LLEGA EL SEÑOR DE LA NOCHE
Para Batman, la década de los setenta es una batalla entre dos energías contradictorias que llevan al personaje en dos direcciones opuestas. Una energía le quiere convertir en un colorido justiciero enmascarado rodeado de aliados aún más coloridos y siempre dispuesto a enfrentarse a “amenazas” como Signal Man (un tipo con un disfraz bochornoso que utiliza señales de todo tipo como tema para sus delitos) o Spook (un supuesto espíritu encapuchado que es el villano recurrente a mediados de los setenta y que da más vergüenza que miedo). La otra energía quiere condensar la esencia gótica y misteriosa que plantaron Finger, Kane y Fox en el origen, añadirle parte de la revisión moderna propuesta por O’Neil y Adams y destilarlo todo en una fórmula magistral que presente a Batman como una criatura de las tinieblas, primigenia, temible y enigmática. La primera energía, como casi siempre suele ocurrir con lo vulgar, es la más difundida. La segunda da golpes de mano escasos pero mortíferos, con historias tan tremendas como “Night of the Stalker” (Detective 439, 1974). En este brutal relato, un Batman casi inhumano, que no pronuncia una palabra, se erige en espectro de la venganza para acosar a un grupo de delincuentes que acaban de reproducir ante sus ojos el mismo crimen que le dio origen a él: el asesinato de los padres delante de su hijo pequeño. “Night of the Stalker”, pura atmósfera y tensión contenida, en contraposición a los sobrecargadísimos argumentos de las aventuras detectivescas, estaba dibujado por los hermanos Vin y Sal Amendola (en descarado plagio de Adams) y tenía guión de Steve Englehart (1947), un jovencito con ganas de hacerse un nombre en los tebeos que acabaría convirtiéndose en uno de los autores más originales de la década. Englehart tenía muy claras las ideas de cómo debía ser Batman, pero no podría ponerlas en práctica hasta unos años más tarde, cuando cayó en sus manos Detective Comics casi al mismo tiempo que el dibujo le era asignado a un inexperto pero entusiasmado Marshall Rogers. Entre ambos tomaron por asalto al veterano justiciero de Gotham, y cuando su breve colaboración acabó, lo que dejaron tras de sí es lo que muchos consideran la versión definitiva de Batman. La mejor etapa del Señor de la Noche de todos los tiempos.
Tras un par de episodios escritos por Englehart y dibujados por Walter Simonson, Marshall Rogers (1950), que venía dibujando la historia de complemento y que ya había hecho un número suelto protagonizado por Batman, dio el salto definitivo al personaje de portada en “The Dead Yet Live” (Detective 471, agosto 1977). El dúo Englehart-Rogers siguió colaborando hasta Detective 476 (marzo-abril 1978), completando media docena de episodios que capturan todo lo que Batman es, o quizás todo lo que puede ser y casi nunca llega a ser. Como ocurre con los mejores inventos, también en éste el azar jugó un papel activo. “Durante el transcurso de los siete años que escribí cómics -explica Englehart- escribí un montón de guiones diferentes para un montón de dibujantes diferentes, y a veces, de vez en cuando, todo encajaba. Cuando escribí los guiones de Batman, que escribí por adelantado, no al estilo Marvel, no tenía ni la menor idea quién iba a dibujarlos. La verdad es que esperaba que, dada la calidad de la gente que tenía en ese momento DC, acabarían siendo dibujados por algún profesional de plantilla. Los guiones habrían sido exactamente los mismos, pero el impacto no habría sido el mismo ni de lejos. Pero debido a una serie de circunstancias afortunadas, apareció Marshall Rogers, y apareció Terry Austin, y John Workman para hacer el rotulado. Todo encajó.” La aparición del dibujante se puede describir casi como milagrosa, al menos tal y como la cuenta Rogers: “Yo era un mequetrefe -y no me refiero a la edad, sino a lo que sabía de la industria. Acababa de terminar un complemento, y era hora de que me pusiera a hacer otra cosa. Y lo que estaba libre era el complemento de la serie del Calculador, el complemento de Detective. Bueno, pues no sé exactamente quiénes tuvieron que ver con ello, pero supongo que fue Vinnie Colletta el que le dijo a Julie, “Tengo un chaval que es bueno”, y Julie le dijo, “Tengo una historia del Calculador de seis páginas en la que quiero poner a alguien.” Y se me dio el encargo. Hice los dos últimos capítulos de la serie, y al final los cinco personajes que se habían enfrentado anteriormente al Calculador iban a aparecer con Batman en una historia larga de Batman, peleando contra el Calculador. Como yo había hecho los dos últimos, y estaba libre, se decidió que sería yo quien hiciera la historia del Calculador. Así que me la dieron, para mi entusiasmo. No tenía palabras. Estaba en la gloria. Batman probablemente fuera uno de los primeros personajes que había leído, y siempre he visto a Batman a mi manera. El Batman que ves en la página es el Batman que yo había visto siempre, sin importar quién fuera el dibujante, en mi imaginación juvenil. Así que hice el trabajo y lo entregué, y el recibimiento en DC no fue bueno. De hecho, se planteó la posibilidad de que no llegara a imprenta.
