viernes, 5 de agosto de 2011

LITERATURA SUPERHEROICA 4: SUPERGODS


Para el cuarto y último libro de esta serie de posts voy a hacer trampa. Dije que comentaría cuatro novelas de superhéroes y Supergods (2011), de Grant Morrison, no es una novela. Es una especie de memoria superheroica de un fan convertido en guionista que ha convivido siempre con los superhéroes y cuya vida personal y carrera profesional ha estado determinada por estos. Pero la trampa es legítima, porque para Morrison los superhéroes son reales y las barreras entre realidad y ficción son porosas, de modo que escribir sobre la una es practicar la otra. Es decir, para Morrison unas memorias son una novela tanto como una novela son unas memorias.

El primer tercio de Supergods recuerda en gran medida a The Great Comic Book Heroes (1965), de Jules Feiffer, quizás el primer libro importante sobre los superhéroes escrito por un autor de cómics. Al igual que Feiffer, Morrison comenta los personajes más importantes de los orígenes del comic book, escribiendo una especie de historia interpretativa que tiene sus mejores momentos, tal vez, en la recuperación de personajes como el Capitán Marvel, portador del relámpago original místico de la creación superheroica. Sin embargo, estos primeros capítulos decepcionan por la obviedad de las opiniones de Morrison sobre los primeros años de Superman, Batman y demás. De alguien con fama de visionario uno esperaría ideas revolucionarias sobre los personajes que forjaron la mitología heroica, pero el texto de Morrison casi parece un aplicado refundido de las historias convencionales más populares de los últimos años, con Les Daniels a la cabeza. Un poco rutinario y desapegado, tal vez una introducción aceptable para el neófito, pero poco interesante para el lector especializado. Falta una visión personal que se hace más presente en las páginas dedicadas al Superman de la Silver Age editado por Mort Weisinger, el cual le sirvió de modelo para All Star Superman y, obviamente, es una de sus grandes influencias. También tiene interés en esta parte del libro el catálogo de referencias concretas que sirven para trazar el mapa de la obra posterior de Morrison. Por ejemplo, cómo descubrió el guionista escocés que se podía romper la cuarta pared en una historia de Flash de 1966 que es el modelo más directo para el final de su célebre etapa de Animal Man, o cómo la idea de que los superhéroes se pueden traspasar de la imaginación a la realidad para modificar el mundo ya aparece en la conclusión de la Saga Kree-Skrull de Roy Thomas y Neal Adams en Los Vengadores. También reivindica a guionistas de los setenta que son claramente sus maestros remotos: Steve Englehart, Don McGregor, Steve Gerber. Éste último, sobre todo, escribió los prototipos de Doom Patrol y Los Invisibles.

En 1978, Morrison descubre el punk y Supergods empieza a parecer de verdad una autobiografía. Con los inicios de la carrera profesional del autor, el libro gana en interés, en viveza y en inmediatez. Nos habla de cosas vividas de primera mano y sus opiniones son más lúcidas y reveladoras. Vemos a través de sus ojos el clima comiquero de la Gran Bretaña de los 80 que sirvió de caldo de cultivo para la Invasión Británica del comic book americano a finales de esa década. El análisis de Watchmen es espectacular, pero en él se revela ya un rasgo que irá acentuándose a medida que avance la historia: cierta obsesión de Morrison por quedar por encima de todos. Al mismo tiempo que exalta las virtudes de Watchmen, al criticarlas Morrison nos está diciendo que su obra mejora a la de Moore situándose en un plano superior, que llega a sitios a donde el formalismo riguroso y un poco de juguete de Moore y Gibbons no era capaz de llegar. Más adelante, se repetirán episodios de tenor semejante. Mark Millar, por ejemplo, aparece como un fan locamente admirador a quien Morrison introdujo de la mano en el mundillo del comic book profesional, a quien dio sus mejores oportunidades y a quien sugirió todas sus ideas. Al hablar de The Authority, explica que la elección de Mark Millar para continuarla surgió de una conferencia entre Warren Ellis y él mismo, y que fue Morrison quien indicó a Millar de qué manera debía escribir la serie. Posteriormente, según el libro, fue Morrison también quien recomendó a Millar para Ultimates, quien explicó a Millar qué dirección y tono debía tener Ultimates y quien, por fin, escribió como negro alguno de los episodios de Ultimates. Esto último no lo niego, porque si Morrison lo dice tampoco voy a pensar que está mintiendo, pero todo lo demás, incluso aunque fuera verdad, huele a intento desesperado de apropiarse del éxito ajeno, de convencernos de que «son sus ideas» las que nos gustan. Y uno no puede evitar pensar: si tan claro lo tenías, Grant, ¿por qué no lo hiciste tú? Porque si algo es evidente a lo largo de Supergods es que Morrison siempre ha buscado un gran hit, pero solo ha reventado la taquilla con personajes franquicia de primerísimo nivel (Batman, Superman, X-Men, JLA). Esta parcialidad que muestra en el juicio a sus compañeros también se traslada a los patrones: le resulta más fácil criticar a Marvel que a DC, que es la editorial con la que tiene contrato en exclusiva en la actualidad. Al respecto de las cuestiones relativas al trabajo para las grandes editoriales, Paul Gravett tiene un artículo muy interesante en el que critica la actitud de Morrison en Supergods frente a las políticas empresariales.

