jueves, 25 de marzo de 2010

A CUATRO PATAS

Qué sensación reencontrarme con Perro, un tebeo de Joaquín Resano y Pedro Osés que leí hace muchísimos años y que parecía perdido en la ciénaga del olvido histórico, ya que no encaja con ninguna de las corrientes que han prosperado en el cómic actual español, sobre todo estéticamente. Sin embargo, Ariadna Editorial ha tenido la ocurrencia de sacarlo en un conveniente álbum (¿alguien se ha enterado?) y yo se lo agradezco.
Ya no se hacen tebeos así.
Sí, es verdad que eso se puede decir de muchos tebeos, pero a lo que me refiero en este caso concreto es que no se hacen tebeos que transmitan tanta limpieza narrativa, tanta sinceridad y honestidad por parte de sus autores, tanto en las intenciones como en los medios elegidos para alcanzar los objetivos. Temáticamente, este Perro publicado en 1989 podría encajar con ciertas tendencias del cómic adulto contemporáneo (o sea, la novela gráfica) sin demasiada dificultad. Estéticamente, delata su deuda con la tradición del Víbora de Pons o Martí. Pero si bien eso les sitúa al margen de la moda dominante ahora mismo, a mí por el contrario me ha resultado un aliciente: esos personajes con nombres claramente españoles, como Eusebio Sota o Bruno Aguirre, esos diálogos y ambientaciones que nos remiten a una tradición de tebeos, de nuestros tebeos que va apareciendo cada vez más pequeña en nuestro espejo retrovisor...
Perro es una historia de mensaje ecologista contra la experimentación con animales vivos, en la que mediante uno de los más sencillos mecanismos de la ficción -el «ponte en mi lugar», por la vía kafkiana de Gregor Samsa- el protagonista, un científico sin escrúpulos, se convierte en perro y al sufrir en sus propias carnes el horror que él mismo estaba provocando, decide cambiar su actitud. No sólo ante la experimentación con animales, sino ante la vida misma. Hay, pues, un renacimiento espiritual en sintonía con el renacimiento ético del héroe. Todo muy bienintencionado, sí, y en las antípodas del cinismo irónico de Kupperman que tanto elogiaba en el post anterior. Pero Resano y Osés cuentan su cuento con palabras (dibujos) tan puros y claros y con tanto convencimiento que uno hasta siente cariño por las páginas según las va pasando. Este tebeo suscita un singular afecto en mí, tengo que reconocerlo.
Parece raro disfrutar tanto de algo tan recto y tan decente como Perro después de reírse a carcajadas con algo tan torcido y tan indecente como Tales Designed to Thrizzle, pero es que en el fondo, cuando algo está hecho con todo el corazón, todos los sentidos y todo el talento, te acaba ganando. Para que luego digan que la honestidad creativa no es una virtud.

7 comentarios:

Pepo Pérez dijo...

Suscribo en particular lo de que te gana, y que despierta el afecto del lector. Yo sentí lo mismo al leerlo.

Santiago García dijo...

Como mínimo, es entrañable.

toni bascoy dijo...

Tengo el vago recuerdo de haber leído algo similar hace un millón de años en el Víbora. Me equivoco?
Es que la colección la tengo a desmano en casa de mis padres.
Precioso análisis, por cierto.

Santiago García dijo...

Sí, creo que salió en El Víbora en su día. Supongo que fue ahí donde yo lo leí, ya no lo recuerdo.

Bernardo Vergara dijo...

A este libro le tengo mucho cariño porque viví su gestación,línea a línea, página a página, desde que a Joaquín se le ocurrió la historia hasta que Pedro escribió "FIN" en la última viñeta. Y mal está (o no) que yo lo diga, porque Joaquin Resano, además de amigo, es mi maestro en esto de hacer tebeos, pero es que él, además de un gran fabulador de historias, es una persona extraordinaria y, sí, entrañable y el libro es tal cual es él. No hay trampa ni cartón. Es leer "Perro" y desnudar el alma de Joaquín (con perdón) con unas gafas de esas de Rayos X.

En cuanto a lo que comentas de las influencias de Pedro (joder, casi treinta años después sigue siendo uno de mis dibujantes favoritos) es en lo único que disiento de tu reseña del álbum. No mires a Pons ni a Marti porque Pedro es anterior a ellos, en edad y en estilo. Mira a Wilson Mc Coy o a Fred Harman. Sobre todo a Fred Harman, que es su mayor influencia. Creo que él te diría lo mismo, pero es que además se le nota.

Bernardo Vergara dijo...

Se me ha olvidado decir que sí, que salió en El Víbora. :-)

toni bascoy dijo...

Genial, recuperaré mi colección viborina en casa de mis padres y a releer.
Oigan, que placer anticipo en esos viejos vívoras: a saber la de tesorillos que hay ahí ocultos. Por que esto del perro me trae muy buenos recuerdos, pero leído en capítulos mensuales me da que no se disfrutaba lo debido.
Un saludo y un placer leerles.