El elemento de comparación más obvio son los dos tomos de Bizarro que publicó DC en la primera mitad de la década: Bizarro Comics! (2001) y Bizarro World (2005), que daban el modelo exacto para estos Strange Tales, es decir, entregaban los héroes DC a una legión de dibujantes que, entonces sí, podíamos llamar «alternativos».
Y he hecho hincapié en que los dibujantes que aparecían en Bizarro eran «alternativos» mientras que los que aparecen en Strange Tales ya no lo son, a pesar de que muchos son los mismos, porque lo primero que percibe uno al comparar Strange Tales con Bizarro Comics! es cuánto han cambiado las cosas en una década. Bizarro Comics! partía de los superhéroes canónicos para colorearlos de forma un tanto singular a través del talento propio de cada autor alternativo. Pero lo que se ofrecía, en cualquier caso, eran variantes plausibles y respetuosas de las propiedades de la casa. En Strange Tales, sin embargo, el punto de partida es el mundo y la personalidad de cada autor, y las propiedades de la casa (los personajes) son juguetes sometidos a su capricho. El centro de gravedad se ha desplazado de lo corporativo a lo autoral. Es evidente que a mediados de la década se traspasó una frontera, y los cómics de superhéroes no son ajenos tampoco a ese tránsito.
En realidad, tampoco sé muy bien cuál es el sentido de estos experimentos, salvo que gigantes como Marvel tienen tantos tentáculos que siempre tienen que andar metiendo uno en algún sitio raro. Aunque el nivel de muchas historietas es bastante alto (en porcentaje, muy superior al que tenían los Bizarros, que eran demasiado aburridos con demasiada frecuencia), la sensación es que esto no va a ningún lado. Es decir, la historieta de Jason protagonizada por Spiderman es magnífica, una pequeña maravilla, pero se agota en sí misma. Sí, tal vez pensemos que la producción mensual de Marvel se fagocita continuamente, desgastando cada vez más un potencial ya exageradamente minado, pero estas revisiones excéntricas tampoco ofrecen salida o inspiran una posible renovación. Son un fin en sí mismas.
No es que eso sea un inconveniente para la lectura, porque podemos limitarnos a disfrutar de cada historieta individual por sus propios logros, como de curiosas aberraciones que pueden mostrarnos una fugaz belleza. Algunos de los mejores talentos aquí reunidos, como Paul Pope o Dash Shaw, naufragan al quedarse a mitad de camino entre la parodia y la respetuosa renovación. Se lo quieren tomar a broma pero en realidad se lo toman en serio y al final no saben muy bien qué cojones están haciendo. Viendo las páginas de Pope, uno se pregunta para qué desperdicia su tiempo y su talento dibujando una laboriosa historieta «simpática» protagonizada por Mandíbulas, el perro de los Inhumanos, que no pasa de amable humorada. Las páginas que más me han gustado han sido, por contra, las más radicales en su planteamiento. James Kochalka casa perfectamente la simplicidad esencial de Hulk con la pureza de su retórica y alcanza una solución que ni es clásica ni es parodia, y al mismo tiempo resulta completamente veraz, al personaje y a sí mismo. Johnny Ryan va a saco y con el fervor de un fancinero le saca partido a los superhéroes gracias a no respetarlos. Brian Maruca y Jim Rugg ponen a prueba los límites de lo publicable con reinvenciones sexploitation de personajes como el Hombre Máquina, a quien emparejan con Garrett, el agente cyborg de S.H.I.E.L.D. que aparecía en Elektra Assassin, para detener a una banda de moteros metidos en la trata de blancas, y no digamos ya cuando se meten con el Hermano Vudú, enfrentado a una secta de zombis drogadictos. Brillantes están también Tony Millionaire apropiándose del Iron Man de George Tuska (Millionaire, con Chip Kidd de partenaire, era también de lo mejor en Bizarro), The Perry Bible Fellowship (un chiste antológico con Lobezno) y, por supuesto, el absolutamente genial Michael Kupperman, todas y cada una de cuyas aportaciones valen por sí solas el precio de portada.
El libro se complementa con dos comic books de Peter Bagge, The Megalomaniacal Spider-Man y The Incorrigible Hulk. Mientras que el segundo se me hizo bastante pesadito, el primero creo que es una de las mejores historietas que se han escrito sobre Spiderman, y que demuestra que Peter Bagge entiende al personaje (y las raíces objetivistas que le dio Steve Ditko) mejor que el noventa por ciento de los guionistas que le ha asignado Marvel desde 1975.
2 comentarios:
Lo más gracioso de todo es que en Marvel, los "extraños" son precisamente los que no se dedican normalmente a los superhéroes... aunque curiosamente muchas de las historias demuestran lo BIEN que conocen estos autores a los personajes. A mí el libro me ha gustado mucho, pese a que es necesariamente irregular. Coincido en lo de Peter Bagge, su Spiderman es brutal (en todos los sentidos) y objetivista hasta las patas! A mi personalmente me ha parecido espectacular la de los 4F de Jeffrey Brown.
La de Jeffrey Brown también mola, sí. Pero es que, joder, la de Michael Kupperman de Namor es la monda...
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