En parte este efecto de autoenaltecimiento se deriva del modelo histórico que Morrison ha elegido para su relato. De forma sorprendente para un autor de ideas tan absolutamente modernas, Morrison opta por un caduco esquema de historia vasariana, dividida en «edades» en la que la historia del cómic se personifica y adquiere los rasgos de un ser humano que va madurando y pasando de la etapa infantil a la adolescente y la adulta y, por tanto, de plenitud. Es un tipo de historia teleleológica, en el que inevitablemente todo lo anterior existe para converger en lo actual, que es su máxima y más madura expresión, y en el que por tanto Grant Morrison es la cúspide de toda la historia previa de los superhéroes. Lo que Miguel Ángel era para Vasari, Grant Morrison lo es para Grant Morrison. Divino.

Y divino no es una palabra que utilice a la ligera. Por supuesto, lo más interesante de la historia de Grant Morrison como escritor es la historia de Grant Morrison como chamán. A partir de su etapa punk, Morrison empieza a juguetear con la magia del caos y a tantear la hiperrealidad psicodélica. Es decir, la ficción real o la realidad de la ficción, que es, en cierta manera, una versión mística de la continuidad mediante la cual él mismo se introduce en las páginas de Animal Man o traza el plan de su propia vida a través de los episodios de Los Invisibles. El viaje místico de Morrison culmina en el episodio de Katmandú, un contacto extradimensional propiciado por el consumo de drogas que le permite ver la realidad del universo y le hace embarcarse en la misión de transmitir ese mensaje a través de sus tebeos.

Si el episodio de Katmandú le suena a alguien como el típico momento fundacional vivido por el líder de una secta, es que es eso exactamente. Y ésta es la idea final del libro, que los superhéroes son entidades metafóricas que nos permiten mediar con nuestro inconsciente de forma eficaz y colorida. Es decir, es una especie de sistema de deidades cuyo valor es alegórico, pero que carece del valor trascendente de lo religioso. Por tanto, funcionan como herramientas de autoayuda, que es lo que ha intentado poner en práctica Morrison en sus tebeos. Quizás por eso el aficionado al cómic haya sido siempre reacio a la autoayuda, porque Peter Parker ya cumplía esa función en su universo.

