domingo, 11 de octubre de 2009

DUALIDADES

Mi número favorito es el dos y mi personaje favorito Dos Caras. Esta obsesión con el dos es comprensible en una personalidad cultivada a base de un régimen intenso de tebeos protagonizados por personajes cuyo rasgo principal es tener una doble identidad. Será por una atracción natural hacia el tema del doble o porque es una obsesión compartida con la cultura occidental, pero no hago más que tropezarme con obras que giran en torno al número dos. Quizás haya sido más consciente desde que publiqué El extraño caso del doctor Jekyll y mister Hyde (SM) con Javier Olivares. Pero creo que es algo que desde siempre he sabido con certeza: los doppelgangers nos rodean. La más reciente prueba la he tenido en un par (cómo no) de tebeos que he leído seguidos. Sólo tenían en común dos (claro) cosas: que eran americanos y que su motivo principal era la doble personalidad.



El primero es Asterios Polyp, de David Mazzucchelli [y debo advertir que el siguiente comentario contiene spoilers]. La historia está narrada por Ignazio, el hermano nonato del protagonista, Asterios. Ese gemelo que no llegó a nacer será siempre una sombra que acompañe a Asterios, como un duplicado fantasmal. Y quizás por eso, su organización mental se basa en sistemas de oposiciones claras: lo lineal frente a lo plástico, lo interno frente a lo externo, lo factual frente a lo ficcional, lo rítmico frente a lo melódico, Adán frente a Eva... Asterios, un arquitecto famoso que nunca ha construido un edificio y que basa su fama en sus diseños inéditos y en sus clases (obsérvese la directa proyección de Mazzucchelli, un dibujante de prestigio que llevaba 15 años dando clases sin hacer un tebeo), pierde todo en el inevitable acto aleatorio austeriano inicial (de hecho, el acto en cuestión es la caída de un rayo, lo que recuerda sobremanera al acto aleatorio austeriano por excelencia, pues Paul Auster ha recordado muchas veces cómo en su infancia estuvo a punto de morir fulminado por un rayo y cómo eso determinó su visión del azar como fuerza del destino) y se embarca en su particular Odisea. Tampoco en esto es muy sutil Mazzucchelli, que se siente en la necesidad de subrayar el paralelismo haciendo que Asterios tenga su hogar perdido en Ithaca (Nueva York).

A lo largo de todo el libro, la recurrencia a los motivos duplicados y a las reflexiones sobre la dualidad son constantes. Pero al contrario que en la literatura clásica (de la que el propio Mazzucchelli hace un resumen en un par de páginas), Ignazio y Asterios no representan dos polos opuestos, salvo en que uno está vivo y el otro muerto, lo cual recuerda un tanto a la fraternal relación muerte-vida entre Art Spiegelman y su hermano Richieu en Maus. La dualidad simboliza más bien la indecisión del intelectual desapegado. En cada decisión que ha tenido que tomar en la vida, a Asterios le ha pesado la sombra de la decisión que podría haber tomado su hermano, el camino que podría haber divergido. Finalmente, la pérdida de un ojo representa con otra metáfora de sal gruesa la pérdida de la visión doble de la vida, y con la misma, la recuperación de una visión monofocal, una visión unificada del mundo y, con ella, la voluntad de hacer, no de quedarse parado en el umbral de las decisiones, sopesando las alternativas. Así se resuelve la crisis del protagonista, integrando su personalidad fragmentada sin el cataclismo irresoluble que afrontó el pobre doctor Jekyll, y se cierra su "arco", como mandan los cánones de los buenos guiones (entiéndase "bueno" como productivo y eficaz, sano, incluso).

El tebeo que he leído a continuación de Asterios Polyp es un DC Showcase Presents dedicado a Eclipso. DC Showcase es una colección de DC que reedita en blanco y negro historietas antiguas. Eclipso fue una serie que apareció originalmente en House of Secrets nos. 61-80 (1963-1966). Todos los guiones son de Bob Haney, y los dibujos corren a cargo de Lee Elias, Alex Toth y Jack Sparling. Eclipso es una de las traslaciones más literales del mito de Jekyll y Hyde a la sensibilidad superheroica. En un golpe de genio, en este caso el personaje superpoderoso es un supervillano. Como rezaba el lema que acompañaba al título: "¡Héroe y villano en un solo hombre!" Todavía hoy tiene algo de emocionante y amoral ver en el título de una serie el nombre del malo.