“Afortunadamente la fecha de entrega estaba tan próxima que no tenían tiempo de que lo hiciera otra persona, y a Vinnie Colletta y Julie Schwartz les gustaba. Y me apoyaron. Y me apoyaron un montón. Y quisieron que se publicara a pesar de que el dibujo era muy burdo, pensaron que la narrativa era más que adecuada para pasar por alto la torpeza del dibujo, y se empeñaron en que saliera. Se publicó, y por eso me pasaron las historias de Englehart. Fue pura chiripa, llevar tan poco tiempo en el negocio y que me dieran ese encargo.”
En los seis episodios de Englehart-Rogers, Batman se enfrentó a un recuperado profesor Hugo Strange, que llevaba la friolera de casi 40 años sin dejarse ver, al Pingüino, a Deadshot (otro villano para los archivistas, rescatado de Batman 59, 1950) y al Joker, pero tan magra relación de nombres no explica las virtudes que encierran estas historietas.
El recurso a criminales olvidados como Strange o Deadshot demostraba claramente que Englehart había hecho sus deberes, pero aún más importante que su conocimiento de la historia de la serie resultó su conocimiento del espíritu del personaje y su decidida intención de actualizarlo, de traerlo a la era moderna del superhéroe inventada por Marvel quince años antes a pesar de que DC se negara tozudamente a reconocer y aplicar ese modelo. La clave quizás sea ésta: Englehart era un guionista con un amor profundo por Batman, pero era un guionista Marvel, ya curtido en colecciones de la Casa de las Ideas como Los Vengadores o Capitán América, y sabía cómo aplicar esos resortes dramáticos. Al igual que O’Neil y Adams antes que ellos, Englehart y Rogers elaboraron una propuesta basada en una aparente “vuelta a los orígenes”, al material primigenio de Finger y Kane. A diferencia de las historias de O’Neil y Adams, las de Englehart y Rogers son menos poéticas, más urbanas (O’Neil y Adams tenían tendencia a las ambientaciones campestres y los espacios abiertos). Englehart sabía exactamente con quién se jugaba los cuartos: “Para decirlo de la manera más clara posible -escribiría años después- Batman no sólo está cuerdo, sino que es el hombre más cuerdo del mundo. De hecho, es el superhéroe más puro que existe, tal y como yo entiendo el término.” Y para aclararlo, acudía una vez más a la reserva espiritual originaria: “El mundo de Batman es extremadamente en blanco y negro... y precisamente por eso es el superhéroe definitivo. El mundo que fue diseñado para que viviera en él es un mundo de historieta- el mundo de la tinta negra sobre las páginas. En años posteriores y más sofisticados se convirtió en moneda corriente afirmar que Bob Kane no era un gran dibujante, y que comparado con Carmine Infantino y Neal Adams y Gene Colan y Don Newton -vamos, comparado con casi cualquiera- parece espantosamente amateur, desde un punto de vista técnico. Pero desde el punto de vista de la visión, definió algo en esta serie que ha hecho que todos los que la seguimos tuviéramos que volver a ella cuando intentábamos que este mundo cobrara vida para los lectores, y para nosotros. Es una visión de los 40, por supuesto -el superhéroe puro enfrentándose a un mundo oscuro e inquietante- pero cuantas más cosas cambian, más permanecen igual.” Una aportación fundamental por parte de Englehart que quizás no haya sido suficientemente señalada fue la de dar por vez primera a Batman la apariencia de una saga, de una peripecia vital repleta de personajes secundarios que desarrollan sus papeles colaterales de mes a mes, de un episodio a otro. “Quería desarrollar a Bruce Wayne más de lo que se había hecho hasta ese momento -matiza Englehart-. Quería explorar ambos lados de su personalidad. Lo que descubrí fue que Batman era un concepto tan genial que si hubiera permanecido en la serie, probablemente hubiera prestado menos atención a Bruce después de que Silver le deja. No lo habría abandonado, pero creo que no habría seguido haciendo a Bruce Wayne durante meses y meses. No