Supergods podría haber convertido a Morrison en un nuevo L. Ron Hubbard, pero sorprendente le falta la visión o la decisión para dar ese paso. Desde su mismo título, el libro parece pensado para ser una Dianética basada en los superhéroes, y no se puede negar que es un libro inspiracional. El final, que cierra el círculo de la ficción y la realidad, al explicar que DC le ha encargado el reboot de Superman, el personaje que pone en marcha toda la historia que cuenta el libro, parece otra prueba más de cómo la magia del caos funciona para aquellos que creen en ella. En sus propias palabras: «Las historias de superhéroes me despertaron a mi propio potencial. Me dieron la base de un código ético que todavía sigo. Inspiraron mi creatividad, me dieron dinero, e hicieron posible que convirtiera en una carrera profesional lo que hacía por placer. Me ayudaron a captar y comprender la geometría de las dimensiones superiores y me advirtieron del hecho de que todo es real, especialmente nuestras ficciones. Al ofrecerme modelos de rol cuyo heroísmo y cualidades trascendentes habían ido en el pasado acompañados de halos y túnicas flotantes, alimentaron en mí una sensación de lo cósmico y lo inefable que las pomposas y dogmáticamente estúpidas religiones paternalistas nunca podrían igualar. No necesitaba la fe. Mis dioses eran reales, hechos de papel y luz, y se enrollaban en mi bolsillo como si fueran una dimensión de supercuerdas».

Supergods es un libro irregular, que da la sensación de estar escrito a trompicones, con algunas partes muy apresuradas, con algunos capítulos demasiado obvios para el lector especializado y otros demasiado especializados para el lector general. Como los tebeos de Morrison, tiene ideas geniales dispersas, pero le falta cohesión y ritmo narrativo. Coincido con alguna de las propuestas principales de Supergods. Para mí, los superhéroes también son reales, y lo son también en la dimensión del papel y la tinta, y es por eso que mi concepto de realismo superheroico lo expresa perfectamente Secret Wars. En última instancia, Supergods es un libro sobre superhéroes escrito por uno de los guionistas responsables de uno de los mejores cómics de superhéroes de la última década (All Star Superman) y eso lo convierte en lectura obligatoria para todos los que estamos interesados en el género. Pero pocas veces me ocurre que termine de leer cuatrocientas páginas sobre un autor (y aún más, escritas por ese mismo autor) y al final tenga la sensación de que tiene una categoría menor de la que le atribuía antes de la lectura. Diré más: que incluso personalmente me cae peor que antes de leer el libro. Me quedo con la impresión de que Morrison ha pasado toda su carrera bajo un agudo síndrome del patito feo. Siempre ha querido ser Alan Moore o Neil Gaiman. Ya tiene 50 años, y todavía no lo ha conseguido.

21 comentarios:

David Intramuros dijo...

"Me quedo con la impresión de que Morrison ha pasado toda su carrera bajo un agudo síndrome del patito feo. Siempre ha querido ser Alan Moore o Neil Gaiman"

Ahí has dado en el clavo. Resulta un tanto decepcionante que alguien (auto)proclamado como visionario, con amplio conocimiento de "lo inconsciente" se descubra a sí mismo de una manera tan pueril en un texto autobiográfico.

Más puntos en común con otro iluminado/acomplejado: Jodorowsky, un señor que pese a haber creado un método terapeutico, parece incapaz de sacarse de encima cierto resentimiento paranoico acerca de lo mucho que ha aportado a la vanguardia y a la cultura pop y lo poco que se le ha acreditado por ello.

Simon dijo...

No creo que Morrison quiera ser Alan Moore, lo que sí creo es que le molesta la presencia de Alan Moore, porque juega como el contrapeso apolíneo a su propuesta dionisíaca y nadie va a dejar de recordárselo. Ni él mismo, que en los Seven Soldiers se dice a sí mismo "you've just been ok" (en comparación a Moore).

Para disfrutar de los Invisibles tuve que entrar desde el paradigma de la magia del caos; y así he hecho con todas sus obras recientes importantes. Y desde esa perspectiva, lo que hace es increíble. Pero tienes que hacer ese clic consciente, voluntario, y eso es algo que no todos están dispuestos a hacer; Watchmen, en cambio, es autoevidente...

Es el tema de decantarte por los (metafóricos) hemisferios izquiedo o derecho. Estamos más educados para disfrutar de una obra hecha desde el primero que por el segundo. Motivo por el que aún a estas alturas se pregunte "qué significa" un cuadro abstracto o se asegure que un niño de tres años puede hacer esos dibujines bidimensionales que tan de moda están entre el cómic indie.

Santiago García dijo...

