martes, 5 de abril de 2011

UNA MANÍA

"Segundo diálogo rescatado de mi memoria entre Toutain y tres dibujantes de su agencia:
DIBUJANTE 1: ¿Por qué no puedo dibujar con mi estilo?
TOUTAIN: Te respondo. Para empezar, TÚ no tienes estilo, ¿de acuerdo? Así pues, sigue estas reglas: para dibujar historias actuales, de gánsters por ejemplo, copia a Rip Kirby. Para dibujar cualquier tía, copia a la Juliet Jones y a su hermana la rubia; lo mismo debes hacer con Cisco Kid si se trata de un tío del Oeste. El asunto de la ciencia ficción, los temas de la selva y el rollo medieval, hay que copiarlos a saco del Dan Barry, del Hogarth y del Foster respectivamente. Y no te olvides nunca de una cosa: todos sabemos que el Caniff y el Robbins son de puta madre, gloriosos, puede que sean los mejores del mundo, eso está muy claro... ¡pero no son comerciales! ¡En Francia no venden! ¿Llegas a comprender lo que significa eso? Pues que sólo sirven para ser mirados, no para ser copiados. Y ¿por qué?, te preguntarás. Pues porque la gente de la calle es muy burra y no entiende de estilos raros. Esos estilos sólo nos gustan a nosotros, porque somos muy MODERNOS, pero la gente de la calle es más bien corta y con boina, y le gustan las cosas bonitas y sin complicaciones.
DIBUJANTE 2: Entonces todos vamos a dibujar igual...
TOUTAIN: Y ¿os parece poco dibujar como Raymond y Foster?
DIBUJANTE 3: Y ¿por qué no puedo firmar con mi nombre?
TOUTAIN: Porque en Francia existen los sindicatos que defienden los intereses de sus dibujantes y nosotros no somos franceses. ¿Lo entiendes?
DIBUJANTE 1: ¿Qué quiere decir eso de 'copyright' que aparece antes del nombre del dibujante? Por ejemplo, Copyright Frank Robbins.
TOUTAIN: Esto del copyright es una MANÍA. Los dibujantes americanos tienen esta manía. Una manía más de un pueblo sometido a la tiranía de una burocracia implacable. No le des más vueltas al asunto y sigue con tu trabajo si quieres cobrar a fin de mes.
Así estaba el patio».

Del prólogo de Josep Mª Beà para la edición completa de Los Profesionales, de Carlos Giménez, que saca DeBolsillo (Random House Mondadori).

Para aquellos que no estén versados en la historia de nuestras viñetas, decirles que la breve escena que reconstruye Beà pertenece al marco de las relaciones entre los dibujantes españoles de agencias y Josep Toutain, jefe de Selecciones Ilustradas, que vendía material a toda Europa, durante los años 60. Beà, como Giménez y muchos otros, fue uno de aquellos dibujantes cuya historia se cuenta en Los Profesionales, que siempre ha sido mi obra preferida de Carlos Giménez. No sé cómo será la experiencia de releerlo tantos años después en este extraño formato con dos tiras por página y más de 650 páginas en total, pero ya solo por el prólogo ha merecido la pena.

Por buscar un punto de referencia que hemos mencionado aquí muy recientemente, digamos que Los Profesionales es una especie de Bakuman cañí. Lo cual me hace pensar: ahora que ya tenemos El invierno del dibujante de Paco Roca para contarnos la historia de los dibujantes de Bruguera de los 50, y Los Profesionales de Giménez para contarnos la de los dibujantes de agencias de los 60 y 70, ¿quién se anima con la historia de la generación de los 80, la del Víbora, El Cairo, Madriz y el Boom del cómic adulto? Ahí hay mucha tela que cortar...

7 comentarios:

infame & co dijo...

a ver si alguna vez sale la biografía de bea que decían hace unos años. Ese si que sería una pasada (secundo la necesidad de una biografia de los 80)

Kurt dijo...

No sé si sería fácil encontrar la diferencia entre lo mostrado con Toutain y marcar una línea editorial "estética" en una revista como, por ejemplo, esta anécdota que relata Hernández Cava de cuando cortaba el bacalao en la revista Madriz (1984-87):

"Llegó (Manuel Hidalgo, Manolo) con unas páginas de estilo Corben, muy cuidadas, con muchas horas de trabajo. Yo estaba mirando las páginas y no sabía muy bien qué decirle ante ese trabajo tan convencional y, al dar la vuelta a la página, vi los muñecos de Manolo, que luego han sido tan conocidos aquí. Dije: «¿y esto?». Manolo respondió: «No, eso no me cuesta esfuerzo, esos muñecos los hago cuando hablo por teléfono». Entonces le dije: «muchacho, olvídate del esfuerzo, olvídate de Corben y tira por este camino». Y, bueno, perdimos una copia de Corben, pero tenemos a Manolo."


