sábado, 22 de octubre de 2011

UN CAPRICHO


Uno de los tebeos canadienses que rememora Seth en The Great Northern Brotherhood of Canadian Cartoonists (Drawn & Quarterly, 2011) es Kao-Kuk, of the Royal Canadian Astro-Men, una serie creada en 1956 por Bartley Munn. La colección contaba las aventuras de un astronauta esquimal, con «las típicas batallas del bien contra el mal». Pero Seth se fija en el número 87, titulado «La muerte de Kao-Kuk». En él, el protagonsita vuelve a su base espacial para encontrar a todos sus compañeros muertos. Posteriormente descubre que toda la humanidad ha perecido en una guerra atómica mientras él transitaba los senderos espaciales, y finalmente, abandonado a su suerte en la soledad de la estación cósmica, acaba encontrando él mismo su propio fin. Pero justo en el último segundo, se da cuenta de que todo está al revés. La observación es fundamental. Después de la oscuridad de la muerte, Kao-Kuk se encuentra de nuevo a bordo de su nave espacial, regresando una vez más a su base, como al principio del episodio. En la estación, se reencuentra con todos sus viejos amigos, vivos, y comprende que toda su experiencia ha tenido lugar en un mundo paralelo. El narrador de TGNBCC se declara fascinado y a la vez decepcionado por el episodio. Fascinado por su capacidad para sugerir la realidad de la muerte y la desolación a través del vehículo de una aventura infantil protagonizada por un astronauta esquimal canadiense, y decepcionado por la salida fácil con la que al final del tebeo se vuelve al statu quo, como si nada hubiera pasado, anulando la enormidad de lo narrado. Una situación muy conocida, por ejemplo, para los lectores del Superman de la Edad de Plata editado por Mort Weisinger, el de las historias imaginarias, en el que en cada episodio se acababa el mundo pero al mes siguiente todo seguía igual. Sin embargo, el impacto emocional seguía allí, velado pero tangible.

Lo interesante es que Seth no deja ahí la cosa, y añade un comentario más. Señala que en 1992 un crítico planteó una teoría en un fanzine sobre cómics: la posibilidad de que Kao-Kuk no hubiera vuelto al final de la historia, sino que hubiera muerto en el universo paralelo y que hubiera sido el otro Kao-Kuk quien hubiese escapado a nuestro universo, de manera que los siguientes 200 números de la serie habrían estado protagonizados por un impostor, «¡¡Un doble!!»

Como dice Seth, no hay pruebas que lo demuestren, «pero no puedo evitar que la idea me resulte muy atractiva».

En este pasaje, Seth resume la que para mí es la experiencia estética fundamental de los viejos comic books, la dimensión artística que los hace tan fascinantes: la capacidad para alcanzar lo innombrable. La capacidad para, partiendo de códigos cerrados, estereotipados e infantiles, sugerir -de forma involuntaria, porque no hay otra manera de hacerlo- una sombra. Y así, esas cápsulas perecederas, inventadas para sobrevivir en el kiosco durante apenas 30 días con sus débiles formas de papel pulpa, se transforman en algo duradero. Porque lo abierto es más perdurable que lo cerrado, lo abierto es infinitamente releíble.

Este espíritu impregna todas las páginas de TGNBCC. Por un lado, Seth muestra su habitual y abrumadora nostalgia por el trabajo (y el modo de vida) de los artesanos de la viñeta del pasado. Pero al mismo tiempo, siente la melancolía -más profunda aún- que le provoca el que no llegaran a ser lo que él imagina que podrían haber sido. En su recorrido histórico por el cómic canadiense a través de una visita a la sede de la sociedad de historietistas en su sucursal de Dominion, un recorrido donde se mezcla la realidad (Doug Wright, recuperado como padre venerable del cómic canadiense, y recuperado precisamente por Seth) y la ficción, Seth siempre va en pos de un algo más que sólo existe en su imaginación. Al final, Seth escribe, como Borges, un libro de libros, un libro de relatos que condensan otros grandes libros que no llegó a dibujar. Pero en este caso son, claramente, los libros que no llegó a leer, y que le hubiera gustado leer. O tal vez sí los leyera, entre líneas, en el espacio entre viñetas, que es como se leen los cómics.

¿Verdad?

TGNBCC es una novela gráfica salida directamente del cuaderno de bocetos de Seth. Tal y como él mismo cuenta en la introducción, empezó a dibujarla hace años, sin una intención definida de publicarla. En determinado momento, se hartó y la abandonó, pero el trabajo realizado ya le había sugerido lo que acabaría convirtiéndose en Wimbledon Green, que terminó rápidamente y publicó en 2005. Fue entonces cuando encontró las ideas y el entusiasmo para volver sobre TGNBCC y cerrarlo definitivamente. Seth lo define como «un capricho». Vistos los resultados, yo me quedo con sus caprichos antes que con sus grandes obras. Seth es un autor muy inteligente y analítico, como demuestra en sus diversos textos teóricos y en algunos de sus mejores cómics, véase el ejemplo de George Sprott, pero cuando deja de ser inteligente y analítico y se deja arrastrar por el talento y el capricho es mucho, mucho mejor. Ahí es cuando de verdad alcanza esa dimensión que un día soñó de sus viejos tebeos favoritos, ahí es cuando de verdad llega a expresar lo inexpresable.

2 comentarios:

sfer dijo...

2005?? Parece mentira que hayamos tenido que esperar seis/siete años para ver publicada Wimbledon Green en España. Bueno... y hablo de un futuro hipotético. Hasta que no la tenga entre mis manos no me lo acabaré de creer.

gervilches dijo...

Qué acertado lo de Borges. Es totalmente cierto, una historia de historias. Da la sensación, de hecho, de que si Seth quisiera sería capaz de desarrollar todas ellas y darles el tono adecuado a su época.

La parte del esquimal astronauta es de mis favoritas, la verdad, aunque hay tanta chicha que sacarle a este tebeo que uno no sabe por dónde empezar... De lo mejorcito de Seth sin duda alguna, y eso que el listón estaba alto.