Simon, cuando digo que Morrison "ha querido ser Alan Moore o Neil Gaiman", no me refiero a su obra, obviamente. He disfrutado de muchos tebeos de Morrison y creo que tiene una personalidad artística diferenciada de cada uno de los otros dos guionistas británicos. A lo que me refiero es a que siempre ha querido ser el más reconocido, y tener un nivel de éxito y de dinero que Gaiman y Moore han superado ampliamente. Esa impresión me ha quedado, tal vez equivocada, pero eso me han transmitido las 400 páginas de "Supergods". Cuando hablo del síndrome del patito feo, me refiero al típico chaval friki y retraído de niño que se siente ansioso por demostrar lo cool y guay que es cuando se hace mayor y eclosiona. Y que no supera nunca esa fase porque, por mucho que se esfuerce, resulta que hay otros que son más cool sin (aparentemente) esforzarse tanto. Bueno, supongo que eso es el cool (remito aquí a un mítico episodio de Buffy, "The Zeppo"). O sea, que Morrison utilice como guía para escribir la magia del caos o el Marvel Handbook no tiene mucho que ver con lo que quería decir.

Que (creo) es lo que ha interpretado también Intramuros. Lo que ya no entro a valorar es si la comparación con Jodorowsky es o no acertada. Sí que creo que a Morrison le falta un paso para hacer como Jodorowsky, salir de gira por los teatros a resolver los problemas a la gente utilizando su ficción mágica.

Simon dijo...

Ah, en esa vertiente no tengo ni idea y todavía no he llegado a esa parte del libro como para opinar. Yo siempre había interpretado su odio hacia Moore (no recuerdo comentarios hacia Gaiman) como algo muy condicionado por la obra que ha hecho el barbudo; en realidad, parte del metatexto de sus Seven Soldiers y Final Crisis es resolver ese gusto por lo "negro y realista" que desataron Moore y Miller.

Simon dijo...

Sobre Jodoroswky sólo diré que alguien que al que se le acusa constantemente de "iluminado" tiene todo mi aprecio :D

Santiago García dijo...

Yo no creo que Morrison odie a Moore (ni a Gaiman). Sospecho que los envidia (a su pesar). Aunque sospecho también que lo que más le duele el éxito de Mark Millar. Pero desde luego, en ninguna parte del texto dice tal cosa. Eso es solo mi interpretación, la impresión que me ha producido a mí el conjunto.

Por cierto, que hay una cosa curiosa que tiene que ver con la relación Morrison-Moore y que enlaza con el tema de estos cuatro posts sobre "literatura superheroica", ya que remite precisamente a "Superfolks", el primer capítulo de esta minisaga de Mandorla. Después de dar la brasa denunciando que Moore había poco menos que plagiado "Watchmen" y otras de "Superfolks", después de escribir un prólogo para la reedición de "Superfolks" de 2005... en "Supergods" Morrison no menciona ni una sola vez el nombre de Robert Mayer (corregidme si me equivoco) y creo que solo una vez cita el título "Superfolks". De pronto, ya no es algo relevante a la hora de hablar (de forma muy prolija y profunda) sobre "Watchmen" y "Miracleman". Ya no merece ni una mención. Sí cita como referencia literaria lejana de Moore el relato de Larry Niven "Man of Steel, Woman of Kleenex" (1971). Pero no "Superfolks". Me ha parecido como poco sorprendente. ¿Ha habido algún cambio de opinión de Morrison en el asunto "Superfolks"-Moore desde 2005 hasta ahora? ¿Qué le lleva a ignorar lo que durante tantos años ha aireado en el momento precisamente en que tenía mejores motivos para tratarlo a fondo? Es algo que me ha sorprendido, la verdad.

