lunes, 25 de enero de 2010

MICROENTREVISTA: MANUEL BARRERO

Hace poco hablaba de la gente de Tebeosfera y de cómo estoy disfrutando los artículos que están publicando en su número dedicado al horror. Dado que soy un adicto a las revistas sobre cómic, sentía curiosidad por saber cómo era hacer una a estas alturas del siglo XXI y en formato digital, así que he formulado unas cuantas preguntas a su cabeza visible, Manuel Barrero, uno de los investigadores sobre cómic de trayectoria más constante y destacada que hemos tenido los últimos años.

Como estoy un poco anticuado y me cuesta adaptarme a la realidad actual, tengo ciertas dificultades para comprender que algo como Tebeosfera sea una "revista". Sin embargo, he observado por vuestros textos editoriales que vosotros ponéis mucho énfasis en esa denominación. ¿Por qué es importante para vosotros que se defina a Tebeosfera como "revista"?

Resulta sorprendente que, llegados al clímax de la evolución de los medios de comunicación, con los hipermedia, de repente nos encontramos en un espacio indefinido repleto de objetos indeterminados. Y más aún si tenemos en cuenta que cada nuevo formato de difusión es bautizado a capricho y todos lo aceptan (chats, weblogs, portales…), quizá precisamente por lo antedicho. Pero si defines un modelo de divulgación o de estudio con terminología tradicional resulta que nadie lo comprende salvo que sea la traslación de un soporte ya existente y reputado. Por ejemplo, las versiones digitales de Nature o Arbor, ¿no son revistas? Nuestro deseo de ser reconocidos como revista no se ciñe a la definición del diccionario (en su acepción quinta) porque en tal caso tampoco podríamos entender como tales U o Revista de Occidente. Tebeosfera, en su segunda época, arrancó con la idea de ser un academic journal, una publicación científica sobre historieta, idea que rápidamente abandonamos porque los contenidos que podíamos ofrecer, con una periodicidad como mínimo semestral, se deslizan rápidamente hacia lo divulgativo. No obstante, aunque nos alejamos de aquella pretensión, la política editorial, las fórmulas de redacción y publicación, así como el modo de exposición de contenidos responde al de una revista: programación de números por temas, organización de los mismos en mesas de redacción, elección de escritores, revisiones en equipo, publicación ordenada de textos, establecimiento de un índice… Hay quienes me han discutido que Tebeosfera no es revista porque no tenemos un sumario definido en el arranque de cada número. Ese sumario existe, pero sólo lo conocen los redactores, no el público. Y cuando concluye el número programado todos pueden acceder a él; por ejemplo, estamos en el núm. 5 y existen sumarios para los anteriores: 4, 3, 2, 1, 0. ¿Esos no son números de revista? Entonces… ¿qué son? Si imprimimos y encuadernamos todos esos textos en papel resulta un bloque temático considerable. ¿Entonces ya podría ser considerado como revista o como libro? Los nuevos soportes y medios digitales ofrecen información y obras de manera diferente, por lo tanto los modos de producción y desarrollo de contenidos en estos nuevos medios también lo son. Si una publicación en papel por fuerza debe servirse terminada, como un producto cerrado, en Internet podemos trabajar con proyectos abiertos, que se van construyendo. Esto es magnífico en la práctica, porque nos permite evolucionar a otro nivel en la divulgación sin vulnerar la naturaleza del producto que se hace, solamente cambia el modo de elaboración y su exposición. Por otra parte, hay una segunda razón para que Tebeosfera sea revista: porque queremos distinguirla de otro tipo de plataformas de opinión y divulgación sobre historieta en Internet, como los foros, los blogs o las páginas personales. Tebeosfera no es el producto de un ímpetu personal ni es espontánea. Yo siempre he creído que es mejor la democracia que la oclocracia, y en Internet a veces se confunden. Lo que publicamos en Tebeosfera, aparte de que pueda considerarse de mayor o menor calidad, pasa por filtros y se trabaja en equipo, como en una redacción de una revista o diario, con el objetivo de proveer datos y documentos de referencia. Esa es la pretensión: que alguien pueda encontrar datos sobre historieta en la red con un mínimo de contraste previo. Y digo pretensión porque es obvio que lo que ofrecemos no es todo lo correcto que debiera.

