lunes, 20 de febrero de 2012

LA NOCHE DEL MURCIÉLAGO 31: BLIND JUSTICE


(PARTE DEL CAPÍTULO LAS MEJORES HISTORIAS DE BATMAN)

BLIND JUSTICE

Sam Hamm & Denys Cowan (entintado por Dick Giordano y Frank McLaughlin)

Detective Comics 598-600 (1989)

Una rareza verdaderamente singular dentro de la larga historia viñetera de Batman. Para conmemorar el 50 aniversario del personaje, DC tuvo la ocurrencia de encargarle una historia a Sam Hamm, guionista de la primera película de Tim Burton. Hamm se descolgó con un trabajo que ocuparía nada más y nada menos que 3 números de Detective Comics y casi 150 páginas. En realidad, fueron las circunstancias las que le brindaron esta oportunidad, probablemente única: “Estaban buscando algo sonado para el aniversario de Batman -explicaría Hamm- y yo había hablado con Jenette Kahn [editora de DC] y había escrito una nota de agradecimiento para Denny O’Neil porque en una entrevista había dicho que le gustaba mucho el guión de Batman y había comentado “Si Sam Hamm quiere escribir comics alguna vez, que me llame.” Entonces se produjo una huelga de guionistas cinematográficos en la primavera de 1988, y ocurre que coincidió con el momento en que DC estaba preparando su gran número de aniversario, así que -no sé por iniciativa de quién- recibí una llamada de Jenette y Denny, preguntándome si estaría interesado en escribir la historia del 50 aniversario de Batman. ¡Fue el tipo de cosa que jamás se me habría ocurrido que iba a hacer, pero que me pareció la clase de oferta que uno no puede rechazar! ¡Mi sueño de la infancia era escribir y dibujar tebeos! Hamm no volvería a escribir otro tebeo de Batman, e igualmente rara es la elección del dibujante que ilustra esta epopeya, un Denys Cowan (1961) que prácticamente tampoco tiene mayor relación con el Señor de la Noche. Sorprendente decisión la de DC: confiarle el aniversario cumbre (el medio siglo) a dos profesionales completamente desligados de la saga del murciélago. Muy posiblemente ése sea el motivo de que “Blind Justice” se muestre esquiva, difícil, marginal, una historia de Batman repleta de elementos significativos y, al mismo tiempo, con un matiz de anormalidad que hace difícil encajarla dentro de la historia del personaje.

“Blind Justice” es rica en ideas brillantes, pero no están plasmadas con el estilo característico de los tebeos de Batman, y es probablemente por eso por lo que ha caído en cierto olvido desdeñoso. Y quizás conscientes de que pocos lectores recordaban ya “Blind Justice”, O’Neil y sus guionistas decidieron plagiarla descaradamente en los 90 para la publicitada saga “Knightfall”. Bane, el villano de Knightfall “creado” por Chuck Dixon y Graham Nolan, parece el hermano gemelo de Bonecrusher, la temible figura musculosa, con la cara tapada y el pecho descubierto y cables insertados en los brazos que preside “Blind Justice”. Ciertamente, Bonecrusher no posee la astucia de Bane, pero sí lo hace Henri Ducard, uno de los fascinantes personajes que aparecen en “Blind Justice” y que abrió las puertas para recuperar maestros del pasado de Bruce Wayne en años sucesivos. Bonecrusher incluso irrumpe en la Mansión Wayne para atacar a su propietario, como posteriormente lo haría Bane. Pero ahí no acaba todo. En el transcurso de “Blind Justice”, Bruce Wayne recibe un disparo que le afecta a la espalda y le deja confinado en una silla de ruedas, silla que desempolvaría al final de “Knightfall” cuando su espalda volviera a sufrir las consecuencias del maltrato a manos de Bane. Y en “Blind Justice”, al igual que posteriormente en “Knightfall”, esta incapacidad transitoria hace que Bruce Wayne le confíe la máscara de Batman a otra persona. Los resultados serán desastrosos en uno y otro caso, aunque con un cariz mucho más trágico en el de “Blind Justice”.

Básicamente llamé a Denny -comenta Hamm hablando de cómo se fraguó el argumento- e intercambiamos algunas ideas. Dijo que una cosa en la que estaban interesados era en que nadie había contado nada de lo que Bruce Wayne había hecho en los años anteriores a su emergencia como Batman. Otra idea que me ofreció fue la de explicar de dónde sacó su dinero Thomas Wayne, de dónde procede la fortuna Wayne. Así que lo discutimos y aproveché antiguas ideas para argumentos que tenía sin utilizar.

