"También la historieta multiplicó, al mismo tiempo, los puntos de vista. Un relato cualquiera estaba compuesto por muchas viñetas, y no fue infrecuente que el dibujante adoptara encuadres muy variados, dentro de una misma secuencia, para evitar la monotonía visual: picados y contrapicados, alternativa de primeros planos y planos generales,
travellings imaginarios, etc. El cómic evolucionó en paralelo con el cine, pero ha sido mucho más permeable de lo que se piensa a sugerencias procedentes de la alta cultura artística. ¿Qué relación secreta guarda con el cubismo sintético y con el collage? Pensemos en la página ideal como una unidad estética (un cuadro) que está compuesta por muchos espacios menores, las viñetas, cuya existencia aparece desdoblada: son piezas engranadas al relato global y también entidades figurativas autónomas, con su propio marco separador".
Juan Antonio Ramírez, El objeto y el aura (Akal, 2009), páginas 21-22.
En su último libro, Juan Antonio insertaba una vez más el cómic con naturalidad en el discurso con el que reescribía toda la historia del arte moderno, considerándolo uno más de los movimientos contemporáneos de ruptura del espacio monofocal renacentista a través de la visión panóptica. Dicho de otra forma: el cómic es rabiosamente moderno.
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