(PARTE DEL CAPÍTULO LAS MEJORES HISTORIAS DE BATMAN)
THE DARK KNIGHT RETURNS
Frank Miller (tintas de Klaus Janson, color de Lynn Varley)
Miniserie de 4 tomos Prestige (1986)
Sin ninguna discusión, la mejor historia de Batman de todos los tiempos, y también la última, si creemos en el futuro que plantea. Batman es un cincuentón que lleva diez años retirado de la lucha contra el crimen. Bruce Wayne, incapaz de reajustarse a una vida normal, se involucra temerariamente en carreras automovilísticas suicidas. Gotham está asediada por una ola de calor histórica y por una banda callejera que responde al nombre de los Mutantes. Estados Unidos está gobernada por un Ronald Reagan momificado y sigue la guerra fría contra el peligro rojo. Todos los héroes han desaparecido, incluido Superman, que sigue en activo pero invisible al público gracias a una pantalla de censura en los medios de comunicación levantada por el gobierno, para el cual trabaja. La retirada de un encallecido comisario Gordon coincide con el regreso a la acción de un Batman que no se sabe bien si quiere proteger a la ciudad de nuevo o morir en una llamarada de gloria. Como si fuera una espoleta, el regreso del Señor de la Noche precipita el de sus peores enemigos, que hasta ese momento parecían definitivamente curados o sometidos. Primero Dos Caras, que involucra en su plan a una Catwoman a la que los años han convertido en madame de un negocio de chicas de alterne. Después el Joker, que se pavimenta un camino de cadáveres hasta su enfrentamiento final con su némesis. En medio de todo ello, la aparición de un último Robin, una niña llamada Carrie Kelley. Al final, un duelo apotéosico, mano a mano con Superman, enviado por el alarmado gobierno como perro de presa para detener al díscolo vigilante de Gotham. “Batman tiene 49 años, a punto de cumplir los 50 -explicaba Miller cuando aún no se había publicado la serie- Y para él, el mundo ya no tiene sentido. Está ahogando el dolor en alcohol. Se encuentra en un estado lamentable. Han pasado diez años, y es como si sólo quedara el cadáver ambulante de Batman/Wayne.” Pero precisamente su ruina física y moral sirve para subrayar sus profundas cualidades heroicas, en las que Miller cree firmemente. “Veo a Batman como un personaje casi místico. Se ha hablado mucho de si Batman es un psicópata. No estoy de acuerdo, si fuera un psicópata sólo sería una pequeña fantasía viciosa plasmada en el papel. Tiene una talla mucho mayor, una profundidad mucho mayor. A la larga, un psicópata no sería tan bueno luchando contra el crimen como Batman. Los psicópatas asustan. Él es aterrador. También es implacablemente justo. Y no busca la venganza contra los criminales. Es alguien que, siendo muy joven, vio cómo todo su mundo era destruido, así que dejó de tener sentido para él. Ahora está obligando al mundo a tener sentido. Batman está más allá del bien y del mal: es una fuerza elemental. No sirve pensar en él como si fuera simplemente humano. Eso es lo que descubrí a medida que le investigaba. Sólo funciona como alguien con una cualidad casi religiosa. Es como un monje que ha aceptado a Dios de alguna forma, sólo que no es precisamente Dios lo que ha recibido él.” Uno de los cimientos que sustenta Dark Knight es la recuperación del perfil mítico de los héroes por parte de Miller, elevándolos por encima de la mezquina visión de hombres enmascarados luchando contra el crimen a la de figuras arquetípicas. Según el autor, es precisamente ese sustrato mítico, irreal, el que lo pone por encima de las acusaciones de “héroe fascista” que tan a menudo se han vertido contra Dark Knight: “Respecto a las implicaciones fascistas de un personaje como Batman, ésa es una de las cosas con las que me estoy divirtiendo en la serie -aclaraba, inmerso aún en el proceso de creación.- Creo que para que el personaje funcione, tiene que ser una fuerza que en cierto sentido esté más allá del bien y del mal. No puede juzgársele en los mismos términos que utilizaríamos para describir algo que haría un hombre porque no podemos pensar en él como en un hombre. Estoy haciendo esta serie en un momento muy adecuado para mí, porque me resulta muy claro que nuestra sociedad se está suicidando por la carencia de una fuerza como ésa. Una incapacidad para enfrentarse a los problemas que hace que todo lo que tenemos se venga abajo. En cuanto a que sea un fascista, lo que yo opino es que... sólo lo sería si lo eligieran para un cargo político. Si hubiera un puñado de tipos como él dando vueltas por ahí y pegando a los criminales, tendríamos un problema muy grave.” Muy lejos del fascismo masificador, Batman aparece aquí como un individualista que, de hecho, en la continuación que llegó a concebir pero nunca a realizar Miller, que ve al Señor de la Noche como un terrorista enfrentado a las fuerzas del estado, llevaba más allá aún su guerra imagen anti-sistema: “La secuela que tenía en mente era tan absurda como el original. Sería mucho más directo en sus acciones, mucho más decidido a meterse con el orden de las cosas. No perseguiría a los pobres desgraciados de los atracadores, sino que iría a por la gente que los convierte en atracadores.” Junto al motor mítico que alienta a Batman, es también vital para la obra el exacto entendimiento que Miller tiene de los demás actores. El primero Robin, apenas definido lo justo para que comprendamos que sólo es un “buen soldado” que ayuda a su todopoderoso patrón. “Como a todos los niños, a mí no me gustaba Robin -cuenta Miller, en el décimo aniversario de la publicación.