miércoles, 20 de julio de 2011

EL MAL DEL GUAPO


De Bastien Vivès he escrito maravillas en Mandorla:


Hoy, después de leer sus dos últimas obras publicadas en España, Por el imperio III y Polina (ambas en Diábolo), voy a plantear otras cuestiones.

El primer volumen de Por el imperio me aburrió, no iba a ninguna parte y creo que no era esa la intención de sus autores (Merwan lo realiza a cuatro manos con el propio Vivès). El segundo me entusiasmó: de pronto, parecía que el dúo sabía lo que quería contar y lo hacía con fuerza y soltura, recuperaba todo lo que había perdido en el primero y prometía un futuro espléndido e incierto para el tercero. Pero ese tercero y último me ha producido algo parecido al bochorno. Un festival visual lleno de estampitas preciosas que se funde en un final que pretende ser apocalíptico y es un mero desbarajuste atropellado, infantil y derivativo, sin pies ni cabeza y sin verdadera imaginación. Todo lo que hay en él son prendas de segunda mano que le vienen grandes a un autor al que todavía le falta crecer mucho. La impresión es que Vivès se alió con Merwan para hacer una bd ortodoxa, una serie de álbumes de aventuras históricas a la vieja usanza, pero de autor, con un toque especial que les distinga de la cohorte de mecánicos seguidores de Alix y Bourgeon. Y la única solución que han encontrado para demostrar que dentro del mainstream se puede ser rarito ha sido anegar Por el imperio con toneladas de Jodorowsky, Borges y saldos de tebeos adultos de los 80. En fin, que las cosas, o se hacen en serio, o no se hacen, que con vergüenza no se come, y que con el mainstream no hace falta hablar si no quieres, pero si vas a hacerlo, hazlo con respeto.

Total, que me convencí de que el resbalón de Vivès en Por el imperio se podría achacar a un error de cálculo, una anécdota casi en un intento de probar nuevas estrategias. Lo gordo, la obra de enjundia que venía a continuar su trayectoria hasta ahora impecable y en continuo ascenso, es Polina, una novela gráfica de 200 páginas protagonizada por una bailarina rusa. (Como no he visto Cisne negro, me excusarán la ausencia de comparaciones y paralelismos con la película de Aranofsky, y eso que nos ahorramos, porque probablemente no serían pertinentes).

Polina es, en cierta manera, una obra «más ambiciosa» que las anteriores de Vivès. Mientras que El gusto del cloro, En mis ojos y Amistad estrecha (su indiscutible obra maestra, para mi gusto) se organizaban como racimos de escenas sueltas de estructura muy borrosa, casi difuminada, Polina quiere tener verdaderas hechuras de gran novela, aspira a ser un relato de mayor alcance: en el tiempo, en el número de personajes y en la profundidad de las emociones descritas.

Y hay que decir que hay mucha verdad en Polina, porque Vivès sigue teniendo una gran facilidad para hacer escenas que, individualmente, muestran recovecos de las relaciones humanas que raras veces hemos recorrido en el cómic, porque sabe sugerir y porque es un maestro de la mirada y el gesto. Un talento de los más grandes que han llegado al cómic en los últimos años.

Pero a veces, con el talento solo no basta, y en el caso de Polina, hacía falta algo más para que toda esa verdad no se embadurnase de tópicos de clase media y de concesiones autoindulgentes. Ese gran aliento que exige el libro ahoga los suspiros con los que Vivès narra.

Yo diría que el gran problema de Vivès en Polina es que se gusta a sí mismo. Se hincha a dibujar figuras bailando, como si pensara que puede ofrecernos un cuaderno de bocetos convertido en tebeo porque así transmitirá al resultado final la experiencia que ha tenido dibujando en vivo. Pero lo cierto es que, al igual que las continuas discusiones sobre los diferentes modelos de danza que plantean sus maestros nos resultan incomprensibles, sencillamente porque en ningún momento se nos explica de qué se nos está hablando, las series de estudios de la figura humana solo reflejan el ensimismamiento de un artista que cree que todo se le va a perdonar por la fuerza del dibujo. Digamos que le pasa un poco lo que a los guapos, y es que Vivès, como autor, es tan guapo, que se ha acostumbrado a resultar irresistible. El personaje de Polina refleja bien lo que es un personaje guapo, que a base de posar en silencio parece profundo, pero que acabamos sospechando que es estúpido.

Creo que hay un momento en Polina que me hizo darme cuenta de cómo Vivès había decidido que con su sonrisa y su carisma quedaba todo justificado. Polina llega a Berlín, no tiene nada ni a nadie en el mundo, empapada, se refugia de la lluvia en el primer bar que encuentra y allí conoce a un grupo de chavales que, casualmente, resultan ser unos artistas de talento con quienes conquistará el éxito internacional. Parece la transposición directa de una nota para un posible guión nunca escrito formalmente: «Polina llega a Berlín y conoce a unos artistas». No se ha elaborado más porque el autor cree que no merece la pena. ¿Quién se fija en esas tonterías? La ficción produce pereza, sí, pero para rebasarla hace falta un esfuerzo de osadía, no basta con desdeñarla con suficiencia.

El caso es que, como decía, hay mucha verdad en Polina, pero está mezclada con mucha morralla porque el autor no sabe o no ha querido trabajar en el desarrollo de una novela gráfica de gran envergadura. Y así, lo que ha conseguido es una novela gráfica que ejemplifica todo lo que critican los que atacan este movimiento: muchas páginas para no contar nada, vacuidad elegante de suplemento cultural. Lo último que nos faltaba es que alguien con el inmenso talento de Vivès aspirase ahora a hacer el equivalente en cómic de las películas de Isabel Coixet.

