martes, 11 de octubre de 2011

EL TIEMPO DE LOS SUPERHÉROES

Mi último post sobre el reboot DC ha podido interpretarse de forma apocalíptica, y no es de extrañar cuando se titulaba «el fin». No era mi intención plantear el fin del mundo, ni el fin del cómic, ni el fin de la industria norteamericana del comic book, ni siquiera el fin de los superhéroes. Sí, son ideas que sobrevuelan el texto, pero nadie debería interpretarlo como una tesis sobre alguna de esas cuestiones. No tengo respuestas, sólo dudas. Ahora bien, sí creo que esas cuestiones nos las debemos plantear todos los que leemos cómics, cómic americano y, en especial, superhéroes. Y de hecho, estoy seguro de que nos las planteamos. En los años 50 ya se hablaba del fin del cómic, en los 60 estaban convencidos de que el cómic estaba dando sus últimos coletazos, y en los 70 nadie se metía en el comic book pensando que fuera a durar más de cinco años. Así que es normal que ahora tengamos que vivir con la sombra de nuestro propio apocalipsis. Como mínimo, cuanto más tiempo pasa, más posibilidades hay de que sea real, porque por pura lógica, más cerca estaremos del final.

En fin, que me enrollo y quería abreviar un poco los posts, veo que no hay manera. Lo que me interesa es ir a lo concreto. A los objetos. Hacer cómic comercial hoy en día. Hacer cómic comercial de superhéroes. No es algo sencillo. Tal vez sea el momento de la historia en que menos sencillo haya sido. Las dudas que asaltan a cualquier autor responsable que quiera hacer superhéroes mainstream hoy en día son mayores que nunca en la historia: la industria parece en continua contracción; el producto está nominalmente dirigido a un público juvenil, pero en realidad sólo lo compran adultos, en su gran mayoría mayores de cuarenta años; el formato predilecto es un panfleto mensual de 24 páginas que casi ha desaparecido del punto de distribución que le dio sentido, los kioscos, entre otras cosas porque estos casi han desaparecido; el público potencial es más amplio que nunca, porque las películas de Hollywood han hecho que todo el mundo conozca y acepte los superhéroes como fenómeno mainstream de una manera que no había ocurrido nunca en toda la historia del género, pero al mismo tiempo los únicos que compran los tebeos son los pertenecientes a un nicho muy reducido de aficionados veteranos; el imperativo artístico del género pide mantenerse fiel a una continuidad complejísima -tal vez la más compleja que se haya desarrollado en ningún campo de la ficción en toda la historia- y al mismo tiempo existe la necesidad de escapar de esa continuidad para poder plantear una renovación a todos los niveles que actualice personajes ya muy desgastados; económicamente, los autores saben que les interesa mucho más desarrollar una creación propia que pueda ser licenciada y franquiciada por el cine y otras empresas que trabajar a sueldo en un personaje corporativo, cosa que no había pasado nunca hasta ahora.

Todo esto no son pajas mentales, todo esto son cuestiones que un profesional tiene en mente -o debe tener en mente- si quiere hacer dignamente su trabajo. Su trabajo es hacer cómics de entretenimiento, de consumo, y hacerlos bien. Y hacer bien cualquier cosa es difícil, muy difícil, y requiere un trabajo de fondo que muchas veces no se aprecia en la superficie. Hacer un tebeo de superhéroes entretenido es hoy en día mucho más difícil que hace diez años, muchísimo más que hace veinte y que hace cuarenta. Y, desde luego, un tebeo de superhéroes entretenido no se hace imitando lo que era entretenido hace diez, hace veinte, hace cuarenta. El profesional responsable, el profesional de calidad, tiene que asumir todas esas cuestiones latentes para dar forma al producto relevante de su época, el producto realmente entretenido, el que vale lo que cuesta.