¿Podrías describir el mecanismo de funcionamiento interno de Tebeosfera? ¿Tenéis constituida una redacción? ¿Cómo elegís los temas y artículos?

Tebeosfera nació hace mucho tiempo, en 2001, como revista de divulgación y opinión cuya filosofía editorial respondía a mi posición como crítico del medio. Los defectos y polémicas suscitadas entonces son absoluta responsabilidad mía y por ellas he respondido y tendré que seguir respondiendo, imagino. Pero esta segunda Tebeosfera, la nacida en 2008 es algo distinto: es un esfuerzo colectivo. Y me atrevo a decir que uno de los mayores esfuerzos conjuntos jamás realizados en España sobre historieta con un objetivo marcado: catalogar todos nuestros tebeos, que es labor que desarrollamos en paralelo a la publicación de artículos en la revista. Para ello, en 2007 decidí contratar a un programador web y reunir un equipo de trabajo. Al grupo inicial de estudiosos y coleccionistas, integrado por Alcázar, Mora, Jiménez Varea, Cepriá, Baena y Díaz Bejarano, se unieron más tarde un colectivo de catalogadores: Gracia, Vaquer, Olmedo, Sitjà, Bosque Sendra, Olivares, Platel, Urrutia, Agustí, De Gregorio y otros, de entre los cuales han pasado a ser editores Ruiz-Dávila, Moreno, Gómez, Capelo y Vidiella. Todos, nos reunimos virtualmente en un grupo de Internet en el cual trabajamos a diario afanosamente, discutiendo temas y proponiendo ideas o dando término a consultas. Aparte, los editores residentes en Sevilla nos reunimos físicamente cada mes para adoptar decisiones y plantear ideas y líneas de trabajo. El resto de reuniones se hacen en espacios virtuales, dos concretamente, uno específico para la catalogación de historietas, personajes, series, tebeos, colecciones, autores, etc., y otro para los asuntos relacionados con la edición de textos para la revista. Los temas y artículos se eligen en grupo y atendiendo no a su posible repercusión pública o actualidad sino a nuestros intereses. Nos parecieron obvias, de partida, dos cosas: una, no íbamos a ser un espacio web promocional, que para eso ya están los jóvenes que hacen volcados de servicios de prensa y amables recensiones reiteradas en variedad de URLs; dos, no íbamos a regirnos por la actualidad a la hora de elegir temas. Abordamos asuntos, géneros, obras o autores dependiendo de nuestras posibilidades de hacerlo en equipo de manera eficiente. A la mayoría de aficionados les interesa saber qué superhéroe traducen, qué película hacen o qué autor viene, pero consideramos que para eso ya disponen de puntos de información puntual y constante. Nosotros hemos elegido investigar y documentar la historia y evolución del medio en aquellos puntos más olvidados, con especial atención hacia lo español. En otro ámbito de la cultura esto sería “lo más importante” pero en el mundo del cómic esa importancia se vuelve relativa. Por ejemplo, en julio de 2009 publicábamos un documento que databa el origen de la historieta española en 1859, con lo cual celebrábamos los 150 años de historia de la historieta española, y apenas se le concedió importancia al asunto. Esos temas nos interesan verdaderamente: los que faltan por estudiar y divulgar. Y te aseguro que en la historia de nuestros tebeos quedan miles de lagunas.

¿Qué ventajas e inconvenientes tiene la publicación en internet frente a la publicación tradicional de una revista en papel? Y no me refiero sólo a cuestiones materiales o económicas, sino a cómo puede afectar a los contenidos.

