jueves, 3 de noviembre de 2011

DESPUÉS DE TODO

Un par de ideas de estos últimos días que se han entrelazado con otra idea que se removía entre bastidores: por un lado, la idea de que Craig Thompson esté intentando integrar el clasicismo en una nueva corriente moderna. Por otra, la idea de Seth invocando el espectro de los viejos tebeos de su infancia en The Great Northern Brotherhood of Canadian Cartoonists.


Creo que ahora mismo estamos en un momento único, porque está pasando algo que es insólito: disfrutamos de la plenitud de una generación de historietistas que se mantienen activos en su madurez. Jaime Hernandez tiene 52 años, Charles Burns 56, Daniel Clowes 50, Eddie Campbell 56, Chester Brown 51, David Mazzucchelli 51, el mismo Seth va a cumplir los 50. Todos jóvenes como creadores, pero ya no son unos niños, ya tienen una carrera a sus espaldas, ya saben lo que hacen. Y están haciendo los mejores cómics de su vida.

Todos ellos están dibujando el futuro del cómic en este momento. En todos ellos (como en Chris Ware, a quien no he incluido porque a su lado es un crío de sólo 44 años, aunque un crío precoz) reconocemos las corrientes del cómic tradicional como base fundamental de su trabajo. Corrientes y estilos asimilados, deglutidos, criticados y replanteados en un nuevo escenario, pero perfectamente visibles. Todos ellos vienen del tebeo de siempre y van hacia otra cosa, pero sus cómics manejan de forma inconfundible códigos típicos del cómic clásico: el dibujo cerrado, perfecto, de trazo rotundo, por encima de todo; la caricatura como cimiento. Sus imágenes no se asocian con la pintura, la ilustración o la fotografía. Se asocian con el tebeo, con Jack Kirby, con Carl Barks, con Charles Schulz, con John Stanley, con Frank King, con Steve Ditko, con Dan DeCarlo.

No es un fenómeno exclusivo de nuestro tiempo: ahí están Robert Crumb o Art Spiegelman para demostrar que el underground ya tocó ese filón. Tampoco es un fenómeno exclusivo de Estados Unidos. En España tenemos a Paco Roca, Max, Gallardo o Manel Fontdevila, por citar sólo unos pocos, remodelando la materia prima que recibieron en sus lecturas infantiles para sus lectores adultos de ahora.

Es un proceso habitual, casi diría que necesario, para la madurez de cualquier arte. Una reflexión sobre uno mismo, una arqueología del pasado estético y emocional. Cuántos cuadros se han hecho sobre pintura, cuántas novelas se han escrito sobre literatura, cuántas películas tratan sobre el cine. Qué pocos cómics se han hecho sobre el cómic, y qué desatendido ha estado el pasado de la historieta hasta que la novela gráfica ha empezado a excavarlo.

Pero estos autores ya no son los jóvenes, ya no son los nuevos. Vienen otras generaciones que no han vivido necesariamente una infancia llena de tebeos, que no han tenido que ir a comprar sus cómics alternativos a librerías especializadas donde encontrabas un ejemplar de Raw rebuscando en el último cajón del fondo, detrás del saldo de Strikeforce: Morituri y Marvel Fanfare. Y en estos autores no es tan fácil reconocer los rasgos del tebeo de siempre. Las referencias a la tradición del cómic se quedan cortas para explicar a Craig Thompson (36 años), pero también a Brecht Evens (25), Dash Shaw (28), Nine Antico (30), Bastien Vivès (27), Jesse Moynihan, Felipe Almendros (34) o Laura Pacheco. Aunque se puedan establecer filiaciones con los maestros (la que ya mencionamos de Thompson con Eisner, por ejemplo, o la de Shaw con Mazzucchelli), son autores que vienen de otros sitios, además del cómic. Es significativa la fascinación de Thompson por el «trazo viril». Aunque se refiera a autores que también hacen cómics, los dibujantes franceses como Blutch o Baudoin representan una tradición completamente distinta de aquella en la que se ha criado Thompson, como americano. Son heterodoxos, algo ajeno a la tradición del comic book y la tira de prensa en la que él se ha educado historietísticamente.

