miércoles, 5 de mayo de 2010

ALFOMBRAS

mercado.jpg

Lo siento, pero James Sturm siempre me ha parecido un plasta. Sé que representa la cara positiva, didáctica y divulgativa de la novela gráfica norteamericana, pero las obras anteriores que han caído en mis manos (The Cereal Killings, Arriba y abajo y El asombroso swing del Golem) me han parecido sosas, burdas y excesivamente prolijas. Bienintencionadas, pero torpes. Y de pronto, me llevo la sorpresa de toparme con este Día de mercado (Astiberri, 2010), donde me encuentro al mismo Sturm de siempre, con su misma y leal laboriosidad, su noble esfuerzo de documentación, sus buenas intenciones y su honesto trabajo de artesano viñetero... pero a otro nivel. A un nivel muy superior. Mucho más suelto, más osado, con un dominio muy superior de la forma y con una propuesta gráfica mucho más madura que en sus títulos previos. Como bien dice David Muñoz, Día de mercado es una alegoría (bastante transparente, por cierto), sobre el equilibrio entre el arte y la vida, y yo diría que de forma aún más evidente, sobre la profesión de historietista en los tiempos actuales. Lo más curioso es que Sturm ha sido capaz de hacer una novela gráfica sobre hacer tebeos que interesará a todas las personas que no tienen ningún interés por los tebeos per se. Es decir, al público general que suponemos que está comprando novela gráfica ahora mismo. Porque hay que decir que este pequeño embrión de Andrei Rublev es una novela gráfica contemporánea completamente típica, y sin embargo no es autobiografía, ni costumbrismo, ni trata de enfermedades o temas sociales. Otro mito que se desmonta. El resto, el sábado en la charla que tendremos en el salón Fernando Tarancón y servidor en el stand de Euskomik.

Termino con Día de mercado: es un placer ver crecer a un historietista de 45 años. Tal vez ésta sea realmente la parte de novela que tiene la novela gráfica, la parte de empezar de verdad a ser alguien cuando uno ya tiene una cierta edad, en vez de dejarlo precisamente entonces. Otro detalle: cómo hacer una obra que no es de género y sin embargo aprovecharse de un recurso de género para insuflarle vida, y me refiero a que a través de todo Día de mercado corre un latido subterráneo y casi mudo de thriller que mantiene siempre alerta al lector. Y lo último: hablaba hace poco de Milt Gross y su invención del inglés a través del mestizaje yiddish, y Día de mercado muestra cómo la tradición yiddish sigue presente hoy en día en las viñetas americanas. Tradición, qué palabra tan bonita cuando significa algo.

1 comentario:

13 millones dijo...

es verdad que es un pestiño de comic, pero para mi también lo era el 'Ventiladores Clyde' de Seth...los pongo a los dos en el mismo saco.