jueves, 1 de julio de 2010

VENTISCA NEGRA


En la extraordinaria Una vida errante, Tatsumi cuenta la invención del gekiga o cómic adulto japonés en los años 50, y ahora Drawn & Quarterly ha puesto a nuestra disposición (en inglés, claro) una muestra de aquellos cómics que empezaron a dar forma a una corriente autoral que dura hasta nuestros días. En ese sentido, Black Blizzard funciona muy bien como complemento a Una vida errante. En sus memorias, Tatsumi reflexionaba sobre su carrera de dibujante, y aquí vemos uno de los objetos de esa reflexión.

Black Blizzard es un relato de 127 páginas (las primeras a color, luego en blanco y negro) dibujadas por un Tatsumi de 21 años en 1956, en apenas veinte días. Es una historia de género negro basada en esquemas sencillos y conocidos (dos convictos unidos por unas esposas de las que no se pueden librar se fugan tras un accidente de tren en medio de una terrible ventisca) que está narrada con una voz muy ruda, casi burda, por un autor que intenta despegarse de la pesada influencia de Osamu Tezuka pero que se muestra al mismo tiempo muy vivo, muy fuerte, muy intenso y muy convencido de lo que hace. En esa determinación desacomplejada recuerda un poco a las películas de la Nikkatsu, la factoría de serie B de la que salieron directores luego alabados como Seijun Suzuki y que produjo películas igual de insobornablemente osadas. El argumento es puro pulp y melodrama, pero evita caer en el ridículo por esa desesperación del gesto.

Black Blizzard se sigue leyendo con gusto hoy en día, más de cincuenta años después de su publicación, y desde el punto de vista histórico ofrece al aficionado al cómic un raro atisbo de lo que fue el instante crucial en el cual el productor de género de masas se cruza con el artista en ciernes. Tatsumi todavía tenía que imaginar lo que quería llegar a ser, pero estaba trabajando en ello.

Esa naturaleza mixta de Black Blizzard hace que no sea fácil elegir la forma más correcta de presentarlo hoy en día. Por un lado, es evidente que es puro noir de consumo, producto industrial. Por otra parte, si se rescata hoy es por su valor como semilla de la novela gráfica contemporánea, en su rama japonesa, en la que en Occidente estamos asistiendo a la consagración definitiva de Tatsumi como maestro. Es decir, es un producto de consumo que se quiere vender a un público culto, y me parece que la decisión de Adrian Tomine (responsable de la edición canadiense) es modélica: es un libro muy bien presentado y muy agradable como objeto, muy digno y dotado del suficiente aparato contextual (incluida entrevista con el autor) pero que al mismo tiempo conserva ciertos rasgos de sus humildes orígenes, como un papel basto, alguna imperfección en la reproducción, o una tapa blanda que lo relaciona con la literatura de quiosco.

3 comentarios:

Robur dijo...

A mi me entretuvo, y aunque gráficamente es a veces burdo,el ansia cinematográfica en la composición es a veces genial como en descarrilamiento o los planos escapando por las montañas.

el tio berni dijo...

Es verdad que esa entrevista es fundamental para situar el tebeo. A mí no me mató, pero hay que tener en cuenta la edad de Tatsumi y la velocidad a la que lo dibujó. Su valor, como dices, es más el de documento que el por lo que representa como documento que por sus propias cualidades intrínsecas. Y dicho esto, yo me alegro de que se haya publicado y me alegro de tenerlo y haberlo leído.

EskaBleder dijo...

quita el nombre de ventisca negra es de mi blog porfavor asda.