Empiezo por El baño violeta (Diábolo, 2010), de Gustavo Sala, un librito que recopila la serie «El baño», la serie «Violeta macho» y algunas otras cosillas sueltas. Al argentino Sala lo conoceréis de El Jueves, donde publica desde hace algún tiempo, y en Tebeosfera podéis leer una entrevista con él, así que prescindo de presentaciones y paso directamente al meollo.
Sala pertenece a esa estirpe de humoristas abigarrados y tensos que salen disparados por la primera viñeta y siguen completamente acelerados hasta el final. Tanto «El baño» como «Violeta macho» son breves episodios de humor surrealista que se leen con la urgencia de quien corre a aliviarse de un apretón (la imagen es oportuna, dado que el argumento base de «El baño» es que el protagonista quiere cagar y no puede). Cada historieta es como un chiste-cuento que sigue una lógica extraña pero coherente, apoyándose en reiteraciones, como el humor oral de toda la vida, y que divierte por la sorpresa: detrás de cada viñeta puedes esperar cualquier cosa, y normalmente lo que sucede es lo que no te esperas. Pero tiene algún sentido absurdo. Al principio, «El baño» (que me parece la superior de las dos series) mantiene una estructura cíclica que es muy ocurrente, y que al cabo de cierto tiempo empieza a ser un poco rayante y a perder vigor. Pero es porque probablemente este libro no es para leerlo de seguido, sino de poco a poco, por ejemplo en cada visita al cuarto de baño, sí, era evidente, lo siento pero no podía dejar de decirlo. Sala es un talento a tener en cuenta, y El baño violeta un libro de humor que da para mucho, en las fronteras entre lo zafio y lo arty.
5 comentarios:
Y además es muy bruto, en el sentido que lo son Johnny Ryan o Jorge Parras, pero más surrealista, menos mundano (a pesar de que el tema del cagar sean taaaaan humano). Son chistes de esos en los que la gracia está en las viñetas de en medio, no en la última.
Sí, es una buena definición. La gracia no está necesariamente en el final. Aunque debo decir que en los primeros de «El baño», creo que tiene mucha gracia precisamente el final, siempre cíclico. Luego eso se pierde, aunque la serie sigue a muy buen nivel (en mi opinión, eso sí, conviene dosificar la lectura).
Yo creía que «El Jueves» tendría problemas para renovar personal y fíjate, el otro día hablábamos de Cornellá, hoy de Sala... Hay gente, ¿eh?
Pero sabes que Sala no ha sido demasiado bien recibido por los lectores, ¿no? Empezó con media página y pronto acabó relegado a la página de tiras, donde los autores van rotando y, por lo tanto, en el mejor de los casos publica una tira a la semana.
Una pena, porque la verdad es que Sala me parece de lo más interesante que ha asomado por la revista últimamente.
¿Pero los lectores reciben bien alguna vez a los nuevos que llegan al Jueves?
Y por otra parte: ¿Quién decide lo que les gusta a los lectores? ¿Las encuestas?
Al parecer se recibieron un buen número de cartas con quejas por lo de Sala nada más empezó a publicarse, quejas que todavía siguen llegando. Supongo que es por esto que en redacción acabaron reculando un poco. Con Parras pasó algo parecido.
En todo caso es como dices: en su día lo de Mauro tampoco es que fuera demasiado bien recibido, ni Silvio José, y ahora ya ves...
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