miércoles, 18 de mayo de 2022

UNA GUERRA Y UN MUNDO

 


Este jueves 19 de mayo se presenta en Generación X Tirso el último tebeo que hemos hecho Javier Olivares y yo: La guerra de los mundos. Más que una adaptación, me gusta considerarlo una derivación de la novela original de H. G. Wells. Os cuento un par de cosillas sobre cómo llegamos Javier y yo hasta aquí.

Javier y yo creemos en la conveniencia de tener nuestras obras conjuntas recogidas bajo un mismo techo editorial. Pensamos que eso ofrece toda una serie de ventajas a la hora de promocionar tu trabajo y de mantener vivo el acceso al catálogo. Y como ambos somos felices en Astiberri, hace años que queríamos reunir a nuestro tebeo pródigo con sus hermanos. En 2009 publicamos una adaptación de El extraño caso del Doctor Jekyll y Mister Hyde que nos encargó SM para una colección de clásicos literarios. Aunque ya llevábamos algún tiempo trabajando juntos en proyectos que aún no habían fructificado (y algunos no lo harían nunca, como Beowulf), Jekyll y Hyde fue el primer libro que publicamos con el nombre de los dos en la portada. Luego vendrían Las meninas y La cólera en Astiberri. Ambas obras nos han llenado de alegría y felicidad y queríamos que aquel primer tebeo al que tanto queremos pudiera estar a su lado. Cuando SM decidió descatalogar el título recuperamos los derechos y no tardamos ni diez minutos en proponer una reedición a Astiberri, que, como siempre, hizo todo lo posible por complacernos. De verdad que da gusto trabajar con ellos.



Pero aunque Jekyll y Hyde iba a reunirse con su familia, era un hermano con algunas peculiaridades. Empezando por el formato, que lo alejaba de las novelas gráficas más canónicas que hemos hecho posteriormente. Inmediatamente pensamos que había que hacer algo para arroparlo, y la idea era obvia: ¿por qué no utilizar la reedición de Jekyll y Hyde para poner en marcha una serie de adaptaciones de textos literarios clásicos? Decidimos, pues, sacar otro en el mismo formato y al mismo tiempo (o casi) que Jekyll. Y aquí está, apenas un par de meses después.

¿Por qué La guerra de los mundos? Dentro del particular mundo de los títulos de la literatura clásica juvenil que todos conocemos y que llevan reciclándose desde hace décadas, este es uno que Javier y yo amamos con fervor. No diré que no tengamos otros favoritos. Javier, por ejemplo, adora 20.000 leguas de viaje submarino. Pero La guerra de los mundos fue, de hecho, un título que propusimos a SM en su día. Ellos insistieron en que hiciéramos Jekyll y Hyde y, como al fin y al cabo era un encargo, nos plegamos. (Jekyll y Hyde sería uno de los últimos títulos que yo habría elegido libremente, pero al fin y al cabo tampoco Las meninas había sido nunca mi cuadro favorito, y sin embargo, ya veis...).



La guerra de los mundos es de esas obras que han sido revisadas, adaptadas y actualizadas constantemente desde que H. G. Wells la publicó por vez primera en 1898. Al contrario que otras muchas como, por ejemplo, La isla del tesoro, en La guerra de los mundos sus continuadores siempre han encontrado un elemento de actualidad que ha animado a muchos a llevar el relato a la contemporaneidad, evitando que fuera una pieza de época. Quizás sea algo que contiene el texto original, quizás sea la inercia que le dio la célebre adaptación radiofónica de Orson Welles en 1938, pero de alguna manera parece que la gracia de esta historia (o mejor dicho, de esta idea) es trasladarla cada vez al nuevo ahora, que suceda siempre hoy, y no en el cambio entre el siglo XIX y el XX.

No voy a hacer aquí un listado de versiones y adaptaciones históricas de esta historia, pero sí quiero mencionar algunas de las obras que nos han inspirado a Javier y a mí para nuestra propia aproximación. Y no porque hayamos hecho un gran trabajo de documentación, sino porque son títulos que hemos vivido con pasión en diferentes momentos de nuestra vida. Forman parte de nosotros.



A la cabeza de todos, probablemente, la versión musical de Jeff Wayne, una ópera rock publicada en 1978 que fue un éxito arrollador en su día y que no solo nos dejó grabados en la cabeza un montón de melodías de sintetizador, sino que causó un enorme impacto gráfico a través de su impresionante carpeta. Wayne, por cierto, sigue explotando el éxito hasta el día de hoy.



En el cine, nuestras dos versiones favoritas son las dos más famosas, la de Byron Haskin en 1953, producida por George Pal, y que siempre me ha parecido una película bella y rara, y la de Steven Spielberg en 2005, con Tom Cruise, que acabó siendo un corolario del 11-S y eso hace que suene como un eco macabro de algo que no se puede expresar tal cual.


Para mí (aunque no para Javier) también es inolvidable la secuela en cómic que desarrolló Marvel en un serial publicado en Amazing Adventures entre 1973 y 1976, y que se recuerda sobre todo por los episodios escritos por Don McGregor y dibujados por P. Craig Russell. Tuvo un epílogo en una deslumbrante novela gráfica de 1983. Estaba ambientada en el futuro (de hecho, en nuestros días, la década de 2020), después de que los marcianos de 1898 hubieran vuelto tras su derrota para conquistar definitivamente el planeta y someter a la especie humana. Quienes lean la versión que hemos hecho Javier y yo encontrarán la herencia del gladiador rebelde Jonathan Raven en sus páginas.


Por último, y para no ser agotador, quiero mencionar una versión ilustrada de la novela con dibujos de Edward Gorey que apareció en 1960, y que conociendo el amor que Javier profesa por Gorey no me cabe duda de que de alguna manera también está presente en nuestras viñetas.

Mencionar todas estas referencias es siempre divertido y además vistoso, sobre todo cuando puedes desplegar sus imágenes unas al lado de las otras en un viaje multicolor a través de décadas de cultura pop. Y quiero dejar claro que todas esas lecturas están en nuestro tebeo, porque forman parte de nosotros y nos han dado la materia con la que tejer nuestra propia red. Pero al final uno no escribe y dibuja para hacer un batiburrillo de citas. Al final uno siente que quiere contar algo propio y que esas influencias son solo el lenguaje que su cultura le ha dado para expresarlo. Quizás no haya mejor uso de un clásico que ese.

No habríamos podido hacer La guerra de los mundos antes de la pandemia, y yo no habría podido escribirla antes de ser padre. En cierto modo, siento que es un libro no solo sobre la familia, sino sobre los miedos de los padres enfrentados a un mundo que se desmorona. No imaginaba que un proyecto que nacía para acompañar a una adaptación juvenil de Jekyll y Hyde acabaría siendo tan personal. Pero para eso hacemos tebeos, para llevarnos estas sorpresas.