TEBEOBIEN dijo...

bueeeeno, me voy a arremangar porque este tema me interesa particularmente y hay un par de cosas que me gustaría apuntar, todo sobre morrison-personaje, claro.
1. morrison no es un estafador, por lo tanto no podría ser hubbard. quiero decir, hubbard era un farsante y un ladrón. la cienciología, la dianética y toda su doctrina es, básicamente, 'mentira'. quiero decir mentira-mentira, no mentira-realidad, ya me pilláis. él no se creía esa locura que se montó, destinada básicamente a follarse jovencitos/as y esquilmar a incautos. no hubo verdad 'revelada', fue 'construida' a tavés de un popurrí insano que iba de crowley a heinlein tó loco.
2. entonces, se cree morrison su rollo? yo diría que no, pero por ahora no quiere timar a nadie. es la impresión que me da, ojo. pienso que es complicado dar el paso del 46 & 2 (ver http://en.wikipedia.org/wiki/Drunvalo_Melchizedek) y seguir escribiendo superhéroes para marvel. o salir en vídeos de my chemical romance.
3. básicamente, estoy de acuerdo con tu teoría, santiago. o sea, ya es un señor, tiene una edad. no puede ser un gran maestro. todavía no se ha encontrado.
4. y es que su constructo universal, bueno, no me lo creo. y creo firmemente que él tampoco. y ahora si hablo de él como escritor: es brillante, pero fijaos. en all star superman, que es una maravilla, no deja de explicitar su mensaje. para dummies. y no. en esa cita dice que no aguanta 'las religiones paternalistas', y eso son sus tebeos desde que empezó con su rollo: guías ilustradas con menos sal de lo que parece, con más puntos en común con un panfleto newager con bso de jean michel jarre que con una enseñanza encriptada en una pintura de roerich. hala.

David Intramuros dijo...

Tebeobien, pese a que en sus tebeos, Morrison mete mucha teoría, no creo que lo presente todo masticadito. Que vienen con manual de instrucciones, vale, pero tampoco deja todo al descubierto, y lo "sub" tiene espacio para operar. Peor me parece, por ejemplo, el célebre caso de "From Hell" y sus anotaciones, eso si es pasar una obra por el pasapurés.

Estoy de acuerdo con Santiago en cuanto a lo de Millar. A ambos les une el ansia de hacerse famosos, y en una personalidad como la de Morrison eso de que el alumno haya superado al maestro en ese campo, tiene que escocer mucho.

Sobre Jodorowsky me aclaro: Hablo de esas declaraciones que suelta de vez en cuando de que si le robaron el equipo artístico de Dune para hacer Alien, que si los Stones le produjeron una película, que si la pintada de "La imaginación al poder" en Mayo del 68 fue idea suya, que si inventó el concepto de performance... esas cosas de "gurú en la sombra" con el subtexto "soy famoso, pero debería haberlo sido más".

Y ojo, que a nivel artístico, tanto Jodo como Morrison me parecen cojonudos, solo que en lo personal, cuando cuentan su vida, me decepcionan un poquito.

Pepo Pérez dijo...

Morrison se cree su rollo, vaya si se lo cree. Gnóstico en sentido literal, con visión iniciática incluida. La iba buscando, la visión, digo, y la tuvo. Me creo todo lo que cuenta, y creo que -para él- es la verdad. También creo que algunos de sus trucos de "psicomagia", por usar el término de Jodorowsky, dan resultado porque condicionan a tu mente para hacer las cosas bien, para afrontar los proyectos, trabajos, etc., de manera positiva y creyendo realmente en que los terminarás y saldrán bien, etc. En fin, que sirve como autoayuda, sí, yo creo que sí. Y, tal vez, tal vez, no lo sé, algo de lo que cuenta, algo, no lo sé, ojalá pudiera saberlo a ciencia cierta, sea cierto, científicamente hablando. Igual en el futuro la ciencia explica algunas cosas que él te explica ahora esotéricamente, gnósticamente. Pero sí, Tebeobien: él "ha visto", gnóstico, él "cree", y él transmite "sólo lo que ha visto". Es mi impresión.

