lunes, 31 de diciembre de 2012




LA NOCHE DEL MURCIÉLAGO 76: MR. FREEZE


(PARTE DEL CAPÍTULO MONDO BATMAN)

MR. FREEZE

Villano de tercera categoría desde que fue creado (como Mr. Zero, en Batman 121, 1959), Mr. Freeze vive su mejor época precisamente en los noventa, gracias a que en Batman & Robin fue interpretado por la megaestrella Arnold Schwarzenegger, aunque ya en la serie de los 60 lo habían encarnado actores de la categoría de Otto Preminger o Elli Wallach. En los tebeos, Freeze ha demostrado una mediocridad absoluta y ha despertado muy poco interés en los profesionales (a pesar del noble intento del tándem Doug Moench-Kelley Jones en 1995). Su único momento de verdadero esplendor corresponde a un galardonado episodio de la serie de animación escrito por Paul Dini, “Heart of Ice”, que lo reconstruye de arriba abajo, dándole una vena trágica de la que carecía anteriormente. Lástima que Arnie no se estudiara con atención ese episodio.

lunes, 24 de diciembre de 2012

LA NOCHE DEL MURCIÉLAGO 75: MAXIE ZEUS


(PARTE DEL CAPÍTULO MONDO BATMAN)

MAXIE ZEUS

Uno de tantos aspirantes a jefe mafioso de Gotham, Maxie Zeus posee sin embargo una singularidad: está como una auténtica cabra y se cree el Monarca supremo del Olimpo. Maxie dirige su imperio criminal con aparente ignorancia de la sórdida realidad que representan sus gángsters, perdido en el ensueño de un mundo de hidromiel y dioses griegos que él mismo preside con sus sagrados relámpagos. Interpretándolo todo a través del filtro de la mitología, Zeus llega a ser un personaje realmente divertido, que vivió su época de auge a principios de los 80 (apareció por vez primera en Detective 483, 1979) de la mano del divino Don Newton. Aunque ha pasado por la serie de animación, está bastante olvidado, no obstante lo cual parece el candidato perfecto para un revival en toda regla.

lunes, 17 de diciembre de 2012

LA NOCHE DEL MURCIÉLAGO 74: MAX SHRECK


(PARTE DEL CAPÍTULO MONDO BATMAN)

MAX SHRECK

El auténtico malo de la enfermiza Batman Returns no podía ser otro que Christopher Walken, a menudo la más fascinante imagen del mal que puede ofrecer Hollywood. Parapetado detrás de su fachada de respetable hombre de negocios, el hortera Shreck plantea un duelo con Bruce Wayne en un plano completamente ajeno al radio de influencia de Batman. Daniel Waters, guionista de la película, explica por qué lo bautizó con el nombre del actor que interpretaba al protagonista del Nosferatu (1922) de Murnau: “Max Schreck interpretaba a un personaje que chupaba la sangre de la población, y Max Shreck es también en cierta forma un vampiro que absorbe energía, poder y dinero de Gotham City. Con Shreck quería tocar el tema de que los villanos peores no son necesariamente los que llevan disfraces, sino los que son miembros respetados de la sociedad.” Eso sí, el bueno de Max debería haber tenido más cuidado al elegir secretaria.

miércoles, 12 de diciembre de 2012

EL MISTERIO Y LA BROMA


El misterio de la broma de Dalí es una historieta de una página que hice con Javier Olivares para la exposición «El humor en 13 lecciones», comisariada por Bernardo Vergara dentro del proyecto Periferias.