Creo que el cómic de superhéroes tiene mucho recorrido aún, y muchas cosas que contar. De hecho, uno los proyectos más importantes de mi vida son los cómics de El Vecino que realizo junto a Pepo Pérez, y que están protagonizados por un superhéroe. Pero no es un superhéroe comercial mainstream, como no lo es The Death-Ray, el cómic de superhéroes de Daniel Clowes que considero una de las obras maestras del cómic de superhéroes, y uno de los mejores tebeos de enmascarados del siglo XXI. Estos son cómics que plantean el superhéroe en una dimensión distinta de la dimensión en la que nacieron y en la que todavía existen como propuesta comercial mantenida por Marvel y DC. De lo que hablaba en mi post anterior era precisamente de la respuesta al desafío del cómic de superhéroes comercial contemporáneo que ha dado DC con su reboot. Una respuesta que a mí, como autor, como crítico y también como viejo fan y lector del género, me ha resultado lamentable, desesperada y terminal (de ahí lo del fin). Después de esto no viene nada, no queda nada. La vía que ha abierto DC con este reboot no lleva a ninguna parte, no se puede continuar, no tiene futuro alguno, está muerta. Eso me ha parecido.

La pregunta natural es: ¿no existe otra vía? ¿Otra respuesta? ¿Otra manera de hacer cómics de superhéroes mainstream contemporáneos que ofrezca ese contacto con los problemas reales del cómic de superhéroes de hoy en día? Como digo, hacer cómics de superhéroes mainstream hoy en las grandes es muy problemático, pero el reboot DC me ha enseñado que sí que hay gente trabajando con conciencia de esos problemas e intentando abordarlos con otras estrategias. Y hoy quería hablar aquí de un par de ejemplos de eso. Y no me refiero a las creaciones propias de Mark Millar o Robert Kirkman, que son muy válidas, porque lo que estoy buscando hoy es una posible salida dentro del marco de las viejas editoriales mainstream. Bueno, pues lo que me ha enseñado el reboot DC es cuántas cosas  bien hechas están haciendo algunos profesionales de Marvel ahora mismo. Muchas más de las que yo sospechaba.

Advertencia importante: Antes de continuar leyendo este texto, quiero dejar claro que yo trabajo profesionalmente traduciendo cómics Marvel para la editorial española Panini. Por tanto, quien quiera pensar que escribo desde la parcialidad interesada, es libre de hacerlo. Mi actividad profesional como traductor está completamente desligada de este blog y de mis escritos, pero no tengo ninguna prueba que lo demuestre, así que tendrán que fiarse de mi palabra. Escribo de lo que me da la gana y con total libertad, o al menos eso creo en conciencia.

A lo que iba: modelos de cómic de superhéroes mainstream contemporáneo que proponen salidas distintas a la del reboot DC.

Wolverine Debt of Death, de David Lapham y David Aja (color de Bettie Breitweiser), es un número especial que se puso a la venta la misma semana que salía el Justice League de Geoff Johns y Jim Lee. Aunque cualquiera hubiera dicho que pertenecían a décadas diferentes. Incluso a mundos diferentes.

Es un comic book de grapa (cuesta 3.99$, igual que el Justice League), pero cuenta una historia completa, con principio y final. Está ambientado en los años 70, aunque eso sólo se deduce de la atmósfera del tebeo, porque en ningún momento hay ningún indicador de texto que lo señale. Eso es lo primero que demuestra David Aja: su capacidad para crear atmósferas, para dar un tono al tebeo, para crear un ambiente identificable y una sensación de espacio, de realidad. Wolverine Debt of Death pasa en un mundo concreto, en una época concreta, y por tanto, sólo puede estar protagonizado por personas concretas. Y eso permite que las cosas extraordinarias que hacen esas personas concretas, como Lobezno, resulten mucho más extraordinarias.

Y sin embargo, casi no vemos hacer nada extraordinario a Lobezno (salvo lanzarse desde un Helitransporte al cielo abierto con una persona colgada de la espalda y enganchar en el aire a un robot kamikaze japonés que le permite caer con seguridad al mar, ejem). A lo largo de todo el tebeo, las escenas de acción de Lobezno se omiten mediante elipsis. Sólo vemos las consecuencias de la acción, y no la acción, porque Lapham y Aja han querido hacer un tebeo de superhéroes, pero no de acción. Han querido demostrar que el campo de acción de los superhéroes se puede desplazar más allá de la acción seudojuvenil que domina histéricamente todos los números 1 del reboot DC. En resumidas cuentas: han reflexionado cómo hacer una historia de Lobezno, una historia de superhéroes, más allá de los tópicos.