era tan interesante como Batman.” Hasta ese momento, las aventuras de Batman podían continuarse a lo largo de varios episodios, pero una vez acabada la historia, morían todos los elementos desarrollados en ella. Podríamos decir que la gran mayoría de las aventuras de Batman eran intercambiables, podría alterarse su orden de lectura sin que eso afectase al resultado, carecían de significado para la vida del protagonista. Alfred, el comisario Gordon, Robin, eran personajes secundarios sin mayor función que servir de contrapunto y apoyo a las andanzas del héroe en cada una de sus hazañas. Englehart, sin embargo, se preocupó de levantar todo un entramado de relaciones entre los distintos personajes de Gotham City, antiguos y nuevos, y de crear un fondo de historias personales, políticas y románticas sobre el cual se recorta la figura de Batman entrando en acción. Así marvelizó a Batman. Con Englehart, el jefe mafioso Rupert Thorne se hizo el amo de Gotham, manejando a su antojo títeres como el alcalde Hamilton, y dejando sin trabajo al incorruptible comisario Gordon. La madeja de sus maquinaciones se enreda con los planes de Hugo Strange, y éste a su vez se implica con el Pingüino y el Joker, de manera que las aventuras no se cierran con la última página de cada episodio, sino que da la impresión de que cada capítulo es sólo un fragmento de una narración más grande y más rica que siempre queda pendiente de conclusión. Y nada más intrigante que la relación de Bruce Wayne con Silver St. Cloud, una espectacular rubia platino que para la mayoría de los fans sigue siendo la única mujer que podía haber sido la novia de Batman, pero cuyas posibilidades con el millonario quedaron frustradas por la definitiva partida de Englehart de la colección. Posteriores guionistas no se han atrevido a tocar la virginal figura de Silver.
Es importante señalar que cuando hablamos de que Englehart “marvelizó” a Batman, es para explicar el tono y el sentido que dio a las historias. En el método de trabajo que utilizó para colaborar con Rogers, sin embargo, siguió absolutamente los postulados del “sistema DC”, en clara oposición al “sistema Marvel”. El sistema DC es aquél en el que el guionista escribe un guión técnico completo, que el dibujante debe ilustrar rigurosamente. En el método Marvel, el guionista compone un argumento, que el dibujante interpreta a su manera. Una vez ha sido dibujado, el guionista añade los diálogos. Así pues, con el sistema DC de trabajo, Englehart hizo que Batman adoptara el estilo Marvel de historieta. Rogers describe así cómo fue su proceso de colaboración: “Junto con el primer guión me llegó una cuartilla escrita directamente para mí. Steve había visto algo de mi trabajo. Por entonces yo aún era muy joven y estaba verde, pero él había visto mi potencial y había visto que ponía esfuerzo en mis trabajos. Estaba contento de que trabajáramos juntos, y tenía la esperanza de que le daría un tratamiento gráfico competente. Me describió cómo concebía a Batman. Y mientras leía el párrafo, yo decía, “Sí, este tipo conoce a Batman, igual que yo conozco a Batman.” Teníamos exactamente los mismos sentimientos hacia el personaje. Es decir, una criatura oscura con el aspecto de un murciélago que acecha en las sombras. Y su disfraz está diseñado con la única función de instigar el terror en el corazón de los malhechores. Al entrar en el cuerpo del guión fue cuando comprendí la profundidad de los conocimientos de Englehart. Todas las historias de Batman me llegaron hechas. Steve escribió guiones completos, a lo DC, y se los entregó a Julie Schwartz, que me los pasó a mí. Steve y yo nunca colaboramos en Batman. Me lo dio todo en el guión. Me dio el ritmo. Me dio el tono. Me dio los escenarios. Me dio el movimiento de los personajes. No le pedía a Batman que hiciera algo que Batman no pudiera hacer. Mantenía al personaje dentro del contexto de ser un murciélago. Y yo dije, “Vale. Es consistente.” Ahora, lo