Tengo la sensación de que cada vez se publican más tebeos españoles que me interesan de verdad. Aunque el retraso endémico nacional que sufrimos en todas las áreas también se extiende a las viñetas, poco a poco vamos recuperando el terreno perdido y empezamos a presentar títulos que entrarían en nuestras listas de "los mejores tebeos del año", y no, como hasta hace poco era frecuente, de "los mejores tebeos nacionales del año". Voy a comentar tres de los cómics españoles que más me han gustado de los que he leído durante los últimos meses (sobre el cuarto ya escribí hace algunas fechas) y voy a hacerlo sin muletas, porque me han gustado tanto como cualquier tebeo extranjero que haya leído.
Endurance (Planeta DeAgostini, 2009), de Luis Bustos, es una novela gráfica en blanco y negro que pertenece a la nueva incursión de la gran editorial barcelonesa en la edición de cómics de producción propia, como el Héroes del espacio que hemos firmado Javier Peinado y yo. Conozco a Luis desde hace muchos años -hemos compartido fatigas en U, Volumen y Más libros, entre otras- y, a pesar de eso, este libro me ha sorprendido. Luis es un dibujante de un talento enorme que había demostrado gran facilidad para el humor en tramos cortos. Una de las mejores muestras de sus habilidades cómicas se puede encontrar en Zorgo, una serie protagonizada por un patoso supervillano y su ayudante Manolito, que se publicó originalmente en la revista juvenil Mister K, de El Jueves, y de la que Dibbuks ha sacado un álbum recopilatorio de lo más recomendable (y el segundo está al caer, sumando páginas que ahora se publican en la revista El Manglar).
Pero entre montar un gag de una página y levantar una novela gráfica de casi 200 hay la misma diferencia que entre hacer una caseta en el árbol y construir las pirámides de Egipto. Sí, lo uno y lo otro es hacer tebeos, pero son cosas muy distintas, y cada una requiere su sensibilidad. A pesar de sus años de experiencia, Luis era un novato en el tipo de trabajo que requería Endurance.
Él mismo ha declarado que la inspiración le vino al visitar una exposición itinerante sobre la expedición a la Antártida de Ernest Shackleton en 1914, que ha recorrido varias ciudades españolas durante el último año. La expedición forma parte de la mitología de la gran aventura, a la que sirve de epílogo. La labor pedía más un tratamiento épico que la caricatura fácil que era el sello de Bustos.
Luis ha respondido al desafío acudiendo a dos fuentes de inspiración clásicas, pero con las que se sentía cómodo: Kirby y Tezuka. Ahí es nada. Palabras mayores y riesgo evidente, pues los astros de tal tamaño a menudo tienen el peligro de atraer con una fuerza de gravedad tan potente que hacen que sus satélites se estrellen en el desierto de la imitación. Luis salva el peligro porque tiene interiorizados de una forma tan natural a ambos maestros que no necesita imitarlos: simplemente los incorpora a su propia personalidad. De Kirby lo más evidente es el volumen ciclópeo de sus personajes, el peso que tienen y que los convierte en piedras capaces de resistir la erosión de los vientos árticos. De Tezuka está un diseño de página amorfo y dúctil, y el descaro para contar sucesos grandes a lo grande. De ambos maestros llega a Endurance esa capacidad para acometer la empresa sin timidez, para dejarse arrastrar por lo enorme y lo arrollador y lo brutal sin pedir disculpas. Y esto es muy importante para hacer grande a Endurance, porque Endurance no triunfa por ser un trabajo fino, sino por ser un trabajo osado.
La potencia de Endurance no llega del guión, que podríamos considerar casi parco y amorfo, sino de la puesta en página y del dibujo. La primera tiene una modernidad clásica; es decir, es rompedora y juguetona al estilo de las páginas innovadoras de los años 70 -como las del mismo Tezuka- más que al estilo de ahora mismo. Si en la historia lo importante no son los personajes, sino el ambiente, el entorno sobrecogedor, en el tebeo ese entorno sobrecogedor es la página y las viñetas cambiantes y amenazadoras. De un simple vistazo, comprendemos que para los pequeños personajes que transitan por ellas, negociar el camino a través de esas viñetas ariscas, oblicuas, ondulantes y disueltas es una verdadera aventura gráfica. Si los personajes no se pierden y naufragan en ese temporal de viñetas embravecidas es porque son personajes muy sólidos, y me refiero a muy sólidamente dibujados. Creo que he visto todo lo que ha dibujado Luis Bustos en su carrera, y esto es lo mejor que ha dibujado nunca. Y es la cualidad inherente al dibujo la que confiere a los personajes un valor que un guión meticulosamente convencional nunca habría podido darles.
Finalmente, al terminar el libro no sé si habré aprendido mucho sobre la expedición de Shackleton, pero sí tengo la sensación de haber vivido una experiencia intensa, más intensa cuanto más desesperada es la situación de los expedicionarios, y sé que no es fácil transmitir eso hasta la página final, y sé que es muy difícil transmitir toda ese energía y desesperación a través de cuatro trazos de tinta (bueno, y unas tramas grises excepcionalmente aplicadas). Es muy difícil hacer un tebeo que resulte tan abrumadoramente físico. Y Luis lo ha logrado como lo lograban los grandes, como Kirby o Tezuka.
El día 9 de octubre hay una sesión de firmas de Endurance en Universal (Barcelona).
Es inevitable terminar esta entrada citando esta canción del grupo favorito de todos los tiempos de Luis, que imagino le habrá amenizado las largas horas dedicadas a dibujar esta novela gráfica:
No hay comentarios:
Publicar un comentario