CÓMIC RUSO


En mayo de 2008 tuve la fortuna de visitar Moscú, como invitado de KomMissia, el festival de cómics que se celebra en la capital rusa. Allí, además de dar un par de charlas y hacer turismo, tuve ocasión de conocer a José Alaniz, otro de los invitados del evento, profesor de literatura en la Universidad de Washington (Seattle). José tiene mi misma edad y no tardamos en encontrar un territorio común de conversación, comparando notas sobre nuestras apasionadas lecturas juveniles de Marvel. Él en Estados Unidos y yo en España nos habíamos criado leyendo las mismas cosas, desde el Hulk de Herb Trimpe hasta el Puño de Hierro de John Byrne, pasando por todo lo que hay en medio, y resulta que después de hacernos mayores y haber hecho nuestros estudios de personas mayores, todavía seguíamos preocupados por las cosas que significaban para nosotros esos peculiares enmascarados con superpoderes.
José Alaniz y Anna Voronkova, mi guía durante mi visita a Moscú, en casa de Khikhus.

José acaba de publicar Komiks: Comic Art in Russia, un libro al que por entonces estaba dando los últimos toques, en la University Press of Mississippi, que es la editorial de referencia internacional para los estudios académicos sobre cómic ahora mismo. Komiks es, que yo sepa, el primer libro de historia del cómic ruso. Tan llamativa omisión tiene un poderoso motivo: el cómic en Rusia prácticamente no ha existido.
El libro de José sitúa el origen de su relato, como es común en todas las historias del cómic, nacionales o internacionales, en el siglo XIX. Pero lo peculiar es que ese proceso compartido por todas las grandes naciones europeas -desde Gran Bretaña hasta España, pasando por Italia, Francia y Alemania- en el que la prensa satírica se puebla de caricaturas y éstas van alumbrando la historieta moderna, es inexistente en Rusia. Alaniz encuentra dos explicaciones para este fenómeno peculiar: por un lado, considera que la censura zarista fue tan severa que impidió el florecimiento de la sátira; por otro, piensa que la cultura rusa está tan basada en la literatura que las formas de expresión gráficas menores siempre se han menospreciado.
Con la llegada de la Revolución, el cómic se verá aún más marginado en la Unión Soviética. Se condena como invento burgués y americano, básicamente un producto degradante del capitalismo occidental y, por tanto, proscrito en la sociedad y la cultura comunistas.
Dada esta situación, Alaniz se ve obligado a forzar un tanto la definición de cómic y, acogiéndose más a sus rasgos de lenguaje que a sus condiciones materiales, rastrear sus huellas en otras formas de imagen seriada masiva. Por ejemplo, en el tradicional lubok, que es un grabado popular en madera, o en los carteles revolucionarios, especialmente en el periodo en que todavía se aceptaba la vanguardia como lenguaje, antes del giro estalinista hacia el realismo socialista. Aunque es evidente que un cartel no es un cómic, en sentido estricto, sí es interesante observar cómo algunos hallazgos narrativos y de diseño de los artistas (entre ellos verdaderos genios, como Maiakovski) que trabajaron en ese medio, nos hacen reflexionar sobre el lenguaje del cómic, y en cierta manera esas reflexiones resultan pertinentes ahora más que nunca, ya que en alguna medida hay una cierta semejanza entre el cómic de vanguardia actual y las invenciones de constructivistas, futuristas y demás.
No me resisto a poner algunos ejemplos de carteles soviéticos que sustituyen al cómic tal y como lo conocemos en la historia del cómic ruso de Alaniz. Advierto que estos ejemplos no están sacados de Komiks (un libro más ilustrado que otros de University Press of Mississippi, pero en todo caso con la austeridad propia de los textos académicos), sino de Soviet Posters (Prestel, 2007), de Maria Lafont, un tomazo que cada vez que lo abro para hojearlo al azar me quedo con la boca abierta.

Este cartel de 1920 no contiene elementos «narrativos» especialmente relacionados con el lenguaje del cómic, pero su estilo gráfico está muy cerca de lo que se podría considerar elegante en muchas historietas modernas de Europa y Estados Unidos.
En este cartel de 1923 sí que hay dos viñetas que muestran dos pasos de una historia. Si he entendido bien el libro de José, aquí se puede ver influencia del lubok tradicional.
Aquí (1927) tenemos cuatro viñetas y textos acompañándolas. Se cuenta una historia, aunque la narración gráfica es más bien elíptica, de estilo ilustrativo.
Esta brutalidad de cartel de 1928 me ha hecho acordarme de esa práctica de Chris Ware que consiste en «tratar las imágenes como si fueran textos y los textos como si fueran imágenes».
Este cartel de 1927 no me canso de mirarlo: el color, la combinación de imágenes diferentes, la composición en diagonal, la tipografía... Una barbaridad.

