domingo, 20 de diciembre de 2009

FANTASÍAS DESANIMADAS DE AYER Y HOY

Para lo joven que es, es increíble lo legendario que es ya Al Columbia (nació en 1970). Por supuesto, la suya es una leyenda negra que deriva en gran medida de su participación en el frustrado gran proyecto de Alan Moore a principios de los 90, Big Numbers. La historia está contada en muchos sitios (el mejor relato probablemente sea el que hace Eddie Campbell en Alec: How To Be An Artist, páginas 112-116), pero para los recién llegados, el resumen es que un jovencísimo Al Columbia era el ayudante de Bill Sienkiewicz, dibujante de los dos primeros números de Big Numbers sobre guión de Moore. Cuando Sienkiewicz abandonó el proyecto, Columbia continuó la serie, pero tras completar algún volumen más, decidió destruir todo el trabajo realizado antes de entregarlo al editor. Y después de haberlo cobrado.
Ése fue el final de Big Numbers, el Gran Proyecto de Alan Moore.
Y también fue el inicio de dicha leyenda negra de Columbia, que se ha repetido hasta el día de hoy, en gran medida por falta de mejores noticias que dar. La sabiduría popular repite que Columbia es un genio artístico, un dibujante supremo, pero también un alma sensible y emocionalmente inestable, un personaje esquivo, oscuro y enigmático. Casi un monstruo del Lago Ness del cómic de vanguardia. En los cerca de 20 años transcurridos desde el "caso Big Numbers", el libro Pim & Francie. The Golden Bear Days (Fantagraphics, 2009), es lo más parecido a una gran obra que ha entregado al público.
Y me atrevo a decir que no va a hacer sino acrecentar su leyenda.
Pim & Francie es un tebeo que lleva al límite nuestro concepto de lo que es un tebeo. Los personajes titulares son dos personajes que parecen de dibujos animados tradicionales, y a lo largo de las 240 páginas de este volumen se recogen lo que parecen materiales dispersos y medio destruidos de viejos cómics y películas de animación. De hecho, el volumen lleva el subtítulo "Artifacts and Bone Fragments", y se presenta como un haz de escombros más que como una "historia" convencional. La estética del libro me ha recordado a la estética de la ruina que tan importante fuera para artistas como Robert Smithson o Gordon Matta-Clark, pero en este caso se trata de una ruina programada y fabricada desde el principio y en todos sus elementos. Una ruina falsa. Las imágenes "rescatadas" en Pim & Francie no derivan, obviamente, de un viejo archivo descubierto ahora, sino que son materiales originales que no han llegado a un estado superior de elaboración, y que se han dejado deliberadamente a medio hacer (en muchas ocasiones no todas las líneas de lápiz han sido entintadas) y además se han envejecido artificialmente (todo parece fotografiado a partir de papeles rotos, arrugados, amarillentos). Por supuesto, podemos pensar que se trata de ruinas reales, las ruinas que quedan en la mente de Al Columbia de un gran proyecto de revitalización de los estereotipos de la animación clásica en un contexto moderno. Por momentos, ese proyecto habría tenido puntos en común con el destripamiento de los superhéroes por parte de Juaco Vizuete en El experimento. Si en este tebeo se manifiestan todas las tensiones sexuales implícitas en los superhéroes clásicos, en Pim & Francie también se hace evidente aquello que estaban implícito en la animación infantil: la muerte (el horror, directamente, a través de manadas de zombis), el sexo, el incesto. Hay también un retorno a los orígenes del cómic a través del escalofriante mundo de los cuentos infantiles decimonónicos, que permitía obras tan cruelmente divertidas como el Max und Moritz de Wilhelm Busch.
Pero todo esto no son más que imágenes que vemos de refilón, fogonazos que parpadean durante un momento, dan dos pasos en dirección a una historia, y luego se desintegran debajo de un nuevo cascote que aplasta la narración que empezábamos a imaginar (porque siempre, siempre, tenemos que imaginarnos una historia, aunque no la haya). Las fotografías de edificios que se mezclan con los dibujos, especialmente en la parte final del libro, introducen un extraño sentido de la realidad en unas páginas que, por un parte, reivindicaban su condición de dibujadas, y por otro, nos estaban afirmando constantemente su condición de objetos reales en el mundo real. Pim & Francie define un espacio liminar donde la imagen del celuloide se descompone y se convierte sólo en una huella mohosa. La alegría, la jovialidad, lo pueril de los personajes animados sólo sirve para recordarnos constantemente a la muerte.
La historia real de Pim & Francie (no lo que he contado yo más arriba, que es únicamente lo que me ha sugerido la lectura) se puede adivinar en una entrevista con Al Columbia publicada en The Daily Cross Hatch. Al leerla, he pensado que realmente este tebeo sí tiene mucho de ruina (aunque sea emocional), y que el elemento macabro que lo invade tiene mucho que ver con su carácter autobiográfico.
(No he encontrado las partes 3 y 4, si alguien sabe dónde están, agradecería que lo comunicara).
Actualizo: el tio berni me ha pasado el enlace con la parte 3, y me avisa de que la 4 aún no se ha publicado. ¡Gracias!

3 comentarios:

el tio berni dijo...

Es un tebeo muy inquietante, te deja una sensación muy incómoda. Incómoda porque no sabes exactamente cómo debes leerlo, y estamos acostumbrados a que eso esté siempre muy clarito. E incómoda también porque es totalmente devastador en su falta de esperanza, es negatividad en estado puro (o sea, sin motivo aparente).

En una segunda lectura he "entendido" más cosas, no en el sentido de descifrar una historia oculta, sino en el de dejarme llevar por los recovecos de la mente sufriente de Columbia y de dejar un espacio para imaginar lo que NO se nos muestra, que aquí es hasta más importante que lo que vemos, me parece.

Santiago García dijo...

La verdad es que la entrevista es muy reveladora. A mí me ha sorprendido el componente autbiográfico, la proyección de su personalidad y su (ex-) novia sobre el tebeo, y me da la impresión de que la ruptura de la relación tiene que ver con la ruptura de un tebeo que pretendía ser "convencional". Otra cosa es la capacidad de Columbia para ser convencional, yo creo que no podría aunque le fuera la vida en ello. Al Columbia es a Chris Ware lo que Chris Ware a Sal Buscema.

el tio berni dijo...

Vaya, no me había leído la entrevista (ahora sí), esperaba a que estuviera completa, pero aporta cosas relevantes sobre el libro, com que haya tardado cinco o seis meses en ordenar la secuencia de imágenes. Para un tebeo que no tiene un hilo narrativo, no está nada mal. Supongo que gran parte del trabajo habrán sido las ampliaciones, recortes, y demás trucos que aportan esa atmósfera especial.

También me ha aliviado comprobar que el propio Columbia se asusta de lo que dibuja. Empezaba a imaginármelo dibujando rodeado de cuchillos.