martes, 8 de diciembre de 2009

MICROENTREVISTA: BERNARDO VERGARA


Hace poco comentaba que con El mundo según Ptolomeo (Diábolo, 2009), de Bernardo Vergara, me había reído en voz alta, cosa que no me suele pasar leyendo un tebeo. Para entender mejor qué es lo que le hace tan gracioso, he intercambiado impresiones con su autor.

¿Cuál es tu historieta favorita de El mundo según Ptolomeo y cuál es la que ahora te arrepientes de no haber incluido?

Te voy a decir dos favoritas, ¿vale? Por un lado está Un día en la vida de la familia Cristo. Con la excusa de un documental de James Cameron en el que aseguraba haber encontrado la tumba de Jesucristo junto a los restos de su esposa, María Magdalena, y el presunto hijo de ambos, cuento cómo sería la vida cotidiana de tan peculiar familia. Seguramente no es la mejor historieta del libro pero cuando la releo me viene el recuerdo de habérmelo pasado estupendamente haciéndola, en ese tono de humor tontorrón que tiene. Y luego, dentro de una historieta sobre perversiones sexuales, hay una tira titulada La coprofagia que, para mí, es uno de los momentos más graciosos del libro.

Me arrepiento mucho de no haber incluido La vida secreta de Radovan Karadzic. Lo explicaba en mi blog hace unos días: no la seleccioné para el libro porque hacía referencia a una noticia de actualidad de hace casi dos años (la detención de Radovan Karadzic) y me dio miedo que los lectores no la entendieran, pero dudé si incluirla o no hasta el último momento. Además, da la casualidad de que en estos días, coincidiendo con la aparición de El mundo según Ptolomeo, Karadzic está saliendo en los periódicos prácticamente a diario con motivo del proceso al que se le somete por parte del tribunal de crímenes de guerra de la ONU, con lo cual sigue siendo un tema de actualidad. Otra que me habría gustado incluir en el libro es una historieta de dos páginas titulada 50 razones para odiar a Bush, porque representa una época de mi trabajo en El Jueves en la que hice decenas de historietas sobre Bush, Aznar y la guerra de Irak. Me habría gustado que eso hubiera estado representado en el libro de alguna manera, pero al final me rajé por las mismas razones que con la de Karadzic, aunque creo que en general se habrían entendido todos los chistes. Ya ves, ¡soy un indeciso!

¿Tienes el síndrome del pagliacci? ¿Eres el payaso que ríe por fuera y llora por dentro?

Hombre, yo soy un poco agonías, pero no sé si tanto, ja, ja. Aunque, la verdad sea dicha, en este trabajo en el que has de hacer chistes sí o sí, porque la revista o el periódico en el que publicas ha de salir todos los días, te toca ser el pagliacci más veces de las que te gustaría. No sé, estoy pensando en cuando estás enfermo o, peor aún, cuando muere alguien querido. Es una putada sentarte en la mesa a hacer humor en esas condiciones pero, ¿qué le vas a hacer? Es lo que hay. Y luego está ya, en referencia a los temas que tocamos, que muchas veces te ríes por no llorar, ¿no? Me refiero a cuando te toca hacer chistes con temas como la guerra de Irak, el bombardeo de Gaza y cosas así, que te entristecen o te hierven la sangre.

¿Te ríes de tus propios chistes?

Sí. Me pasa más cuando los leo después de un tiempo que cuando los estoy dibujando. Por ejemplo, haciendo la selección de páginas para El mundo según Ptolomeo, me saltaba la risa cada dos por tres. Leer las páginas más antiguas, era como estar leyendo historietas de otra persona porque ya ni me acordaba de los chistes. Cuando dibujas todas las semanas quince o veinte chistes esto pasa, ¿eh? Mira, ayer mismo hablaba por teléfono con José Luis Ágreda, porque estamos desempolvando Jaula Magna con intención de recopilarlo y nos pusimos a releer páginas, él en Sevilla y yo en Huesca, y nos reíamos como tontos. Qué buen rato pasamos, ja, ja.

Los humoristas siempre os estáis quejando de que no se os reconoce tanto como a los que hacen cómic serio o dramático, pero sois los únicos que os ganáis la vida con el cómic en este país. Explícame eso.

Bueno, es que es falso que no se nos reconozca. La única revista profesional en España es una revista de humor, El Jueves, porque tiene el reconocimiento y el aplauso del público, ¿no? Y los periódicos y las revistas normalmente buscan humoristas para sus páginas y no autores dramáticos. Por ese reconocimiento precisamente, nos ganamos la vida con el cómic. Ahora bien, sí que hay compañeros míos (y yo mismo, en otro tiempo) que se quejan de que a la hora de premiar obras de cómic, el humor siempre está peor considerado, como parece que pasa también en otras artes, como el cine, ¿no? Pues bueno, a mí eso ya me da un poco igual, ¿eh? ¡Ellos tienen los premios y nosotros los millones, ja, ja!

Si tú fueras rico...

Dubidubi dubidubi dubidubi dubidú.

Si yo fuera rico lo primero que haría sería pillarme un año sabático para decidir si quiero seguir siendo dibujante o, yo qué sé, bon vivant, ja, ja. Yo creo que yo sería un gran bon vivant, ¿eh? ¡Ponedme a prueba, mecenas del mundo! Lo que sí tengo claro es que me tomaría la profesión con más relajo. Seguramente sería la oportunidad de abordar otras fórmulas sin el agobio de las entregas. Aunque, no nos engañemos, el agobio de las entregas es un acicate creativo de primera, así que lo mismo lo de ser un bon vivant acababa conmigo como creador y me convertía en lector a secas, en el pagliacci que se ríe por fuera de lo que otros lloran por dentro, ja, ja. No, en serio, supongo seguiría dibujando pero creo que cambiaría el chip radicalmente e intentaría explorar otros campos. Con calma, eso sí...

¿Y si tuvieras una escoba?

Tantas cosas barreríaaaa. Las religiones, el cambio horario, las monarquías, los altavoces con musiquitas navideñas por las calles, los que se pasan los derechos humanos por el forro, la ONU que no sirve para que los que se pasan los derechos humanos por el forro no se pasen los derechos humanos por el forro, los que tocan el claxon por cualquier tontería, los “días sin”, los políticos... No sé, los que leen mis chistes cada día se pueden hacer una idea de las cosas que barrería si yo tuviera una escoba. De momento me voy a barrer mi estudio, que buena falta le hace.

[Entrevista ilustrada con un par de autorretratos de Bernardo Vergara, aquejado de garabatosis, enfermedad que le impide dejar de dibujar ni un solo instante del día].