lunes, 19 de diciembre de 2011

LA NOCHE DEL MURCIÉLAGO 22: EL CASO QUE BATMAN NO PUDO RESOLVER


(PARTE DEL CAPÍTULO LAS MEJORES HISTORIAS DE BATMAN)

EL CASO QUE BATMAN NO PUDO RESOLVER

Jerry Robinson

Batman (1942)

Descubrí esta historia de Batman y Robin en un espectacular álbum gigante publicado por Editorial Valenciana en 1976, y sometida a la revisión adulta no sólo soporta el examen, sino que arroja abundantes argumentos a favor del Batman de la Edad de Oro. Sensacionalmente dibujado por Robinson, un verdadero monstruo que despliega un trazo expresivo, elegante y flexible y que narra con un sentido del espacio, el ritmo y la composición muy por delante de su época, “El caso que Batman no pudo resolver” es un ejemplo clásico de guión detectivesco a la usanza de los problemas lógicos de Ellery Queen o Gaston Lerroux. Dana Drye, el mayor detective del mundo, convoca a una conferencia a los mejores investigadores criminales del planeta, y apenas ésta ha dado inicio es abatido por un disparo procedente de la ventana. Lo complicado es que la reunión se celebraba en el piso quince, y nadie se explica quién ni cómo ha podido matar al gran patriarca de los sabuesos. Dotada de humor a raudales, desenfado, acción viva y más de una sorpresa por página, “El caso que Batman no pudo resolver” deleita a los amantes de los cuentos construidos con cariño artesanal. Los tipos que se dejan ver por la historieta son fascinantes. Entre los detectives, cada uno representa un estereotipo: Sir John es un defensor del racionalismo científico procedente de Scotland Yard, el sheriff Ezra Plunkett es el paleto con instinto, la joven y atractiva Grace Seers escribe novelas de misterio y los resuelve en sus ratos libres, el Dr. Tsu es el “cazador de hombres oriental” de la Chinatown de San Francisco y, por supuesto, no falta cierto millonario traumatizado que se disfraza de mamífero volador y aporrea delincuentes en compañía de un niño que viste calzoncillos verdes y capa amarilla. En el bando de los facinerosos, una colección de tipejos exquisitamente retratados por Robinson con cuerpos ondulantes y chupados y narices afiladas delatoras de la maldad. El asesinato de Drye se convierte en un desafío para las mentes más claras de la lucha contra el crimen, y la accidentada investigación da para momentos tan pasmosos como Batman diciéndole a Robin, al irrumpir en una casa en la que descubren a los gángsters: “Son demasiados para nosotros, Robin. Marchémonos”, a lo que el Prodigio Juvenil no puede dar crédito. Este tipo de giros argumentales inesperados se repiten cada pocas viñetas a lo largo de las 13 páginas, que llegan a un maravilloso final publicable únicamente antes de la entrada en vigor del Comics Code, pues trata con la mayor naturalidad un prohibidísimo tema que la censura no dejaría pasar a partir de los años 50.

Por cierto, Batman sí resolvió el caso, como siempre, pero el mundo nunca lo sabría.

5 comentarios:

Christian Osuna dijo...

Y mira que ese tomo Gigante... Creo que lo tengo. ¿Existieron otros de Superman? Tengo uno en el que se enfrentan Superman y Wonder Woman. Si no me equivoco. Y en otra historia Superman se enfrenta al peligro atómico y acaba el capitulo entrevistandose con el presidente Roosvelt...

Santiago García dijo...

Christian, he rescatado un par de entradas antiguas en las que hablaba de este mismo álbum gigante de Batman:

http://santiagogarciablog.blogspot.com/2009/11/el-batman-valenciano.html

http://santiagogarciablog.blogspot.com/2009/11/el-caso-que-batman-no-pudo-resolver.html

Durante los años 70, Marvel y DC publicaron un buen número de álbumes gigantes, lo que aquí solíamos llamar "almanaques" cuando yo era crío. El de Batman del que estamos hablando ahora lo publicó en España Editorial Valenciana, que también sacó algún otro de Superman.

El de Superman contra Wonder Woman, por su parte, probablemente sea uno que sacó algo después Bruguera, que creó su propia colección de álbumes de Batman y de Superman. La historia a la que me refiero yo estaba ambientada en la II Guerra Mundial.

Lo de Superman con Roosevelt no me suena, tal vez algún amable lector tenga mejor memoria que yo.

Pepo Pérez dijo...

Ése es el Superman Vs. Wonder Woman, 1978, Gerry Conway y José Luis García López:

http://concdearte.blogspot.com/2007/06/cuando-fueron-reyes.html

Alfarhache dijo...

Hola Santiago, algunos días atrás vi este post buscando imágenes en Google de las primeras portadas de World Finest (las de motivo bélico), y ahora acabo de leer esta historia a la que te referís, y coincido al cien por ciento en que el estilo de Jerry Robinson, con respecto al de Kane, es un despegue gigantesco que salta a la vista.
Las historias del Batman Chronicles al que hacés referencia se editaron aquí en el Río de la Plata (te escribo desde Montevideo Uruguay) en una colección llamada Las 100 primeras historietas de Batman (apareció otra análoga para Superman). Son esos tomos los que acabo de terminar de leer.
El manejo de la anatomía de Robinson sin duda era mucho mejor que el de Kane, las caras tienen más personalidad (Batman no es tan risueño, lo cual le devuelve parte de su oscuridad), y en el caso de Robin, si en el dibujo de Kane parece de 7 u 8 años a lo sumo, Robinson lo representa como a un joven de 11 0 12 años, de modo que lo hace también un poco más creíble. Igual también coincido contigo en que Kane tiene su toque, como queda demostrado en la vigencia perpetua de sus diseños del Joker o el Pingüino, que tal como nacieron de su trazo permanecen hasta hoy.
En fin, yo no soy un coleccionista de tan larga data, empecé hace 10 años, pero buena parte de mi tebeoteca (como le llaman ahí) la conforman revistas españolas, ya sea de Zinco, Forum, Norma o en menor medida de Bruguera o Toutain.
Te invito a pasarte por www.entornatesesamo.blogspot.com si te interesa conocer algo del escaso pero valioso comic uruguayo.
Saludo. Germán.

Santiago García dijo...

Hola, Juan. Gracias por la atención, por el comentario y por la referencia al cómic uruguayo, que, en efecto, es tan poco conocido en el exterior, fuera de la enorme figura de Alberto Breccia, a quien de todas maneras en general se tiende a tomar por argentino. Un saludo.