Siento mucha curiosidad por saber a dónde van a llegar estos autores. Pero aún más: siento curiosidad por saber a dónde nos llevará la generación siguiente, una generación que tal vez no haya leído nunca un Spiderman, un Tintín, un Mortadelo y Filemón, antes de ponerse a dibujar su primer tebeo. Una generación que tal vez haya descubierto el cómic con Bodyworld  o Polina. Una generación que se pondrá a dibujar viñetas completamente despojadas de tebeos. Los sofisticados inocentes del futuro.

7 comentarios:

el tio berni dijo...

Es un tema muy interesante, desde luego, y las pruebas de lo que dices están ahí, en las estanterías. Da la sensación de que nos encontramos en un momento no muy diferente de aquellos inicios del cómic en prensa, donde existió tanta creatividad y donde los autores iban a ciegas, influidos tal vez por otras artes distintas del cómic. Es muy excitante, la verdad.

Otra pregunta que surge al hilo es de qué manera esto va a afectar (o está afectando) a la audiencia de los tebeos. Si los "veteranos" seremos tan abiertos como para empaparnos de los nuevos códigos que maneja la nueva generación sin perdernos. Y sin perder, en ese proceso de adaptación, el gusto por el paradigma más clásico, claro.¿Vamos a ser capaces de hacer malabarismos entre estos dos cánones?

De momento son todo preguntas, pero precisamente esa incertidumbre es la que nos permite ilusionarnos como no lo estábamos desde... ¿desde que descubrimos los tebeos de niños?

Florentino López dijo...

Una reflexión muy interesante. Un par de apuntes:

Quizás peco de academicista, pero no se si es totalmente beneficioso que las nuevas generaciones vengan sin ese bagaje de conocimiento del medio. Por un lado es innegable que eso los libera de prejuicios y encorsetamientos. Pero quizás también les acabe limitando la falta de un contexto del que enriquecerse y no puedan alcanzar las alturas que están logrando los cincuentones a los que te refieres.

Creo que otro ingrediente muy importante en el perfil de las generación que se nos viene encima es la revolución digital. En deviantart cada vez es más común ver a chavales de 18 años con un nivel artístico considerable y que no han tocado un lápiz desde hace años. El otro aspecto en el que la revolución digital marcará un cambio son los hábitos de lectura, publicación e interacción con el público. Cualquier día de estos los autores crearan sus tebeos digitales siendo observados por los lectores en tiempo real.

Sea como sea nos va a tocar vivir tiempos interesantes.

gervilches dijo...

Yo creo que aquí va a estar la madre del cordero del cómic en los próximos años, sí. Me parece muy acertado lo último que dices: dentro de poco empezará a surgir una nueva generación que no ha mamado el cómic tradicional de pequeños, o no el mismo que los creadores que comentas al principio. Una generación para la que la libertad autoral se da por hecha, que no ha luchado por ella, ni siquiera la ha visto desde la barrera. Creo que en ese contexto las obras que se creen serán diferentes, seguro. Seth comentaba en 1997 que tenía la sensación de que gran parte de los autores alternativos estaban reaccionando contra el maistream en sus obras. Él mismo es perfectamente consciente en esa época de nadar contracorriente. Pero no creo que un Bastién Vivès o un Dash Shaw estén reaccionando contra nada, simplemente hacen sus cosas. En fin, que coincido con vosotros: llegan tiempos muy buenos.

Un saludo.

Santiago García dijo...

A mí todo esto me provoca muchas dudas, porque el tema es que los autores, los creadores, no son un ente autónomo. Si ellos van cambiando, cambiará sin duda también la industria editorial, los canales de distribución, el público. Todo eso que apuntáis en vuestros comentarios. O sea, no tengo ni idea de qué va a pasar. Gracias a Dios, es impredecible. Lo único que podemos saber es que las cosas no se van a quedar como están. Eso es lo que lo hace emocionante.