La era soviética no es nada favorable para el cómic en Rusia, y sólo los inconformistas y los artistas conceptuales, como Ilya Kabakov, se aproximan a las formas de la historieta, utilizándola en sus propios términos, es decir, como recursos del arte contemporáneo extraoficial. No es hasta la Perestroika que empieza a aparecer allí una verdadera escena viñetera semejante a las que existen en el resto de Europa. Alaniz indica que KOM es el primer colectivo decidido a hacer cómic, en 1988. Creo que es una situación inaudita en todo el mundo: un país -un país enorme, añadiríamos, uno de los países más importantes del mundo- donde el cómic empieza propiamente hace 20 años, partiendo de cero, sin verdadera tradición detrás y sin industria alguna que lo apoye. Y, sin embargo, en ese escenario no surge un cómic completamente nuevo y original, sino más bien un cómic débil, tópico y derivativo del cómic occidental -tanto el comercial como el de autor- que tiene los mismos problemas para ubicarse ante el público y encontrar una identidad propia que el cómic de todos los países clientes de los grandes productores, como nosotros. O más, porque incluso nuestra raquítica industria nacional es un monstruo gigantesco al lado del erial ruso. Alaniz describe una situación que se corresponde con lo que tuve ocasión de comprobar de primera mano durante mi estancia: no hay editoriales, no hay libros ni revistas, no hay librerías especializadas. Hay, básicamente, una escena fancinera (con muy pocas publicaciones) y hay historietistas en internet, y hay el festival KomMissia, sacado adelante con más animosidad que medios por un grupo de entusiastas a cuyo frente se encuentra Khikhus, el dibujante de cómics que lidera el movimiento ruso.
KomMissia es un festival muy modesto y muy acogedor, y durante mi visita lo pasé fenomenal allí porque, entre otras cosas, los rusos son la bomba y están locos, pero lo cierto es que el festival es un escaparate en el que no se vende ningún producto. Más que la exhibición de una industria o un arte nacional, se manifiesta como la expresión de un deseo, de una esperanza, o de una ilusión.
Cada vez que penséis que hacer cómics en España es muy difícil, pensad en vuestros colegas rusos: ellos sí que lo tienen jodido.

Una foto de una de las salas de exposiciones de KomMissia en 2008, el año en que yo lo visité. No sé si se puede distinguir en la imagen, pero las páginas que cuelgan de las paredes son de El Jueves, que protagonizaba una de las muestras. Además de esa colectiva, había otra dedicada en exclusiva al trabajo de Bernardo Vergara. Lo que aparece en el centro, sobre los pedestales cilíndricos, son figuritas de personajes de manga y anime.

Boucq era otro de los invitados por KomMissia en 2008, de modo que tuve la suerte de coincidir con él y poder compartir algunas conversaciones (que, por supuesto, acababan invariablemente derivando hacia Jodorowsky). Las charlas de KomMissia gozaron de bastante asistencia de público, que se mostraba muy interesado y entusiasta por todo. Especialmente las jóvenes mangakas, que allí también existen y allí también demuestran una fuerza arrolladora.

Khikhus y yo, con una botella de «agua de beber» rusa. Khikhus es el alma de la movida comiquera en Rusia, o al menos en Moscú; en San Petersburgo es Dmitry Yakovlev quien organiza el festival BoomFest, que tiene un punto más «alternativo» que KomMissia, si es que esos términos tienen un sentido real en el panorama ruso. Khikhus es un fenómeno, como se puede imaginar cualquiera con sólo ver esta foto.