martes, 11 de diciembre de 2012

UNA COSA


Pensando en el tema de lo que se revela y lo que se alude, lo que se muestra y lo que se sugiere, me ha venido a la cabeza cuál es probablemente el primer caso de este recurso que recuerdo conscientemente haberme encontrado en mi vida de lector de tebeos. Los monstruos es una aventura de Mortadelo y Filemón de Ibáñez publicada originalmente en 1973, que en algún momento posterior debió de caer en mis manos, probablemente en un tomo de la colección Olé. Siguiendo el esquema habitual de todas las aventuras de Mortadelo y Filemón, está compuesta por una sucesión de historietas breves articuladas en torno a un tema continuado. En este caso, la excusa argumental es una máquina del Profesor Bacterio (cómo no) que genera monstruos reales a partir de monstruos ficticios. Los agentes de la T.I.A. se enfrentan a toda una sucesión de engendros, a cada cual más horrible (o gracioso), y al llegar al último Ibáñez se ve obligado, como no podía ser de otra manera, a subir la apuesta al máximo. ¿Y cuál es el máximo del horror que se puede mostrar en un tebeo de humor? El horror tan horrible que es irrepresentable.

En el último episodio de Los monstruos, pues, Mortadelo y Filemón se las ven con «La Cosa», una criatura tan espantosa que Ibáñez no la dibuja nunca, sino que la sugiere únicamente a través de sus efectos devastadores. Después de echar un vistazo únicamente a una foto que les enseña el Súper, los agentes acaban internados del susto, al borde de la muerte. Luego pasan por el Club Juvenil de la T.I.A. («sólo para menores de quince años») y se encuentran a sus miembros convertidos en ancianos prematuros, víctimas de la impresión de haber visto a La Cosa. Por sus obras lo conocerás.

Sé que de mayor es fácil olvidarlo, porque Mortadelo y Filemón es sólo un tebeo de risa, pero para un niño es, también y ante todo, un tebeo de aventuras que ofrece un mundo coherente y real donde, es cierto, las cosas tienden a pasar de una forma precipitada, torpe, absurda y, por qué no decirlo, incluso hilarante, pero a pesar de todo siguen siendo fundamentalmente serias, sigue siendo un mundo de verdad, creíble. La introducción dentro de ese mundo de un elemento tan insoportablemente perverso que ni siquiera podemos verlo fue para mí como la introducción de un virus entrópico que destruía aquel cómodo sistema de símbolos que a mi infantil imaginación tanto le gustaba visitar. Aquello era demasiado. Y sí, lo confieso: yo he pasado miedo leyendo Mortadelo y Filemón. (Fue hace tiempo; ahora ya lo he superado y estoy mejor, gracias).

Como decía cuando hablé del Capitán América contra Richard Nixon, este recurso a lo irrepresentable es una palanca que se apoya en el mundo real, y normalmente tiende a abrir al lector a un grado de sofisticación superior, a romper la barrera del ilusionismo, en cierto modo, o a envolverlo en la ficción de una manera más completa e insidiosa. No es de extrañar, por tanto, que en esa misma historieta de «La Cosa» que cierra Los Monstruos, Ibáñez se descolgara con una viñeta de metaficción desvergonzada, menos un guiño al lector que un puñetazo en la mesa para espabilar al niño absorto que se ha perdido en la intensidad del relato de humor que él percibe como horrible.

Perdonado queda, señor.


COSAS QUE NO SE ENSEÑAN:
El Capitán América contra Richard Nixon
Un capricho (Seth y The Great Northern Brotherhood of Canadian Cartoonists)
El beso (Spiderman y sus omisiones)
Elipsis (Goliat Negro y la azafata)

lunes, 10 de diciembre de 2012

EL BESO

Retomo brevemente un tema que toqué hace unos días, en la entrada «El Capitán América contra Richard Nixon». ¿Qué es lo que representamos cuando no representamos algo? En aquella entrada planteaba que aquel cómic de 1974 se había beneficiado de la imposibilidad de mostrar al villano de la historia, Richard Nixon, y que su alusión elíptica enriquecía el resultado final. También decía que probablemente el guionista, Steve Englehart, habría preferido mostrar al propio Presidente de los Estados Unidos si hubiera tenido la posibilidad, pero los límites de las convenciones le forzaron a una solución retórica brillante.

Continuamente nos repetimos (y oímos decir) que ya no hay límites y que hoy vale todo, pero por supuesto que no es cierto, y sigue habiendo cosas que sólo se pueden representar no representándolas. La semana pasada se ha dado un ejemplo en Amazing Spider-Man, y ha provocado como consecuencia una discusión interesante con el telón de fondo de cómo funcionan los recursos narrativos en el cómic.

