Aparte de la arqueología de los universos superheroicos aún vigentes, es decir, aparte de reediciones de Capitán América, Superman, Batman y otros viejos iconos de Timely (Marvel) y National (DC), pertenecientes a la llamada “Edad de Oro” (aproximadamente desde 1938 hasta 1945), creo que sólo las colecciones de la New Trend de EC (1950-1954) han sido ampliamente reeditadas y divulgadas: Tales from the Crypt, Weird Science, Shock SuspenStories, Two-Fisted Tales y demás títulos ya consagrados como parte del tesoro histórico del cómic americano.
Acceder a los otros comic books del periodo 1945-1954 siempre ha sido mucho más difícil: los tebeos de vaqueros, crimen, romance, adolescentes y animalitos antropomórficos de entonces apenas han sido reeditados, principalmente porque los superhéroes han absorbido todo el culto de los lectores y coleccionistas a partir de la consolidación del fandom en los años setenta. Esto ha provocado que, poco a poco, en nuestras conciencias la historia del comic book americano se haya ido identificando con la historia de los superhéroes, y la propia terminología de los discursos históricos de los aficionados así lo ha reflejado: la “Edad de Oro” se identifica con el período de aparición de los superhéroes, la primera oleada de los Superman, Batman y Capitán América que mencionaba antes, y los centenares que los acompañaron. La “Edad de Plata” es la reaparición de los superhéroes a finales de los 50 y principios de los 60: Flash, la Liga de la Justicia, Spiderman y toda la Era Marvel que, como decía, ha sido ininterrumpidamente hegemónica en el mercado americano durante las cinco últimas décadas. Queda entonces un vacío en medio, un hueco entre la “Edad de Oro” y la “Edad de Plata”, entre el ocaso de los superhéroes y su segundo amanecer, que cada vez se sume más en el olvido de la distancia. Esa Era Sin Nombre, ese Período Intermedio, esa Década Perdida que, en realidad, fue uno de los momentos más espléndidos y prometedores de la historia del comic book americano.
Acceder a los otros comic books del periodo 1945-1954 siempre ha sido mucho más difícil: los tebeos de vaqueros, crimen, romance, adolescentes y animalitos antropomórficos de entonces apenas han sido reeditados, principalmente porque los superhéroes han absorbido todo el culto de los lectores y coleccionistas a partir de la consolidación del fandom en los años setenta. Esto ha provocado que, poco a poco, en nuestras conciencias la historia del comic book americano se haya ido identificando con la historia de los superhéroes, y la propia terminología de los discursos históricos de los aficionados así lo ha reflejado: la “Edad de Oro” se identifica con el período de aparición de los superhéroes, la primera oleada de los Superman, Batman y Capitán América que mencionaba antes, y los centenares que los acompañaron. La “Edad de Plata” es la reaparición de los superhéroes a finales de los 50 y principios de los 60: Flash, la Liga de la Justicia, Spiderman y toda la Era Marvel que, como decía, ha sido ininterrumpidamente hegemónica en el mercado americano durante las cinco últimas décadas. Queda entonces un vacío en medio, un hueco entre la “Edad de Oro” y la “Edad de Plata”, entre el ocaso de los superhéroes y su segundo amanecer, que cada vez se sume más en el olvido de la distancia. Esa Era Sin Nombre, ese Período Intermedio, esa Década Perdida que, en realidad, fue uno de los momentos más espléndidos y prometedores de la historia del comic book americano.
La mayor parte de mi conocimiento de esa era venía de reediciones esporádicas, referencias en libros de historia y reediciones digitales. Casi nunca había tenido ocasión de acceder directamente a comic books originales pre-Code, ya que la mayoría de los comerciantes especializados que trabajan comic books en Europa suelen dedicarse al mercado con más demanda, que es el de los superhéroes (a partir de los años 60, preferentemente). En la Comicon de Baltimore me encontré con una ingente cantidad de comic books de todas las épocas, y también de esa Década Perdida. La mayoría a precios escandalosamente prohibitivos, sí, pero rebuscando con paciencia, uno encontraba oportunidades a las que costaba resistirse. Normalmente, ejemplares que están hechos unos zorros y que se te deshacen (literalmente) entre las manos mientras los lees. Al fin y al cabo, estamos hablando de material fungible, que se produjo para durar un mes a la venta, antes de ser sustituido por el número siguiente. Nadie imaginaba que aquellos endebles cuadernillos de papel pulpa llegarían a manos de ansiosos historiadores del cómic sesenta años después, previo pago de una cantidad de dólares varios centenares de veces superior a su precio original. Para que luego hablen de inversiones seguras. El caso es que teniendo aquello delante, no pude resistirme a tomar algunas muestras del material original (de las más baratitas: harapos de papel metidos en bolsas de plástico). Sobre esa cata voy a hacer algunas observaciones en el próximo par de posts.
3 comentarios:
¡Qué ganas de que comiences!
yo también! me interesa mucho ese periodo, ya lo sabes!
aprenderemos, seguro (ala, me voy al primer post del asunto ;)
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