jueves, 5 de agosto de 2010

EL DRAMATURGO


Leyendo The Playwright (Top Shelf-Knockabout, 2010), no he podido evitar acordarme de Wilson, de Daniel Clowes. Al igual que en ésta, en la última obra de Eddie Campbell, escrita por Daren White, el protagonista es un hombre maduro y solo, de (cierto) talento, con problemas extraordinarios para relacionarse con los demás, especialmente con la familia y con las mujeres. Y, por supuesto, está obsesionado con el sexo. Es un hombre, así que no sé si esta última aclaración era del todo necesaria.

Wilson y The Playwright coinciden también en su preocupación formal. En el caso de la segunda, se ha elegido un curioso formato apaisado que incluye una sola tira en cada página, aunque no se trata de tiras autoconclusivas, sino que el relato se estructura en capítulos de varias páginas cada uno. Además, la relación entre texto e imagen es muy peculiar. No hay bocadillos de diálogo, sólo cartuchos de texto con una voz narrativa en tercera persona del singular y presente de indicativo, que acompaña a todas las viñetas menos a algunas mudas. La impresión es que Daren White escribió un relato en prosa y Campbell decidió adaptarlo al cómic con este estilo, respetando (es un suponer, repito que es la impresión que produce) la integridad del texto. Y tal vez de ahí el formato de tira única y continuada, para que el libro se lea como un relato en prosa, atendiendo más a la frase individual que al sentido de la página, tan ineludible en el diseño del cómic. No nos confundamos, porque no estoy diciendo que sea un relato ilustrado. A estas alturas, Campbell no cae en obviedades. Más bien al contrario, tengo la impresión de que ha buscado una nueva manera de contar. Una manera que intenta buscar lo lineal y evitar lo tabular. O tal vez no, pero se me ha ocurrido esto porque de alguna forma me ha recordado a lo que Pepo y yo intentamos hacer en El Vecino 3.

Otro punto en común entre Wilson y The Playwright es el sentido del humor con el que ambas tratan a sus protagonistas. Un sentido del humor seco, negro y hasta sardónico, que en el caso de White y Campbell incluye chistes sobre la próstata y demás desgracias, pero que en todo caso es más refinado en estos británicos expatriados en Australia que en Clowes, más directo y contundente. De hecho, hasta podríamos comparar ambos sentidos del humor basándonos en el contraste entre los estilos gráficos: Wilson es más claro y redondeado, más dibujado; The Playwright es más borroso e irregular, más pictórico.

En realidad, ambos tebeos tienen un corazón muy distinto debajo de su parecido superficial. El de Clowes es puro cartoon, el de White y Campbell es más literario. Por momentos, el tono recuerda a Posy Simmonds. Pero no es Posy Simmonds. Es puro Eddie Campbell, incluso en el texto, que no es suyo. Pero cuando un autor es tan grande, no importa de dónde proceda el material, al final nos llega siempre convertido en original suyo.

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