La página en cuestión:


Un poco de contexto: Amazing Spider-Man #699, segunda parte de una saga de tres episodios que concluye en el número 700, el cual a su vez dará cierre a la anciana colección del amistoso vecino arácnido. En la primera viñeta vemos el cuerpo del Doctor Octopus, antiguo enemigo de Spiderman que está viviendo sus últimas horas, con la salud muy deteriorada. Pero la mente de su interior no es la de Otto Octavius, sino la de Peter Parker. El diabólico Doctor ha conseguido intercambiar su personalidad con la de su archienemigo, y ahora ocupa el cuerpo del trepamuros, mientras que éste ha quedado atrapado en su moribunda figura. Buscando desesperadamente una salida a su situación, Spiderman (dentro del cuerpo de Octopus) accede a los recuerdos del villano, todavía almacenados en su cerebro físico. Las viñetas 2-5 muestran flashes de esos recuerdos, una especie de rápido recorrido por la historia de Octopus mediante fogonazos visuales vistos desde su punto de vista subjetivo. En la viñeta 2, vemos al padre de Otto, en la 3, la explosión que causó la fusión de los brazos mecánicos con el científico y por tanto el origen del supervillano, en la 4, a Spiderman golpeándole en su eterna batalla, y en la 5, y aquí viene el premio, a la tía May de Peter Parker vestida de novia y poniendo morritos a Octopus/Spiderman/nosotros los lectores. El incidente hace referencia a una vieja situación de los cómics de Spiderman de los años 70 en la que Octavius y May mantuvieron un romance, y estuvieron a punto de casarse. En esta página, la tía May le dice a Octopus que no sea tan sosainas y que «nadie va a saber que hemos hecho esto antes de la boda. Será nuestro secretito». En la viñeta 6 y última de la página, volvemos a la realidad de la viñeta 1, y vemos el exterior de la celda donde está encerrado Octopus/Spidey, de la cual sale el grito horrorizado de Peter Parker, obligado a revivir en el recuerdo de su enemigo una escena protagonizada por su tía que preferiría no haber conocido nunca, y mucho menos de primera mano. En la página siguiente, el monólogo interno de Parker continúa y remata la escena: «Eso no ha pasado nunca».

La cuestión, por supuesto, es: ¿Qué ha pasado?

Lo que yo interpreté al leer la escena creo que es lo que ha interpretado todo el mundo. En Bleeding Cool lo expresaban con mucha claridad: Cuando Peter Parker practicó el sexo con la tía May. La cuestión es que el tema saltó al foro de la página web del historietista John Byrne, antiguo dibujante de Spiderman, y provocó una respuesta por parte de Dan Slott, actual guionista de Spiderman y autor de la página que hemos comentado. Toda la discusión está resumida en este post de Bleeding Cool: Fanboy Rampage, John Byrne vs. Dan Slott. Slott planteaba que en la página en ningún momento se ve que la anciana May y Octopus/Peter Parker practiquen el sexo, y que todo queda a la imaginación del lector, de manera que si te imaginas que ha pasado algo más grave que un simple beso (como, según él, se imaginaría un niño de diez años), eso está únicamente en la mente del lector. Slott plantea por tanto que, gracias a la «magia de la elipsis» somos nosotros quienes proyectamos lo que queremos y que la morbosidad de la escena llega hasta donde llegue nuestra propia morbosidad individual.

El argumento es realmente cínico, pero lo que a nosotros nos interesa aquí son las reglas de funcionamiento de los mecanismos narrativos. Unas reglas a las que, una vez que el autor se somete, ya no puede sustraerse. Aunque creamos que el autor es Dios y puede hacer lo que quiera con su obra, desde el momento en que está decidiendo cómo va a ser su obra, está limitando las posibilidades de lo que puede hacer con ella. O sea, desde el momento en que uno recurre a esta elipsis, ¿es razonable decir que lo que pasa queda a la imaginación del lector y yo no he dicho que hayan hecho algo más que darse un beso?