Me despido con una cita de Alma, de Javier Moreno (que ya cité en otro post):
«Creo que las personas hermosas físicamente tienen menos posibilidades de resultar interesantes. La belleza física implica una aceptación inmediata. Alguien que es aceptado inmediatamente no siente la necesidad de rebasar los límites que supone la no aceptación, sino más bien de imponerlos. La complejidad y la riqueza de una persona tiene que ver con la superación de las barreras que los demás imponen a su alrededor».

Otras opiniones sobre Polina:
Álvaro Pons en La cárcel de papel.
Pepo Pérez en Es muy de cómic.

63 comentarios:

Pepo Pérez dijo...

"Polina llega a Berlín, no tiene nada ni a nadie en el mundo, empapada, se refugia de la lluvia en el primer bar que encuentra y allí conoce a un grupo de chavales que, casualmente, resultan ser unos artistas de talento con quienes conquistará el éxito internacional".

No lo hemos hablado, pero esa escena me pareció con diferencia la peor del libro. Vamos, me quedé pensando algo así: "eh? de verdad que Vivès ha dado por buena semejante escena, semejante manera de 'hacer crecer' a Polina? ¿de verdad piensa que va a colar a un lector mínimamente atento?"

Creo que hay que currarse un poco más las cosas. Al menos, un poco más. Un poco.

Mireia Pérez dijo...

Te diría unas cuantas cosas sobre la cita de Alma que has escogido para finiquitar el artículo. Pero mejor te las digo en el café :P

Octavio B. (señor punch) dijo...

hay muchas torpezas argumentales en Polina. Pero también mucha buena forma en Vivès, lo que hace que, al menos a mí, la lectura termine resultándome emocionante. Pero cierto, muchísimas páginas de tópicos, situaciones argumentales pedestres (a veces, parece que la niña tiene encima a Papá Noel para sacarle las castañas del fuego)pero cómo construye las cosas a golpes de elipsis, o cómo hace hablar más allá de palabras a su 'actriz', o cómo, sí, cómo dibuja el baile de los cuerpos, o cómo crea escenas como (lo dije en 'es muy de c') la de las gafas del viejo profesor... hay calidad y hay pasos en falsos, pa rami gusto, vamos.
Y pocos dibujan como el tío, además...

O, hay que decirlo, el hombre poco a poco se va quitando el lastre del efectismo como leitmotiv de sus obras, y en Polina ha mirado nuevas fronteras temáticas (que esto quizá sea, al final, también parte del problema de la obra, se sale de sus márgenes de chicas monas y urbanitas y chavales tímidos enamorados, nos quiere hablar de la vida de una bailarina, y no hace un pleno en el intento... pero la intención, la intención...


Otra cosa, lo he dejado en casa (en casa no son muy de cómics, snif) y ha encantado. Le vemos peros, pero un lector ocasional, no un 'comiquero', apuesto que queda deslumbrado como me ha ocurrido en casa. Es de esos cómics que regalas y quedas de vicio, lo que no es mala cosa tampoco, aunqeu sea otro tema y alguien me dirá que lo mismo pasa para obras redondas... que sí, pero habrá que mirar lo de "redondo", porque yo he fracasado a lo bestia con obras en teoría redondísimas y triunfado con otras que... en fin, Los combates cotidianos suele ser una diana, mal que me pese por la deriva de esa serie de lo decente a lo... indecente :)

Pepo Pérez dijo...

Bueno, las pelis de Coixet también tienen su público, nos las ven sólo cuatro gatos.

Por cierto, Santiago, creo que lo has clavado con la comparación con Coixet. Si acaso, diría que Vivès, afortunadamente, no es tan tan "bruto" (en un cierto sentido, yo me entiendo) como Coixet. Pero vaya, este cómic no anda lejos de esas "sensibilidades"...

Pepo Pérez dijo...

...esta novela gráfica...

Octavio B. (señor punch) dijo...

yo diría que está cerca de la 1ª Coixet, antes de pasarse tres pueblos y ser ya "El Acaboixet" :)

Santiago García dijo...

Octavio, por lo que escribes, estamos de acuerdo en todo. Vamos, creo que lo que dices es más o menos lo que digo yo. Y a mí también me emocionó el final, pero eso no lo considero un baremo de calidad artística. Yo me emociono viendo el telediario o un partido de fútbol...

Y claro que este libro tendrá su público, como bien dice Pepo que también lo tienen las películas de Coixet. Puede que hasta sea el libro de más éxito de Vivès. Ojalá, porque le deseo solo lo mejor.

Un día tengo que escribir sobre la emotividad como factor para validar la ficción. Es un tema a comentar, Octavio, gracias por plantearlo de forma tan clara.

Ah, Mireia, al final no me has dicho nada...

Octavio B. (señor punch) dijo...

la capacidad para sacar nuestra emotividad a través de una ficción, aunque sea de un modo tramposo o que percibimos claramente como lectores, es algo que esta lectura me ha rondado la cabeza estos días pro culpa de "Polina". Espero que lo trates, a ver si con un empujón de un 3º avanzo en mis empanadas occipitales ;) Por ahora, digamos que si un día esa búsqueda me da arcadas (en plan, no sé, Tomates verdes fritos), pero en otros casos funciona, aún cuando siempre veo el trampantojo (ergo, Polina), lo atribuyo a una 4ª dimensión, que cantaba Krahe... y a sacos de talento en el que me lo está colando.

Octavio B. (señor punch) dijo...

también es verdad lo que comentáis antes, un 'efecto finish' brillante no debería nublar/redimir una obra completa, como tantas veces ha sucedido (cuáaanta gente no ama Lost in Traslation sólo por el susurro y la entrada del Bombo de "Just Like Honey"..)

Gabriel dijo...

