Mostrando entradas con la etiqueta Rick Remender. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Rick Remender. Mostrar todas las entradas

martes, 23 de octubre de 2012

¡SUPERVILLANOS!: CÍCLOPE


Más notas para mi futura Enciclopedia mundial de los supervillanos, que tal vez acabe siendo un manual de autoayuda: Cómo conocí la felicidad al volverme supervillano. Cíclope. Cíclope, sí. CÍCLOPE. Mi personaje favorito de todos los tiempos. ¿Qué le habéis hecho a mi Cíclope, cabrones?

Lo que le han hecho es, contado en dos patadas, que le ha poseído la Fuerza Fénix, se ha convertido en el ser más poderoso del universo, ha matado al Profesor Xavier y finalmente ha sido sometido por las fuerzas combinadas de la Patrulla-X y los Vengadores, tras lo cual le han encerrado en una prisión de máxima seguridad como si de un vulgar Magneto se tratara. Y así están las cosas a día de hoy.

Reconozco que no me convence demasiado el proceso, entre otras cosas porque la maldad de Scott Summers a lo largo de este arco ha sido la misma que la que han exhibido toda la vida personajes como el Capitán América o Iron Man. Y además, el ciclo del héroe omnipotente al que corrompe el poder empieza a repetirse un poco desde al menos la caída de Linterna Verde/Hal Jordan en los noventa. Pero bueno, esto es lo que hay, lo tomas o lo dejas. A veces en la vida pasan cosas que no te gustan, y los tebeos se parecen en eso a la vida.

A Cíclope lo adoro desde que empecé a leer Marvel hace cien años, y en cierta manera todavía sigo atrapado en el laberinto de las historias de la Patrulla-X original, que para haber sido sólo 66, en mi memoria son interminables. Atrapado en esas historias donde estaba tan lejos de llegar un día a asesinar a su mentor Xavier, la persona a quien más adoraba en el mundo (salvo tal vez a su pelirroja compañera Jean Grey).


X-Men #45 (1968), Gary Friedrich, Don Heck, Werner Roth y John Tartaglione

Viendo lo que ha pasado, casi da escalofríos revisar esta escena en la que Scott Summers le explica a Mercurio, esbirro de Magneto, su inquebrantable lealtad hacia Xavier: «¡Yo estudié con el Profesor X demasiado tiempo como para creer que él [Magneto] pueda representar algo que no sea el mal!» Quizás una lágrima invisible ruede bajo el visor de cuarzo durante la declaración de fidelidad. Pero ahí está la cosa, precisamente, en cómo reconciliar en nuestros esquemas mentales este Cíclope disciplinado, ñoño y entrañable con la criatura cósmica y apocalíptica de 2012. Así, mientras el otro día leía Uncanny Avengers #1 (Marvel, 2012, Rick Remender y John Cassaday), que es el punto de partida de Marvel NOW, el relanzamiento de todo el Universo Marvel tras Avengers vs. X-Men, donde se produjo el ciclocalipsis, no pude evitar tener una iluminación: ¿Y si alguien no hubiera leído ningún tebeo de Marvel entre X-Men #66 (1969) y Uncanny Avengers #1? ¿Qué pensaría? ¿Con qué ojos vería esas primeras escenas donde nos encontramos a un personaje completamente desconocido, un tipo achaparrado y peludo, entonando una elegía por Charles Xavier ante decenas de Hombres-X anónimos, reunidos en su escuela de Westchester? ¿Qué habría pensado ese lector al ver al sumiso Scott Summers encerrado en una celda hipertecnológica en la que le visita su hermano, el antaño impetuoso Alex, Kaos, convertido ahora en la voz de la razón? ¿De qué forma habría podido reconciliar su imaginación ambos escenarios? Bueno, sobre esa idea se basa la nueva serie All-New X-Men, así que pronto saldremos de dudas, pero mientras tanto, quizás nos podamos hacer una composición de lugar con este fogonazo que es uno de los momentos más inspirados de Uncanny Avengers #1, este pequeño vistazo al pasado que echa un vistazo al futuro, y que para quien empezó leyendo la vieja Patrulla está cargado de una melancolía real superpuesta a la melancolía fabricada que invoca:


Uncanny Avengers #1 (2012), Rick Remender y John Cassaday

Porque sí, Scott Summers se ve de pronto a sí mismo como fue, y eso hace que se vea a sí mismo como es ahora. Por un solo instante, que en la permanencia del dibujo no tiene fin sobre el papel. Y entonces, tal vez, el viajero del tiempo que ha saltado de X-Men #66 a Uncanny Avengers #1 se dé cuenta de qué es lo que ha pasado: las promesas se han cumplido.

Las promesas implícitas que nos hicieron cuando leíamos esos tebeos hace doscientos años eran las promesas de que habría un futuro, y habría muertes, y por tanto vida, y habría un final. Sabíamos que ahora, en aquel momento, no podía pasar, pero todo el valor de lo que pasaba entonces era por la promesa de que en el futuro, tarde o temprano, pasaría, de que todo tendría consecuencia, de que nada seguiría igual eternamente. Y se han tomado su tiempo, pero el futuro es NOW y han cumplido esa promesa. Cada vez que se alza la voz en contra de la continuidad en los cómics del Universo Marvel o el Universo DC, se ignora que la continuidad era todo, el alfa y el omega, lo que daba sentido final a la experiencia. No eran las buenas historias, que nunca fueron tales, y tampoco los excelentes dibujos, que a menudo dejaban mucho que desear. No, eran los personajes, y era la promesa de que vivían en un complicado universo hiperreal en el que todo tenía un sentido.

Y no penséis que las promesas que se están cumpliendo hoy nunca se formularon antes. Estaban allí, cifradas a la vista de todos, pero no sabíamos cómo ni dónde leerlas.


X-Men #15 (1965), Stan Lee, Jack Kirby, Jay Gavin y Dick Ayers

«¡Tomaste la decisión correcta, Scott! ¡Pero recuerda siempre que el orgullo del liderazgo conlleva también el peso de la responsabilidad! ¡Tienes que ser capaz de cargar con ambos!», advierte mentalmente el Profesor Xavier a su pupilo, ya un aprendiz de tirano, en el primer enfrentamiento de la Patrulla-X contra los Centinelas, hace trescientos años. Y ahora todos sabemos que Cíclope empezó a dar sus primeros pasos por el camino del déspota antes de lo que pensábamos, y que lo recorrió muy, muy despacio. Y que ya entonces anunciaba su momento culminante, tan lejano aún en el tiempo. Fijaos en la última viñeta de la tira que encabeza este post, perteneciente a ese mismo X-Men #15, y veréis cómo allí ya grita NOW!, el lema de la Marvel renacida por su sacrificio.

Qué bárbaro Stan Lee, ¿eh? O Jack Kirby, o los dos. Cómo lo dejaron todo planificado cuidadosamente hace ya cuatrocientos años para que llegáramos a este punto en la actualidad. Bueno, no, claro. Nadie ha escrito esta historia, y la han escrito todos, desde Lee y Kirby hasta Remender y Cassaday, pasando por Thomas y Adams, Claremont y Byrne y hasta Rob Liefeld que se inventó a Cable que educó a Hope que derrotó a Cíclope. Como todas las grandes historias de superhéroes, es producto de los hombres, pero también de un ente superhumano: la continuidad. En el recién publicado Marvel Comics. The Untold Story (Harper Collins, 2012), Sean Howe escribe: «Todo fue absorbido por la bola de nieve del Universo Marvel, que se amplió hasta convertirse en una de las narraciones de ficción más complicadas de la historia mundial: miles y miles de personajes y episodios entrecruzados. Para generaciones de lectores, Marvel era la gran mitología del mundo moderno». Así pues, si uno de esos miles de lectores despertara repentinamente tras haber dormido cuarenta años en un bloque de hielo y leyera Uncanny Avengers #1 después de haber leído X-Men #66, ¿qué pensaría? Creo que pensaría que han pasado muchas cosas. Se han cumplido las promesas.