Es interesantísimo el análisis que Alaniz hace de la obra de Nikolai Maslov, el único autor ruso que se ha publicado en nuestro país, por supuesto vía Francia, de donde nos llegó Los hijos de octubre. Maslov era un vigilante nocturno cincuentón que un día se presentó en Pangloss, una librería moscovita de propiedad francesa, con algunas páginas de historieta debajo del brazo y la propuesta de completar un libro si le iban pagando adelantos. Así, Maslov no sólo fue publicado en Francia, sino que fue publicado directamente en Francia, sin haberlo sido antes en su propio país. Lo más curioso es que Maslov, que no había tenido ningún contacto con la escena historietística rusa, fue rechazado violentamente por ésta, tanto por motivos estéticos -le consideraban directamente «malo»- como por motivos éticos -se le tachaba de «vendido» a los occidentales, a quienes había entregado la imagen tópica de la Rusia postsoviética decadente que se quería leer en Europa-. Alaniz tiene la perspicacia de mencionar también otro muy probable motivo oculto para ese rechazo: la envidia. ¿Quién es ese siberiano cincuentón a quien nadie conoce y que consigue publicar en Francia directamente, cuando nosotros llevamos años intentándolo y ninguno lo hemos conseguido? Evidentemente, en el mundillo ruso, las luchas intestinas y las polémicas en internet son también frecuentes y agotadoras, como sucede en todos los mundillos donde no hay mucho que rascar. ¿A alguien le suena de qué estoy hablando?
Lo que muchos de los historietistas rusos resentidos con Maslov tal vez no habían comprendido es que la obra de Maslov, por tópica y falsa que les pareciese a ellos, ofrecía al mercado internacional un sabor genuinamente ruso, tenía algo que aportar al panorama del cómic francés (y por tanto el nuestro, ya que nosotros dependemos de ellos) que no podían aportar las historietas de otros dibujantes, que eran sólo malas copias del cómic que otros mil dibujantes ya están haciendo en todos los países occidentales. De hecho, los close readings que Alaniz hace de otras historietas rusas recientes sólo sirven para revelar la endeblez del material que está estudiando. A veces uno siente casi cierta compasión por el autor, que se esfuerza enormemente por analizar con rigor material de desecho, olvidable, que para poco más puede servir que para dejar un testimonio sociológico. Es evidente que la calidad del estudio es muy superior a la calidad de lo estudiado.
Por supuesto, estoy entrando ya en el terreno en el que se deducen las lecciones para nuestros propios autores (para nosotros). Quizás cada día sea más difícil escapar de la neutralidad internacional de un mercado globalizado, pero como autores con un origen concreto, estamos obligados a encontrar esa voz propia, local y original que añada algo a un escenario ya repleto de propuestas personales. Lo queramos o no, vivimos en la era de lo glocal.
Alaniz también insiste, y de manera muy especial, en la importancia de la conciencia política en el cómic actual, una conciencia política que en la situación presente de Rusia es más urgente que nunca, y de la que sin embargo huyen todos los historietistas jóvenes del momento. En la página 213, hablando de los cómics autobiográficos rusos, escribe (traduzco): «En lugar de, por ejemplo, lesbianas, transexuales y presidentes femeninos, en estos cómics solemos encontrarnos con jóvenes heterosexuales enamorados, apuestos y vestidos de fábula, inmersos en orgías consumistas». Y me hace gracia pensar que, a pesar de los continuos lamentos por parte de algunos sectores por el «exceso» de cómics autobiográficos en España, no sería muy difícil trasladar estas palabras de Alaniz a un análisis de nuestro panorama. En el fondo, somos tan pudorosos y tan reservados los españoles...
Es extraño acabar un libro de historia académico como es éste con una exhortación al compromiso político de los historietistas contemporáneos, pero Alaniz lo hace, dejándose llevar por su lealtad hacia Rusia, esa «cruel señora» a la que adora, como él mismo escribe. Es la hora de despertar, parece que quisiera gritarles a esos jóvenes acomodados en su pasividad apolítica y neocapitalista. ¿Y por qué no? Al fin y al cabo, si no tienes nada, ¿qué tienes que perder? ¿Por qué no probar otra cosa?

CODA: Ya que estoy, y como por entonces ni tenía blog ni Facebook (y Facebook sigo sin tener) aprovecho para rescatar un par de fotos de aquel viaje que no tienen que ver con el cómic, pero que me han hecho gracia al reencontrarlas buscando material para este post. Dio la casualidad de que el KomMissia 2008 coincidió con el desfile del Día de la Victoria, y, además, con el nombramiento de Medvédev como presidente, con lo cual los festejos callejeros fueron numerosos y llamativos, incluyendo una parada de ex-revolucionarios luciendo algo parecido a las imagines maiorum de los romanos, o eso me parecieron. En fin, tampoco pongo más porque no me quiero ir por los cerros del off-topic.