Yo tambien le deséo lo mejor, y en este sentido lo preferible sería que no fuera un éxito. Por otro lado, espero que lo pete, porque edita Diábolo, y Lorenzo y su equipo se lo merecen.

Octavio B. (señor punch) dijo...

(joé... acabo de escribir la frase más chusca del lustro, lo dejo, estoy en otras cosas, y se nota, un saludooo)

Santiago García dijo...

¡Eres Dr Jekyll y Mr Hyde, Gabriel!

Yo también he pensado por un momento lo de "le deseo lo mejor... o sea, que no tenga éxito y se replantee las cosas". Pero no hay que ser malo,..

Pepo Pérez dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Pepo Pérez dijo...

Bueno, a ver, a mí básicamente no me ha gustado Polina. Y, sin embargo, voy a regalar un ejemplar a una amiga que fue bailarina... y sospecho que le va a gustar. Pero, si eso, ya os contaré.

En fin, lo que quiero decir es que era previsible que aparecieran este tipo de novelas gráficas. También es previsible que se vendan. Bien. Incluso mejor que otras.

Pepo Pérez dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Pepo Pérez dijo...

Sobre la emotividad como criterio para valorar las obras, bueno, bueno. Anda que no hay nada para hablar ahí.

Pero no seré yo quien empiece, ja ja...

Tan sólo una pregunta. ¿Quién se acuerda hoy de una película tan "emotiva" como Tomates verdes fritos?

Octavio B. (señor punch) dijo...

no la recuerdo Pepo (bueno sí, jaja, ya la cité como caca ariba) pero sin embargo el Hombre Elefante puede volver a verla mañana y volveré a llorar, de emoción. Y The Straight story, por no salirme de Lynch.

Lo emotivo per se no es malo ni bueno, es. otra cosa es los atajos que algunos toman para llegar a ella. Ahí está la chicha

Venga, Santi, un post, o cualquier otro, queremos post emotivos, queremos llorar todos como magdalenas!!! :D

Manel Fontdevila dijo...

En general, creo que el tipo no consigue contar lo que quiere contar, que es, de hecho, otro romance juvenil, y esta vez ya a lo grande, diría incluso a lo adulto, a lo maduro. De hecho, ahí hay una historia de amor imposible, una cosa de gran empaque emocional que, como dices, se diluye entre divagaciones y dibujismos varios. Me lo he repasado y acaba siendo obvio que la repentina "intensidad" del final, para la que no estábamos preparados, hace aflorar más aún lo deslavazado del principio: seguramente, ahí se nos quiso transmitir algo que no llega a aflorar.

En cualquier caso, si Vives falla es porque apunta alto, porque insiste en trabajar sólo con miradas, gestos, fragmentos de conversaciones, todo su circo, vaya... lo que pasa que esta vez no funciona, y el tipo no se da cuenta, o no quiere darse cuenta, no sé. El hecho de que no haya repetido las dos primeras páginas, de un acabado tabletero casi desagradable, habla, quizás, de una cierta indolencia por su parte.

Pero el talento está ahí, claro. Que es lo que acabamos diciendo todos, por otra parte. Otra cosa es que si hubiera sabido contar mejor su gran historia de amor imposible que se consuma a través de la danza etc etc, igual tampoco hubiera sido la gran historia que estábamos esperando, quien sabe. Pero por lo menos nos hubieramos ahorrado esta especie de naufragio.

Octavio B. (señor punch) dijo...

exacto y conciso, Manel. La 2ª lectura puede ser clarificadora, porque ahí es donde uno advierte con claridad y sin sorpresas, los trucos y si funcionan o si son tramposos, sobre todo en obras realizadas desde un incuestionable talento casi natural, que el 1ª lectura provoca deslumbramientos que ya se sabe, no nos dejan ver las curvas peligrosas ;)ero si en la 2ª la cosa funciona, entonces funciona, eso también está ahí...

Pepo Pérez dijo...

Citas dos películas, Octavio, que son en su mayor parte anti-emotivas. Dejando aparte la comparación ahora con Polina, que creo que no procedería, El hombre elefante y The straight story huyen continuamente de mostrar de manera abierta los sentimientos de los protagonistas. Y por eso, justamente, resultan TAN emotivas para el espectador, que está deseando agarrarse a cualquier cosa para proyectar sus propios sentimientos ante lo que está viendo, que explota cuando esos sentimientos no pueden ocultarse más. En el caso de El Hombre Elefante sucede en la famosa escena de "¡No soy un animal!! Soy un ser humano!!"

http://movieclips.com/sU4C-the-elephant-man-movie-i-am-a-human-being/

En The Straigh Story ni siquiera hay una escena equivalente para la catarsis,o al menos yo no la recuerdo.

Los cómics de Ware, por ejemplo, son emotivos, pero lo son en un sentido profundo y verdadero. Y lo son paradójicamente por ser anti-emotivos, por evitar la exhibición sentimental.

Pepo Pérez dijo...

En una película de Coixet en cambio, por ejemplificar el contraste, los personajes están hablando de sus sentimientos TODO EL RATO, desde el minuto uno en que aparecen en pantalla. Conflictos emocionales al límite, amores en el filo, situaciones desgarradas.

Quiero decir... "mi vida sin mí".

Hay una sola peli de Coixet -de las que yo he visto, que no tengo tantas tragaderas como para haberlas visto todas- en las que el tema sentimientos estaba algo más contenido (ejem, dentro de lo que ella puede contenerse). ELEGY, que es lo único que yo salvaría de la quema total de sus muebles. Y creo que en ese caso fue por una obsesión con ser (relativamente) respetuosa al tono de la novela de Philip Roth.

Santiago García dijo...