El protagonista de la serie es el joven científico Bruce Gordon (Haney reconocería en una entrevista en The Comics Journal que era una broma privada: Bruce de Bruce Wayne y Gordon del comisario), acompañado del venerable profesor Bennett y de la hija de éste y (por supuesto) prometida suya, Mona. Mientras investiga un misterioso diamante negro, un eclipse a miles de kilómetros de allí provoca un "efecto extraño" que convierte a Gordon en Eclipso, un supervillano con poderes y disfraz incluidos que se dedica a hacer el mal porque le gusta y porque él lo vale. Cuando los efectos de la transformación terminan, bien porque se agote el tiempo, bien porque Eclipso sea víctima de un fogonazo de luz intensa que revierte su metamorfosis, Gordon recupera su cuerpo e intenta deshacer todos los males provocados por Eclipso. Es delirante la cantidad de veces que a partir de ese momento Gordon se encontrará con eclipses, naturales o artificiales, que provocarán su transformación en el villano. Varias veces en cada episodio de 13 páginas, ni más ni menos.

Haney confesaría que no había sabido sacar todo el partido a la idea original de Eclipso. Es cierto que la dualidad que moviliza la serie resulta confusa. Eclipso no parece una manifestación de la personalidad de Gordon, sino un malévolo extraterrestre que ocupara fugazmente su espacio en el mundo. Pero, por otra parte, hay algo en esta serie que va más allá de lo evidente. Al mismo tiempo que Eclipso pasaba desapercibido en DC, en Marvel se alzaba un mito basado en cimientos muy parecidos, el de Hulk. Pero  Eclipso era más osado que Hulk (si bien fallido). Mientras que Hulk era sólo un «monstruo incomprendido», Eclipso era decididamente malvado. Si para un adolescente un tebeo de superhéroes funciona como catarsis, lo que se liberaba en Eclipso no era la rabia contenida, como en Hulk, sino la pura maldad inexpresable.

Es esto que no aparece nunca en viñeta, que no está explícitamente presente ni en el guión ni en el dibujo de Eclipso, lo que lo enriquece enormemente. Hay algo que no se puede decir en este tebeo infantil de producción industrial y dedicado al mercado masivo que sigue los estándares morales y estéticos de hace 45 años, y ese algo provoca una tensión psicológica que resulta tan evidente que se superpone al mensaje explícito del tebeo. Lo que importa no es que el bien triunfe sobre el mal, finalmente; lo que importa es que todos, incluso los mejores de nosotros, llevamos dentro un mal salvaje y feliz que está deseando salir y desahogarse en una venganza infinita contra el mundo. Afortunado Bruce Gordon, el "héroe" que puede permitirse castigar a sus semejantes con la coartada de que quien lo está haciendo es en realidad Eclipso.

Esta dinámica entre lo que se cuenta de forma expresa y lo que se cuenta de forma inconsciente es una de las virtudes más emocionantes de los productos de la cultura basura. Es eso lo que hace que haya un discurso consciente y uno inconsciente en Eclipso, una proyección de una doble personalidad, la civilizada que lo controla y la muda y reprimida, que es la que de verdad nos fascina. Y es eso lo que no hay en Asterios Polyp, donde el meditado despliegue de una panoplia de ejemplos narrativos pulcros y dignos de figurar en cualquier recetario de Scott McCloud está al servicio de una voz homogénea y racional que nos habla de la dualidad desde un punto de vista inconmoviblemente coherente y unívoco. Asterios Polyp nos cuenta mucho menos de lo que parece contarnos con su palabrería iconográfica; Eclipso nos cuenta mucho más de lo que parece con su lacónica enunciación formulaica. Al final, creo que Asterios tenía razón y he descubierto una nueva categoría en la que dividir los tebeos: los que expresan lo descifrable, como Asterios Polyp, y los que expresan lo indescifrable, como Eclipso.

7 comentarios:

Bruce dijo...

No conocía 'Eclipso'. Efectivamente la idea es fantástica, pero tratándose de Haney no creo que la performance lo fuera tanto. Lo de los 15 eclipses por historia es muy típico suyo..

el tio berni dijo...