Sus tebeos, yo no creo que sean tan evidentes. Hay "manual de autoyuda" en ellos, sin duda, pero creo como Intramuros que esa autoayuda está en un plano no demasiado explícito que lo hace "aceptable" en un sentido artístico. Al menos en mi opinión, claro, para mi gusto. Tiene tebeos muy irregulares, y algunas obras maestras. Como dice Santiago, ahí estoy de acuerdo con él, ha dado lo mejor de sí con superhéroes clásicos, quiero decir, con iconos de las dos grandes editoriales de superhéroes, DC sobre todo. Para mi gusto, All Star Superman y JLA: Earth 2 son dos obras maestras del género. Y aun gustándome ideas sueltas, momentos, secuencias brillantes, de Invislbles o The Filth, no son obras de las que diría realmente conseguidas o redondas o de auténtico peso en su conjunto (como queráis llamarlo). Todo esto para mi gusto, evidentemente.

Supergods. Lo leeré pronto. Está en camino, debe estar al caer...

mutha dijo...

hola buenas. tan solo una pregunta... sabeis si este libro está editado en españa (y por tanto en castellano)?? saludos alicantinos y gracias.

Santiago García dijo...

Acaba de salir en inglés, mutha, así que imagino que tardará un poco en llegar a España, si es que alguna editorial se anima a traducirlo.

David Muñoz dijo...

Yo aún no he podido leer el libro, pero lo que cuentas hace que me interese más aún leerlo. Yo entiendo a Morrison y sus rabietas. Pese a su trayectoria es probable que aunque no te interesen los cómics pero sí el cine o la literatura, te suenen Moore y Gaiman y sus creaciones, pero es muy raro que sepas ni siquiera que exista Grant Morrison y cualquiera de sus obras más personales (lo malo de que tus éxitos sean con personajes ajenos es que sus nombres “pueden” más que los de sus autores). Sin embargo, en el caso de Morrison, se da la paradoja de que muchas de sus ideas han sido saqueadas por otros como parte de obras que si han sido éxitos (como Matrix). Y eso tiene que joder. Y mucho. La verdad es que me parece interesante que Morrison se muestre así de abiertamente, y que le pueda más la necesidad de validarse delante de sus lectores que la certeza de que muchos de ellos van a pensar que se está comportando de una forma mezquina. Morrison no es un “superdios”, sino un hombre que sueña con dioses, y como tal no se libra de sentir envidia o rencor. A mí este tipo de lecturas suelen tranquilizarme, me recuerdan que detrás de la máscara de buenrollismo que casi todo el mundo se calza en público (por Ej. en esas entregas de premios donde todo son parabienes y palmaditas en la espalda) hay personas como yo. No estaría nada mal un “La sombra de Naipul” (el libro de Paul Theroux sobre su antiguo mentor, el nobel Vidia S. Naipul) de Millar sobre Morrison… Luego, me produce simpatía la situación en la que se encuentra Morrison. Querría ser Moore y tener su Watchmen, pero luego se pone y le sale The Filth (que a mí me encanta). Y claro, así no pretenderá que las multitudes se rindan a su talento. Quizá por eso hace poco publicó la patética “Joe the Barbarian”, una bobada como de película de la Amblin pero sin humor ni corazón que parecía diseñada para mostrar a los estudios que podría hacerse una película con ella. Ah, respecto a eso y el dinero, creo que Morrison puede haber ganado tanto como Gaiman y mucho más que Moore (que hace poco decía que había escrito los tebeos de horror lovecraftiano de Avatar porque le hacían falta urgentemente unas cuantas miles de libras). Además de lo que todos ya sabemos, Morrison lleva años desarrollando guiones para Hollywood que aunque no se hayan rodado supongo que habrá cobrado. Eso es otra cosa curiosa y que muestra una vez más la “paradoja Morrison”. Él quiere ser una puta de lujo (como somos todos los guionistas) pero no acaba de salirle. No es tan dócil (ni creativamente tan convencional) como querrían los productores y los directores. Conozco de primera mano historias sobre el Morrison guionista y parece que no es nada fácil trabajar con él.

David Muñoz dijo...