Byrne sabe que no es así, y lo explica con la mayor claridad: Si sólo es un beso... ¿por qué no mostrarlo?

Decir que la tía May y Octopus no follan (y Peter Parker lo vive en primera persona, en el recuerdo) en esa elipsis sería como decir que en la escena final de la saga del Imperio Secreto el Número Uno no es Richard Nixon, sino que lo dejamos a la imaginación. Podría ser Cráneo Rojo, por ejemplo.

Sí, claro. Y la tía May podría ser virgen.

CARAS OCULTAS

Curiosamente, Amazing Spider-Man es una colección con una tradición de imágenes escamoteadas que se remonta a Steve Ditko y sus orígenes. Hay dos casos muy notables que me vienen a la memoria. El primero, el Duende Verde:


Desde su primera aparición (Amazing #14, 1964), de la que reproduzco unas viñetas sobre estas líneas, el archienemigo de Spiderman se mostró como alguien que tenía una doble personalidad, pero cuya identidad secreta quedaba siempre oculta a los lectores, utilizando cualquier artificio que fuera necesario, como se puede ver en la ilustración.

El segundo caso fue Mary Jane Watson, la hija de la vecina de la tía May, Anna Watson, y futura esposa de Peter Parker:


Durante una serie de episodios, Anna y May se empeñan en que sus respectivos sobrinos se conozcan, pero Peter nunca tiene tiempo (ni interés) para que se celebre la demorada reunión, que se convierte en un gag recurrente. Las dos viñetas que he reproducido pertenecen a Amazing #25 (1965) que es donde por vez primera se ve físicamente a Mary Jane, aunque una flor estratégicamente situada nos priva de descubrir su rostro.

Steve Ditko mantendría estas dos subtramas de los personajes sin rostro -el Duende Verde y Mary Jane Watson- a lo largo de toda su estancia en Amazing Spider-Man, que abandonaría sin llegar a resolverlas. Nada más marcharse, Stan Lee no perdió tiempo en solucionarlas, y con la ayuda del nuevo dibujante John Romita les dio conclusión de inmediato. En primer lugar, descubrimos que el Duende Verde era en realidad Norman Osborn, el padre de Harry, el amigo de Peter Parker. E inmediatamente después, Mary Jane y Peter por fin se encontraban, y este descubría que la sobrina de su vecina a quien había estado evitando como si fuera la peste, era en realidad una preciosidad llena de vida y alegría.

Toda la subtrama de Mary Jane estaba montada como un larguísimo chiste: ¡el desgraciado de Peter se había pasado meses esquivando a un bombón! ¡Tonto! Lo curioso es que por aquel entonces la falta de comunicación entre Ditko y Lee era tan completa que éste no sabía por dónde iba a llevar aquél la serie, y dialogaba prácticamente a ciegas. De otra manera no se explica que en el mencionado Amazing #25 reviente con sus diálogos el chiste cuyo desenlace no va a contar hasta la última viñeta del #42. ¿Qué sentido tiene que en una viñeta nos oculten la apariencia de Mary Jane, si en la siguiente Betty dice que parece una estrella de cine?

El caso de la identidad del Duende Verde fue algo más complicado, y habitualmente se esgrime como uno de los motivos de discusión entre Lee y Ditko que acabaron motivando la salida de éste de la serie. Según parece, Ditko quería que el Duende Verde fuera alguien desconocido, anónimo, mientras que Lee estaba empeñado en que fuese algún personaje secundario ya presente en la serie y que fuera conocido por los lectores. Dejando de lado la discusión filosófica entre dos planteamientos completamente antagónicos que revelan estas posturas (Amazing Spider-Man como tratado moral vs. Amazing Spider-Man como culebrón), volvemos de nuevo a la ley de la narración: si el Duende Verde era alguien anónimo, ¿por qué no mostrar su rostro? Cada vez que Ditko estaba utilizando un artificio tan forzado como una portezuela interpuesta ante su cara, estaba diciéndoles a sus lectores que no podían ver su cara. ¿Se supone que los lectores no tienen que sacar de eso otra conclusión salvo que cada uno puede proyectar lo que quiera? No, la única conclusión que pueden sacar los lectores es que no pueden ver su cara porque si lo hacen, lo reconocerán, como reconocerían a Richard Nixon los lectores de Capitán América.