LA GENEALOGÍA DE LA NOVELA GRÁFICA



Sigo subiendo charlas del pasado UCMCOMIC y esta vez le ha tocado a la que di yo mismo: «La genealogía de la novela gráfica: una historia que acaba en el Génesis». La batería de la cámara se agotó antes de que acabara, así que esta serie de vídeos termina en lo que podríamos considerar un autohomenaje al final del Vecino 1. Si no sabes de qué estoy hablando corre a comprar ahora mismo un ejemplar de El Vecino 1. O dos, por haber tardado. Los nueve vídeos se pueden ver en el canal Youtube de mandorlablog o en esta lista de reproducción.

domingo, 14 de marzo de 2010

MONTEYS 1997

José Antonio Serrano está construyendo un impresionante archivo de entrevistas en su guía del cómic. Allí se incluyen entrevistas realizadas exprofeso por él o por otros colaboradores para su página web, y también una recuperación del archivo de entrevistas de Borja Crespo, de la revista U, y de otras fuentes. Acaba de rescatar una entrevista que yo mismo le hice a Albert Monteys en 1997 y que se publicó en U nº 5. Interesantísima, casi más ahora que cuando se publicó, por todo lo que revela del trayecto que ha seguido el cómic español durante esta última década larga.
Sirva esta nota para llamar la atención sobre el trabajo de JAS y sobre los tesoros que se están acumulando en su página.

ABSENCE: LA CENSURA EN EL CÓMIC



He subido otra de las conferencias pronunciadas durante las pasadas jornadas UCMCOMIC en la Universidad Complutense de Madrid. En este caso se trata de la que dio Absence sobre la censura en el cómic. Son doce vídeos que se pueden ver en el canal de mandorlablog en Youtube o de forma continua a través de una lista de reproducción.

Otras conferencias de UCMCOMIC:

EUFÓRICO, CON PERDÓN



El jueves por la tarde, a última hora, Ficomic nos notificó que estábamos nominados para los premios del Salón de este año, así que fui a presentar El Vecino a Barcelona en una nube, primero figurada, y luego real, cuando despegó el avión. Por no insistir mucho en el tema, diré que estas nominaciones para mí son ya como un premio, y que me han hecho mucha más ilusión que las que recibió El Vecino 1 en 2005. No sé por qué, tal vez porque con los años me vuelvo más iluso (o ilusionable).
En fin, todo esto para decir que la visita a Barcelona la viví en un ambiente continuo de euforia, que se vio aumentado por las peligrosas visitas a las espectaculares librerías especializadas de la ciudad (no hay nada comparable en Madrid, me temo) y por lo divertida que resultó (al menos para mí) la presentación, en la que Toni Guiral se exhibió una vez más como teórico y como showman, y en la que además atendimos improvisadas participaciones del público (lo cual me recuerda que tengo que buscar urgentemente El Periódico de hoy, los que estuvisteis presentes ya sabéis por qué, y los que no, nunca lo entenderíais sin haber estado allí). Hubo público, hubo amigos como Montse, hubo lectores fantásticos como Manel, Urbano o Ignasi, y luego hubo cena multitudinaria y copiosa con colegas muy queridos como Luis, José Antonio, Albert, Juanjo y otros, como mandan los cánones.
En un momento determinado comentábamos con Pepe Gálvez para qué servían exactamente las presentaciones. Pues es difícil saberlo, pero por mi parte, si sirven para esto, ya es bastante.

viernes, 12 de marzo de 2010

BARCELONA ES BONA





...si la nominación sona.

Vecinos, felices y AGRADECIDOS.

Y dentro de un par de horas nos vemos en Fnac Triangle, amigos.

jueves, 11 de marzo de 2010

JAURÍA DE FERROS

EL VECINO EN BARCELONA

Mañana viernes, Pepo Pérez y yo estaremos en Fnac Triangle presentando la saga del Vecino a todos quienes se quieran acercar a vernos. Nos acompañará Toni Guiral, teórico excepcional. Allí contaremos los entresijos de nuestro tebeo y pasaremos un rato distendido hablando de viñetas entre amigos.

miércoles, 10 de marzo de 2010

CUENTA ATRÁS

La novela gráfica ya está en máquinas. Es oficial. Ayer la División de Diseño de Astiberri envió los materiales a la imprenta, y el 26 de marzo el libro debería estar a la venta en las librerías. Mientras se agota la cuenta atrás, Astiberri ya ha subido la ficha del título a su web, incluyendo el dossier de prensa con algunas muestras del interior. Yo tengo la intención de colgar algún epígrafe completo en este blog durante los próximos días.

martes, 9 de marzo de 2010

PEPO PÉREZ: RECURSOS



Ya está subida la conferencia de Pepo Pérez en UCMCOMIC: «Recursos narrativos del cómic». Son 11 vídeos que se pueden ver también a través de una lista de reproducción del canal mandorlablog.

lunes, 8 de marzo de 2010

UN VECINO CON OTRO NOMBRE

El tomo recopilatorio de las dos primeras entregas del Vecino, reseñado en un tebeo con otro nombre.