que yo voy a hacer es cambiar la dirección de la cámara, darle un toque un poco más raro. A lo mejor descompongo una viñeta en dos o tres para que veamos la reacción de los personajes juntos. Haré un zoom a los ojos para que tengamos la sensación de que ocurre algo. Esa fue mi contribución al guión. Pero Steve me dio una historia de Batman consistente, escribió un escenario completo. Y con una historia tan completa, no podía hacer otra cosa más que darle el tono y la atmósfera completos a la historia. La narrativa fue responsabilidad de los dos al 50 por ciento. Yo no merezco más mérito que Steve, ni el más que yo.” Se trató de una auténtica sintonía telepática, porque mientras Rogers dibujaba Detective Comics en América, Englehart estaba en Mallorca trabajando en su primera novela.
El inolvidable trabajo de Marshall Rogers es suficiente para forjar la leyenda de uno de los dibujantes más desconcertantes en la historia del comic book americano. Rogers era prácticamente un novato cuando realizó sus Detective Comics, pero los hizo con un estilo seguro, confiado, rico en matices y recursos, un estilo propio de un veterano que lleva años tanteando soluciones y posibilidades y que por fin ha conseguido hacerse con el dominio de la técnica y con una perspectiva del medio inconfundiblemente única. Vamos, toda una proeza. Su despliegue en este puñado de historias le propulsó inmediatamente a la primera fila de los favoritos de los fans, pero el desarrollo posterior de su carrera ha resultado lamentable, empeñándose cada vez en bajar un peldaño, cuando no en caer tropezando un tramo entero de la escalera de la gloria. En varios episodios de Doctor Extraño (Marvel), escritos también por Englehart, aún sin recuperar el nivel de Detective Comics, resultaba al menos digno, pero ése fue su último fogonazo de esplendor. Cuando en 1987 volvió a hacer equipo con Englehart para relanzar al mítico Silver Surfer marveliano, la reacción del público osciló entre el desencanto y el bochorno, y ya no ha levantado cabeza.
Cierto es que Rogers nunca ha sido un gran dibujante técnicamente, pero en Detective Comics lo disimulaba hábilmente y distraía al lector con una apabullante panoplia de trucos de diseño, una iluminación y un color fascinantes, onomatopeyas llamativas, ambientación cuidadosa y elegante y una composición de página valerosa que recogía la tradición heterodoxa de los 70 iniciada por Jim Steranko y seguida por almas intrépidas como Paul Gulacy. Por otra parte, desde que Neal Adams dotó de vida a la capa de Batman, el Señor de la Noche se ha convertido en un personaje al que se puede dibujar maravillosamente sin necesidad de dibujarle casi nunca, basta con envolverle en el manto y tener un buen sentido del diseño. Estos referentes, junto a la pasión por autores inquietos como Howard Chaykin y Walt Simonson, cristalizan en las impresionantes composiciones de Rogers, que añade un nombre definitivo a su catálogo de maestros: “Jack Kirby es mi principal influencia. Sin la menor duda. Cuando se lo digo a la gente, miran mi estilo de dibujo y dicen, “¿Eh?” Pero no es el estilo de dibujo. Nadie debería verse influido por el estilo de dibujo de otro artista. Si quieres dibujar, tienes que aprender los fundamentos básicos. Comprender cómo funciona el cuerpo, las proporciones correctas, sus movimientos, y a partir de ahí desarrollar tu propio estilo, el que te resulte más fácil. Pero lo que Jack hizo fue decir: “Los tebeos son dinámicos. Los tebeos son divertidos. Los tebeos tienen que contar una historia.” Para mí, eso es lo que convierte a Jack Kirby en el rey; sabía cómo crear un mundo completo, sabía cómo arrastrar al lector hacia el mundo de Jack Kirby.” En todo caso, sería injusto olvidar la excelente ayuda que supuso la participación en el trabajo del entintador más brillante del momento, Terry Austin (1952), que pronto se haría famoso acabando los lápices de John Byrne en la etapa clásica de La Patrulla-X.