La palabra reflexionar es importante. Es la diferencia entre hacer un tapiz de clichés cogiendo las cuatro primeras imágenes tópicas que nos vienen a la cabeza cuando decimos «Lobezno» (o «Batman», o «Superman», o...) y pensar en qué queremos contar con ese personaje, qué vamos a darle que sea nuestro, qué vamos a tomar que sea suyo y qué vamos a dejar al que venga después. Es, también, ser consciente de la posición de uno mismo como autor de cómics, saber de dónde viene y cuáles son sus influencias, conocer la historia del medio, conocer su actualidad, y encontrar los resortes en los que apoyarse y los huecos por los que escabullirse hacia la siguiente etapa. Los cómics de superhéroes fueron creados por una pareja de fans de la ciencia ficción, Jerry Siegel y Joe Shuster, pero después de Action Comics #1 fueron obra, en su inmensa mayoría, de autores que no tenían interés por los superhéroes, que dibujaban superhéroes porque no podían hacer algo mejor, y que estaban deseando encontrar otro trabajo. A partir de los años 70, los fans que habían creado las generaciones anteriores de dibujantes de superhéroes empezaron a incorporarse a la profesión, y desde los 80, los cómics de superhéroes prácticamente sólo han sido obra de fans que repetían los tópicos que les habían convertido en fans en primer lugar. El reboot DC me había hecho plantearme que tal vez se había cerrado el círculo, y que ahora, al igual que en los años 40 y 50, los tebeos de superhéroes volvían a estar en manos de profesionales a los que no les interesan los superhéroes, que dibujan superhéroes porque no pueden hacer algo mejor y que están deseando encontrar otro trabajo.

Pero David Aja no responde a ese perfil, ni tampoco al del fan. David Aja es fan, pero es a la vez profesional, y tiene alma de autor. Ha trabajado en ilustración, ha trabajado en prensa, ha absorbido las enseñanzas de los clásicos y sigue leyendo a los contemporáneos, y no sólo a los colegas que hacen superhéroes mainstream, sino también a compatriotas que hacen novelas gráficas, a veces aparentemente en las antípodas de lo que fue su aclamado Iron Fist. Y David Aja procesa todo eso en su cabeza y desarrolla estrategias con las que afrontar dignamente su trabajo de producir veintitantas páginas de aventuras de Lobezno que resulten entretenidas a un lector de 2011. Planifica con la cabeza y dibuja con las tripas. Porque es un profesional y es un autor.

Wolverine Debt of Death se parece a un thriller de los 60-70 por su contención: cualquiera de tantas cosas de las que hay entre Le Samourai y Yakuza. Y se parece, claro, a Jim Steranko, que es uno de los autores sobre los que más claramente gravita Aja. Para conseguir lo primero, hace falta tener la capacidad de desarrollar un mundo creíble, de dibujar fondos con atención y delicadeza, y de saber situar en ellos a los personajes, y que estos tengan peso y densidad, que no sean meras siluetas deslizándose sobre superficies planas, como en la mayoría de los tebeos del Reboot DC. Dibujar una página como ésta, con al menos tres escenarios diferentes, y hacerlo bien, hacerlo sencillo, no es tan sencillo. Pero contribuye muchísimo a que luego las escenas de acción (o de postacción, en este caso), sean creíbles. Es una cuestión de saber manejar los ritmos y los tiempos, y de tener la suficiente preparación artística para hacerlo, claro:

Wolverine Debt of Death (2011), David Lapham, David Aja y Bettie Breitweiser

Los ritmos y los tiempos, por supuesto. El tiempo es la cuestión fundamental a la hora de entender la herencia de Steranko. De un autor se pueden tomar referencias directas, detalles, maneras de hacer que nos gustan y nos resultan válidas para imbricarlas en nuestro propio discurso. Dos ejemplos que aquí me han parecido más o menos claros. Una explosión en Debt of Death que me ha hecho pensar en una explosión de Captain America de 1969:

Wolverine Debt of Death (2011), David Lapham, David Aja y Bettie Breitweiser



Captain America #113 (1969), Jim Steranko y Tom Palmer

La parte superior de esa misma página de la explosión está ocupada por una serie de viñetas con primeros planos en pantallas de televisión que también me ha recordado a una célebre tira de Outland (1981):

Wolverine Debt of Death (2011), David Lapham, David Aja y Bettie Breitweiser



Outland (1981), Jim Steranko

Tanto en un caso como en otro, Aja (si es verdad que se ha inspirado en esto, que no lo sé), se apropia de los recursos y los integra en su propio discurso. Los comprende, comprende para qué sirven y cómo funcionan, y los utiliza no como una cita nostálgica, sino como una herramienta con la que construir su propia estética. Aja es consciente de estar manejando al personaje icónico de Steranko, Nick Furia (que coprotagoniza el tebeo, junto a Lobezno), y ser consciente de eso le permite moverse entre dos tiempos. Por eso, me quedo pasmado ante una página como ésta:


Wolverine Debt of Death (2011), David Lapham, David Aja y Bettie Breitweiser


Una página que tiende puentes entre Steranko y su obsesión por la representación pop y algunos autores de cómic contemporáneo obsesionados por la representación diagramática, y que demuestra que detrás del entretenimiento de Wolverine Debt of Death hay un dibujante que es a la vez consciente de su historia y de su tiempo, un dibujante que conoce su posición, los pasos que le han llevado hasta allí y los recursos de los que dispone para salir de allí.

Otro ejemplo: La nueva serie de Daredevil está escrita por Mark Waid y dibujada por Paolo Rivera con su padre Joe Rivera (colores de Javi Rodríguez) y por Marcos Martín (colores de Muntsa Vicente). No sé de dónde viene Daredevil (hace años que no lo leo, no sé qué ha pasado en todo eso de Shadowland), y no soy fan de Mark Waid, pero después de estar días y días hojeando los tebeos en la librería, el viejo fan de mi interior me obligó a comprarlos. El viejo fan, y el lector actual de cómic contemporáneo, ojo. Rivera y Martín a simple vista parecen homogéneos, pero en realidad son completamente distintos. Creo que es bueno para la serie que ambos se alternen precisamente porque se complementan. Rivera es un dibujante elegante, su trazo revive toda la vieja escuela de John Romita padre con un toque contemporáneo. Martín se concentra menos en el dibujo y más en el diseño de página, y quiere inventar algo nuevo en cada escena. A su manera, uno y otro son espléndidos.

 Daredevil #2 (2011), Mark Waid, Paolo Rivera, Joe Rivera y Javier Rodríguez


Daredevil #4 (2011), Mark Waid, Marcos Martín y Muntsa Vicente

Waid intenta hacer lo que siempre ha querido hacer (para mi gusto, no siempre con éxito): contar historias como dios manda y construir un relato seriado de tono medio que tenga el punto justo de entretenimiento agradable para el lector. Pero, si cuando hablaba de Action Comics decía que Morrison no puede llevar el tebeo más lejos de donde lo lleva Morales, en Daredevil vemos que Rivera y Martín llevan Daredevil más lejos de donde Waid sería capaz de llevarlo.

Tanto Wolverine Debt of Death como Daredevil asumen que el papel que desempeñan estos tebeos de superhéroes mainstream hoy en día no es el mismo que desempeñaron las Sagradas Escrituras de Kirby, Ditko, Adams y Steranko en su día. Su función es otra, su función y su sentido es incluso dudoso, pero en la búsqueda de ese nuevo papel, asumen que ahora mismo tienen un público concreto al que dirigirse: un público que no es de chavales, sino de adultos conocedores del medio y su historia, adultos que buscan un entretenimiento consciente del momento que vivimos y que sepa establecer ese puente entre el origen infantil del género y su pervivencia adulta. La clave es, pues, encontrar ese tiempo sin tiempo, ese tiempo donde nada sucede pero todo es posible, ese tiempo que permite crecer sin envejecer, ese tiempo que no es ni adulto ni infantil. Ese tiempo que permita una continuidad que no se consuma, porque en realidad no es tiempo, es sólo la apariencia del tiempo, o de los tiempos. Y tanto la invocación de Steranko a través de la estética sucia de los 70 hibridada con los recursos del cómic de vanguardia actual que practica Aja en Wolverine Debt of Death como la cita elegante a la tradición romitiana de Rivera o la reinvención pop de Miller que ensaya Martín trazan esos puentes y crean ese equilibrio entre lo viejo y lo nuevo, entre lo que tiene necesariamente que crecer orgánicamente y lo que al mismo tiempo tiene que mantenerse eternamente joven. Eternamente nuevo, como siempre.

Estos son dibujantes de cómics profesionales que saben lo que hacen, que aman su trabajo y que no eluden los desafíos que les presenta. Dibujantes responsables de su obra y de su tiempo. Dibujantes del tiempo de los superhéroes.

14 comentarios:

el tio berni dijo...