Ventajas, esencialmente tres: la edición abierta, la revisión constante y la difusión masiva e instantánea. Inconvenientes, uno: la falta de identificadores de calidad. No dejan de escribirnos aficionados y coleccionistas para pedir que lancemos una revista, en papel, con los contenidos más interesantes que ellos ya han leído en línea. Me ha sorprendido que incluso nos lo pidan nuestros propios colaboradores o habituales consumidores de documentación e informaciones a través de la Red. Esto es producto de una falla en la concepción de los soportes y las herramientas, y también de los hábitos de consumo, que finalmente se traduce en la consideración efectiva que se tiene de estos esfuerzos. Algunos de los ensayos que hemos publicado en el último año y medio podrían haber sido destinados a revistas científicas (de hecho, algunos lo han sido); otros podrían haber sido editados como monografía teórica del estilo de las de la colección Sinpalabras; ciertos artículos, a mi juicio bastantes, perfectamente hallarían sitio en cualquier revista de divulgación sobre cómic de buena calidad. No obstante, sitos en Internet, aunque su calidad y rigor sean palmarios a primera vista, pasan a obtener otro aprecio. Son considerados “otra cosa”. Es como si trabajáramos en tierra de nadie, cuando Internet es la “tierra de todos”. Lo cómico es que, y esto lo constatamos en nuestra última mesa de redacción, para gran parte de los aficionados que sólo demandan noticias, comentarios e información puntuales nosotros somos en exceso rigurosos, pero para los teóricos más rigurosos del medio pecamos de ser poco científicos. Ahí estamos, vadeando en el vasto mar de viñetas sin que nos oteen. Pero no nos quejamos, porque lo hacemos con mucho entusiasmo y, tras la experiencia acumulada, nos hemos propuesto ser más divulgativos en las opiniones y más rigurosos en los ensayos y las fichas.
Con respecto a las ventajas, no creo que necesiten comentario. Gran parte de los que divulgamos en Internet sabemos que la posibilidad de ir construyendo documentos, sin la obligatoriedad de servirlos terminados y cerrados, es magnífica. Nos permite volver sobre lo escrito y mejorarlo, buscar apoyos y nuevos referentes, variar el rumbo de las hipótesis y mejorar conclusiones. La posibilidad de recibir opiniones de otros estudiosos más versados y regresar sobre lo escrito y modificarlo también es algo que estaba negado en la edición analógica, supeditada a una segunda edición que depende ya no sólo de uno mismo, sino de editores y público. Finalmente, la difusión que permiten estos medios nada tiene que ver con la que consigue una edición impresa. Es cierto, sí, que los libros se atesoran en bibliotecas y se citan siguiendo un sistema en el que va implícita la fiabilidad y el reconocimiento de un producto de calidad supuesta (pues hay un editor intermediario, y una presumible revisión de contenidos), pero el tiempo ha demostrado que existen muchos libros que aportan bien poco y que hay editores que no cumplen con su oficio, publicando lo que les llega a las manos y tal y como les llega. Los criterios de selección se han venido diluyendo, aunque tan triste como esto me parece la asunción de certezas solamente en función del número de resultados que arroja Google en una búsqueda. Me explico: Tebeosfera recibe cada día más de 2.000 consultas procedentes de diferentes IPs, unos 54.000 visitantes distintos al mes según nuestro servidor. Pero esto hay que ponerlo en relación con el total de páginas web existentes, que ahora mismo son más 80.000; en total, pues, son visitadas entre 500 y 600.000 páginas web distintas de Tebeosfera al mes. Mas, insisto, esto no es indicativo de que nuestros textos los vayan a leer mucha gente. O a valorarlos. Con todo, pensamos que esta plataforma de difusión llega potencialmente a más público que la impresa, en el sentido de que un libro sobre historieta, hoy, en España, con el mercado que tenemos, como media alcanza los 500 ejemplares vendidos (y es una media alta) y nosotros queremos divulgar más, llevar el conocimiento y el aprecio por la historieta a más público.

¿En qué medida se parece Tebeosfera a la revista que te gustaría hacer? ¿Cómo sería ésta, idealmente?