GUIRAL: LA ESCUELA BRUGUERA



Ya he subido otra de las conferencias impartidas durante UCMCOMIC la semana pasada. En este caso se trata de «Los tebeos de Bruguera: alimento moral e intelectual de varias generaciones», de Antoni Guiral, que está disponible en 10 vídeos. Se pueden ver individualmente o a través de una lista de reproducción del canal de You Tube de mandorlablog.
En esta ocasión, al contrario que en el caso de la charla de Max, la sesión está completa.

domingo, 7 de marzo de 2010

LECCIONES

Cuando uno va a la universidad, es para aprender, así que voy a tomar nota brevemente de algunas de las lecciones recibidas esta semana, antes de que las olvide:
1) Lo dijo Nacho Vigalondo el último día: el público del cómic es muy difícil. Sólo están los que no saben absolutamente nada y los que ya se lo saben todo. No hay un terreno intermedio donde ampliar de forma razonable. Nunca sabes si te vas a quedar corto o si te vas a pasar, y supongo que al final acabas haciendo las dos cosas a la vez. Para mi charla de repaso del trayecto desde el comix underground hasta la novela gráfica decidí que lo único que daría por supuesto que conocía el público era la figura de Robert Crumb, ya que justo antes de mi intervención habían proyectado el documental de Terry Zwigoff.
2) Unas jornadas universitarias no son un salón del cómic. Las relaciones son distintas, nos escuchamos unos a otros de diferente manera, el ritmo es mucho más relajado. Tenemos algo que hacer, además de estar parados de pie entre dos casetas de venta rebotando andanadas de saludos. Hace unos meses dije que los salones sirven para que las gentes del cómic nos identifiquemos como colectivo, pero necesitamos también otro tipo de reuniones, como ésta, menos abrumadoras y más reposadas.
3) En contra de lo que nos llevan diciendo años, no somos los últimos. El negocio del cómic no es algo que vayamos a cerrar cuando nos vayamos, dejando las sillas encima de las mesas y apagando la luz al salir. Eso mismo se lo contaban a Jack Kirby en los 60 y a Frank Miller en los 80. Y sin embargo, aquí estamos nosotros, y detrás de nosotros también hay un montón de gente joven que espera que el chiringuito siga montado dentro de 20 años, porque les va a pertenecer a ellos. O mejor dicho, no esperan, porque se trata de una generación más preparada y mejor informada que todas las precedentes, capaz de discutir en detalle sobre Bruguera, sobre Terry Gilliam o sobre la transformación del Capitán América en Nómada. Leen tebeos y van a seguir leyéndolos mientras existan (los tebeos, no ellos, evidentemente) y les interesen. Y nosotros sólo existiremos mientras sigamos captando su interés. Muchos no acudieron a las jornadas sólo porque fuera una manera fácil de sacarse 3,5 créditos, sino porque querían saber, querían escuchar, quería ver, querían conocer. Son fancineros, blogueros y lectores.
Por tanto, este tipo de eventos son importantes para algo más que para decir que el cómic ha entrado en la universidad. Son cruciales también para su futuro.
4) Hay otros públicos. Uno de ellos estaba bien representado en el profesor Reyes, que impartió una de las conferencias de la jornada de clausura. Y antes de que los malpensados se imaginen cosas, lo digo sin ningún tono peyorativo. Me refiero al lector de superhéroes que en los años 70 mamó Vértice y llegó hasta Forum, abandonó los cómics en los 80, probablemente cuando rondaba los 18-20 años de edad, y ahora, al cabo de 20 años, ya cuarentón y asentado en la vida, ha vuelto a ellos con curiosidad, por recuperar una vieja afición. Gracias, por supuesto, a que los cómics siguen ahí, a pesar de todo. Gracias, probablemente, a que un día se encontró un tomo de Spiderman en la Fnac. Migoya habló de un público enorme para la Esther de Pura Campos, probablemente muy parecido al que representa Reyes: antiguas lectoras que vuelven ahora sobre sus viejos tebeos, después de haberlos abandonado.
Entonces, si hay chavales de 20 años con ganas, si hay cuarentones y cuarentonas que vuelven, y si entre medias hay treintañeros que descubren la novela gráfica -como lectura novedosa, y también como regalo de buen gusto en estos tiempos en que toda la cultura material se ha depreciado tanto-, ¿por qué nos empeñamos en discutir acaloradamente si lo comercial son los superhéroes o la autobiografía, el género o lo artístico? ¿No es evidente que no hay un público, sino muchos públicos, más públicos diversos de los que ha habido nunca, y que esos públicos necesitan tebeos muy distintos?
5) Hay algunos temas sobre los que convendría imponer el veto en las mesas redondas y charlas sobre cómic. El primero, en concreto: vivir del cómic. Estoy harto, literalmente harto, de que no se hable de otra cosa. Al cómic no se dedica nadie que no quiera, y el que se dedica, ya sabe lo que hay. Del cómic vive casi toda la gente que suele participar en esas mesas diciendo que no se puede vivir del cómic. La pura realidad de vivir del cómic es la misma que la de vivir de cualquier otra cosa: a cada uno le va como le va. Hay gente a la que le va bien, hay gente a la que va mal. Está muy achuchado, pero hay quien se sabe buscar la vida y quien espera que venga a resolvérsela. Pero, ¿qué cojones hacemos hablando siempre de lo mismo ante el público? Inevitablemente, las charlas se convierten en una larga serie de quejas que no llevan más que al desconcierto del espectador ajeno. ¿No hay otros temas? ¿De verdad? ¿Se supone que estamos practicando no sólo un oficio profesional, sino también un arte, y nunca hay nada que hablar del arte de hacer tebeos? Porque esto es algo que llama mucho la atención en las charlas de autores, profesionales y teóricos: se habla poquísimo de tebeos, y muchísimo de cobrar. Pero parece que a nadie le interese una reflexión sobre el medio, sobre las tendencias, sobre los temas, sobre las figuras, sobre los desafíos, sobre los soportes, sobre los formatos, sobre cualquiera de las cosas que deberían estar debatiendo las personas que se dedican en cuerpo y alma a una profesión. Un ejemplo: en la charla de los divulgadores, el viernes, se repitieron punto por punto los mismos tópicos que en la de autores del miércoles. Que si no se puede vivir del cómic, que si está muy difícil el divulgar tebeos en los medios, que si la novela gráfica vende más o menos... Sólo Gustavo Montes puso sobre la mesa un tema de los más importantes para entender el cómic de los últimos años y su inserción en la sociedad, el de la aparición de la realidad en el cómic. Pero nadie siguió el tema. Creo que nadie entendió de lo que estaba hablando, quizás porque todo el mundo está demasiado preocupado por pasarse el día mirando las cifras de ventas y no tiene tiempo de leer los tebeos y pensar sobre ellos.
6) Predicar con el ejemplo. Es lo que hicieron Andrés Oliva y Daniel de Partearroyo, cuyo heroico trabajo de organización me ha dejado profundamente impresionado. Estamos hablando de dos estudiantes (o recientísimos licenciados) que sin prácticamente ningún apoyo institucional (o con el mínimo, vaya) han sabido organizar un evento de lo más interesante y bien gestionado en un escenario de privilegio. Sólo porque han querido, porque han tenido la voluntad, porque les ha dado la real gana y porque han preferido hacerlo que quedarse en el bar lamentándose de que no se puede hacer.
Pero sí.
Sí se puede.