Si bien la media docena de episodios de Englehart-Rogers son espléndidos, y probablemente merecedores de ese título que muchos les adjudican de “Batman definitivo”, nunca sabríamos a dónde habría podido llegar el equipo si hubiera permanecido unido. Quizás parte de su encanto resida en el hecho de que son sólo seis episodios y no tuvieron tiempo de perder fuelle. Tras Detective 476, Englehart abandonó el barco. El episodio siguiente fue una reedición de relleno, y los números 478 y 479 supusieron la despedida de Rogers, con un trabajo mucho más pobre en el que, sobre guión de Len Wein y con tintas de Dick Giordano, se presentaba a Clayface III. Cambiándole la escolta, Rogers ya no parecía el mismo. “Tendré que comentar los dos sistemas distintos, el estilo DC comparado con el estilo Marvel -dice Rogers, explicando las diferencias entre los guiones de Englehart y los de Wein- porque cuando Len y yo trabajamos en los Batman de Detective, fue al “estilo Marvel”, es decir, Len me daba una sinopsis, y yo me iba a casa, la visualizaba y lo devolvía para que él lo escribiera. Y ese es un procedimiento que descubrí que no me gustaba. Me gusta poder responder a lo que realmente se está diciendo, para así mostrar reacciones, emociones, etc. Hablando con Steve, él lo comprendía, pero desde el lado del guionista, a él le gusta reaccionar a las mismas cosas cuando ve las imágenes, así que son las dos caras de la misma moneda. Pero no me gustaba mucho trabajar al estilo Marvel porque no tenía ni idea de cuáles iban a ser las emociones. Puedes adivinar que algo va a ocurrir, pero hasta que no lees realmente lo que de hecho se está diciendo, no sabes exactamente cómo mostrar la expresión que le acompaña. Los guiones de Len eran demasiado completos y detallados, por lo que a mí respecta. Yo siempre había pensado que, si es que tenemos que trabajar al estilo Marvel, simplemente dame una noción de lo que va a ocurrir, y déjame que yo le ponga el ritmo, porque el artista es la persona visual, es el que comprende el movimiento visual. Si aparecen dos personas reaccionando la una a la otra, el guionista debería poner en una nota, “Me gustaría ver tal cosa.” Pero al artista deberían dejársele las manos libres. Pero Len me daba demasiado para permitirme libertades en el ritmo de la historia. Me sentía muy restringido. No quedé tan contento con el producto final; no me pareció tanto el auténtico Batman. Le faltaban el tono y la atmósfera, le faltaba el mito de Batman. Le faltaba la solidez del personaje.” El momento mágico había pasado.
4 comentarios:
Una pregunta Santiago, dentro de la ingente ediciñond e tomos, coleccionables y demás que ha hecho Planeta, ¿se pueden encontrar estos 6 números historia en alguno de ellos?
Me gustaría ayudarte, #, pero no tengo ni idea, no he seguido las ediciones de Planeta. A lo mejor algún otro lector tiene alguna pista y puede aclarárnoslo.
Si lees inglés, sí que existe un tomo recopilatorio de DC: http://www.amazon.com/Legends-Dark-Knight-Marshall-Rogers/dp/1401232272/ref=sr_1_6?s=books&ie=UTF8&qid=1318261043&sr=1-6
Hay una edicion de hace un año, se llama Clásicos de Batman en blanco y negro, formato biblioteca marvel.Los episodios que buscas están en el tomo nº 1
Ok, muchas gracias, voy a mirarme lo de Amazon porque el blanco y negro a esta alturas me echa un poco para atrás!
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