Ya indiqué que la revista que me gustaría hacer sería una revista académica, con participación internacional y con difusión, objetiva y necesariamente, restringida a un público especializado. Eso es posible si se circunscribe la redacción a ciertos ámbitos y ciertos públicos, e implica –creo yo- su edición dentro de un entorno ligado a la Universidad, pues en caso contrario no será identificada, “etiquetada”, como producto académico. Lo intenté al comienzo, pero las universidades son islas amuralladas en el mar este que vadeamos: cuesta trabajo entrar en ellas con esta bandera, la del estudio de los tebeos, y todavía más difícil es entrar y clavar nuestra bandera junto a las suyas. El reconocimiento de la historieta como medio susceptible de estudio académico aún no ha llegado (a ver si este año…) y esto hay que asumirlo. Tebeosfera, por lo tanto, es una revista de divulgación que intenta editar contenidos organizados y bajo supervisión. Tenemos a un equipo de colaboradores que consideramos buenos, pero querríamos poder contar con el equipo de colaboradores óptimo, ese en el que escribirían las firmas más capacitadas del terruño, cada uno en su especialidad, claro. Firmas como las de Altarriba, Azpitarte, Cava, De Guereñu, De la Calle, De Salazar, Díaz, Fernández, Fernández Soto, Gálvez, García, García Sánchez, Guiral, Hernando, Jiménez Varea, Lombilla, Marín, Martín, Martínez Peñaranda, Meléndez, Moliné, Moreno Santabárbara, Muro, Pérez, Pons, Porcel, Serrano, Varillas, Yexus, Yugo… y los pongo en orden alfabético y dejo muchos por citar para no herir susceptibilidades. Pero este equipo debería complementarse con las firmas de otros comunicólogos, filólogos, sociólogos, historiadores, etc., para así reforzar la calidad de la historieta como objeto de investigación y reflexión. Para eso tenemos un problema: no hay dinero. Y, claro…
En suma, la revista ideal se construiría con el equipo ideal. Ahora, coordinar ese equipo es muy difícil y costoso.
Con todo, uno de los objetivos que yo creía lejano y que hemos logrado es el de contener, en la Tebeosfera, el catálogo de nuestros tebeos. La tarea de catalogar es ardua, muy esforzada; labor de años para el caso de los tebeos porque no existen depósitos fiables, ni registro de tiradas, apenas muestras de lo publicado de 1940 para atrás… Fue tarea difícil lanzar el primer catálogo para Delhom y Navarro, y también lo ha sido para los que les continuaron hasta 1993: Beitia, Illera, López, Palañá, González, Ortega Anguiano. Pero no hubo quien tomara el relevo durante la última década. Y en 2003, ya me planteaba yo que la historieta y el conocimiento de los tebeos jamás serían admitidos como parte de la cultura si no había un registro de lo publicado, de las obras, las editoriales, determinadas e identificadas de forma rigurosa y científica. De ahí el ideal de partida, diseñar y terminar ese catálogo, lo cual pensamos que serviría también como carta de presentación de nuestro esfuerzo frente a aficionados, coleccionistas, editores e instituciones. Han sido miles de horas de programación de un gestor que ha sido creado desde cero (los sistemas de catalogación tradicionales, ajustados a la bibliofilia, no sirven para los tebeos), años de localización y búsqueda de muestras por parte de los catalogadores de base Rodríguez y Gracia, cientos de horas de discusiones y contrastes de datos, decenas invertidas en la incorporación de imágenes o asientos a las catorce bases de datos que hemos creado al efecto. Y hemos construido el primer gran catálogo de la historieta, con 10.070 colecciones registradas a día de hoy. Además, nosotros catalogamos los números de esas colecciones (cada tebeo) y vamos por el tebeo 58.206 hoy… Esto supera con creces a las 4.900 colecciones del último catálogo en papel publicado, el cual contemplaba la mitad de categorías por registro con respecto al nuestro, y no llevaba imágenes; en Tebeosfera ya hemos puesto al alcance de todos más de 70.000 imágenes, y en color.