sábado, 6 de marzo de 2010

MAX: CÓMICS EN LA ENCRUCIJADA



Acabo de subir al canal Youtube del Emporio Mandorla la charla que dio Max el pasado miércoles en UCMCOMIC: «Cómics en la encrucijada», en la que el autor repasaba su propia trayectoria. He creado una lista de reproducción, así que quien prefiera hacerlo así, puede ver seguidos los seis vídeos en los que he descompuesto la sesión.
Un par de advertencias:
- La primera, que es un vídeo casero grabado cámara en mano, en plan cinéma vérité, de modo que a nadie le extrañen temblores y despistes varios.
- La segunda, que tuve que marcharme antes del final, y por tanto faltan los últimos minutos de la conferencia.
Pero oye, es gratis, así que quien quiera, ya sabe, que lo disfrute.
Los próximos días iré subiendo otras sesiones, de momento ya está en cola la de Antoni Guiral sobre la escuela Bruguera.

viernes, 5 de marzo de 2010

MAL ROLLO


Hay como una magia mística en lo que uno escribe, Pepo siempre me lo advierte. Yo le digo que son imaginaciones suyas, pero reconozco que cuando decidí titular un post «Buen rollo», era como si ya me estuviera preparando para otro que inevitablemente tendría que venir después y que se titularía «Mal rollo». No, por nada, porque sí, porque el universo así lo exige.
Lo que no imaginaba es que sería tan rápido.
La clausura de las jornadas UCMCOMIC esta mañana en la Complutense empezó con una mesa redonda sobre la divulgación del cómic en la que, moderados por Pedro Toro, participaron Óscar Palmer, Christian Osuna, Gustavo Montes y Alberto García. Aunque menos explosiva que la del miércoles protagonizada por autores, la reunión dio lugar a que se suscitaran algunos temas interesantes, tanto en referencia a la inserción del cómic en la educación y los programas universitarios, donde Montes tiene experiencia como profesor de una asignatura centrada en las narraciones gráficas, como sobre su tratamiento en los medios, en bibliotecas y en internet. A mí, personalmente, me sirvió para confirmar algo que he percibido durante toda esta semana (en mayor grado todavía en la charla del miércoles, aunque sea aquí donde lo mencione): cómo la irrupción novela gráfica ha sembrado la desconfianza y la confusión entre los que nos dedicamos a esto, y cómo no sabemos todavía muy bien cómo interpretar y manejar el término (o el concepto). Me lo tomo como una buena noticia, o al menos un augurio favorable para mi libro.

El segundo acto del día fue una conferencia impartida por Francisco Reyes, profesor de la Complutense especializado en hip hop, con el título «Los superhéroes en España. Colecciones pioneras».
Y aquí se concentra el mal rollo del título.
Acudí ilusionado por escuchar a alguien conocedor de las colecciones de superhéroes publicadas en España en los años 40 a 60, algunas de cuyas portadas -y poco más- he visto asomar en ocasiones en recopilaciones de tebeos antiguos o en el blog de Joan Navarro. Y si la charla no iba de eso, sentía curiosidad por saber de qué trataría.
El caso es que no trató de nada.
A lo largo de mi vida me he tragado unas cuantas charlas vergonzosas, y sobre todo estos últimos años, pero creo que ésta las gana a todas. Reyes se dedicó a ir pasando un Power Point plagado de portadas de comic books americanos de los años 40 y 50, seguidos de portadas de tebeos de Vértice, Surco, Bruguera y Forum, nombrando al superhéroe que aparecía en dicho tebeo y acompañando en ocasiones la imagen de datos irrelevantes o, con mucha frecuencia, erróneos. Ahora mismo me vienen a la cabeza informaciones tan clamorosas como decir que en 1956 DC estaba en su edad de oro gracias a la Liga de la Justicia (la cual no aparece hasta 1960, añado el dato de mi cosecha para aquellos de nuestros lectores que no tengan la wikipedia instalada