En el aeropuerto, volviendo de Getxo, tenía la mochila a reventar, así que para matar el rato durante la espera me puse a leer lo primero que salió de la bolsa: Arlerí (Astiberri, 2009), de Edmond Baudoin. No era lo que yo habría elegido.
Los cuatro ríos (Astiberri, 2009), de Baudoin con Fred Vargas, me había resultado francamente ilegible, y Arlerí es el típico tebeo que aborrezco desde la primera página: esa viñeta-cuadro de pretensiones artísticas pasadas por el mito del pintor heroico. La escena seguía por los derroteros que me imaginaba: la modelo desnuda y joven mira en silencio; la modelo desnuda y bella dice: "Eres viejo"; el pintor vestido y viejo mira en silencio; etc... En fin, mucho "arte" (traduzco, seudopintura indescifrable como tebeo) y mucha reflexión directa (topicazo) sobre la propia condición artística, la vida, el amor, las mujeres, el sexo... Por poner un ejemplo, esto es un parlamento que suelta el protagonista en apenas dos bocadillos de diálogo en dos viñetas consecutivas: "La cosa está en nuestra forma de mirar el o los paisajes. La relación que los hombres y las mujeres entablamos con la soledad. La soledad absoluta de los hombres y la soledad que puede verse interrumpida en intervalos de nueve meses en el caso de las mujeres. Sin olvidar a la muerte, que a todos nos sigue a tres metros. Esa muerte que hace que la separación sea de todas maneras ineludible. No tiene nada de triste, así es la vida. La muerte nos obliga a vivir. Y además a mí nunca me han gustado las fantasías. Si me atraía la mujer de al lado, no me la imaginaba desnuda. Quería verla, con su consentimiento, por supuesto. A Hélène tampoco le gustaban las fantasías". Sí, no me he equivocado: todo esto son sólo dos bocadillos.
Cuando a un historietista le entra el complejo de Picasso y además escribe en aforismos me pongo nervioso, es cierto, pero, a pesar de eso, no sé si forzado por las circunstancias, no dejé de leer Arlerí hasta acabármelo, ya asentado en ese espacio íntimo que es el reducido asiento del avión en un vuelo nocturno. Y a medida que avanzaba, cada vez más inmerso estaba en el mundo absurdamente grandilocuente y adolescente que planteaba Baudoin. La marea de pinturas y palabras desbocadas me envolvía, y yo me notaba sumergiéndome a veces en recuerdos muy antiguos, recuerdos verdaderos.
¿Cuál es el gran mérito de Baudoin? Pues, como en todos los casos en que se hace algo bien, en este caso el mérito es seguir su camino hasta las últimas consecuencias. Si vamos a perder la cabeza, vamos a perderla de verdad, no mirando con un ojo la reacción de los demás. Y Baudoin se entrega tan desinhibidamente a sus ideales y su visión, te grita a la cara con tanta desfachatez "¡Soy un artista y soy sensible! ¡Mira, he conocido mujeres!" que al final tienes la sensación de que se lo cree de verdad, y te lo acabas por creer tú también. Y de pronto descubres que un tebeo que está en las antípodas de lo que te gusta, también te puede gustar. Que al final, sientes algo leyendo Arlerí y estableces unos lazos afectivos con esa historia de amor tan desnuda y tan discursiva.
Muchas veces olvidamos cuánto nos influyen las circunstancias de una lectura en cómo apreciamos ésta.
Por ejemplo, si llevas tres semanas sin ver a tu novia, a lo mejor te gusta Arlerí.
A lo mejor.
5 comentarios:
Este no lo he leído, pero Los Cuatro Ríos no me pareció tan malo. O sea, Baudoin está para matarlo, pero la historia sí que me enganchó. A lo habría preferido leerlo en forma de novela, lo que no dice mucho de Baudoin...
Yo es que Los Cuatro Ríos no me lo pude terminar, por eso decía lo de "ilegible". Se me hacía demasiado difícil de leer, no sé si la historia estará bien o mal. Te haré caso y haré un esfuerzo por retomarlo, a ver si tengo recompensa.
Yo tampoco he leído éste... Y por eso no quería comentar todavía. Pero no puedo aguantarme. Te estás metiendo con uno de mis "favoritos" (ja,ja).
A ver.. Me hace gracia tu reseña porque cuando dejé a un amigo varios tebeos de Baudoin me dijo (un poco en plan coña): Es que me cae mal. Seguro que es el típico tío que va de sensible y oh! el arte... Y se ha ligado a un montón de tías (ja,ja).
Pues sí. Puede ser.
Yo (ya digo que éste no lo he leído) en los que conozco suyos no he visto nada absurdamente ni grandilocuente, ni adolescente (y menos en un tío que se reconoce como mayor y con una visión bastante adulta de lo que es la vida). Hay una historieta en la que "revisita" junto a su hijo sus recuerdos "adolescentes" bastante significativa en ese aspecto.
¿Y va de artista? Pues bueno... me parece que porque lo es. Y lo digo en serio.
También Ware es artista y a mí me emociona bastante bastante menos, aunque a vosotros os guste más.
Así, y por "molestar" un poco... ¿Todas esas viñetas para que al final el "momento" emotivo me llegue cuando su padre le abandona en la feria de San Luis? (ja,ja).
Y sí. La función del arte no es ni emocionar, ni que una obra sea más emotiva quiere decir que sea mejor, ni este post pretende decir eso.
Y también. Ware es la hostia, lo sé. Pero para mí Baudoin es más hostia todavía!
Uno de los pocos autores que de verdad utiliza el medio como pocas veces he visto... Los recursos gráficos de El viaje...ese gato que salta de la cabeza del protagonista, esas cabezas que se abren, esas calaveras para expresar que para él todo está muerto a su alrededor...
Su dibujo es "expresivo" de un modo que el de Ware no lo es.
Igual el ejemplo que tú has puesto son dos bocadillos. Pero hay veces que Baudoin sólo con un dibujo cuenta más que otros con multitud de viñetas y páginas.
Bueno, no me quiero alargar. Además, se va a notar que soy "fan" y pierdo credibilidad (ja,ja)
Al final, para gustos los colores, como siempre...
Me alegro al menos de que te gustara. Espero que me guste a mí... hasta ahora todo lo suyo lo ha hecho... aunque no tengo novia a la que pueda echar de menos (ja,ja)
Un saludo.
PD: A mí Los Cuatro Ríos me gustó bastante. Y no es de mis favoritos suyos.
¡Menudos bocadillos! ¡El Edgard P. Jacobs de la introspección!
Coincido en lo de que este tio no me gusta pero me gusta.....incomprensible....
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