Pues por fin me estoy leyendo el libro de Morrison (me quedan unas 100 páginas) y uff… que bajón. Sobre todo me parece aburrido. Como historia de los cómics de superhéroes cuenta poca cosa que no se haya contado ya antes mil veces (y encima las cuenta regular), y como autobiografía deja mucho que desear (cuenta poca cosa y encima apenas profundiza en ellas). Son muchos más interesantes la mayoría de las entrevistas con él que hay colgadas por ahí. A lo mejor si en vez de escribir esta especie de híbrido raruno entre autobiografía y ensayo hubiera optado por escribir un libro que podría haberse llamado “Supergods. My life in Comics” (o algo por el estilo), el resultado habría sido más interesante. Pero así no funciona. Es una lectura muy insatisfactoria. Un tostón, vaya. Su historia de los cómics de superhéroes es un barullo, sobre todo a partir de los años 70 (y dudo mucho que pueda entender de qué está hablando alguien que no esté familiarizado de antemano con los temas que toca; algo a lo que no ayuda la ausencia de ilustraciones) y en cuanto a su historia personal, son otra vez las anécdotas que ya ha contado una y otra vez en decenas de entrevistas, solo que contadas de forma mucho más superficial y menos divertida (muchas tampoco se entienden demasiado bien). Pero lo peor es eso, que al tratar de combinar el ensayo sobre los superhéroes con la autobiografía, los comentarios sobre su aportación a la historia de los “superdioses” o sobre detalles de su vida personal parecen metidos con calzador y dan la impresión de estar ahí para darse importancia. Se pasa continuamente de un tono frío y distante, “objetivo”, a la subjetividad más absoluta. Es como si hubiera mezclado dos o tres libros sin terminar de decidirse por cuál le gustaba más.

Santiago García dijo...

Yo creo que más allá de que uno comulgue o no con las opiniones de Morrison, lo que parece bastante evidente en este libro es que está escrito un poco precipitadamente. O esa impresión me ha dado a mí, que ha ido escribiendo a ratos sueltos y luego se ha metido un arreón para terminarlo para una fecha determinada y la cosa está poco revisada y digerida, y le ha quedado irregular. Por supuesto, que puede ser una impresión completamente equivocada y subjetiva, a lo mejor el hombre se lo ha currado muchísimo, pero los desniveles que tiene el libro, que casi parece que muestran altibajos de interés/desinterés me parecen típicos de algo hecho un poco a saltos.

Florentino López dijo...

Hola, perdón por comentar con tanto retraso, pero acabo de descubrir el blog. Yo me leí el libro de Morrison este verano y me gusto.

Primero lo malo:

Estoy de acuerdo con que ha sido escrito a tirones y falta un trabajo de revisión bien pensado y medido. Pero en cierto modo es lo que siempre le ha pasado a Morrison con los tebeos, tiene un brainstorming brillante con ideas cojonudas, pero a la hora de llevarlas a la práctica se queda todo a medio camino.

Es curioso que a mí el libro me ha despertado una gran simpatía hacia Morrison. Hace años cuando me leía sus entrevistas siempre me tiraba para atras la pose de divo new age y de superestrella. Con los años empecé a ver que había cierta ironía y autocachondeo en su personaje público. Con este libro ha acabado cayendo bien, con su adolescencia de friki pajillero y esa necesidad freudiana de "matar al padre" cada vez que menta a Moore.

Con los años también le he acabado cogiendo aprecio por ser quizás el único guionista británico que sigue haciendo tebeos de superheroes y sospecho que el único al que realmente le gustaba el género. Todos los demás han huido del genero superheroico e incluso del cómic como medio. Moore, Gaiman, Millar, Ellis han utilizado el cómic de superheroes como plataforma y lo han abandonado.

Cuando mezcla la autobibliografía con el repaso histórico se le empieza a ir por la borda cualquier tipo de objetividad y acaba poniendo sus tebeos como ejemplo máximo del arte del cómic de superheroes.

Florentino López dijo...

Y ahora lo bueno:

El libro destila verdadero amor por el género y además con una frescura poco común. Los aficionados y autores somos gente ya de una cierta edad que tendemos a tener opiniones y gustos fosilizados desde nuestras infancias. Es francamente embriagador el encontrar a alguien que todavía recuerde el motivo por el que el género es tan fascinante y que además sea capaz de transmitirlo en sus obras. Pocos tebeos como All Star Superman han captado el sentido de la maravilla que caracteriza al género.

