martes, 28 de febrero de 2012

JACK KIRBY: LUCHADOR


Durante las pasadas Navidades vi que se había publicado en España un tomo recopilatorio de Fighting American (Kraken, 2011) que parecía basarse en la recopilación publicada en inglés por Titan. La misma Titan también había publicado todo Fighting American como parte del volumen antológico The Simon and Kirby Library: Superheroes (2010), que había aparecido anteriormente a The Simon and Kirby Library: Crime, del cual ya hablamos en Mandorla hace unas semanas. Esa edición española de Fighting American me sirve para recuperar este tomo en inglés de Superheroes sobre el que merece la pena dejar algunas notas.

Superheroes tiene características formales muy parecidas a Crime, pero, aunque el autor material de la restauración es el mismo en los dos casos, Harry Mendryk, se nota que ha aprendido mucho con la experiencia, y Crime resulta bastante más agradable que este Superheroes, en el que la recuperación del material original es demasiado limpia para mi gusto, lo que altera en exceso la potencia bruta de los dibujos. El libro no incluye ningún material publicado por Marvel y DC, las dos grandes editoriales históricas de superhéroes, y está realizado enteramente por el tándem que Jack Kirby formó con Joe Simon. Eso quiere decir que esto no es una antología al estilo de «los mejores superhéroes de Joe Simon y Jack Kirby», sino más bien «los superhéroes de Joe Simon y Jack Kirby fuera de las grandes editoriales».  Aquí se encuentran aventuras de un buen puñado de personajes que se remontan a los albores de la Edad de Oro del comic book americano (Black Owl es de 1940, anterior incluso a Captain America) y que llegan hasta el umbral de la Era Marvel (Adventures of the Fly es de 1959). Como es bien sabido, durante las décadas de los 40 y 50, Simon y Kirby formaron uno de los equipos creativos y comerciales de más éxito y más prolífico del cómic americano, y lo hicieron practicando numerosos géneros, de los cuales el de superhéroes -a pesar de triunfos arrolladores como el del mencionado Capitán América- sólo fue uno más.

Para mí, cualquier tebeo de Kirby tiene el máximo interés, sólo porque es de Kirby. Y luego, claro, tiene un interés específico relacionado con el material concreto. En este caso, el interés añadido es ver al dibujante que cambió el curso del cómic a través de los superhéroes que hizo para Marvel en los 60, abordando los superhéroes antes de ese momento histórico. ¿Se puede ver en las páginas que hizo junto a Simon un antecedente de las que haría luego junto a Stan Lee? ¿Hay una progresión directa entre Fighting American y Los Cuatro Fantásticos? ¿Es realmente The Fly el padre no reconocido de Spiderman?


La verdad es que el superhéroe que plantean Simon y Kirby en este volumen es muy distinto del superhéroe que nos mostrarán Lee y Kirby en la era Marvel. Es un superhéroe mucho más unidimensional, sin desarrollo de la personalidad, basado estrictamente en la acción, ajeno en gran medida a la sofisticada parafernalia de los superpoderes icónicos y, sobre todo, un superhéroe tratado con muy buen humor. La mayoría de las historias oscilan entre lo ligero y lo directamente satírico.

Dejando de lado The Black Owl, todavía muy primerizo y tosco, como tantos de sus contemporáneos de la primera oleada de superhéroes, Stuntman (1946) ya es una obra de cierta madurez, tanto gráfica como argumental. Sus autores no son unos novatos inseguros, sino que son los autores que ya han triunfado con Capitán América, con Sandman, con los Boy Commandos, con la Newsboy Legion. El estilo de Kirby se aprecia tanto en el dibujo como en la narración hiperdinámica, exuberante, intensamente juvenil.


Stuntman tiene dos identidades secretas: Fred Drake, que es acróbata y especialista cinematográfico, y es el verdadero Stuntman, y Don Daring, el actor a quien Fred suele doblar en las escenas peligrosas, y que también es detective aficionado. La serie está tejida con mimbres de comedia clásica de Hollywood, llena de enredos y confusiones, y se basa en la caricatura y el espectáculo visual. Uno de los episodios está ambientado en un manicomio, y es obvio que Simon y Kirby lo consideran el lugar adecuado para un enmascarado. Parece que los propios autores supieran que un personaje como Stuntman sólo es aceptable si se toma como una chaladura.

