No me malinterpreten, no es que sea un desconocido o esté minusvalorado. Briggs es un artista respetado y galardonado, y puede que sea uno de los historietistas de mayor éxito que hay en el mundo, con más de tres millones de libros vendidos. Sin embargo, pocas personas le ven como un historietista per se. Es la vieja historia de las etiquetas. Empezó como autor de libros infantiles, y la etiqueta se le ha quedado pegada.
A menudo se considera Contrato con Dios, de Will Eisner, publicado en 1978, como la primera novela gráfica oficial (ignorando el hecho de que en realidad se trata de una colección de historias cortas y no de una “novela” en absoluto). ¿Por qué nadie ha observado nunca que The Snowman, de Briggs, que salió el mismo año, es una candidata mucho mejor para ese título? De hecho, Briggs había publicado dos “novelas gráficas” de larga extensión y autocontenidas varios años antes: Father Christmas y Father Christmas Goes On Holidays. El hecho de que fueran escritas para niños no debe eliminarlas de la competición. Pero ahí está el problema. Los niños. Es la relación con los libros infantiles la que le ha mantenido al margen.
Tengo la impresión de que este libro, Caballero Jim, es el trabajo que marca la línea divisoria en su carrera. Antes de él, la mayoría de sus obras podían seguir siendo etiquetadas como dirigidas primordialmente a los niños. Caballero Jim es inconfundiblemente una obra dirigida a un público adulto. Puedo imaginarme a un niño leyéndola y disfrutándola –al fin y al cabo es un libro divertido- pero supongo que será un lector mayor quien aprecie verdaderamente su tono seco y el patetismo del pobre Jim y su obcecada forma de pensar. Briggs ha producido posteriormente su buena media docena de álbumes de cómic para adultos, y sin embargo se le sigue dejando de forma habitual fuera de la lista de historietistas importantes. Sospecho que si su carrera hubiera empezado con Caballero Jim, tal no sería el caso.
Pido disculpas por extenderme con esto –desde luego que no quiero desperdiciar la introducción decidiendo quisquillosamente qué libros encajarían en una historia imaginaria de la “novela gráfica” moderna. Tampoco deseo insistir en el argumento y dar la impresión equivocada de que el sr. Briggs languidece en algún limbo historietístico. Por supuesto que su duradera importancia quedó confirmada ya sólo por la atención crítica que recibió por Cuando el viento sopla. Publicado en 1982, este libro es casi universalmente reconocido como uno de los tratamientos más conmovedores y potentes de la guerra nuclear. Como la mayoría de los lectores, éste fue el libro con el que descubrí a Briggs, y me sentí muy conmovido por él. Su decisión de concentrarse en dos personajes tan sencillos y vulnerables como los Bloggs, puestos en una situación que sobrepasaba de tal manera su comprensión, fue una decisión inspirada. Para mí supuso una experiencia lectora que siempre he recordado. Hay muy poco relatos en cómic que hayan llegado a traer las lágrimas a mis ojos. Tal vez sólo éste.
Unos años después me sorprendió descubrir que los Bloggs habían aparecido en un libro anterior, Caballero Jim. No me di cuenta entonces, pero ahora es obvio que los Bloggs son los Briggs, los padres de Raymond. Al verlo desde hoy en día, creo que puedo adivinar que su decisión de sacar a los Bloggs en Cuando el viento sopla tal vez no fuera una decisión muy difícil.
Empecé a comprenderlo cuando leí sus libros de Unlucky Wally. Había algo en la madre que me resultaba familiar. Esto quedó completamente confirmado en 1998 cuando publicó la maravillosa semblanza de sus padres, Ethel & Ernest. Aunque de manera menos caricaturizada, es inconfundible que Ethel y Ernest son Jim y Hilda Bloggs. La muerte de la madre en Unlucky Wally refleja la muerte de la madre de Briggs, tal y como aparece en Ethel & Ernest. Al revisar su obra, empiezas a ver a los padres de Briggs por todas partes en sus libros. Podría atreverme a suponer que la compleja relación de Raymond Briggs con sus padres es la fuerza principal y seminal de su impulso como artista. Es una veta rica y cada vez que ha vuelto a esas figuras, han ganado en profundidad. Y parece sentirse impelido a volver a ellas una y otra vez.
Debo decir, también, que estos Jim y Hilda son creaciones singulares. Tan dulces y a la vez tan ignorantes. Te ríes de ellos pero también los compadeces. Y, sin saber por qué, también los admiras. Son directos y sinceros y auténticos. En cierto sentido, son niños perpetuos. También transmiten una cualidad genuinamente triste. Nos producen una profunda empatía. Jim y Hilda me recuerdan en muchas cosas a mis propios padres, y tal vez sea por eso por lo que me atraen tanto.
Me alegra ver que esta edición de Caballero Jim vuelve a la imprenta. Es un libro absolutamente encantador. Me gustaría ver todos sus libros reeditados. Raymond Briggs es un gran historietista. Lo tengo en la máxima estima. Un maravilloso artesano, un trabajador incansable y un artista reflexivo, original y sensible."
Seth
No hay comentarios:
Publicar un comentario