Entretengo la espera impaciente hasta la salida de Beowulf con algunas curiosidades que me pasan los amigos. El coleccionismo más o menos informal de beowulfos es contagioso, y una vez que se entra en contacto con el personaje y se abren los ojos y los oídos, es difícil no descubrir su rastro por todas partes. El otro día, Javier Olivares me transmitía un par de descubrimientos que había hecho recientemente. El primero es la película de animación que encabeza este post. Sólo sé de ella que parece ser de 1998 y que en menos de media hora condensa toda la historia. El Grendel parece inspirado en la Cosa del Pantano y dotado de ciertas cualidades metamórficas, lo cual no creo que sea la mejor idea del mundo cuando en la escena culminante de su batalla con Beowulf implica... ups... casi lo destripo. En fin, podéis verlo vosotros mismos, pero mucho ojito, CONTIENE SPOILERS (de una historia estrenada hace apenas mil años).
Más que me manda Javier: la versión ilustrada de Beowulf que hizo el británico Charles Keeping en 1982, y que contiene algunas de las más sorprendentes escenas de batalla entre Beowulf y Grendel y Beowulf y la Madre. Lo podéis disfrutar más a fondo en el blog Book Graphics.
David Rubín, por su parte, me envía la noticia de que el canal Syfy está preparando una serie de televisión basada en Beowulf. Tiene pinta de que puede ser algo que pretenda aprovechar la estela de Juego de tronos, lo cual me hace gracia porque al final Beowulf acaba reapareciendo bajo la sombra de muchas producciones modernas de fantasía heroica que, en su origen, partieron de la semilla de Beowulf, dado que Beowulf es el punto de partida original de toda esa corriente en la literatura anglosajona.
Convertir una historia tan esquemática como la de Beowulf en serie implica necesariamente una serie de transformaciones. Tómese como ejemplo paradigmático e insuperable la serie de cómics de DC Beowulf Dragon Slayer de 1975, sobre la que escribí abundantemente en esta entrada que invito a revisar: MATADOR DE DRAGONES, ENTRE OTRAS COSAS. (Advertencia: las transformaciones en este caso añaden al material original vampiros y platillos volantes).
Por cierto que el Beowulf de DC volvió a la vida recientemente, compartiendo la cabecera Sword of Sorcery con Amethyst, Princess of Gemworld, pero mi experiencia con los cómics DC tras el relanzamiento de The New 52 ha sido tan deprimente que no he querido ni tocarlo.
Hay tantos cómics inspirados en Beowulf que con ellos casi se podría escribir una historia del medio, porque cada uno dice más de la época en la que se gestó que del propio poema en el que se basan. Tomemos como ejemplo la novela gráfica Beowulf (1984, First Comics) de Jerry Bingham. Estamos hablando de novela gráfica en el sentido de «novela gráfica» que le dio la colección del mismo nombre inaugurada por Marvel dos años antes e imitada inmediatamente por sus competidores del momento. Es decir, álbumes al estilo europeo de presentación más lujosa que el comic book habitual de principios de los 80, pero básicamente con el mismo o muy parecido contenido al que se podía encontrar en los tebeos de grapa. A Jerry Bingham probablemente algunos lo recordarán como el dibujante que se parecía mucho a Neal Adams y que dibujó una aventura de Batman continuando la historia de Batman más famosa de Neal Adams que parecía como si la hubiera dibujado Neal Adams pero no. Este Beowulf es muy hijo de su tiempo: un tebeo de superhéroes a lo Thor que busca una obvia solemnidad ya desde los créditos (ojo, que Ken Bruzenak no es letterer, «rotulista», sino calligrapher, «calígrafo»). Me parece curioso que una de las maneras en las que Bingham pretende elevar su adaptación es suprimiendo los bocadillos de diálogo, tal vez porque piense que el texto narrativo es más literario y por tanto tiene más categoría. El caso es que al final acaba saliendo una cosa que lo que de verdad parece es lo que habría pasado si Marvel hubiese comprado los derechos de Príncipe Valiente en algún momento de los 70 y lo hubiera continuado dibujado por John Buscema y émulos aleatorios sobre textos de Roy Thomas.
Y en otra época completamente distinta de la historia del cómic tenemos la miniserie de tres números Beowulf (2006, Antarctic Press) de David Hutchison y Doug Dlin, que es un amerimanga de ciencia-ficción con supersoldados futuristas y experimentos genéticos. Diría que es intento cínico de explotación del personaje, pero hay que reconocer que el autor no oculta sus intenciones desde el texto introductorio: «¿Por qué decidí crear una versión estilo manga de esta aventura épica clásica? Había observado un interés renovado por Beowulf en otros medios, además la noticia de que iban a hacer una película». Se refiere, obviamente, a la adaptación de Robert Zemeckis de 2007. En fin, al menos lo tuvieron a tiempo para el estreno.
Por cierto que sobre esta película de Zemeckis y sobre El guerrero número 13, una de las versiones más potentes de Beowulf, escribí hace tiempo en Mandorla. Si queréis entreteneros hasta que llegue el viernes y podáis tener en las manos la versión que hemos hecho David Rubín y yo, pasaos por esta entrada: BEOWULFS.
YA QUEDA MENOS.
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