en el ordenador, como el profesor Reyes) y perlas de este calibre. Que no eran "errores" o "deslices" (ya sabemos que a veces a uno se le va una fecha o un nombre de la cabeza cuando está hablando), porque el discurso revelaba el desconocimiento absoluto del ponente sobre el tema que estaba tratando. Uno de los grandes daños que ha causado internet es que cualquier ignorante se puede montar un Power Point de 200 imágenes bajadas de tebeosfera (con su marca de agua incluida) y otros sitios y exhibirlo ante su público sin necesidad de saber ni lo que está mirando. Antes, normalmente para acceder a las imágenes uno tenía que tenerlas en casa, en cómics originales o al menos reproducidas en libros que se suponía que uno había comprado y leído porque tenía interés.
Además de la desinformación total de la que hizo gala, Reyes exhibió una falta de discurso preocupante en un profesor universitario. Incapaz de hilar ninguna idea, de juntar dos frases con sentido o de hacer alguna observación que fuera más allá del chistecillo fácil sobre los poderes o la apariencia de los personajes sobre los que estaba hablando, a los cuales se tomó a guasa en todo momento. Y esto tal vez fuera lo más grave.
La actitud.
Porque uno no se puede presentar ante un público con tal falta de respeto hacia quienes van a dedicarle un rato a oírle, hacia sus alumnos, hacia el material que está tratando y, en última instancia, hacia sí mismo. A lo largo de esta semana he tenido ocasión de escuchar muchas presentaciones. Algunos de los ponentes lo han hecho mejor y otros lo han hecho peor, algunos tienen más lucidez, más facilidad de palabra, más experiencia, más viveza y más conocimientos, y otros menos. Pero todos, absolutamente todos, han mostrado un enorme entusiasmo por lo que estaban haciendo, un inmenso deseo de agradar, de comunicarse y de aportar algo en la medida de sus capacidades. Todos, digo, han respetado a su público, a su tema y a sí mismos.
Y eso es lo mínimo que se puede pedir.
Y en esta conferencia no se han cumplido los mínimos.
No es de recibo que en una jornadas universitarias, en el salón de actos de la Complutense, un profesor de esa misma casa se ría constantemente de lo que está contando y diga varias veces que no entiende qué hace allí y que le parece muy raro estar hablando de «esas cosas» en la universidad y en el salón de actos. No es de recibo que, aburrido por su propia ineptitud, vaya preguntando cada poco tiempo si falta mucho y diga que «ya queda poco» y «venga, vamos corriendo ya», suspirando con agotamiento, como si aquello fuera tan insoportablemente tedioso para él como, de hecho, lo estaba siendo para nosotros.
Después de una semana de tan buenas sensaciones, después de escuchar inmediatamente antes a Óscar, Christian, Gustavo y Alberto insistir en la importancia de la divulgación del cómic, esto fue un bajonazo gordo. Sí, ya sé que en la universidad no todos los profesores son como era Juan Antonio Ramírez. He tenido ocasión de conocer a muchos, y de todo tipo y pelaje, así que no es una sorpresa, y por tanto tampoco hay que creerse que la universidad es un sacrosanto recinto de venerables sabios. Pero me pregunto si uno se puede presentar con tanta desfachatez para hablar de un tema del que lo desconoce todo, y además con esa indolencia, en unas jornadas de literatura, de arte o de cine, sin peligro de que lo echen a patadas.
En fin, creo que me alargo demasiado sobre un punto negro que no emborrona el conjunto de este pedazo de semana, así que voy a cortar ya. Andrés y Daniel han demostrado un nivel, calidad y gusto tan extraordinario como organizadores que tendré que suponer que esta charla ha sido el peaje administrativo que han tenido que pagar. Ya sabemos cómo son las cosas en los pasillos de la uni.