Sacado de aquí:
http://www.tebeosfera.com/1/Documento/Entrevista/Cava/FelipeH_2.htm



Nunca ha habido libertad para el dibujante en el mundo del cómic.

Un saludo

Santiago García dijo...

Es curioso lo que dices, Kurt: "Nunca ha habido libertad para el dibujante en el mundo del cómic." Y digo que es curioso porque últimamente no hago más que leer que en el cómic SIEMPRE ha habido libertad para los autores. Normalmente en alguna discusión sobre novela gráfica en la que alguien ha mencionado que los autores contemporáneos que se dedican a ese tipo de cómic gozan de una libertad mucho mayor de la que han disfrutado tradicionalmente los dibujantes. Y más de una vez y de dos he visto que alguien llegaba a decir que eso es mentira porque SIEMPRE ha habido libertad, justo lo contrario de lo que planteas tú.

Yo no te digo ni que sí ni que no. La libertad tiene unos límites en cada momento y en cada sociedad, y la libertad hay que ganársela: ganarla, mantenerla o ampliarla es una responsabilidad de cada cual, no un privilegio.

Respecto a las diferencias entre el ejemplo de Toutain que relata Beà y el de Hernández Cava que relata él mismo y que tú propones, a mí se me ocurren unas cuantas: una, Manolo Hidalgo podría haber cogido sus dibujos a lo Corben y haberse marchado a Toutain o a Norma y habría acabado publicando en Cimoc o en otro sitio, sin ningún problema; dos, Hernández Cava le dio la vuelta al papel de Hidalgo y le recomendó que siguiera el camino que vislumbraba allí, Toutain no le preguntó a sus dibujantes qué otra cosa quería hacer, solo que copiaran a los que vendían, ni siquiera a los que les gustaban; tres, Beà y otros dibujantes tuvieron con el tiempo que reorientarse como autores por caminos que Toutain había intentando evitar, Manolo Hidalgo ya ha tenido tiempo de volver al "estilo Corben" si hubiera querido, y si no lo ha hecho no creo que haya sido porque Cava sigue impidiéndoselo; y cuatro y por último -por no alargarnos-, dudo mucho que Hernández Cava se quedara con el copyright de los dibujantes que publicaban en "Madriz".

Vamos, que yo sí que veo bastantes diferencias entre ambos casos, amigo Kurt.

Kurt dijo...

Supongo que habría que distinguir entre "libertad" como término usado para referirse a hechos sociales, etc y la percepción que cada uno tiene de su libertad particular. Esta segunda es subjetiva y hay gente con más o menos aguante a la hora de soportar faltas de libertades. Comentas que algunos te han hablado de la gran libertad que hay para los autores. Bueno, yo desconfío mucho de cualquier declaración que se haga en un mercado, negocio. Cualquier cosa que se diga en estos casos tiene un propósito y estando en un mercado tan pequeño como el del cómic supongo que es mejor decir lo más conveniente para llevarse bien con la mayoría. Si coges a un dibujante que está promocionando un cómic, no le preguntes si ha tenido libertad para hacer su trabajo. No va a tirar piedras sobre su propio tejado.
A veces nos olvidamos que en aquel momento está vendiendo su cómic. Si se habla mal de un director o de las maneras de una editorial, si tienes un determinado estilo de dibujo a lo mejor no te quedan muchas otras editoriales a las que acudir.


