Spiderman: ¡El capítulo final!
Stan Lee y Steve Ditko,
1965-66
“Spiderman y yo”.
Éste es uno de los títulos posibles que contemplo para mis memorias, que escribiré algún día lejano cuando me retire a un balneario en las montañas.
Es muy normal identificarse con un personaje de ficción, pero lo mío con Spiderman es ridículo.
De pequeño, cada cierto tiempo probaba a trepar por las paredes, por si acaso me había picado una araña radiactiva y no me había dado cuenta. De mayor, me encontré traduciendo sus aventuras para las ediciones españolas. Tenía poco más de veinte años y estaba escribiendo las palabras que salían de la boca de Peter Parker. Veinticinco años después, sigo haciéndolo. Miles de páginas han pasado por mis manos, y me sigue pareciendo asombroso. Si me hubieran dicho de niño que de adulto me ganaría la vida poniendo en español los diálogos del lanzarredes, de la alegría me habría subido literalmente por las paredes.
Mi primer cómic publicado, El vecino, que hice junto a Pepo Pérez en 2004, se titula así en homenaje al amistoso vecino arácnido. Realmente, no puedo imaginar mi vida sin la presencia de Spiderman. Es mi santo patrón.
Por supuesto, no me puedo atribuir la exclusividad. Está claro que no he sido el único niño del mundo encaprichado con el misterioso Hombre Araña. ¿Qué tiene exactamente Spiderman para ser tan popular en todo el mundo durante tanto tiempo? A toro pasado es fácil buscar explicaciones para el éxito, y todo parece obvio, pero cuando pienso en los orígenes del personaje, me sigue pareciendo sorprendente. Los cimientos del Universo Marvel los puso Jack Kirby con Los Cuatro Fantásticos, Los Vengadores y los X-Men, pero, paradójicamente, el mayor éxito de la editorial comandada por Stan Lee sería un personaje con el que Kirby no tuvo nada que ver. ¿Quién podría imaginar eso? Aún más, el dibujante que cocreó a Spiderman jamás tendría otro éxito comparable en toda su carrera, ni dentro ni fuera de Marvel. Su otra gran serie, Doctor Extraño, siempre sería secundaria, y a lo largo de su extensa trayectoria nunca ha dejado de ser un autor de culto. Eso, sin embargo, no me sorprende. Ditko tiene un estilo antipático, de personajes repelentes y gestualidad extravagante, un estilo que sé de primera mano que no sólo no atrae al nuevo lector, sino que incluso puede parecer repulsivo. Hay que acostumbrarse a él.
Y con todo y con eso, ahí está: ¡Spiderman!