martes, 16 de octubre de 2012

EL ECO EN EL AGUJERO


Casi al mismo tiempo que The Hive, ha llegado a mis manos Echo Echo. Cut-up Drawings From Black Hole, un peculiar artefacto de factura artesanal y tirada limitadísima que es como un retorno fantasmagórico a Agujero negro, su (hasta ahora) obra maestra. El propio autor lo describe así: «¿Qué es esto? Cogí un puñado de dibujos a lápiz de mi cómic Agujero negro y los pegué unos con otros, y luego hice fotocopias. Cuando hago el lápiz de mis cómics, trabajo con capas de hojas de papel de calco y construyo los dibujos refinándolos y retocándolos lentamente. A veces consigo lo que quiero en dos o tres intentos, pero no es lo habitual».

El caso es que por su formato -un comic book con el lomo cosido y la portada de papel vitela, sí, pero un comic book al fin y al cabo- es inevitable leer las imágenes montadas como si tuvieran un sentido narrativo, como si fueran los ecos lejanos de aquella historia que fue Agujero negro, y al mezclarse como chirridos inconexos nos sugirieran que inventáramos otra historia a partir de ellos. Es inevitable que, a partir de la referencia al cut-up del título, pongamos en relación este artefacto con el espíritu inconsciente de las composiciones cut-up de William Burroughs, un escritor que siempre ha sobrevolado el horizonte de Burns. Pero sea como sea, el caso es que, por este procedimiento, llegamos a encontrarnos con el modelo perfecto de historia elíptica, un modelo narrativo al que también aspira, por ejemplo, David Sánchez. Es decir, sabemos que los dibujos de Echo Echo proceden de un acervo de ideas y de imágenes que conformaban una historia convencional e inteligible, pero en esta ocasión sólo se nos ofrecen unos fragmentos, y además desordenados, mientras que se nos escamotean otros.

Echo Echo también enlaza con el interés de Burns por practicar transformaciones y modificaciones en sus obras. Ya lo hizo, con gran éxito, en Johnny 23, una revisión achinada de Tóxico, y ahora lo vuelve a hacer con este remontaje bruto y a la vez terso de Agujero negro. Es como si con esto diera satisfacción a un impulso profundo por destruir sus propios cómics, tan rígida y obsesivamente completos, cerrados, perfectos.

Una última nota de interés: en todos los dibujos reunidos en este cuaderno, sólo hay un bocadillo de diálogo que contenga texto. Dice: «Hah hah hah hah!»



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