No se puede ser demasiado severo con O’Neil y su cuadrilla por saquear “Blind Justice” para vestirla con las galas de “Knightfall”, más fácilmente digeribles por el público. “Blind Justice” es una historia demasiado sustancial para dejar que pasara desapercibida. Hamm ignora muchos de los tics repetidos cada mes en los tebeos de Batman, pero atrapa perfectamente su esencia, y el soliloquio de Ducard en el capítulo 5 es más revelador que cientos de páginas escritas por los guionistas habituales del Señor de la Noche: “Batman. Sus talentos deductivos me parecen excesivamente sobrevalorados. No hace falta demasiado intelecto para enfrentarse a los crímenes callejeros. La suerte y la oportunidad son las capacidades operativas. No, lo que me interesa es el hecho de que funciona como pararrayos para una cierta clase de psicópatas. Se especializan en planes absurdamente grandiosos, y sea cual sea su aparente lógica, codicia, venganza, el ansia de poder, su auténtico objetivo es siempre el mismo: proyectar sobre Batman el papel de némesis. De ahí los juegos de palabras, los acertijos, las pistas flagrantes que diseminan en su estela colectiva, desafiando a su enemigo a penetrar en lo obvio. Él siempre triunfa. Si fallara, sentirían que les falta algo. El pas de deux no tendría sentido. Como niños malos, que tientan la ira de un padre exigente y severo, sólo quieren impresionarle con la enormidad de sus transgresiones. Lo que ansían es el instante del reconocimiento. Así el “bien” derrota al “mal”. El verdadero mal raras veces se anuncia de forma tan ruidosa. Los peligrosos se marcan sus metas subversivas y las consiguen, poco a poco... invisible, inevitablemente. No tienen afición por el teatro. Mientras que Batman está atareado con ladrones de poca monta y locos llamativos, un abismo de putrefacción se abre cada vez más grande a sus pies. Es una tirita en un enfermo de cáncer. Por supuesto, yo no soy un moralista, pero creo que este Batman tiene un entendimiento muy pobre del mundo.” Al contrario que Batman y sus coloridos adversarios, Ducard es algo que raramente se ve en los tebeos de superhéroes: un individuo inspirado en la realidad. La descorazonadora conclusión que se obtiene comparando “Blind Justice” y la producción habitual de Batman, es la de comprender cuánto se han llegado a apartar del terreno común de la ficción los tebeos de superhéroes, cuánto se han retorcido y cargado de bagajes estériles, de vicios de estilo, de convencionalismos muertos que sólo lastran su potencial. La irrupción de un guionista cinematográfico, con un entendimiento más amplio de los temas y elementos que debe contener una historia, deja en evidencia lo raquítico de los recursos que explotan los profesionales del comic book. “Blind Justice” no tiene más aspiraciones que entretener durante un rato, pero para lograrlo construye actores con cierta complejidad, plantea escenarios no completamente infantiles y presenta relaciones, reacciones y secuencias que no derivan del estrecho modelo comportamental superheroico establecido por 50 años de tradición. Los diálogos entre Gordon y Wayne definen con mucha mayor precisión que ningún otro episodio viñetero la relación entre los dos mayores defensores del orden en Gotham: el comisario sabe a qué dedica sus noches el millonario, pero también sabe lo importante que es no decirlo nunca expresamente, sino, si la situación lo obliga, mediante elípticas referencias.

Dibujada por alguien distinto de Cowan, “Blind Justice” podría haber sido reconocida como clásico instantáneo, impidiendo así la traducción superheroica e hinchada de “Knightfall”. El trabajo de Cowan desluce enormemente el poderío de la historia, no sólo por sus problemas de estilo (cuestión de gustos personales, al fin y al cabo), sino por sus clamorosas deficiencias narrativas. Es comprensible que a Hamm, inexperto en la historieta, se le escapen detalles de la mecánica del medio, pero que Cowan no asee esos tropezones sólo cabe interpretarlo como incompetencia, por más que Hamm, generoso, se empeñe en elogiarlo. Comparando la experiencia con su trabajo habitual, Hamm sacó algunas conclusiones sobre el tan manido tema de las semejanzas entre la historieta y el cine: “Lo que descubrí cuando me metí en ello fue que escribir tebeos -al menos de la manera que yo me puse a hacerlo, y hay que tener en cuenta que existen métodos diferentes- exigía mucho, mucho más que un simple guión en el cual escribes una escena y pones “hacen esto y dicen aquello.” En el cine muy raramente dices hacia dónde va a mirar la cámara o lo que vas a ver en el plano, básicamente porque eso es cosa del director. Los comics me resultaron extraños en ese sentido, porque en los comics realmente no te conviertes en el director, sino que vas a través de un escenario... supongo que se parece más a ser dibujante de storyboards. El dibujante -y nosotros tuvimos a uno muy bueno, Denys Cowan- toma lo que tú le das y sigue a partir de ahí, y se ocupa del diseño de página y el equilibrio de la viñeta y de todas esas cosas -es como si fueras una especie de pequeño compinche del director o algo parecido. Pero tienes que pensarlo todo por adelantado, porque hay un montón de cosas que considerar. Tienes que descomponerlo en unidades narrativas del tipo de “en esta página se ve tal cosa, en la siguiente se ve tal otra, intenta arreglarlo para que cuando le des la vuelta a la página haya un clímax.” Hay un montón de cuestiones, consideraciones de ritmo, composición, de cuánta información puedes meter en el conjunto. Fue uno de los trabajos más duros que me han encargado. Los tipos que hacen esto todos los meses me merecen el mayor de los respetos.” Y respecto al resultado, Hamm quedó “contento. No quería irrumpir intentando hacer el Batman definitivo; no quería hacer un Dark Knight que, en cierta forma, cerraría al personaje. Son sólo tres números de Detective Comics, una secuencia normal dentro de un tebeo mensual, y se inserta dentro de la continuidad de lo que ocurre todos los meses, así que mis ambiciones no iban más allá de escribir un buen tramo de Detective Comics. Y creo que es bastante bueno.

Detalles técnicos que, al fin y al cabo, sólo sirven para hacer más oscura y misteriosa esta historia de apariencia vulgar y de trasfondo tan brutal y agotador como el mismo Dark Knight.

4 comentarios:

frog2000 dijo...

Joder, ya me has convencido otra vez para gastarme un poco más de pasta...

xxx dijo...

Una vez leído, me parece increíble que esta historia se hiciese en la época en la que se hizo. Me recuerda un montón a los cómics Marvel de los Setenta, los de McGregor, Moench y Englehart. Los que intentaban informar de lo que había en la vida del día a día del lector sin despreciar el componente lúdico de los pijamas. Gracias por la recomendación!!

Santiago García dijo...

Me alegro mucho de que te haya gustado, espero que a frog2000 no le decepcione. Yo hace más de diez años que no lo releo. ¡No puedo garantizar nada!

frog2000 dijo...

A mí me ha encantado!!