La tesis central del libro es la misma que en toda la obra de Morrison y es la que también defiende en sus entrevistas: La realidad y la ficción son igual de importantes y se influencian mutuamente. Desde luego no es una idea original de Morrison, pero hay que concederle que es de las personas que mejor ha sabido explicarla y aplicarla junto a Moore. Personalmente me resulta fascinante esa cosmología propia que se ha ido montando a lo largo de los años a base de coger elementos de diferentes fuentes. Pero supongo que eso me convierte en candidato para ser embaucado cuando monte su propia versión de la Cienciología ;)

En fin, a mí me resulto una lectura interesante a pesar de sus obvios defectos.

Un saludo.

Santiago García dijo...

Bastante de acuerdo contigo, Florentino. Todo lo que dices lo veo yo también, aunque al final me produzca reacciones un poco distintas. Pero eso ya entra en los gustos de cada cual.

Y ahora, la pregunta malintencionada (sin mala intención): ¿Morrison ha seguido haciendo superhéroes "porque le gustan" o porque no ha sido capaz de dar ese salto a otros campos que sí han dado Gaiman o Moore? Porque ahora tiene proyectos de cine en marcha, y resulta que del reboot DC sólo hace una serie, casualmente el peso pesado, Action Comics.

Florentino López dijo...

jajaja muy buena pregunta. Creo que un poco por las dos cosas.

En mi opinión Morrison continúa sintiendo mucho aprecio por el género y el medio, en su trabajo hay un cariño que no se puede falsificar. Por ejemplo, ese cariño es una de las cosas que más hecho en falta en los últimos trabajos de Millar, tanto su despedida de los Ultimates como sus miniseries "rompedoras".

Por otro lado es innegable que la jugada de "dar el salto" no le ha funcionado como le hubiese gustado y se ha acabado teniendo que conformar con ser una fulana de lujo en los tebeos de superhéroes. Me imagino a Morrison escribiendo el capítulo de Watchmen mientras veía las masas de indignados por la tele y pensando "por fin lo han entendido" para que a continuación aparezca en plano algún pardal con careta de V y nadie disfrazado de King Mob. De ahí la rabieta anti-Moore XD

Me estuve ayer leyendo el enlace que (creo) pusiste a una reseña del libro donde le daban un somero repaso a Morrison por favorecer a DC. Por mucha posturita pública que ponga de "rebelde" hace años que decidió que su vida sería mucho más fácil siendo un hombre de la compañía. Ojo, que me parece cojonudo, el venderse un poquillo es parte del hacerse adulto.

Florentino López dijo...

Y ahora una de dorar la píldora en público.

Hasta ayer no tenía ni idea de la existencia de este blog y no sabía que la identidad secreta de Trajano Bermudez era Santiago García.

En su momento me gusto mucho tu libro de Batman y solía leerte en el U. Tus artículos siempre me gustaron por estar en una sutil zona intermedia de apreciación de lo indie y lo mainstream que es muy poco común. La mayoría de críticos y autores siempre tienden a uno de los dos polos o escuelas de pensamiento por ser una forma más sencilla de gestionar la información.

Yo mismo como lector tiendo a pecar bastante de pijamero y muchas veces me acerco a ciertas obras con el prejuicio de "haber que me cuenta el gafapasta este".

Pues nada más, gracias por tu trabajo y ya me iré poniendo al día con los atrasados del blog.

Un saludo.

frog2000 dijo...

Morrison se va de DC ahora mismo para... ¿¿??

A mí el libro no me ha parecido el tostón que le ha parecido a otros, aunque algunas de las cosas que cuenta ya nos las sabíamos de "pé a pá" (aunque creo que le resultan necesarias para explicar SU historia). Sin embargo, cuando aguza el ingenio y regala pepitas doradas como su análisis de Watchmen, con el que parece que nos esté diciendo que de las obras mayores todavía no está todo dicho, ahí es cuando creo que el libro sube enteros y se disfruta una barbaridad y también se aprende la leche. Saludos!!

Santiago García dijo...

Supongo que has leído la edición española que acaba de salir, ¿no?