Cada regla es una cláusula del contrato narrativo que suscriben los lectores con el autor. Y el autor que se salta las cláusulas, acaba perdiendo la confianza de los lectores. Moraleja: Que se besen.

ENTRADAS RELACIONADAS:
El Capitán América contra Richard Nixon
Elipsis

LA NOCHE DEL MURCIÉLAGO 73: MAN-BAT


(PARTE DEL CAPÍTULO MONDO BATMAN)

MAN-BAT

¿Y si Batman tuviera superpoderes, y no sólo un traje con orejas? ¿Y si ese Batman superpoderoso no fuera precisamente Batman? Man-Bat fue la respuesta a estas y otras dudas que se plantearon al acercarse el efemérico número 400 de Detective en 1970, y el encargado de concebir semejante criatura fue Frank Robbins, guionista prolífico y autor de abundantes historias del Señor de la Noche cuyo mayor legado a la serie fue, precisamente, este Kirk Langstrom que toma sustancias prohibidas y sale a revolotear por las noches ayudado de su aparatoso sentido del radar. El otro padre de la criatura, Neal Adams, recordaba así la concepción del homo-quiróptero: “Era un día soleado y Frank Robbins había presentado tres argumentos que habían sido rechazados por Julie. Que era algo que Julie tenía tendencia a hacer. Robbins no quería marcharse sin tener una historia concretada, pero Julie era un editor muy paciente, así que permanecieron sentados en la misma posición durante una hora, gruñéndose ideas el uno al otro. En medio de esto Julie se volvió hacia mí y me dijo, “Eh, Adams, ¿tienes alguna idea?” Así que yo le dije, “Sí, tengo una gran idea.” Me dijo, “No, estás de broma.” Yo dije, “Vale, olvídalo.” Entonces Frank dijo, “No, ¿de qué se trata?” y yo dije, “¿Me vais a escuchar o no?” Y me escucharon de mala gana.

Resulta que hay un científico que es un gran fan de Batman. Tanto que ha dedicado su trabajo a obtener un extracto de murciélago que pueda convertir a Batman en un auténtico hombre-murciélago, consiguiendo las habilidades de un murciélago. A través de una serie de circunstancias inesperadas, es él quien acaba tomando el suero y se convierte en un hombre-murciélago. Ahora no parece gran cosa, pero entonces era algo nuevo. Era una idea tan obvia, que había que estar loco para no hacerla.

Pero Julie dijo, “Estarás de coña”. Y yo dije, “Julie, ¿cómo se va a sentir DC si Marvel saca un hombre-murciélago y le sale bien? ¡Porque pueden hacerlo!” Entonces Julie dijo, “¿Lo dibujarás tú?” Robbins acabó escribiéndolo, y ése es el origen de Man-Bat.

Man-Bat fue popular desde el primer instante, volviendo periódicamente a la serie en historias que eran un tira y afloja entre los desmanes provocados por Langstrom bajo su forma animal y la voluntad de Batman de curarle sin hacerle daño, todo esto con la complicación añadida de Francine, la esposa de Kirk, a la que ocasionalmente también le crecían vello y alas membranosas. Man-Bat ha sido protagonista de sus propias aventuras en diferentes épocas y formatos, desde la recordada serie que aparecía en Batman Family durante los 70, con dibujos de Michael Golden, hasta la reciente colección de “prestiges” pintados por John Bolton, pero como tantos superhéroes-monstruos da la sensación de haberse quedado al borde de algo más de lo que ha llegado a ser en realidad.

En la serie de animación ha aparecido majestuoso (suyo fue el episodio inaugural) y fiel al concepto original, mientras que Hollywood parece que aún no se ha dado cuenta de que sería un gancho visual espléndido para una película de alto presupuesto y notables efectos especiales.