sábado, 21 de julio de 2012

TARDE DE OSOS


Como anuncié en este blog, el lunes pasado acompañé a Sebas Martín en la presentación en Madrid de su última novela gráfica, Kedada (La Cúpula, 2012). Dificultades técnicas me han impedido escribir antes sobre esto, pero no quería dejarlo pasar porque la conversación me resultó muy agradable y se dijeron algunas cosas interesantes, y también porque Sebas Martín es constantemente ignorado por los medios que hablan de cómic, y se merece un reconocimiento.

La invisibilidad en el mundillo de un autor que en los últimos años ha publicado cinco novelas gráficas con una editorial del calibre de La Cúpula sólo tiene una explicación: Sebas Martín hace cómic gay. Y aunque creo sinceramente que el mundillo del cómic no odia a los homosexuales, a veces tengo la sensación de que sí los teme. Por eso sólo los acepta cuando se despojan de forma más evidente de las manifestaciones de su sexualidad para centrarse en procesos de identidad universales (es el caso del Stuck Rubber Baby de Howard Cruse o del Fun Home de Alison Bechdel) o cuando la caricaturización y la sátira evitan cualquier peligro de excitación indeseada por sorpresa (Ralf König). El caso de Sebas es peculiar, porque aunque sus historias son básicamente comedias sentimentales costumbristas, no renuncia a interludios sexuales explícitos. Sospecho que son precisamente esas escenas las que le están robando un público mainstream más amplio. Pero esto no es un problema de Sebas, esto es un problema del público general, que sólo acepta (¿tolera?) la diferencia cuando le quitan las garras y los dientes y la procesan en un producto perfectamente asimilable a la cultura hetero dominante.

De esto hablamos la tarde del lunes con Sebas -que es un fantástico conversador, por cierto-, y de otras cosas también. Sebas Martín me hizo notar que gran parte del público hetero que tiene lo ha obtenido a través de las mujeres, que suelen ser las que se lo descubren a sus parejas masculinas. A partir de ahí, Sebas me hizo notar que, hasta la aparición de la novela gráfica y del manga, las mujeres no habían tenido cómics dirigidos a ellas desde los tebeos románticos de los años 50 y 60. Y precisamente aquellos tebeos para niñas de los 50 y 60, aunque sublimados, trataban temas de la vida real, planteaban personajes, escenarios y situaciones directamente anclados en el mundo contemporáneo, al contrario que los cómics para chicos, que habitualmente siempre han tenido ambientaciones exóticas, fantásticas y aventureras. Esta conexión con la vida real es sin duda lo que más me interesa de la obra de Sebas Martín, que destaca especialmente en esas escenas cotidianas repletas de diálogos ingeniosos propios de teleserie americana. De hecho, el propio Sebas reconoció que, aunque es un gran aficionado al cómic desde siempre, sus modelos para el tipo de cómic que hace ha tenido que ir a buscarlos en el cine y la televisión, antes que en la historieta, donde no encontraba referentes adecuados para el tipo de historia que él quería contar.

Una de las grandes satisfacciones de contar tu vida, tu mundo y tu época es que dejas testimonio de lo que has vivido, una nota para el futuro. Preparando la presentación, me releí Aún estoy en ello (La Cúpula, 2007), una novela gráfica que Sebas ancló y fechó en un hito de nuestra historia reciente: la aprobación de la ley del matrimonio homosexual, el 30 de junio de 2005. Lo interesante es que Aún estoy en ello hace un retrato muy sincero de un grupo de personajes urbanos en torno a 2005, es decir, el período que ahora, desde la depresión de 2012, se ha dado en llamar «los años de la fiesta». Es la época en la que «vivimos por encima de nuestras posibilidades» y, por tanto, nos convertimos en culpables del castigo que ahora justamente estamos sufriendo. O eso se nos quiere contar ahora, claro. Pero Aún estoy en ello deja testimonio de un grupo de personajes que en 2005 viven en precario, trabajan sin contrato, comparten piso como única posibilidad de supervivencia y sufren mucho para llegar a final de mes. Tal vez los años anteriores a 2008 fueran una fiesta, sí, pero revisando Aún estoy en ello, recordamos que nosotros nunca estuvimos invitados a ella, aunque ahora nos toque pagar la factura.

Y por eso agradezco tanto a Sebas Martín que siga haciendo esas novelas gráficas desprejuiciadas, honradas y veraces sobre la vida real, sobre lo que ha vivido, sobre lo que hemos vivido todos.

3 comentarios:

Álvaro Pons dijo...

Lo dije hace años y no sólo lo mantengo, sino que me parece cada vez más claro: Sebas Martín ha recogido el testigo de Bartolome Seguí como cronista de la sociedad urbana de su época, de esa clase media que lo ha vivido y sufrido todo desde los 80. Sus tebeos tienen esa fresca sinceridad y proximidad que tenían Lola y Ernesto .

Álvaro Pons dijo...

Ysuscribo todo lo que dices de Sebas! Gran dibujante y gran persona! :) pude compartir con él una presentación hace años en el Espacio Sinsentido y fue una delicia!

Unknown dijo...

Siempre me ha transmitido al leer las obras de mi tocayo que más que contar una historia imaginada te está contando su propia historia o la de sus amigos. Y es que como bien dice la famosa frase "La realidad supera a la ficción" y a veces solo basta mostrar un atisbo de esta para contar algo interesante.

Aunque siempre he pensado que estos cómics es raro que les llegue a personas heterosexuales pero claro, yo aún sigo llorando al ver el final de "Ghost" y es una pareja heterosexual los protagonistas. Supongo que en el fondo, si consigues esquivar prejuicios, la historia es lo importante, ya sea un grupo de amigos a lo "Queer as folk" o "Friends".