1943: LAS METAMORFOSIS
En 1943, el auge de los superhéroes, favorecido por la guerra, arrastraba al comic book hacia la cumbre de su Edad de Oro, cumbre que alcanzaría definitivamente al año siguiente. Si proliferaban los nuevos editores y todos los justicieros gozaban de una popularidad incomparable (con el Capitán Marvel de Fawcett, más de 14 millones de copias vendidas en 1944, a la cabeza), lógicamente Batman, uno de los puntales de DC, también tenía que vivir momentos de esplendor. Es precisamente entonces cuando se trasladará a dos soportes distintos del que le originó, doble traslación que tendrá notable influencia en el desarrollo del comic book del Cruzado Enmascarado durante las siguientes décadas. Aunque Batman ya había aparecido como invitado especial en el serial radiofónico de Superman, su nueva aventura sería mucho más relevante: una tira de prensa y un serial cinematográfico, que supondrá la primera adaptación fílmica de las aventuras del Dúo Dinámico.
El serial cinematográfico, con el sucinto título de Batman, fue una producción de la Columbia que se estrenó el 16 de julio de 1943, y constó de quince capítulos. Probablemente a él se deban un par de incorporaciones decisivas al mito de Batman, como son el mayordomo Alfred y la Batcueva. Según Joe Desris, quizás el más destacado investigador de todo lo relacionado con el Hombre Murciélago que existe en el mundo, “En un guión de rodaje del serial (fechado el 5 de febrero de 1943) es en el sitio donde se llama por primera vez a la cueva de Batman la “Bat’s Cave” (“La Cueva del Murciélago”). De hecho, el título del segundo capítulo del serial es “The Bat’s Cave”.” Por lo que se refiere a Alfred, su primera aparición en el comic book es en Batman 16 (abril-mayo 1943), pero los guiones del serial tienen fecha anterior a que ese número se pusiera a la venta, lo que hace que Desris conjeture que “DC y los autores del serial (Victor McLeod, Leslie Swabacker, Harry Fraser) estaban colaborando.” En todo caso, DC decidió que tenía que ser la versión viñetera la que se adaptara a la cinematográfica, y no al revés. El Alfred que sale en los tebeos es grueso y patoso, situación que se corrige a partir de Detective Comics 83 (enero 1944), un episodio dibujado por Jack Burnley en el que el voluminoso Alfred marcha de vacaciones y regresa tan escuchimizado como hoy lo conocemos tras someterse a un régimen alimenticio y gimnástico intensivo durante una estancia en el campo. Curiosamente, el “Alfred delgado” se había visto impreso antes que en el comic book en la tira de prensa, de la que hablaremos más adelante. Por lo demás, la primera versión del Señor de la Noche en la pantalla no conservó demasiados de los elementos típicos de sus aventuras. Salía Batman, obviamente, con un disfraz muy fiel (quizás demasiado) al de los tebeos, y junto a él combatía Robin. Linda Page era la chica de Bruce Wayne, pero no se veía por ningún lado al comisario Gordon, ni tampoco a ninguno de los villanos ya populares, como el Joker. El vehículo utilizado por el héroe era un automóvil cualquiera, no su ya célebre Batmóvil, y lo mismo ocurría con su medio de desplazamiento aéreo, un avión normal y corriente, probablemente debido que las estrecheces del presupuesto no permitían adaptar máquinas personalizadas. Bajo la dirección de Lambert Hillyer, que tenía en su currículum varios westerns de serie B y dos películas de horror protagonizadas por Boris Karloff (The Invisible Ray) y Bela Lugosi (Dracula’s Daughter), se calzaban las máscaras justicieras Lewis Wilson (Batman) y Douglas Croft (Robin). Para espanto de Bob Kane, ninguno de los dos parecía dar el tipo que exigían sus atléticos y acrobáticos personajes enfundados en mallas ajustadas, y el efecto que produce hoy en día su estampa es más bien esperpéntico. “El actor que interpretaba a Batman era un mocetón pasado de kilos llamado Lewis Wilson, que debería haber sido obligado a seguir un régimen antes de asumir el papel -recuerda el dibujante-. Robin, interpretado por Douglas Croft, fue otro error de casting, ¡un hombre de veintitantos intentando hacer de chico de quince años!” El villano de la serie era el Dr. Daka, interpretado por J. Carrol Naish, y sin duda el que ostenta un palmarés más brillante del trío: Beau Geste (1939), Blood and Sand (1941), House of Frankenstein (1945), Blood of Frankenstein (1970) y papeles fijos en series de televisión como The New Adventures of Charlie Chan (1957). Linda era interpretada por Shirley Patterson y Alfred por William Austin.