Tampoco sé si me gustarán o no los tebeos que vengan en el futuro. Para mí, Mortadelo, Spiderman y Tintín (los ejemplos que ponía en el post) son los tebeos de mi vida, son lo que da sentido a la palabra cómic en mi cabeza. Pero precisamente por eso, no puedo imaginar cómo será hacer tebeos sin tener esa tradición en cuenta, o sin tenerla como sustrato esencial. Me resulta inconcebible, y por eso, de nuevo, emocionante.

Hay otra posibilidad, y es que durante estos años se consolide la novela gráfica y con ella la recuperación de los grandes clásicos del pasado, y que estos sean reactivados con dignidad y vuelvan a tener una presencia, de manera que dentro de 30 años el Príncipe Valiente o Spirou formen parte de la educación básica de cualquier joven artista. Al fin y al cabo, el joven videoartista que empieza hoy su carrera, lo hace en un mundo que reconoce a Las Meninas como parte de su aparato cultural fundamental, y eso se integra en su formación estética, por muy "novísimo" que sea.

Y todo esto sin tener en cuenta lo que pasará con el cómic digital y con internet, que puede cambiarlo todo. No sé, ¿quién se atreve a predecir cómo serán los cómics de 2022? Lo repito (por última vez): me parece muy emocionante. Me parece un motivo para seguir leyendo tebeos.

Octavio B. (señor punch) dijo...

1: "Qué pocos cómics se han hecho sobre el cómic"
y de hecho, si algo así se ha dado en USA, ha sido mal entendido: la dichosa endogamia del tebeo mainstream, cómic sobre cómic... o comic continuando y 'sobrecontinuando' lo que "dicen" otros cómics, pero no lo que "porpusieron": El legado de un Steranko, ¿dónde está? en cuatro cosas coetáneas al autor y tres francotiradores posteriores.
De todos modos, cómic que retrotrae a cómic, quizá Europa sea un pasto mejor para rastrearlo. Escuelas, líneas claras, etc, porvocaron un pasto de tendencias, "ismos" que cabrá considerar, ¿no?

dos.-"siento curiosidad por saber a dónde nos llevará la generación siguiente, una generación que tal vez no haya leído nunca un Spiderman"
pues... es pronto pero... doña Pacheco es joven y parece que sus referentes e influencias son ya más este nuevo cómic (a M. Satrapi la citó expresamente)que no los tebeos de hace quince años, los Moore, los Yann o cualquiera que saquemos de ejemplo añejo. Ella es la pista: un tebeo fresco y desprejuiciado que en un chimpún llama la atención de gente de El País, además de a editores del medio (qué caramba!)
Excitante futuro, sí sí...

TEBEOBIEN dijo...

VAMOS FUERTE CON LOS TEBEOS AHÍ!

gervilches dijo...

Sobre la cuestión de las influencias, efectivamente yo creo que lo que postula Santiago es muy posible: hoy en día se recuperan muchísimos clásicos y en el futuro es de esperar que la mejor consideración del cómic como arte traiga que muchas obras sean conocidas, incorporadas al canon cultural de los nuevos artistas. Ahora, el enfoque y el acercamiento que tiene un autor cuando ha mamado ese cómic desde pequeño es muy diferente del que tendrá un autor que, ya de adulto, llegue a esos clásicos a través de un proceso de aprendizaje.

Y yo también creo que el ejemplo de Laura Pacheco es perfecto, porque efectivamente sus referentes son novísimos, sus "ídolos" son muy diferentes a los que tenían los autores que menciona Santiago al principio de su texto. Los Hernández, Crumb o Harvey Pekar tuvieron que luchar contra la máquina e inventar nuevos caminos. Ahora las nuevas generaciones lo que tienen que hacer es continuarlos. Y eso es muy, muy emocionante.