lunes, 19 de septiembre de 2011

LA NOCHE DEL MURCIÉLAGO 9: ¡ES TAN MALO QUE ES BUENO!


(PARTE DEL CAPÍTULO SESENTA AÑOS DE TEBEOS)

¡ES TAN MALO QUE ES BUENO!

La serie de televisión de Batman se estrenó el 12 de enero de 1966, e inmediatamente una arrasadora ola de Batmanía anegó Estados Unidos de costa a costa, en un fenómeno desproporcionado como no se había visto otro antes ni se ha conocido ninguno semejante después. Como por arte de magia, centenares de objetos de merchandising llegaron a las estanterías de todo tipo de comercios, ofreciendo desde figuritas articuladas y reproducciones del Batmóvil hasta timbres y paracaídas de bicicleta, radios, ceniceros, huchas, periscopios, lámparas y, en general, cualquier artículo al que se pudiera anteponer el prefijo Bat. Ese mismo verano se estrenó una película en el cine basada en la serie y con los mismos intérpretes que contribuyó a subir la fiebre. El golpe de genio del productor ejecutivo William Dozier al insertar a Batman y Robin dentro de las coordenadas del pujante camp lo rodeó de un halo de invulnerabilidad frente a cualquier crítica. En un momento en el que Andy Warhol había hecho que los ojos del mundo se volvieran hacia los objetos de consumo perecederos y vulgares para reconocer el arte, Batman resultaba demasiado tonto para ser tomado en serio y, precisamente por eso, un personaje de su tiempo. Junto a los elevados índices de audiencia y los jugosos ingresos por venta de materiales derivados, la serie de televisión también inyectó sangre fresca a las ventas de los comic books, que en 1966 alcanzaron la nada despreciable cifra de un millón de ejemplares al mes.

DC se frotaba las manos, lógicamente, pero sus más fieles lectores estaban hartos del Batman camp. No sólo se sentían traicionados por la versión televisiva del personaje, que ahora presentaba universalmente a su misterioso Detective Enmascarado como un payaso disfrazado ridículamente que se da de tortas con otro puñado de payasos disfrazados aún más ridículamente mientras los padres se mondan de risa en el sofá, sino que esa versión estaba intoxicando los tebeos. DC abrazó el camp decididamente, y no sólo recuperó a Alfred por influencia de la tele, sino que también llenó las viñetas de onomatopeyas gigantescas (dominadas por el absurdo Zap!), puso en boca de Robin un recitado continuo de “Sagrados estos” y “Sagrados aquellos” (en la caja tonta, Robin no paraba de exclamar “Holy nosécuántos”, y la expresión se había convertido en su tarjeta de visita) y aumentó las apariciones de los catódicos Joker, Pingüino, Catwoman y Acertijo, involucrados en argumentos que, una vez más, abandonaban la austera elegancia del intrigante “New Look” propuesto por Schwartz e Infantino para revolcarse en la autoparodia estrafalaria. Paradójico: los años de mayor esplendor de Batman en toda su historia coincidían con una auténtica penitencia para sus admiradores más fieles. Pero DC lo dejaba bien claro en las polémicas páginas de correo de la época: mientras dure el camp televisivo, los tebeos serán camp. El Batmóvil descapotable y los chismes de la Batcueva fueron otros rasgos televisivos adoptados en el papel impreso.

De la serie de televisión salió la nueva Batgirl, Barbara Gordon, hija del comisario Gordon. Su debut se produjo en el episodio inaugural de la tercera temporada, “Enter Batgirl/Exit Penguin” (14 de septiembre de 1967) probablemente con el ánimo de reanimar unos índices de audiencia que ya iban cuesta abajo. Los tebeos, trabajando estrechamente con los productores televisivos, la adoptaron anticipadamente en “The Million Dollar Debut of Batgirl!” (Detective 359, enero 1967).

El 14 de marzo de 1968 llegó a su conclusión la aventura televisiva de Batman, y el final de la Batmanía dejó una resaca muy desagradable en los comic books. A pesar de que en septiembre de ese mismo año se estrenaba The Batman-Superman Hour, la primera serie de dibujos animados protagonizada por el Señor de la Noche, las ventas de DC mermaron considerablemente y el Dúo Dinámico se retiró de nuevo a la oscuridad y la indiferencia de todas las modas pasajeras que pierden la gracia y el favor del público.

La época camp estaba finiquitada, y el “New Look” había sido desmantelado. DC necesitaba darle un nuevo sentido a las aventuras de los defensores de Gotham City.

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