En muchos editoriales y textos de Tebeosfera hay una queja por la falta de repercusión de vuestro trabajo. ¿Cuál es la repercusión que querríais tener o que esperabais tener?

Es cierto lo que indicas. Y asumo haber adoptado ese tono de queja, lo cual deseo modificar. No hago responsable al equipo porque, obviamente, ellos no han redactado esos editoriales, en los que yo quería depositar el rescoldo de la vena crítica que me guió en la primera época de Tebeosfera. Esa inconformidad respondía a lo contestado en la pregunta anterior. En nuestro equipo hemos invertido tanta energía y tiempo en la construcción de un sistema para estudiar con rigor la historieta y catalogar sus productos que, pensaba yo, por fuerza eso debía despertar una respuesta entusiasta por parte de aficionados y estudiosos. Era natural pensar así tras tanto trabajo invertido, escribir, escanear, buscar y localizar las muestras más difíciles en colecciones ajenas, contrastar datos con editores y autores. ¡Hombre, que hay catalogadores, como Álvarez Pérez, que han llegado a crear 500 fichas de tebeos en un día! Si eso no merece una figurita dorada… Pero no, no era esperanza, era ilusión. Está claro que la estructura de nuestra publicación, al no adecuarse a los estándares en Internet, es menos accesible sin ayuda de la debida difusión, y la ubicación de nuestro catálogo es poco evidente para el aficionado medio y resulta oculta para los intelectuales e instituciones de la cultura. Debo reconocer que no analicé correctamente el funcionamiento de los micromedios de la Red. Es decir, las ristras de comentarios bajo una entrada en un blog no significan que lo comentado sea más o menos relevante, simplemente que hay una focalización de intereses sobre un punto y/o una cualidad del comunicador que regenta el blog. Todo esto no indica que lo que hacemos sea poco interesante, simplemente que carece del atractivo de lo actual o del toque divertido del comentario chispeante, que es efímero. Por ejemplo, hemos entrevistado a Lalia o a Mandrafina, grandes de la historieta argentina, pero estas largas entrevistas no interesan tanto como un cuestionario a David Baldeón; otro por ejemplo, llevamos meses tras la figura de Auraleón y la de Gómez Esteban para crear fichas biográficas completas y rigurosas, ¿qué atención suscitarán frente una semblanza concisa y anecdótica de Takeshi Obata en un blog? Lo segundo atraerá a una legión de interesados que depositarán entusiastas comentarios reconociendo la labor del redactor; lo primero, no. Tardé en darme cuenta de eso porque a mí me fascina la historieta española, pero lo que interesa en general a los lectores, al público (y al mercado) hoy es la historieta estadounidense, japonesa, francesa y belga, por este orden. El valor de lo que hacemos se comprenderá importante con el tiempo, cuando se mire atrás, al abordar trabajos panorámicos, al buscar un dato que se resiste, al estudiar con seriedad el medio o la tebeografía nuestros. De hecho, durante la construcción de nuestro catálogo se han iniciado dos tesis doctorales que se harán con nuestras bases de datos, pues les permite acercarse a los tebeos –muchos inaccesibles de otro modo- con la posibilidad de agrupar por géneros, acotar por años, localizar por títulos o simplemente poder determinar el total de números de una o varias colecciones. Amén de que también hallarán densos textos de análisis o divulgativos sobre parcelas de nuestra historieta que no podrán encontrar en otro soporte. En este sentido no podemos quejarnos, estamos muy satisfechos si podemos ayudar a que se siga investigando sobre nuestros tebeos.
El interés de nuestra asociación, verdaderamente, es intentar que todo este trabajo sirva para hacer ver a universitarios, periodistas, funcionarios de la cultura, acaso políticos, que la historieta tiene una presencia en la historia de los medios de comunicación española, que la industria de los tebeos adoptó una forma y brindó unos títulos y que son “X”, y que la abundancia de autores y la riqueza de sus obras puede ser accesible e interesante para su análisis desde distintos enfoques.