Lo que cuentas sobre David Aja coincide exactamente con las sensaciones que he tenido yo al leerlo, sólo que no había acabado de pillar por qué me molaba tanto esa página de Furia metido en la bola-metralleta. Y sí, creo que es porque es muy moderna, muy actual. Como dices, va más allá de los homenajes chusquillos que se ven tan a menudo para integrar de manera coherente las cosas de Steranko (y otros) en su trabajo. Esto es asimilar una influencia, sí señor.

Hay otros hallazgos gráficos/narrativos, como el sonido que "aprendemos" a relacionar con la explosión subsiguiente, y otras cosas.

Pero, claro, ¿cuánto ha tardado Aja en dibujar este tebeo? ¿Cuánta libertad les han dado a él y a Lapham los editores? ¿Hasta qué punto Aja sabía que podía confiar en su colorista? Todo esto también es importante. Supongo que las cosas se pueden hacer bien cuanto uno está "fuera" del punto de mira, porque estamos hablando de un especial. Si no me equivoco, lo que ahora mismo se puede leer en la colección de Lobezno ni de lejos se acerca a este nivel. El reboot de DC era todo lo contrario, pretendían poner, en un mes, 52 tebeos en el punto de mira. Ayer leí el 10% del reboot y no daba crédito.

Mi impresión sobre este Lobezno de Aja es que, para él, no es un trabajo de mercenario, sino un "¿qué guionista me proponéis? Me mola. ¿Cuánto tiempo me dais para hacerlo? Me mola. ¿Nos vais a tocar mucho las bolas los de la oficina? ¿No? Me mola. A ello".

Sobre DD no puedo decir mucho porque no lo he leído, pero no es mala idea la de alternar dibujantes que mantengan, como mínimo, una coherencia estética. Por lo mismo, porque hacer un tebeo bien lleva tiempo. Hace tiempo que le tengo ganas a este DD por las páginas que voy viendo por ahí, probaré.

David dijo...

Advertencia importante: Lo que viene a continuación no está escrito en plan serio, así que espero que no moleste, claro. No es mi intención.





Yo no me fío de tu palabra. No es porque seas traductor. Está claro que eres un marvelzombie y no quieres a los personajes de DC. Eso de que Green Lantern es uno de tus personajes favoritos es una vil excusa; Vamos!!! todo el mundo sabe que ese personaje es un segundón...


Y bueno, ya más en serio... Me ha gustado más esta entrada que la anterior... porque aporta algo de esperanza (ja,ja). No, venga, en serio. No es que la otra estuviera mal (que no lo estaba), pero esta me ha gustado más... Es curioso... cuando comentabas lo de la página sexista con las chicas de Batman (*véase anterior entrada)... a mí me ha pasado como a uno de los que comentaban (no con mucha fortuna)... me he acordado de la serie animada y de un par de escenas en particular y otra de la peli La Máscara del Fantasma. Pero incluso en esas escenas, las chicas son algo más que "floreros", "interactuaban"(ja,ja) dentro de la historia, ¿no? Esa página de Ronnie Del Carmen en la que todas querían besar a Bruce debajo del muérdago... o la de Alfred con "Miss noséquién está bailando encima del piano"... Y la página que tú habías metido y Pepo enlazado en grande en uno de los comentarios dista de esos momentos. Pero creo que si la historia fuera buena, la habrías pasado por alto, o no te llamaría tanto la atención... No sé, ¿eh? En realidad, ni idea...

A mí, más que a Steranko, la forma de las viñetas de Aja en la tercera página me recordaban al DK1 (son pantallas, ¿no?).

Un saludo.

Jordi Bravo dijo...

El trabajo de Aja es memorable. Creo que somos muchos los aficionados que ya no buscamos series que leer, sino los trabajos de esos autores que garantizan que la experiencia sea enriquecedora, sobre todo en lo tocante a las franquicias. Sean Gordon Murphy (muy deudor del trabajo de Zaffino) es otro de los que yo pondría en la lista.

Anónimo dijo...

Excelente post el anterior y este tambien por supuesto, mas como este donde desmenuce el trabajo de los autores.

Un saludo.

ifrit dijo...

¿Y qué me dices de Emma Ríos y su trabajo en la miniserie Cloak and Dagger: Spider Island? :)

Pepo Pérez dijo...

"(son pantallas, ¿no?)"

Sí, son viñetas-pantalla, igual que las de esa doble página del Outland de Steranko.

Pepo Pérez dijo...