El argumento, alejado de los que podían encontrarse en el comic book, es una muestra de entretenimiento propagandístico en tiempos de guerra. El Dr. Daka es el clásico malvado oriental sobre el cual se acumulan todo tipo de estereotipos racistas. El maléfico villano intenta producir una superarma secreta y, para conseguirlo, utiliza un ejército de zombis al cual se oponen los Cruzados Enmascarados en una sucesión de peripecias extravagantes y “cliffhangers” ininterrumpidos. Según escribe James Van Hise en el libro Batmania: “Por encima de todo, Batman es un serial bastante entretenido, aunque el argumento siga los caminos ya familiares en la mayoría de las películas de suspense y no destaca de la misma manera que destacan las mejores series de la Republic.”
La tira de prensa, por su parte, desencadenaría una revolución en el comic book que daría paso a la producción de algunos de los mejores episodios de su etapa clásica. El motivo es bien sencillo: Bob Kane se marchó a ocuparse del material para los periódicos, y los tebeos de DC quedaron en manos de dibujantes tan extraordinarios como Jerry Robinson, Dick Sprang (1915), Jack Burnley (1911) y Sheldon Moldoff (1920), que serán quienes definan la estética del personaje durante los siguientes veinte años.
En realidad, DC ya había empezado desde 1941 a acumular un inventario de historias de Batman dibujadas por artistas distintos a Bob Kane y su equipo, en previsión de que el creador del Señor de la Noche fuera reclutado por el ejército. Aunque esto no sucedió, el deseo de Kane de probar fortuna en el tan prestigioso campo de las tiras diarias dejó abierta la puerta al relevo artístico.
La tira de prensa fue gestionada por el McClure Syndicate, pero toda la labor de producción la realizó DC, que entregaba el material completamente terminado a la agencia para que esta se ocupara de distribuirla a los periódicos suscritos. McClure no era un gran Syndicate, a la altura del mítico King Features, pero era el que llevaba la tira de Superman (1939-1966), y eso, unido al hecho de que los capitostes de DC no encontraron una oferta mejor, seguramente fue lo que les decidió a contratar con esta modesta empresa. Editada por Jack Schiff, la tira de prensa Batman y Robin debutó el 25 de octubre de 1943. Tras una secuencia de presentación, que contiene la primera vez en historieta que aparece la Batcueva definida como tal (y con un plano en corte lateral, nada menos), la primera historia llevaría guión de Bill Finger, lápices de Bob Kane y entintado de Charles Paris. Sería precisamente aquí donde Paris (1911) comenzaría su relación profesional con el Hombre Murciélago, relación que continuaría posteriormente en los comic books, extendiéndose durante 22 años consecutivos, lo cual le convierte en el entintador más importante en toda la historia del personaje, y uno sin el cual sería difícil entender la estética de los años 40 y 50. “Charlie era un entintador soberbio -puntualiza Dick Sprang, que se benefició de su trabajo desde 1946-. Hace poco leí la transcripción de una mesa redonda en una Convención de Comics de Chicago celebrada a principios de los 80, y a varios artistas se les preguntó su opinión sobre lo que les ocurría a sus lápices cuando eran entintados por otros. Todos tuvieron una respuesta negativa. Bueno, a mí eso nunca me pasó. Yo usaba el trazo energético, la línea fluida y la línea fina. Mis primeros lápices eran muy cerrados. Por ejemplo, en el muslo de Batman, desde la rodilla hasta la cadera variaba el ancho de la línea. Con esa clase de línea se le da cierta redondez al muslo, a la pierna, y así con todo. Yo hacía los lápices así porque en esos momentos no sabía quién demonios iba a entintarlos, y quería que se conservara esa línea energética y fluida. Bueno, pues Charlie la conservaba de una forma maravillosa. Después de que vi aparecer publicados algunos trabajos y comprendí que era Paris quien los hacía, ya no tuve necesidad de hacer los lápices al estilo que los había estado haciendo. Sólo tenía que darle el contorno y Charlie, con su enorme talento, lo entintaba maravillosamente. Charlie fue un artesano soberbio, y sigue siéndolo. Ya no entinta, pero por lo que a mí respecta, es uno de los gigantes de la industria. Quedé extremadamente satisfecho de todos sus entintados, así que no estoy de acuerdo con los que hablaron en Chicago.”