En 2005 Astiberri publicó un libro con materiales de Tebeosfera. ¿Hay planes de hacer más ediciones en papel?

Planes hay, lo que no hay es dinero, ni tiempo. Queremos lanzar una colección de textos teóricos porque todavía existe una dependencia del papel directamente relacionada con la lentitud a la que evolucionan ciertos aprecios o estructuras. Por más que Internet ya esté instalada en casi todas las sociedades, con más o menos censura pero con todo su potencial, no parece haber un reconocimiento generalizado de sus posibilidades como soporte para la edición y publicación de obras literarias y científicas válidas. Existen dos trabas para que esta aceptación se dé: por un lado superar la nostalgia del papel, que sigue teniéndose por un material (un soporte) que le confiere una especial sustancia (al parecer) a lo publicado. Por otro lado está la cuestión económica: un producto virtual se puede copiar más fácilmente que vender, y la desaparición de intermediarios que agilicen un mercado echa por tierra las posibilidades de que haya más intereses enfocados en estas producciones. Lo que no debe desaparecer jamás es la figura de un editor. De momento, nuestro plan consiste en buscar financiación para ir editando libros o cuadernos teóricos, sencillos, con un diseño básico, donde se recojan los mejores textos publicados en Tebeosfera para que quede depósito y registro en los mausoleos de la cultura. Los científicos están ya demostrando que la edición en papel es menos ágil y menos eficaz para trabajar, para investigar, pero la rama de las humanidades es otro cantar, avanza en progresión más lenta. En fin, habrá que comportarse como poetas durante un tiempo.

3 comentarios:

Agu Ariza dijo...

Tuve la suerte de "pasar por allí" en el primer advenimiento de Tebeosfera, deambular por la "redacción", y contemplar parte de los archivos de su editor. Incluso participé en el primer número.

Aunque Manuel, autocritique su apasionamiento exacerbado en esta primera época, creo que se fustiga inutilmente, pues la actitud que me quedó grabada en ese momento y durante toda la trayectoria de la publicación, que no he dejado de leer minuciosamente, es la de pasión, pero por el rigor en el estudio de la historieta. El mismo espíritu que continúa manteniendo.

Hasta tal punto es así y tal fue mi impresión que tras escribir mi texto "apasionado" decidí no volver a hacerlo, y así se lo comuniqué, porque veía que charlar, desbarrar y disparatar sobre cómics, que es lo que me gusta o lo que soy capaz de hacer no encajaba ni beneficiaba a una empresa tan maravillosamente seria y rigurosa como Tebeosfera.
Manuel aceptó mi renuncia. No sé si me entendió en ese momento pero era lo que creía firmemente.

Visto ahora con perspectiva me jode (así sin mas)haber sido tan comedido reprimiendo mis posibles salidas de tono o no haber sido lo suficiente comedido como para asumir reprimirme participando.
Leyendo esta entrevista en la que se descubren los entresijos, la maquinaria de Tebeosfera,y leídas sus últimas ediciones, repletas de testimonios de artistas históricos a los que admiro, siento una increible envidia sana a ese gran equipo de meritorios estudiosos por no haber participado en tan maravillosa aventura.

Solo me queda leer y difrutar obsevando.
Tampoco puedo acceder al Slumberland de Mckay y aún así alucino cada vez que lo recorro con mis ojos.

Larga vida a Tebeosfera!
Estupendo trabajo, Barrero&Cia.

Y muchas gracias por la entrevista, Santiago.

jose manuel dijo...

El trabajo que estan haciendo con la catalogacion de todos los tebeos publicados en España, no tiene precio.Magnifico.

pepe dijo...

Muy interesante la microentrevista, gracias.

La verdad es que Manuel Barrero ya apuntaba maneras desde hace tiempo. Hojeando un viejo Comix Internacional de 1992-93 (el nº3 pero de Ediciones Zinco), he encontrado en la sección de correo una respuesta que le daban a Barrero a alguna pregunta suya. Interesante:

http://img22.imageshack.us/img22/2031/ci81.jpg


Un saludo