Si hubiera necesitado buscar un ejemplo que sirviera de contraste para explicar qué había sido lo peor de la charla del profesor Reyes, me habría bastado con esperarme a escuchar a Nacho Vigalondo, que cerró las jornadas con una intervención titulada «Cuando desperté, Mark Millar estaba allí».
Vigalondo no es ningún erudito, ni falta que le hace. Inició la charla avisando de que nada de lo que dijera tendría ningún valor académico: él era un fan y como tal se presentaba ante nosotros.
Con esas palabras, una vez más, Vigalondo demostraba su lucidez.
Esa puesta en escena, en lugar de descalificarle, le recalificaba. Porque los fans también forman parte de la «institución cómic». El cómic lo hacen autores, editores, distribuidores y también lectores. Todos participan en la misma medida en el medio, y esa visión de fan también tenía, por tanto, su lugar en estas jornadas, un lugar que Vigalondo se ocuparía de reivindicar sin complejos.
Como decía más arriba, la documentación no es tan importante. Vigalondo se había leído los tebeos de los que hablaba, y había reflexionado sobre ellos. Con eso basta, no hay mejor documentación que hablar de algo de primera mano.
Además, la charla de Vigalondo mostró un discurso. Allí había alguien que tenía algo que decir y que sabía decirlo. Importa poco si es o no académico, es algo y merece la pena oírlo. Es honesto, es digno, es merecedor de respeto. Y para que conste, normalmente considero que Vigalondo suele tener intuiciones geniales sobre el funcionamiento de los medios y las narraciones. Más de una vez me he encontrado en su blog con explicaciones nítidas y convincentes de cuestiones en las que pensadores profesionales se han enfangado en libros académicos.
Por último, si en algo brilló Vigalondo fue en el tercer elemento fundamental de toda charla: la actitud. Entrega total, pasión absoluta, comunicación directa con el público. Es cierto que yo ya estoy algo talludito para que las exhortaciones tipo «lefa» y «polla» me hagan desternillarme, pero comprendo que Vigalondo supo usarlas con inteligencia como herramientas para manipular (en el buen sentido de la palabra) a su público mayoritariamente juvenil. Básicamente, vimos a un narrador en acción.
Y a una persona que respetaba al público que tenía delante, a la materia que estaba tratando y que, de esa manera, se ganó mi respeto.
A pesar de que nos dieran las tres y estuviera muriéndome de hambre.
Me parece increíble que cuando nos fuéramos empezaran a hacer el examen del curso. Espartanos todos.
Gracias, Nacho Vigalondo, por dejarme ese buen sabor de boca al final de unas jornadas tan cojonudas.
Gracias a Daniel y Andrés por currarse esto.
Y gracias a todos los estudiantes que estuvisteis allí animando a estos fatigados viejunos del cómic a seguir adelante.