1981

1986

David dijo...

Gracias, Pepo. Tengo el Outland por ahí, pero claro, recuerdo mucho más las pantallas del DK1.
Un saludo.

Luis Bustos dijo...

El Outland, graficamente, un pedazo de tebeo! Creo que nunca pude terminar de leerlo. Recuerdo que tenía un buen montón de ladrillos de texto. Eso si, Steranko estaba estratosférico (nunca mejor dicho jeje)

Pepo Pérez dijo...

Pero que esa página de Outland, la de las viñetas-pantalla, la había subido ya Santiago al post, eh? Yo sólo la he "señalado", David.

David dijo...

Que sí, que ya lo había visto. Y mi pregunta de las pantallas era retórica, en realidad. Lo que quería decir es que el cómic con el que más asocio eso de viñetas en forma de pantalla (aunque Steranko lo hiciera antes; y otros antes que él, seguro) es el DK1 de Miller.
DE Marcos Martín, un tebeo que a mí me gustó mucho (aunque ya tiene unos años) es el Batgirl Year One. El guión de Dixon y Beatty (que acabo de mirarlo) me pareció estupendo, me gustaban esos saltos para atrás y para adelante; y el dibujo de Marcos me gustó muchísimo.

Santiago García dijo...

Jordi: no conocía a Sean Gordon Murphy, gracias por la pista.

Ifrit: Emma estaba muy bien en Osborn. Lo de Cloak & Dagger todavía no lo he visto. Lo que sí espero es verla a ella en persona este finde en la Comicon de NY.

berni: Sí, ésa la pregunta que muchos se hacen: ¿se puede reproducir el "efecto Aja" en una serie mensual? El caso es que yo creo que hay series de Marvel que mes a mes se esfuerzan por ser interesantes, y además son distintas unas de otras, no todas ofrecen lo mismo. No me gusta hablar de eso porque, como ya advertía en el post, forma parte de mi trabajo, pero te mencionaré algunas cosas que conozco bien porque las traduzco y también las disfruto. El Iron Man de Fraction y Larroca, ya lo he dicho otras veces, me parece un modelo de superhéroe mainstream moderno. El X-Factor de Peter David (y nunca he sido fan de Peter David), a pesar de contar con unos dibujantes un tanto inmaduros, mantiene un nivel de entretenimiento y madurez bastante apreciable, y además es una serie prácticamente autónoma. La muerte de Spiderman Ultimate creo que ha sido un hito. De hecho, el Universo Ultimate se suele pasar por alto con demasiada facilidad, pero es un experimento que ha alcanzado un éxito insospechado, porque ha conseguido ser exactamente lo que pretendía ser y lo que necesitaba ser: una reinvención moderna de los universos superheroicos donde todo se puede cambiar y todo puede pasar, incluso lo que no puede pasar en los universos tradicionales. Yo creo que todos estos son tebeos dignos, tebeos que, si eres un aficionado al cómic que echa de menos una cierta ración de superhéroes mainstream mensual, puedes leer y disfrutar sin problemas.

Esto, por cierto, no lo he visto -ni casi tampoco la esperanza- en ninguno de los 52 números 1 de DC, y bien que me pesa, porque amo a esos personajes, y tienen todo el potencial del mundo.

PEDRO ANGOSTO dijo...

Santiago:

Permíteme que te felicite por el texto, por lo bien escrito que está, por las increíbles -y necesarias- reflexiones que contiene, y por que demuestra que el aborrecer los cómics DC y buena parte de los Marvel no es óbice para que no haya OTRA MANERA DE HACER LAS COSAS.

Si me permites, te recomiendo que cuando puedas leas el DD de Brubaker y, después, Diggle, que seguro te gustará, aunque sea totalmente distinto a a este DD.

Santiago García dijo...

Gracias por tus palabras y gracias por enlazar el texto en tu web, Pedro. Es curioso que allí dices que los lectores no reaccionas cuando hablas de cómics que te gustan, y sí cuando criticas los que no te gustan. Bueno, ya te puedes imaginar que la entrada anterior a ésta, la de la crítica al reboot DC, tuvo muchas visitas y reacciones que ésta, que era más, digamos, constructiva. Será la naturaleza humana, que nos puede el morbo.

El Daredevil de Brubaker (y el de Bendis) tengo pensado recuperarlo cuando tenga tiempo, sí. Miraré también el de Diggle.