Pepo, justamente tenía en mente "Elegy" cuando escribí lo de Coixet en este post. No había visto película más falsa y más aborrecible desde hacía muchos años. Espero que Vivès no derive hacia eso.

Santiago García dijo...

Esto que mencionáis del final de "Polina" me ha hecho pensar en algo en lo que insiste Rayco Pulido en "Sin título" y que también le he visto comentar en alguna entrevista (tiene una muy buena en la web de rtve, por cierto). Lo de que Miller siempre decía que con un buen final y un final claro ya tienes historia. Cosa que no sé si puede ser una trampa para el propio autor en ocasiones.

Octavio B. (señor punch) dijo...

pepo, creo que estamos hablando de lo mismo enfocando de modos diferentes, y de ahí un diálogo besugo...

"Y por eso, justamente, resultan TAN emotivas" cuando dices esto, ahí quiero llegar yo, a la emoción como experiencia del lector/espectador. Cuando dices que El Hombre elefante o Ware son anti-emotivos estamos hablando de los recursos que estos dos emplean, acertadamente, pare llevarnos al estado "catártico" de la emoción. Y por eso 'Tomatina, verde fritanga' :D (que apenas recuerdo) PRETENDE ser emotiva continuamente (esto sí lo recuerdo, musiquitas, miradas, sonsisas casi-a-cámara), y sin embargo NO lo consigue.Porque le falla el método. (acotación, estoy totalmente de acuerdo en tu ejemplo de Ware, viene al pelo, Lint me ha hecho llorar dos veces, así lo digo, me dejó machacado desde su aparente frialdad y asepsia, el golpe fue brutal)

Por volver a Polina, creo que está muy lejos de Lynch o de Ware, por supuesto (joder, dos gigantes). Incluso que 'su método' tiende más a "Tomates" (es joven, esperemos que no le aplaudan demasiado, que sepa verlo en el futuro porque el tío es muy capaz, ya lo ha sido, de hecho, en trabajos anteriores), pero tampoco llega al abismo de lo sensiblero en busca de la emotividad.

QUiero decir, yo hablo de emociones como sujeto activo-lector, no desde el activo-creador. Y reconozco que Polina me ha emocionado, mucho en su final-con-truco, bastante en la escena en que el viejo profe va a saludar, entre mofas poco disimuladas. Son trampantojos, sí. Los veo, también. Y en manos menos capaces que las de Vivés no lo habrían logrado ni de coña. ¿He citado a Larcenet antes?, su padre se ha muerto durante 48 páginas en 'Los combates' y a mí no me consigue acelerar el pulso ni un así. Vivés hace que alguien se quite las gafas en medio de un tebeo previsible, y me da un vuelco, por muy sencillo y tramposo que alguno (no hablo de tí, es un decir) quiera ver esa escena.

Octavio B. (señor punch) dijo...

yo de Coixet vi solo 2Cosas que nunca te dije" que no recuerdo mal, rollo Robert reford es alternativo, pero bien, ¿no? no sé, la ví hace más de dies años
Y un rato de Mi vida sin mí, muy tramposilla ya, si no recuerdo mal. A partir de esta, con los anuncios ya me caigo del sofá, la verdad

Pepo Pérez dijo...

"Pepo, justamente tenía en mente "Elegy" cuando escribí lo de Coixet en este post. No había visto película más falsa y más aborrecible desde hacía muchos años. Espero que Vivès no derive hacia eso"

Pues te aseguro que -al menos para mi gusto- es lo mejor que he visto de Coixet.

Octavio, si no estaba discutiendo nada, sólo aprovechaba tus menciones para tirar del hilo y comentar el tema "sentimientos"... : )

Pepo Pérez dijo...

Con Cosas que nunca te dije nos partíamos en el cine un amigo y yo, en el estreno, hace ya mil años. Nos parecía tan afectada que provocaba risa sin pretenderlo. Tuvimos que salirnos o algo para no molestar a los demás, porque nos dio la risa tonta y ya no podíamos parar. Era muy mala.

Pepo Pérez dijo...

P.d.

Larcenet tampoco puede compararse a Vivès, ni siquiera en sus horas más bajas de Polina. Es que Larcenet es muy malo haciendo drama, pero mucho.

Manel Fontdevila dijo...

Lo que apuntas, Santiago, del final que "hace" la historia me parece muy interesante. Es trampa, claro. Hombre, cuando trabajas en historias de humor una página (o si eres Agatha Christie) hay algo de cierto en ello, pero vaya, aunque se te ocurra antes una cosa u otra, el resto hay que hacerlo igual. A nivel de trabajo, si nos ponemos pragmáticos, parece que gana uno tiempo si tiene el final, porque entonces uno arma el principio ya usando sólo lo que sirva para llegar a ese final y desechando todo lo demás. Cosa que no sucede, obviamente, si uno tiene el principio y va buscando a ciegas. En cualquier caso, estamos hablando de modelos muy concretos, muy de "producto", de las que no se dice el final sino el "desenlace", "planteamiento, nudo y desenlace".

Posiblemente, lo mejor es tener una buena historia que ya lleve el principio y el final implícito en si misma. "Polina" parece que sea de esas, y al final resulta que no, que era de las de "desenlace". Igual esto también suma al desconcierto. Bueno, hay ahí un tema curioso para darle vueltas, eh?

Octavio B. (señor punch) dijo...

"si no estaba discutiendo nada"
bof, eres un aburrido XD

En serio, claro, son formas de hablar, y "discutir" aquí, y así, joder, es sanísimo, es como la natación, bueno pa tó, ya nos entendemos ;)

gervilches dijo...