Hasta su cancelación, el 2 de noviembre de 1946, se publicaron 948 tiras diarias, divididas en 16 historias distintas. Los guionistas que participaron fueron Bill Finger, Don Cameron, Al Schwartz y el mismo Jack Schiff, editor de la serie. En los lápices, Kane recibió un par de veces la ayuda de Jack Burnley, y hay un episodio entero dibujado por Dick Sprang. Precisamente ése está entintado por Stan Kaye, y es el único que no lleva tintas de Paris.
Al contrario que en el cine, en las tiras de prensa sí se reflejó todo lo que se había convertido en el entorno y el folklore de Batman. Su pupilo, Robin, su mayordomo, Alfred, su relación cooperativa con el comisario Gordon y la policía de Gotham, el Batmóvil... lo único que se echa en falta es el constante flujo de villanos que para entonces ya infestaban los comic books. De hecho, el único de los grandes adversarios de Batman que visitarán las tiras es, cómo no, el omnipresente Joker. A cambio, el Dúo Dinámico se enfrentará a malhechores y crímenes más a ras de tierra: bandas de criminales organizados, reyezuelos que dominan pequeñas ciudades mediante la corrupción, ladrones de pieles dispuestos a matar para proteger su sucio negocio. Aunque, como hemos visto, Finger y Kane dominan la mayor parte de las tiras, el tono varía sensiblemente respecto a lo que es normal en los comic books, tomando un sesgo más adulto, que incide menos en los aspectos superheroicos de los personajes y más en el drama y los elementos propios del género negro. Armados con armamento tan prosaico como una sencilla pistola, los gángsters que pueblan Batman y Robin son, sin embargo, más temibles y estremecedores que la mayoría de los supercriminales disfrazados. Entre los más notables, Pomade, un bruto de faz horrible y corazón de poeta que muere maldiciendo al mundo y aborreciendo a la humanidad, y cuya inspiración, como en tantos de los adversarios primeros de Batman, procede del Dick Tracy de Chester Gould. Pero también hay espacio para el humor en estas aventuras. El episodio de Sprang, “Un cambio de disfraz”, es una divertida comedia de equivocaciones en la que Batman y Robin acuden a un baile de disfraces como Luis XVI y María Antonieta, respectivamente. Igualmente cómico es el que hay que considerar más original de todos los episodios: “Su misión más difícil”. Batman y Robin están en esta ocasión al borde del fracaso, pues la dichosa misión consiste en encontrar un apartamento libre en Gotham City. La tarea resulta tan ardua que, cuando ya desalentados y al borde de rendirse, los Cruzados Encapuchados tienen una idea, no reparan demasiado en la moralidad de su ocurrencia: acosar a un conocido delincuente hasta que puedan arrestarle para que así quede libre su vivienda.
A pesar de sus esfuerzos por atraer al público lector de periódicos, Batman y Robin no estaba en condiciones de competir con los Milton Caniff, Alex Raymond, Roy Crane y demás autores legendarios de tiras de aventuras que estaban produciéndose en esos momentos. Además, el giro en los planteamientos hacia un mayor “realismo” provocó que Batman y Robin aparecieran muy poco por la serie, al menos con sus disfraces característicos. En el 39% de las tiras no se ve a los famosos justicieros en su identidad enmascarada, lo cual hace que nos preguntemos, ¿si no vas a sacar a Batman y Robin, para qué quieres hacer una tira de ellos? Además de éstas, también se señalan como razones para el fracaso de la serie la debilidad del McClure Syndicate para promocionar su producto y la ya tradicional falta de impacto de los superhéroes del comic book en la prensa (fenómeno que se reproduce también a la inversa). El nivel de la serie descendió hasta desembocar en un último capítulo plenamente superheroico, “El mortífero profesor Radium”, que era una versión de una historia ya publicada en Batman 8 (diciembre-enero 1942).
