La apariencia primeriza procede de un dibujo demasiado deudor de Blain pero muy alejado de la maestría del francés. Es cierto que a medida que avanza la obra el dibujo mejora, pero en las primeras páginas produce cierto efecto disuasorio. El guión me ha parecido también algo más amorfo que el de Santo Cristo, casi como si estuviera un poco escrito a borbotones. Pero nada de eso me ha impedido disfrutar de la obra, al contrario, ha hecho que me pareciera más orgánica y natural. Pasaba las páginas deslumbrado por el talento como guionista de Mario Torrecillas, un tío de los que nos hacen falta más en nuestras viñetas. El hijo lo tiene todo: un componente emocional que en todo momento resulta muy veraz (el hijo que busca a la madre loca), una ambientación muy de aquí y muy eficaz (la España negra y rural), la documentación justa para dotar de solidez al entramado ficticio (con incursiones en la psiquiatría de los años 40, por ejemplo), y unos diálogos que aunque a veces suenen anacrónicos están fantásticamente vivos y frescos, y que, sobre todo, sobre todo, no parecen diálogos traducidos del inglés, un mal demasiado extendido en nuestros guiones.
Supongo que debido a que cuando leemos varias obras seguidas el recuerdo de una influye en la lectura de la otra, he visto algún punto en común entre El hijo y El experimento de Juaco Vizuete. Al fin y al cabo, Matías, el protagonista de El hijo, busca a su madre para encontrarse consigo mismo, pero al final no se descubre en su pasado, sino en el futuro con el que tropieza por azar. El manicomio de Cantallops también funciona como una nave de locos hermética, pero aquí sí hay una salida posible. Quizás porque en este caso se trata de una verdadera novela gráfica, y las novelas sólo existen en el tiempo.
Lo que quería decir, en fin, es que El hijo es un libro brutal, imperfecto y desbordante, y una lectura que dibuja un horizonte posible para el cómic que estamos haciendo ahora mismo aquí. Estoy deseando ver qué hacen ahora Torrecillas y Alba.
6 comentarios:
Yo me he quedado en la página 20 o así, precisamente por el efecto disuasorio que comentas del dibujo en las primeras páginas. Reconozco que no me enteraba de nada y que los diálogos me sonaban muy extraños, a lo mejor por eso que comentas de que no parecen un traducción de los americanos.
Lo retomaré, a ver qué tal.
Yo creo que no es un tebeo fácil de leer, pero no por "experimental" (lo digo porque venimos de comentar "Pim y Francie", y alguien se puede pensar que estamos hablando de lo mismo) sino porque es... distinto. Tiene otra forma de contar las cosas. El dibujo no ayuda nada, y como intentaba comentar en la reseña, es una tebeo denso y a veces un poco confuso. Pero a mí al final me ha cautivado el talento del guión, aunque no esté muy pulido. Pero vamos, requiere un esfuerzo, sí.
El dibujo disuade al principio, sí, a mí también me ha pasado. Sobre el guión, yo creo que a más de uno le va a parecer "mal hecho" si aplica los criterios convencionales de "cómo hay que escribir un cómic", que quiere decir en realidad cómo hay que escribir un tebeo del montón, un tebeo mediocre. Por lo que llevo leído de El Hijo, es lo contrario de un tebeo mediocre, una historia personalísima de un auténtico creador, de auténtico talento.
Cada vez que me paso por aquí, me entero de más cosas interesantes!
Lo de Al Columbia me ha fascinado en su bizarrez!!
Es todo un personaje.
Me ha recordado a aquel tebeo de Kim Deitch.
Releo mi primer comentario y creo que puede dar lugar a confusión. Cuando digo que me he quedado en la página 20 no quiero decir que lo haya abandonado, ¿eh? Quería decir que en el momento de escribir había llegado sólo hasta allí.
Me hace gracia que digas lo de Kim Deitch, Javier, porque es algo que pensé mientras leía el tebeo de Al Columbia. Pensaba: "Éste es el tipo de tebeo que habría hecho Kim Deitch con el cerebro destrozado por el ácido..." Y luego me di cuenta de que eso ya había pasado...
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