No he leído aún Polina, pero me ha llamado mucho la atención que todo lo que dices, Santiago, es más o menos lo que veo yo en todas sus obras, especialmente en lo que se refiere a ir "de sobrado", saberse tan máquina dibujando que descuida lo demás... Incluso en mi tebeo favorito de Vivès, 'En mis ojos', creo que le falta sustancia y desarrollo, que el motor del libro, la idea que le llevó a hacerlo, es técnica, de dibujo, que el argumento es lo de menos. Y en eso nada que objetar, pero yo también espero que vaya mejorando eso porque cualidades para ser un maestro las tiene. De todas formas a ver si me puedo leer Polina pronto.

Sobre la emotividad, básicamente de acuerdo con lo que han ido diciendo Pepo y Octavio. Supongo que hay una diferencia entre ser emotivo y ñoño. Muchos productos culturales tienen una serie de mecanismos fáciles, de trucos para llegar a la lágrima por la vía fácil. En el cine la música, claro, que ya le está marcando los tiempos al espectador, casi como diciéndole "venga, ahora puedes empezar a llorar". Hay que diferenciar. Veréis, yo soy un llorón, pero de verdad. Por eso creo que efectivamente ése no puede ser un factor para justificar una obra, es lo mismo que decir que es "bonita". Es simplemente un valor subjetivo que vale para cada uno. A mí es tan fácil hacerme llorar que no tiene ningún mérito. Ahora, hay formas y formas, claro. Mencionáis a Ware como autor emotivo, y lo es, pero de verdad: Lint es un tebeo emocionante, a lo bruto, por muchos motivos. A mí con algunas páginas me da el síndrome de Stendhal, pero aparte, tiene cosas durísimas, sin necesidad de artificios ni trucos.

Santiago García dijo...

Sobre los finales: cuando escribí El Vecino 1, lo que más claro tenía (vamos, en realidad casi lo único que tenía claro) era el final. Todo lo demás era accesorio, pero el final era el motor de la historia, lo que le daba sentido. Cuando acabamos, tiramos ese final e hicimos otro completamente nuevo que, a día de hoy, creo que es lo mejor de ese libro. Los misterios de la creación.

Ah, ya veo que aquí hay tema para otro post...

Ernesto dijo...

De Polina yo me quedo con lo que da de más que con lo que da de menos, y aunque es verdad que es un trabajo que está lejos de ser perfecto ofrece unas cuantas perlas que para mi valen el precio del tebeo, entre ellas el trabajo tan brutal con la elipsis que se marca el amigo Vivés…y además lo prefiero moviéndose en terrenos como éste que en la brillante comodidad de las amistades estrechas, aunque se equivoque.

Aplaudo con la orejas lo que dice Pepo de Larcenet.

La emotividad y Ware, jodo, eso ya es de tesis…mi problema con Ware es que primero veo la jaula y sólo después al pájaro, y el pájaro me resulta tan antipático que me importa muy poco lo que pueda sentir encerrado en esa jaula tan perfecta…o como mola el Lindt, pero que poco me importa el señor Lindt…
Tampoco estoy tan convencido de que Ware sea especialmente discreto en el manejo sentimental de sus personajes…más tarde hago una relectura rápida y vuelvo con ejemplos.

Pepo Pérez dijo...

Gerardo, yo estoy por el cómic hecho por el dibujo para el dibujo, cómics donde el dibujo pueda "imponerse" al "argumento". Para algo es cómic. Y así es justo como trabajó uno de los padres del asunto, Rodolphe Töpffer.

No estoy diciendo que todo cómic deba pasar por ahí, ojo. Lo que digo es que ese modelo es muy válido, y que además "es muy de cómic". Y que, es cierto como dices, Vivès tiene unos cuantos libros basados en dicho modelo. El dibujo, la narración gráfica, sigue su propia lógica, y es ella la que crea la "historia" casi de la nada.

Por cierto que, ya que lo habéis sacado a colación, Miller tiene unos cuantos tebeos hechos así. Algunos, como el primer Sin City, es de lo mejor de su catálogo. Aunque lo único que tenía pensado de antemano en la historia de Marv cuando se sentó a dibujar, fíjate tú, era el final...

Pepo Pérez dijo...

...casi todo lo demás salió dibujando, dibujando, una página tras otra...

gervilches dijo...

Sí, Pepo, lo que hace Vivès no es poca cosa, y tiene mérito e interés. Pero... en este caso, no te sé explicar muy bien por qué, me falta algo más, lo veo un pelo vacío. Comparo por ejemplo con otro autor que creo que en algunas obras hace eso, lo que dices, cómic surgido del dibujo y por el dibujo: Blutch, en La Voluptuosidad, y veo algo más, unas ideas, una reflexión, algo. Claro, Blutch le debe de sacar como veinte años, ¿no? eso también cuenta. Veremos, yo es un autor, Vivès, al que sigo con interés porque creo que está destinado a grandes cosas, si no se anquilosa.

Un saludo.

Pepo Pérez dijo...

Tú mismo lo das a entender, Vivès es aún muy joven, es un chiquillo.

Santiago García dijo...

Ernesto, yo no pido la perfección, todo lo contrario. A mí, de hecho, las obras perfectas no me gustan (tal vez ahí esté la veta demoníaca de Ware, es demasiado perfecto), prefiero las obras imperfectas y vivas, que son dos factores que creo que casi siempre están unidos. Y por supuesto que Polina tiene muchas perlas y mucho de interés, pero lo que más me preocupa de lo que pueda significar esta obra no está en su posibles "defectos", sino en lo que pueda suponer como planteamiento, como concepto. En que pueda suponer una deriva hacia la complacencia o hacia un cierto tipo de obras "de buen gusto". Dicho todo esto, reitero lo que han dicho otros compañeros: Vivès es muy joven, le queda mucho recorrido. Con suerte, el día de mañana nos dará unas cuantas obras maestras (si se dirige hacia ellas, claro, y no hacia otro sitio). Probablemente cuando recordemos todos los tebeos que ha publicado hasta el día de hoy, nos parezcan los balbuceos de un niño en comparación con lo que podrá estar haciendo dentro de 20 años.