Creo que has dejado muy claros los dos puntos por los que pienso que Asterios Polyp es una obra fallida, el gran batacazo de Mazzucchelli, por mucho que la crítica dé palmas con las orejas porque cada personaje "está dibujado en función a su personalidad y tiene su propia tipografía" (eso sí que es quedarse en la superficie, aparte de que ya estaba en Sandman, por ejemplo).

Pero a lo que iba, las dos razones que banalizan Asterios Polyp y lo dejan convertido en un catálogo de novedades muy alejado del de Chris Ware:

El constante subrayado que hace Mazzucchelli como si el lector fuese tonto; sus referencias que agotan y le hacen parecerse al peor Alan Moore, el que utiliza sus tebeos como un vehículo para hacer creer al lector que es más inteligente y culto de lo que realmente es; sus artificios gráficos, excelentes, apabullantes realmente, pero que se mueven varios niveles por encima de lo que pide la historia, me temo, convirtiéndose en la historia. O sea, todo forma, nada de fondo.

El segundo motivo por el que me parece que Asterios Polyop es flojo (ojo, flojo para ser de Mazzucchelli, que se le supone un nivel altísimo ya de partida) es más etéreo, y es que me parece que su nuva novela gráfica no tiene "alma". Mazz se ha perdido en recovecos formales (que tomados uno a uno son muy interesantes y tal) y se olvidado de poner algo de sí mismo en la obra. No basta con que el personaje sea en cierto modo su reflejo, porque nunca acaba de desnudarse como persona. Es como si el doctor Frankenstein hubiera construido un Brad Pitt en lugar de un monstruo pero después se hubiera olvidado de darle vida. Qué distinto de, por ejemplo, George Sprott, un tebeo tal vez con menos artificio (aunque tiene su buena ración de experimentación formal) pero que respira como un ser vivo, al ritmo de la respiración de Seth.

En fin, vaya rollo.

Pepo Pérez dijo...

ja, ja, veo que no te ha gustado mucho, Berni. Sí, a mí tampoco, y mira que quería que me gustase cuando lo leí este verano. Coincido contigo en que no tiene alma. Forma, mucha. Demasiada tal vez. Y sí, qué distinto de George Sprott, que es lo mejor que hecho nunca Seth (lo cual ya es mucho).

Santiago García dijo...

Bruce: en efecto, la performance no es para tanto, ya comento que es un tebeo fallido. Pero bueno, ahí está la gracia precisamente.

tío berni: Estoy bastante de acuerdo con todo lo que dices, incluido también lo del "alma". Al final va a resultar que hacer una novela gráfica buena no va a ser tan fácil.

Pepo: menuda "dualidad" la nuestra, subiendo dos posts sobre Asterios Polyp al mismo tiempo y sin saberlo. Veo que hay una tendencia a comparar AP con lo último de Seth... (Pepo ha escrito sobre AP en Es muy de cómic: http://pepoperez.blogspot.com/2009/10/rotular-el-habla.html)

Bruce dijo...

Nada en contra de los tebeos fallidos, muchos incluso me gustan. Haney era muy imaginativo y creó bastantes personajes, pero tenía una forma de desarrollar las historias muy Golden age, sin preocuparse por la lógica interna de la historia. El problema es que en la Silver age su estilo se veía desfasado. Si hubiese nacido antes...

el tio berni dijo...

Hombre, tampoco es que AP no me haya gustado, así, tajantemente. Tiene sus cosas que están muy bien, hay ya de partida un nivelazo por ser Mazzucchelli. Y creo también que es una lectura de esas "imprescindibles" por motivos coyunturales. Otra cosa es que ni sea lo que creo que todos esperábamos (la GRAN novela gráfica del siglo XXI) ni acabe de emocionar, cuando toca todas las teclas para hacerlo. No, hacer una novela gráfica no es tan fácil si no tienes mucho que contar y además tienes, como creo que tenía Mazzucchelli, dos obligaciones: la de "demostrar" que seguía siendo un fiera y la de ofrecer algo formalmente MUY currado para justificar los 10-15 años de trabajo en este AP.

Octavio B. (señor punch) dijo...

no he ni ojeado el AP, pero en lo que dice Berni (necesidad de "demostrar") encuentro, a priori, su peor enemigo. La categoría de DM, alcanzada con Ciudad de Cristal, sobre todo, y su ausencia en el "candelabro", puede "obligarle" a querer ser el más estupendo del patio, un aquí vuelve el hombretón.
Cuando lo lea, ya me pronunciaré sobre resultados con fundamento, claro.