La serie también contó con su correspondiente página dominical a todo color, que desarrollaba su propia continuidad al margen de las tiras diarias. Las dominicales iniciaron su andadura el 7 de noviembre de 1943, y concluyeron el 27 de octubre de 1946, tras publicar 26 historias, la última de ellas, por cierto, de lo más breve: sólo dos páginas. Los guiones de estas planchas se los repartieron entre Bill Finger y Al Schwartz, pero Bob Kane no pudo mantener el ritmo de entregas, y a partir del tercer episodio cedió el puesto de dibujante a Jack Burnley, que, entintado por Paris, hizo prácticamente casi toda la serie. Las dominicales presentan argumentos menos complejos que las diarias, y notablemente más ligeros y suaves, con presencia abundante de la galería de villanos establecida: el Pingüino, el Joker, Catwoman y Dos Caras. Precisamente la historia protagonizada por este último es de las más singulares, puesto que es una versión de su primera aparición en los comic books que presenta casi tantas variaciones como puntos de contacto con la original. Ahora, por ejemplo, Harvey Dent se llama Harvey Apollo y no es fiscal del distrito, sino un vanidoso actor que tiene que declarar como testigo en un juicio contra un jefe mafioso. A medida que se desarrolla el argumento, asistimos a la recuperación de varios puntos de la historia original, y ciertas variaciones curiosas. La más sorprendente de todas es, sin duda, que Dos Caras muere al ahorcarse accidentalmente con unos cables en un auto-cine.
Lo más interesante de estas dominicales es, sin duda, el excelente trabajo de Jack Burnley. Los editores de DC querían poner a Dick Sprang en las tiras y las dominicales, pero un malentendido impidió que se consumara el acuerdo (Sprang creyó, equivocadamente, que tendría que hacer lápiz y entintado por menos dinero de lo que ganaba con los comic books), lo cual indudablemente podría haber variado de forma decisiva el futuro de Batman, dando más posibilidades de vida a su versión periodística, pero privándonos de momentos espléndidos en los comic books.
Aunque casi siempre que se habla de “la tira de prensa de Batman” nos referimos a la que hemos comentado, lo cierto es que Batman volvió a los periódicos con posterioridad a 1946, aunque con mucha menor relevancia y éxito. En 1953 apareció una oscura y fugaz serie sobre la que existen pocos datos confirmados, pero en la que parece ser que podría haber estado implicado Walter Gibson, conocido por crear y escribir La Sombra con el seudónimo de Maxwell Grant. Lógicamente, la serie de televisión de 1966 proporcionó otra ocasión para el salto a los periódicos, en tiras que de nuevo fueron producidas por profesionales de DC como Whit Ellsworth, E. Nelson Bridwell, Sheldon Moldoff, Carmine Infantino, Joe Giella, Al Plastino y Nick Cardy. 1978 vio aparecer a Batman en la tira The World’s Greatest Superheroes, junto a algunos de sus colegas como Superman (que acabó acaparando la atención, como consecuencia lógica del éxito de las películas de Christopher Reeves), Flash, Aquaman, Wonder Woman y Relámpago Negro. Algunos lectores españoles recordarán esta serie de su paso por el ABC. En este título trabajaron, entre otros, Martin Pasko, Paul Levitz, Gerry Conway, Mike W. Barr, Paul Kupperberg, George Tuska y Vince Colletta. Evidentemente, la primera película de Tim Burton resucitó el interés general por el personaje y propició otra serie en 1989, para la que se contaría con Max Allan Collins, William Messner-Loebs, Marshall Rogers y Carmine Infantino.
Ninguna de estas apariciones de Batman en la prensa reviste tanto interés para el aficionado como la primera, que está publicada en España en dos tomos: Batman Tiras Diarias 1943-1945 y 1945-1946 (World Comics, mayo y noviembre de 1995). Esta recopilación, sin embargo, abarca únicamente las tiras diarias. Parte de las dominicales están recogidas en el álbum de pegatinas que se regalaban con el suplemento de fin de semana del diario El Independiente entre diciembre de 1989 y diciembre de 1990.
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