Hablando de lo cual, ¿alguna opinión sobre "Ellas"? Yo no lo leí porque me daba mala espina, la verdad.

Y otra cosa. Preguntas que plantea la emotividad: ¿La emotividad es la manifestación de una cualidad intrínsecamente emotiva de ciertas historias o situaciones? ¿O la emotividad es un fin que buscan algunos autores? ("Esta historia tiene que ser emotiva, y hay que hacer lo posible por conseguirlo") ¿O la emotividad es un medio para conseguir un fin? ("Si emociono a mis lectores, mi obra les parecerá buena y triunfaré") ¿De qué hablamos cuando hablamos de la emotividad?

Y por último: una buena medida de la importancia de Chris Ware en nuestros días es que parece que no se puede hablar de cómics sin que su nombre aparezca tarde o temprano, aunque el tema aparentemente no le toque. Es la referencia y la medida para medir a los demás, vengan de donde vengan.

rayco dijo...

Con Vivés me da la sensación de que lo importante para él es el tema a dibujar,más que la historia. De alguna manera sigue la pauta de Miller, solo que su fin no tiene que ver con la historia, sino con lo que quiere dibujar. Donde más claro lo tiene es en "El gusto del cloro", estoy seguro de que pasó más tiempo buscando recursos para representar el escenario y su entorno que escribiendo la trama de la historia. Por eso es mi libro preferido hasta ahora, el objetivo es claro y consigue un libro precioso que hojeo de vez en cuando sólo por ver los tonos de azul.

Ernesto dijo...

Yo no temo especialmente que Vivés se enchufe a un tipo de historia “para gustar y gustarse” porque me da la sensación de que es lo suficiente inquieto como para no abandonarse a una manera concreta de hacer las cosas...y sí, ya lo habéis dicho, es muy joven, y eso hace que se noten ciertas ganas de golpear al lector en plena jeta, por eso me molestan más los efectismos formales en plan guay como el desenfocado de ciertas viñetas del Amistad Estrecha que, por ejemplo, ese encuentro “fortuito” con la trouppe de artistas alemanes en Polina.

En cuanto a la emotividad, no soy un buen juez, lo mismo me pongo de los nervios con el enésimo subrayado musical en una película “bonita” que me emociono con la cursilería más tonta del mundo, la clave está, imagino, en la manera de trabajar las emociones, y ahí es donde el talento se impone sobre la fórmula.

Y como ejemplo, dos momentazos de Peckinpah, por un lado William Holden que se dirige al Wild Bunch después de la última noche de putas…sólo dice “Let´s go”, y a mí se me ponen los pelos como escarpias…y luego Katy Jurado abrazando al sheriff moribundo frente a un lago iluminado por los mil colores del atardecer mientras suena Bob Dylan...

Y son dos momentos que en manos de otro tipo ya me diréis en que podían haber quedado.

Simon dijo...

No creo que imperfección o perfección tengan que ver con sentir la obra viva. Creo que lo que sí ayuda a que una obra se sienta viva es el proceso creativo del autor... el uso de la intuición y la emoción (no emotividad) para dotar de relieve y para pavimentar al lector esas conexiones no lineales que, por ejemplo, se dan tantísimo en las obras de Morrison y que le dan un aire de diálogo íntimo entre autor y receptor.

Y eso apenas ocurre con Ware; no a mí, al menos, que tuve problemas para acabar con Lindt. Me parece, sin embargo, que Ware tiene las cualidades más adecuadas para ser admirado en nuestra sociedad, tan racionalista ella, como lo fue el Watchmen en los ochenta. Pero a mí en su Lindt me decepcionó muchísimo precisamente por lo poco que parecía entender la psicología de las relaciones que intentaba proponer... Por eso quien lo suele comparar con Joyce lo único que denota es que no ha leído a Joyce xD.

Pepo Pérez dijo...

"y luego Katy Jurado abrazando al sheriff moribundo frente a un lago iluminado por los mil colores del atardecer mientras suena Bob Dylan..." (Ernesto)

Este es sin duda un momento youtube para el recuerdo:

http://youtu.be/3lxzcrWOmvg

Pepo Pérez dijo...

Sinceramente, Simon Fun, la admiración generalizada por Chris Ware no creo que se deba a la racionalidad de nuestra sociedad, entre otras razones porque no creo que la racionalidad sea un signo ya de nuestra sociedad; en todo caso, lo fue de la sociedad de primeros del XX, aproximadamente; desde la era posmoderna ese "gran relato" quedó obsoleto, como tantos otros.

Creo que se le admira sencillamente porque está por encima de cualquier otro autor en el cómic de ahora mismo. Y, permíteme que lo diga también con buen rollo, tu problema con Ware o con Lindt no es ningún problema, simplemente no te gusta. Y eso no es ningún problema. Pero no creo que haya que buscar justificaciones "objetivas" para demostrar que Ware no es lo que es. Bajo mi punto de vista, Ware es todo lo que se dice de él y más. Eso no garantiza que le guste a todo el mundo, como no a todo el mundo le gusta Joyce o Proust.

No sé si me explico.

Volviendo a Lindt, yo cuando lo leí por primera vez tuve momentos de profunda conmoción. No tanto por los "sentimientos" de los personajes -que creo que Ware sí entiende a la perfección, por cierto- sino por la dimensión artística de lo que estaba leyendo.

Pepo Pérez dijo...

O por la escala, si uno prefiere decirlo así.

