lunes, 31 de mayo de 2010
FOTOCOPIA
Si algo tienen en común algunos tebeos de los ochenta que me he releído últimamente es que creo que serían impublicables hoy en día. Lo pensé con Taxista, de Martí, lo he pensado con Daredevil Born Again, de Frank Miller y David Mazzucchelli, y ya os podéis imaginar si lo he pensado con el tomo integral Ranx (La Cúpula, 2010), de Tamburini, Chabat y Liberatore. Para el que no sepa de qué estoy hablando, me limitaré a explicar que Ranx es un producto del punk italiano cruzado con la mugre neoyorquina, un cyborg de los tiempos de Deathlok y Terminator, con tan poca educación como todos los cyborgs que se precien de serlo, y con una novia de doce años, Lubna, que es una máquina de tirarse todo lo que camina. El ambiente es declaradamente ballardiano, y los personajes transitan por un paisaje frenético de hiperviolencia, sexo y ciencia-ficción descebrebrada donde nunca pasa nada. Dejémoslo claro: las historias de Ranx son casi imposibles de seguir, y son profundamente aburridas y horteras. Digamos incluso que son una apoteosis de la brutalidad cursi. Todo lo cual entra, por si alguien me ha malinterpretado, en el capítulo de las virtudes del tebeo, que es monótonamente mecánico y profundamente inhumano, como debería ser un verdadero tebeo-cyborg protagonizado por una fotocopiadora viviente. La narración es un puro amasijo de escenas, todas tan pasadas que son directamente insultantes hacia el lector, y ésa es la gran lección que nos deja para hoy en día. Junto con otras reediciones -como la reciente del Gustavo de Max- que La Cúpula está sirviendo reempaquetadas para los tiempos modernos, nos recuerda de dónde viene El Víbora y cómo nació esa editorial. Ojalá tanta incorrección política se pudiera inyectar en la novela gráfica actual, como un antídoto contra el aburguesamiento. Y de otra cosa no, pero de inyectar, Ranx sabe un rato.
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5 comentarios:
Impublicables porque nadie se atrevería a publicarlas... Pero reeditadas en tomazos caros, bien que se reeditan.
La incorrección supone un riesgo que ninguna editorial en estos momentos está dispuesta a asumir.
Impacientes Saludos.
ahh, ranx, qué tiempos de mi juventús guarrindonga!
pásate (pasaos) por aquí, es un post que hise hase siglos a propósito de ranx y que tiene una anécdota jugosísima de por medio con zappa de protagonista!
http://elpablodibuja.blogspot.com/2007/09/ranx-zappa-y-un-cafelito-que-me-estoy_14.html
post que debe leerse, claro, con este hilo musical:
http://www.youtube.com/watch?v=OXS-oLUR3Tg
PAblo: eso es más o menos lo que quería decir, sí.
Un punto en común entre los tres tebeos que menciono, Born Again, Taxista y Ranx: los tres protas se enrollan con yonquis.
Qué tiempos, ¿eh?
elpablo (jo, qué lío de pablos): Cojonudo tu dibujo de Ranx y la anécdota zappiana. Te confieso -a riesgo de que me retires el saludo- que nunca he conseguido entrar en Zappa, y lo he intentado unas cuantas veces. Aunque la canción que enlazas mola bastante, ¿eh?
ahhhhhmigo, yo soy ZAPPISTA tildi end...
la portada del 'man form utopia', por sierto:
http://www.science.uva.nl/~robbert/zappa/files/jpg/The_Man_From_Utopia.jpg
de liberatore
sí, yonquis, mal rollo, tebeos callejeros, de calles muy distintas, pero callejeros...
y ojo, entiendo lo de zappa, eh? mira, la mejor definición de zappa la dio él mismo de manera subreptisia en una entrevista:
'me dijeron que podía colaborar con lou reed en algo, nos conocimos en new york y entonces vi que no iba a salir nada... ¡era como sacar un vampiro al sol y esperar que sonriera!'
jojo, qué fiera, eso dijo un tío que se marcó un disco que se llamaba 'does humor belong in music?'!!!
MOSTRO!
Ja ja, y desde entonces no es que el humor de Lou Reed haya mejorado mucho, ¿eh?
Me explico un poco: no tengo nada en contra de Zappa. Todo lo contrario, como figura me atrae mucho, y todos sus planteamientos encajan en la línea de cosas que me suelen gustar. Pero el problema es que estamos hablando de música, y como me decía Paco Alcázar en una conversación que tuvimos hace unas semanas, la música desborda razones, y es un arte en el que por mucho que te empeñes, si algo no te entra, no te entra. Da igual que filosófica o estéticamente quieras enamorarte de un artista: luego empieza a sonar el soniquete y hay algo que hace clic en tu cabeza, o no lo hace.
O al revés, a veces por desgracia se te mete en la cabeza una canción de alguien con quien no querrías verte asociado ni en pesadillas.
Con Zappa no lo he intentado tanto como debería, seguramente. Pero también ha sido porque lo que he ido tanteando no me ha hecho desear meterme más a fondo.
¡Quiyo, me has secuestrado la entrada con Zappa! Cuidadín, que Ranx se mosquea...
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