El siguiente en esta noble estirpe de sosias del Capitán América es Vagabond Prince (1947) que, al ir acompañado de su sidekick juvenil, Chief Justice, remeda de forma más fiel el esquema clásico del caballero con escudero que se había implantado en la primera generación de superhéroes. [El propio Capitán América tenía a Bucky, Batman a Robin, la Antorcha Humana a Toro, Sandman a Sandy, etc.]. El Príncipe Vagabundo es un personaje aún más estrafalario que Stuntman. Vestido de soldado de gala, habla en verso, para horror de su ayudante, que se burla de su pomposidad. Pero lo más extraordinario tal vez sea que se trata de un superhéroe social que toma como misión la lucha contra los desfavorecidos económicamente.


En 1947 los superhéroes ya no pueden seguir luchando contra el Eje, todavía no han encontrado al Enemigo Rojo y la idea del supervillano no es aún lo bastante común. No existe el tejido de ficción que hace plausible una experiencia como el Universo Marvel, y Vagabond Prince intenta encontrar una razón de ser plantando los pies firmemente en el suelo de la desolación urbana. Es una serie curiosa y que se prestaría a alguna revisión irónica moderna. Vagabond Prince es un personaje muy de nuestros días.

Pero a finales de los cuarenta es un experimento fallido, porque el siguiente personaje que aparece en esta recopilación se proyecta al extremo completamente opuesto: la fantasía más infantil y deslumbrante. Captain 3-D (1953) es simplemente una excusa para aprovechar la moda por el cine en tres dimensiones, llevando la experiencia de las gafas bicolores a las páginas de los cómics. La historia roza el cuento de hadas, aunque ya asoma en ella uno de los temas favoritos de Kirby, el de la guerra secreta entre razas de ángeles y demonios que se disputan el destino de la humanidad. En todo caso, es sólo un artificio para desplegar una escenografía tridimensional que, al ser reconvertida a un trazo 2-D en este volumen, produce efectos gráficos extraños. Hay una monumentalidad vacía en viñetas como ésta, diseñadas de forma muy obvia para salirse de la página:


El plato fuerte del libro es, desde luego, Fighting American, que ocupa la mayor parte del volumen y que en su día se publicó entre 1954 y 1956, ahora ya bajo el influjo pleno de la fiebre anticomunista del maccarthismo. En esos mismos años, Marvel también intentó recuperar a sus superhéroes de la Guerra como fervientes cazadores de rojos, en uno de los gestos de desesperación más claros de una industria que se había visto cercenada en plenitud por la autocastración del Comics Code Authority.

Fighting American es, en principio, un Capitán América sin escudo que sustituye a los nazis por los comunistas, pero que no tarda en derivar hacia la sátira, cada vez más desmadrada. En su identidad secreta, Fighting American es Johnny Flagg, locutor de radio patriótico y martillo de espías del Telón de Acero. Johnny es un veterano de guerra tullido muy influyente entre el público, que le reconoce una estatura moral superior. Los discursos de Johnny los escribe su hermano, el enclenque e intelectual Nelson. Cuando Johnny muere, asesinado por los comunistas, el ejército hace partícipe a Nelson de un experimento secreto con el cual traspasa el cerebro de Nelson (cuyo cuerpo muere en el proceso) al cuerpo revitalizado de Johnny. Los dos hermanos, el cerebro y el cuerpo, se subsumen pues en uno solo. O dicho de otra forma, desde el principio Fighting American es un fraude, ya que Nelson se hará pasar por Johnny. La parodia va implícita, y la estampa se completa con el sidekick estereotípico, Speedboy.