Pepo Pérez dijo...
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Simon dijo...

Es que yo no niego la dimensión artística de la obra y muchísimo menos del autor. Por supuesto que Ware se merece una categoría de autor referente. Y en lo formal Ware me gusta, y mucho. Las soluciones narrativas que aportó ya en Jimmy Corrigan me dejaron maravillado, y con Lindt, igual.

Mi comparación con Watchmen no ha sido arbitraria: también tengo a Watchmen en un pedestal.

Pero sí disiento, y mucho, en lo de la racionalidad. Y justo algo de lo que aportas tú es precisamente lo que veo en Lindt como algo impostado: esa cosa de la muerte del gran relato viene, a mi modo de ver, por un exceso de racionalidad.

Para explicarme, estoy racionalidad en el sentido jungiano, ya sabes, los cuatro aspectos y bla bla.

Creo que cada vez más se está tendiendo a un descreimiento de la ficción que nos está dejando sin salidas, porque los propios autores no son capaces de sentir sus propias obras, precisamente, como algo vivo. Y eso lastra su propia comprensión de la obra y de los personajes. Yo a Lindt, lo siento, pero no puedo creérmelo: los aportes que da Ware sobre su vida no me sirven como explicación de su carácter y trayectoria. Y creo que es precisamente ese paradigma del "ya no existe un gran relato que contar, la ficción es sólo ficción, etc." la que nos está dañando en la capacidad de inmersión y desarrollo de los personajes... que conste que hablo como autor, no como lector.

Pero insisto, mi intención no era bajar a Ware del pedestal: más bien resituarlo y dejar espacio para otro tipo de obras. Porque yo no creo que las obras vivas, abiertas, sean necesariamente menos perfectas que las de mensaje cerrado al estilo Lindt o Watchmen.

Simon dijo...

"Para explicarme, estoy racionalidad en el sentido jungiano, ya sabes, los cuatro aspectos y bla bla. "

estoy refiriéndome*, que se me ha colado.

Santiago García dijo...

Simon, yo soy uno de los que ya no se cree la ficción. O la ficción tal y como estaba planteada tradicionalmente. Y lo siento, pero ya no puedo volver atrás. No puedo hacer un ejercicio de autoconvencimiento y recuperar la inocencia. Creo que esto lo que nos exige es aventurarnos en territorios completamente desconocidos y tantear otros modelos. Que creo que es lo que está haciendo Ware. Que no es sobre quien iba este post, por cierto, pero, como decía antes, tiene tendencia a acabar dominando todas las conversaciones.

Simon dijo...

Yo no hablo de ingenuidad :). Es esa dualidad la que creo que refleja muy bien Ware, y en ese sentido ha captado totalmente su tiempo.
Pero para mí creerse las historias es algo que todos hacemos, queramos o no, es sólo la parte racional la que dice que no. Cuando en la más burda película de terror te pegan un susto, hay una parte de ti que salta. Yo hablo de recuperar eso sin perder los avances discursivos del postmodernismo. Lo que de alguna manera ensayó Robert Anton Wilson en la literatura y Morrison en algunas de sus obras, vamos. Pero en fin, perdonad el off-topic, ya me callo :P

Santiago García dijo...

No, oye, no te calles que me parece muy interesante todo lo que dices, ¿eh? Lo siento si te he dado a entender otra cosa.

Yo sí creo que para creerse ese susto necesitas una ingenuidad. Si no te lo creyeras un poco, no te asustaría lo que pasa en la pantalla, y creerse algo que es mentira es de ingenuos. A eso es a lo que me refiero.

Y no es una cuestión en blanco y negro, tampoco. El otro día hablaba de "Némesis" y me lo he tragado y lo he disfrutado. Pero claro, no busca lo mismo que "Lindt", se mueven en ámbitos diferentes.

En fin, que el que planteas es un tema serio, muy serio. De hecho, uno de los que me preocupa bastante. Y que se escapa a lo que puedo intentar aportar en los comments.

Simon dijo...

"Yo sí creo que para creerse ese susto necesitas una ingenuidad. Si no te lo creyeras un poco, no te asustaría lo que pasa en la pantalla, y creerse algo que es mentira es de ingenuos. A eso es a lo que me refiero."

Ves, ésa es la estructura a que me refiero con lo de sociedad racional... Lo que pasa es que nos falta tanto vocabulario, no veas los problemas que tengo para intentar estructurar esto en algo coherente.

Para mí, si una obra te gusta, participar de ella es inevitable. No sé si se os ha dado el caso de recordar algún sueño donde personajes de ficción y personas de vuestro entorno aparecían, y te relacionabas con ellos de igual forma, no eras consciente de esa barrera material.

Creo que ahí reside la superación del postmodernismo, en cómo lograr retornar a la inmersión pero no por la vía de la ingenuidad sino por la vía de un mayor conocimiento de las respuestas internas de los individuos. Siento si al decirlo ha sonado como si desdeñara a Ware, que escribiendo mientras estoy en otras cosas hace que no cuide tanto la forma. Su aportación a la narrativa es enorme, pero precisamente por ser él el mayor y mejor exponente de la tendencia actual -el origen, depende de cómo-, en mis delirios adivinatorios, veo lo que podría venir después, por así decir, el cómo superar este aparente callejón sin salida... Creo que en cositas como Flex Mentallo Morrison ya apuntaba a esa tendencia: su metáfora recurrente de meter nuestro mundo dentro del de ficción habla de eso, de reconocer al fin que nuestro cerebro es el mayor creador de ficciones y que tal vez reconociéndolo y jugando con ello demos un paso adelante...

El problema es que es sofisticación sobre sofisticación y no sé si tenemos un vocabulario apropiado para ello.