- Hasta que no le puse las manos encima a Batman no comprendí que Robin desempeñaba una función maravillosa. No hay nada como tener un ayudante para que el héroe parezca grande. Todo el concepto de Robin es la típica idea de un dibujante. Visualmente, es brillante. Pero a nivel literario, es altamente discutible.” Quizás por eso el Robin de Dark Knight sirve más como icono que como personaje. Después Alfred, un anciano sarcástico que desde Dark Knight es ágil en las respuestas irónicas y ha ganado en personalidad y calado: “Alfred ha resultado el más divertido de escribir de todos -explicaba Miller.- Lo veo como a un vejete cascarrabias y sarcástico. Así funciona maravillosamente. Alfred tiene unos 80 años, y su vínculo con Bruce es tan fuerte y tan antiguo que puede soportar algunas indirectas desagradables. Estamos en el mundo moderno. Nadie tiene esclavos. Alfred siempre ha sido tratado como un esclavo, no como un mayordomo. Tiene su propia voz, y se lo pasa bien burlándose de Batman. ¿Qué harías tú si estuvieras al servicio de un hombre de 50 años que decide ponerse una capa y salir a luchar contra el crimen? Yo me burlaría.” A continuación los villanos, auténtica razón de Batman para vivir: “El folklore de Batman está lleno de doppelgängers de Batman. El Joker es uno de ellos. El más exacto, aunque menos interesante como villano, es Dos Caras. Dos Caras es idéntico a Batman en que está controlado por instintos salvajes, que mantiene a raya, en su caso, lanzando la moneda. Se parece mucho a Batman. El Joker no es tanto un doppelgänger como una antítesis, una fuerza del caos. Batman impone su orden sobre el mundo; es un maniático del control. El Joker es el adversario más enloquecedor de Batman. Representa el caos que Batman aborrece, el caos que mató a sus padres.” Sólo hay un personaje sobre el cual el mismo Miller reconoce haberse equivocado, la Catwoman jubilada de ladrona en prostituta decadente: “Merecía algo mejor. Fue muy engreído por mi parte, y fue el único caso en el que no había investigado. Quedó muy mal. Intenté compensarla en Batman: Year One.” De la misma manera, Miller admite que no habría tratado igual a Superman si el Hombre de Acero hubiese sido el protagonista.
Por supuesto, las buenas ideas solas no hacen buenos tebeos. Lo más excepcional de The Dark Knight Returns se encuentra en su soberbio dominio de las formas, en su brutal técnica narrativa, en su explotación de la potencia innata del medio para comunicar una historia compleja narrándola en muy diferentes frentes y registros. Los cuatro tebeos de Dark Knight han servido como Biblia y norte para el cómic americano y buena parte del internacional, aunque en pocos casos se han desarrollado provechosamente sus lecciones, cayéndose en la mayoría de las veces en el saqueo de gestos superficiales. La crudeza del dibujo, deliberadamente primitivo en el trazo hasta casi rozar lo tosco, también rompió moldes en un negocio que todavía identifica calidad con competencia en el acabado, a lo Neal Adams. La aportación de Lynn Varley en el color (también escribió algunos diálogos) abrió nuevas puertas, así como el formato en sí y las calidades de producción aplicadas al proyecto. Analizar pormenorizadamente el alcance de la influencia de The Dark Knight Returns llevaría otro libro completo. Por sí solo, habría cambiado el curso del comic book americano. Coincidiendo en el tiempo con Watchmen, ambas obras marcaron un antes y un después en la historia de los tebeos americanos.
El final previsto de The Dark Knight Returns era distinto del que acabó siendo publicado: “La historia original era la última misión de un viejo héroe -detalla Miller.- Se encaminaba a una misión condenada pero respondía bien.” La historia acababa con Batman cayendo bajo una lluvia de balas como la que cierra Dos hombres y un destino, pero ya metido en faena, Miller tuvo que volver sobre sus pasos: “La historia entera no era lo bastante grande ni lo bastante heroica. No me arrepiento de mantenerle vivo, eso estuvo bien hecho. La única forma de dejar a Batman es esperando su próxima aventura.” A pesar de todo, la acusación de plantear una fantasía pesimista pesa sobre The Dark Knight Returns como una última falacia, en opinión de su autor: “No sé cómo podría escribir una historia de superhéroes y ser pesimista. Si hacemos historia un momento, veremos que lo que hizo que la idea de los superhéroes quedara impotente fue la censura. Temerosa de los grupos de presión, la industria adoptó un código auto-impuesto. El código que la mayoría de los tebeos siguen aceptando insiste en un mundo benevolente donde la autoridad siempre tiene la razón, los policías nunca aceptan sobornos, nuestros políticos elegidos siempre sirven a nuestros mejores intereses y los padres siempre son personas buenas y sensatas. Nunca cometen errores. El mundo en el que vivimos no se parece al mundo de los censores. Yo simplemente puse a Batman, esta fuerza de otro mundo, en un mundo que se parece más al que conozco. Y el mundo que conozco es aterrador. No creo que Dark Knight sea pesimista, porque el bueno vence. La historia empieza con Bruce Wayne contemplando el suicidio; al final ha encontrado una razón para vivir. Se ha adaptado a los tiempos.”
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