La serie mejora a medida que se va tomando todo más a guasa. Es evidente que la mezcla de desenfreno y acción encaja muy bien con el carácter de Simon y Kirby. En «The League of Handsome Devils» aprovechan un juego de palabras (guapo diablo, un piropo habitual en inglés) para presentar a una banda de criminales que consiguen ventaja en sus golpes gracias a lo guapetones que son. Pero ah, una vez más se trata de una farsa, ya que los bandidos son profundamente feos y utilizan máscaras para aparentar lo contrario de lo que son. La resolución de la historia es genial en su aplicación del principio de la justicia poética con tintes sarcásticos.


En «City of Ghouls», los comunistas montan un campo de esclavos en una ciudad norteamericana abandonada que había sido fundada en tiempos pretéritos por una secta de adoradores del demonio. En la batalla final, un fenomenal pifostio que en cierta medida anticipa a algunas de las imágenes más famosas que crearía años más tarde Jim Steranko para Capitán América (véase la ilustración que encabeza este post), Fighting American y Speedboy ya no se enfrentan sólo al mal, sino al remal. Los juegos de palabras y las peripecias disparatadas son la norma, pero de pronto Simon y Kirby son capaces de sorprendernos con «Homecoming Year 3000», un extraño sueño futurista en el que por un momento destella la espiritualidad cósmica que veinte años después Kirby buscará en su personalísima recreación de 2001: Una odisea del espacio. Hay en estas viñetas una paz y una serenidad impropias de un tebeo de porrazos y carcajadas como es Fighting American:


La cumbre de la serie tal vez sea el desopilante enfrentamiento entre Fighting American y su contrapartida soviética, el superhéroe del estado Súper-Khakalovitch. En realidad, Khaka es un montón de estiércol ambulante que desprende un tufo irresistible como consecuencia de la ingeniería genética: generaciones y generaciones de antepasados del superhéroe comunista han evitado acercarse a una pastilla de jabón, cimentando así su fulminante hedor personal. Casi tenemos aquí al Superduperman de Harvey Kurtzman y Wally Wood (Mad #4, 1953) y a toda la caterva de antisuperhéroes paródicos y socarrones que en la estela de Watchmen nos traerían los guionistas británicos, desde Pat Mills hasta Garth Ennis.


La última historia (inédita en su día) corona la cumbre de la autoparodia. El villano es The Mad Inker (el Entintador Loco), un profesional del cómic que pierde el juicio cuando los editores le reclaman que sea «fiel al guión». Fighting American, como los buenos soldados, había ido hasta donde le había exigido el deber, y había llegado incluso un paso más allá.

Los personajes que cierran el tomo representan un retorno a planteamientos más ortodoxos e infantilizantes, lo que no quiere decir que estén exentos de interés. The Double Life of Private Strong (1959) es una actualización de Fighting American (o lo que es lo mismo, de Capitán América) despojado de farsa y dirigido a chavales, pero de forma casi inadvertida adquiere ciertos ecos ominosos que casi recuerdan al espectral Omega que harán Steve Gerber y Jim Mooney en los setenta. La comparación parece descabellada, pero el argumento lo propicia: hay algo profunda e inevitablemente enigmático y triste en el personaje, y aún más, ese algo parece que escapara a la voluntad de los autores. Quizás se estén tendiendo ya las líneas que enredarán al héroe con el monstruo en el cercano Universo Marvel. En cuanto a The Adventures of the Fly (1959), se ha insistido mucho en su condición de antecedente directo de Spiderman, pero más allá de algunas semejanzas superficiales (véase en la imagen que traigo de muestra a uno de sus enemigos, llamado ni más ni menos que The Spider), en realidad es más bien una versión del Capitán Marvel de los años 40.


Leyendo este volumen -especialmente este volumen, donde Kirby es omnipresente- salta a la vista que el concepto de superhéroe previo a Marvel era muy distinto del concepto de superhéroe que se forjará en Marvel. Y eso daría lugar a que nos planteásemos una serie de cuestiones muy interesantes sobre el origen de Marvel, si es que fuéramos a hablar de Marvel. Pero esta semana de lo que vamos a hablar es preferentemente de Jack Kirby. Mañana, más.

1 comentario:

WOLFVILLE dijo...

Pues mira, tenía pensado hacerme con el "Fighting American", pero creo que esta antología mola mucho más para completistas. ¡Gracias!

Un saludo.