Volví agotado pero contento del Salón del Cómic de Barcelona de este año. Aquí no vais a encontrar una crónica del evento, porque yo ya no estoy para crónicas. Desde hace años, el Salón es un acontecimiento en el que participo pero que no veo. Llego, me sumerjo en las sesiones de firmas y otros actos profesionales, por el camino tengo encuentros casuales con multitud de amigos y compañeros de oficio, y cuando me quiero dar cuenta estoy de vuelta en casa sin que haya tenido ocasión de echar un buen vistazo al festival propiamente dicho. Pero sí me gustaría dejar constancia de algunas de las cosas que hicimos en esta última edición porque al fin y al cabo esto es un blog, y un blog no deja de ser un diario donde uno anota las cosas que ha ido haciendo.
Este año, Javier Olivares y yo teníamos una exposición de Las meninas en el Salón, ya que nuestra novela gráfica había ganado el premio a la Mejor Obra Española en la edición anterior. La exposición no podía estar mejor situada, a la entrada del pabellón, y estaba maravillosamente montada y organizada, presidida por un frontal muy llamativo con el título y un Velázquez gigante.
Estoy convencido de que la espléndida ubicación y montaje de la exposición tuvo mucho que ver con el carácter de la actividad principal a la que dediqué más horas durante este Salón, que fueron las firmas. Javier y yo firmamos más Meninas que nunca, y la mayoría de los ejemplares eran de la tercera edición, recién comprados el mismo stand de Astiberri. Allí me confirmaban ayer que, sin embargo, no llegaron a agotar el título: les quedó uno. Agradezco mucho a todos los lectores que se pasaran por allí para llevarse su dedicatoria. Para los dibujantes de cómic, ése es el momento del concierto en directo, y sin público no tiene sentido. Al mismo tiempo, el público te transmite una energía increíble para seguir trabajando.
Astiberri tuvo el buen juicio de poner nuestras sesiones de firmas siempre en compañía de Paco Roca, de modo que no se nos subieran los humos a la cabeza. Aunque nosotros firmáramos mucho, Paco siempre firmaba mucho más. Y eso también es, por cierto, otro enorme estímulo, porque al contrario de lo que algunos cansinos dicen, Paco no es una excepción, sino un ejemplo a seguir. Sus legiones de lectores se las ha ganado mediante un único procedimiento: publicando novelas gráficas una tras otra. Sin truco ni cartón. Ahí está: cualquiera puede hacerlo, sólo hay que ponerse.
Hay que decir también que este año, al menos en el stand de Astiberri, que fue el único que tuve ocasión de conocer a fondo, se firmó mucho en general. Todas mis sesiones con Javier fueron compartidas con Luis Bustos, y también vinieron muchísimos lectores de ¡García! con el volumen uno y dos. La mayoría con la misma pregunta en los labios: «¿Va a haber tercero?» Y nosotros sólo podemos contestar ahora mismo: «Nosotros queremos. Vamos a ver si podemos. Permanezcan atentos a sus pantallas».
En general, cada vez que pasaba cerca del stand, había una nube de lectores alrededor de la mesa de firmas, fuera quien fuese el que estaba allí. En algunos casos las colas empezaban a tener una longitud llamativa, como en el de Álvaro Ortiz. Mi impresión es que cada vez tenemos más lectores.
La de Las meninas no fue la única exposición que Javier Olivares y yo inauguramos durante nuestra estancia en el Salón. En un escenario tan impresionante como el Museo Nacional de Arte de Cataluña, Javier y yo tenemos una pequeña muestra de nuestros trabajos en colaboración (aparte de Las meninas) titulada Vinyetes. La inauguramos el viernes por la mañana y el domingo hicimos una visita guiada que para mí fue uno de los momentos más divertidos del fin de semana. Lo pasamos genial comentando las páginas y bocetos con el público que asistió. En Vinyetes se pueden ver muestras de las historietas de arte que hemos venido realizando Javier y yo desde hace años, así como algunas páginas de Jekyll y Hyde. Pero quizás lo más llamativo de la muestra sea que se han expuesto por vez primera todas las páginas de Beowulf que Javier llegó a realizar. Son 22, están pintadas a mano y son espectaculares. Como sabéis, el proyecto lo acabó retomando y rehaciendo desde el principio David Rubín. Para los que habéis leído la versión que finalmente publicamos David y yo también es interesante comparar el estilo y la resolución, porque son completamente diferentes. Como dos personas contando la misma historia en idiomas distintos.
Después de la visita guiada del domingo, asistimos a una charla de Jordi Carrión sobre el cómic como lenguaje transversal que no sólo fue lúcida y divertida, sino que además me encendió unas cuantas luces en la cabeza. Espero que Jordi siga trabajando sobre estos temas en el futuro y madure las ideas que allí expuso, porque me parece no sólo interesante, sino hasta necesario, continuar con esas líneas de reflexión si queremos entender mejor lo que hacemos cuando hacemos cómic, por no hablar de la narración en general. Jordi fue uno de los artífices de que se produjera esta colaboración entre el MNAC y Ficomic, y desde aquí se lo quiero agradecer. Porque, aunque parezca una obviedad, las cosas no pasan si no hay personas que hagan que pasen. En la siguiente foto nos tenéis a los tres: Jordi, servidor y Javier.
Y alguien que hizo que pasaran las dos exposiciones, tanto la del Museo Nacional de Arte de Cataluña como la del Salón, fue el comisario de ambas, ni más ni menos que el gran Toni Guiral. Cuando uno llega de chaval a un sector nuevo se encuentra con muchas personas en su camino que han llegado antes que él. De todas hay que aprender, pero sólo unas pocas te ayudan realmente como Toni lo ha hecho de forma constante a lo largo de los años, generosa y desinteresadamente, porque es su forma de ser. Es una alegría personal que él fuera responsable de estas muestras, y desde aquí le doy las gracias.
La exposición Vinyetes, por cierto, permanecerá abierta en el MNAC hasta el 26 de junio, así que si no tuvisteis ocasión de visitarla durante el Salón, todavía estáis a tiempo.
Creo que la única actividad ajena para la que tuve tiempo durante estos días fue la presentación de El tríptico de los encantados, la nueva obra de Max sobre el Bosco, editada por el Museo del Prado, en la librería Laie. Con Javier Pérez Andújar de maestro de ceremonias ya os podéis imaginar que pasamos un ratito fantástico, y de paso me llevé unas cuantas ideas a las que darles vueltas en la cabeza pensando en obras futuras. El libro de Max, por cierto, es sensacional, una continuación del viaje místico al corazón del dibujo que ya emprendió en Vapor.
Y esto fue casi todo mi Salón. Esto, junto, obviamente, numerosas comidas y cenas con amigos con los que pasé muy buenos ratos. Pero eso es, al fin y al cabo, algo que compartimos todos los que visitamos estos eventos, seamos aficionados o profesionales: vamos allí y nos juntamos con nuestra gente y nos volvemos a casa con las amistades renovadas hasta la siguiente ocasión.
Y no, no vi a Frank Miller. Pero tampoco íbamos para eso, ¿no?
1 comentario:
Hola,
Yo había leído las meninas prestado de la biblioteca, pero tenía claro que este año al acercarme al stand me llevaría uno para mi propia biblioteca.
No coincidí en firmas, pero otro año será.
Que gran tebeo..!
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