Sobre esta frase que escribes:

>>>La libertad tiene unos límites en cada momento y en cada sociedad, y la libertad hay que ganársela: ganarla, mantenerla o ampliarla es una responsabilidad de cada cual, no un privilegio.<<<<


Creo muy poco en las frases-slogan simplificadoras y los libros de autoayuda tampoco me interesan. La libertad ni hay que ganársela ni dejársela de ganar, no vivimos en una película con un guión de final feliz o predeterminado. No hay recompensa al final salvo una que te inventes. No hay nada que guíe las cosas. Puede haber personas que no luchen por su libertad y que acaben obteniéndola y hay otros que pueden luchar toda su vida sin conseguirla. En realidad algunos ya nacemos con una libertad por la que nosotros no luchamos sino seguramente alguna generación anterior, y seguramente ésta la obtuvo no por luchar concienciado sino porque le apuntaban por detrás con una bayoneta. Podríamos también hablar sobre cuánto da y cuánto quita el dinero la libertad y lo mal repartido que está. También se podría hablar de lo lejos que estamos de vivir en una sociedad basada en la meritocracia (entendido ésta como una manera de obtener la libertad) teniendo también en cuenta lo difícil que es evaluar los méritos. En fin, que no me creo frases reduccionistas, las cosas son complejas y extraer conclusiones operativas de tanto caos puede ser al final más un intento de destilar resultados basándote en mentiras piadosas.

Tú ves diferencias entre el caso de Toutain y el de Cava porque enfocas ambas situaciones desde puntos de vista equivocados. No importan los aspectos accesorios en estos casos, hay que centrarse en lo esencial:

La idea clave, para el tema que estamos tratando, es que en ambos ejemplos vemos a un editor/director fabricando/modelando a dibujantes para que trabajen en sus respectivos mercados. Un ejemplo parecido en el mundo de la música, sería cuando una compañía de discos fabrica un grupo musical desde cero contratando por separado a unos musicos sin pulir y dándoles la forma que más le conviene a la empresa musical a corto plazo, dándoles una imagen para que luzcan en TV y haciéndoles tocar la música que de forma calculada se ha estudiado que generará más ventas para la empresa. ¿En qué queda la iniciativa del cantante y su creatividad? En nada.

Kurt dijo...

(continúo)


Cava buscaba su nicho de mercado modelando una revista (y de paso a al menos un dibujante) según una estética determinada que creía la conveniente en aquel momento. ¿Importaba algo el criterio del dibujante para su propio estilo de dibujo? Para nada, era una rosca que debía acoplarse a un mecanismo (como lo de Toutain) (¡el estilo de dibujo de un dibujante! ¿es que hay algo más íntimo que eso? Si le tocan eso a un dibujante... ¿qué le queda?. ¿Y tú defiendes a Cava? Tú sabrás lo que haces).

Dices que Hidalgo podría haberse ido a trabajar a otra editorial. También aquellos 3 dibujantes de los que habla Beà hbieran podido optar por otras agencias o, ya que estamos fantasiosos con las opciones, podrían haber creado su propia agencia. Al fin y al cabo, Toutain fue, en su momento, también un dibujante más.

Y, para terminar este mensaje, pongo otra pequeña anécdota entre un dibujante y un editor. Que cada cual relacione este hecho con la libertad de la manera que desee. Es un fragmento de una entrevista a Micharmut del 2004:

>>>Entrevistador: ¿Qué es lo peor que te ha dicho un editor sobre una historieta?

Micharmut: (...) Lo más bonito es lo que me dijo el editor de Norma: "Yo me dedico a ganar dinero". Yo
le contesté:

"Yo no". Y adiós muy buenas.<<<

santibilbo dijo...

Santiago yo me releí hace un par de años "Los profesionales" y siguen siendo magníficos por el tono y la mala hostia, sin homilías.Sin embargo creo que sólo puede gustar al minusculo guetto de los aficionados porque pocas veces se ha contado mejor el amor a una outa mierda de trabajo.
Ah, me ha flipado que Caniff y Robbins no fueran comerciales en Francia

Kurt dijo...

Otro ejemplo sobre la falta de libertad de los autores y sobre la intervención de los editores en sus obras (debería hacerse un estudio serio sobre la mayor o menor intervención/interferencia de los editores en el aspecto creativo de las novelas gráficas actuales)...

Sobre la obra de Guy Delisle:

http://maginoteca.blogspot.com/2011/11/shenzen-deja-vu.html

>>Y con ese dibujo que ni son bocetos ni son figuras acabadas, en una perenne niebla de polígono industrial. En su descargo, él mismo nos muestra un par de páginas con un dibujo más perfilado, que no fue aceptado por los editores. Es decir, que los editores actúan como prescriptores de los gustos de los lectores, diciendo qué estilo de dibujo y de guión hay que publicar. En eso acaba resumida realmente la novela gráfica: en un producto industrial decidido desde arriba pero mostrado al público objetivo como una obra puramente personal.<<