Ernesto dijo...

Cuando leo lo de la muerte de la ficción pienso en The Wire y me reconforto :-)

Santiago García dijo...

Yo me vi The Wire entero y lo disfruté (si no, no lo habría visto), y sin embargo no dejé de verlo todo el tiempo como una ficción a la que le veía las costuras continuamente. Vamos, que tampoco me lo tragué (al menos completamente).

Y ahora estoy viendo Breaking Bad y lo estoy disfrutando y por eso sigo viéndolo, pero veo también las costuras de la ficción convencional.

Pepo Pérez dijo...

bueno, pero a la primera temporada no les veías las costuras, eh? ; )

Simon Fun, same here, yo disfruto mucho con tus comentarios porque me hacen pensar en muchas cosas diferentes, a veces en temas sobre los que no había reparado mucho o nada. Y, por cierto, igual que te digo lo de Ware, te digo que para mí Morrison es un autor muy importante en el cómic contemporáneo. Y esto que tan bien explicas

" su metáfora recurrente de meter nuestro mundo dentro del de ficción habla de eso, de reconocer al fin que nuestro cerebro es el mayor creador de ficciones y que tal vez reconociéndolo y jugando con ello demos un paso adelante..."

Morrison -creo yo- lo ha conseguido hacer en sus tebeos mejor que otro jungiano del cómic, Alan Moore. De hecho, cuando leí el "apocalipsis" de Promethea y la ruptura de la "cuarta pared" no pude dejar de pensar en que eso mismo lo había hecho Morrison muchos años antes, cuando era casi un chiquillo, en Animal Man.

Pepo Pérez dijo...

Y creo que le salió mejor que a Moore. Más "limpio", más sencillo. Luego, a partir de ahí, pues ya lo demás, claro. Invisibles, The Filth, All Star Superman etc.

(por cierto, un favorito mío suyo es JLA: Earth 2, con Quitely... hablando de supervillanos : )

Simon dijo...

Sí, es que creo que Moore cuando dio el paso hacia la magia lo "hizo sin hacerlo", que se quedó un poco a medias o que todavía está tratando de integrarlo de forma natural en sus concepciones. Y es curioso porque fue precisamente el Promethea de Moore el que me hizo empezar a dar una validez profunda a las historias, por aparentemente superficiales que sean algunas, quizás porque en mi adolescencia tenía entronizado a Moore como un avatar de lo racional (ya sabéis, Watchmen leído a temprana edad, oh esto es genial esto es tan realista, etc.) y por ello me impactó todavía más que un tío que me parecía tan inteligente se pusiera a hablar de magia y mitos muertos.

Y sobre The Wire y las costuras... Yo es que lo veo como algo necesario. Quiero decir, creo, en el fondo, que estamos narrativizando toda nuestra vida... que los autores sólo son los "profesionales" del tema. Pero el cerebro es siempre el encargado de analizar y entender lo que ocurre, y el problema es que creemos que sólo se refiere a las funciones biológicas, pero da igual, actuamos y analizamos al resto también con arquetipos narrativos: el pringao, el gracioso, el atractivo... Y lo peor es que muchos asumen ese papel y lo llevan toda su vida.

Por eso me molesta un poco esta cosa de auge de lo realista, no por el realismo en sí, que no tiene nada de malo, sino porque veo un poco de complaciencia inconsciente de las personas, de no querer salir de lo "normal", de lo constreñido, y de negar esa parte imaginativa que parece sólo admisible si eres un crío, un artista o un lector de tebeos xD

Y creo que es por eso que la figura del artista es tan problemática, que o bien se lo relaciona con lo bohemio (durante la modernidad, creo, pero ahí puede patinar) cuando no directamente se le mata (postmodernismo). Y creo que si tantos usaban drogas de algún tipo era porque aún así no tenían herramientas para romper con ese paradigma imperante, ese "qué cojones hago escribiendo aquí tonterías cuando tendría que estar trabajando levantando el país", y necesitaban un gran shock para dejar espacio al inconsciente... un poco como la tía que se emborracha para dejarse follar xD

Octavio B. (señor punch) dijo...

os dejo unas horas y salen más temas que en un Sálvame!!!

Yo soy de la opinión de que Historias siempre hay, porque somos animales sociales, y sociabilizamos (ergo, nos hacemos) a través de compartir nuestras historias e incluso hacerlas una (Hª de España). Ahora, el arte complejo debe trascender esta idea, que es la simple naturaleza de nuestro intelecto en su odo más básico, para trabajar el concepto en un sentido profundo. No es sólo contar historias lo que puede interesarnos entonces (a veces, sí, porque refinar el arte de contar una historia tampoco es moco de pavo, y hay quien lo hace de vicio) sino discutir sobre la naturaleza de las narraciones, o del ser humano como, necesariamente, animal narrado y narrador. Morrison en Animal Man, qué bien viene al hilo. tras muchos números de darnos un cuento, una historia, comienza a romperla desde dentro hasta salir fuera (casi físicamente). es muy "meta", el cabrito. Ware, pienso, también discute (y esto, siempre, lo digo en un sentido de discusión implícita, que la propia obra propone en sí misma al lector) nuestra naturaleza en tanto que cuentacuentos. Porque si un cuento es una linealidad, cosas como el recopilatorio ACME, desde luego, es otra cosa, un enjambre de historias y de "cosas" que provocan una lectura simultánea... de modo que el todo trasciende el contar algo narrándolo. Lo que ACME nos cuenta... hay que ser astronauta, mirar ese orbe desde la luna para "Leerlo", no un ratoncito siguiendo un camino-laberinto, de la salida al queso...
Y como esto no es una tesis y escribo lanzándome con el trineo, a la Calvin y Hobbes, lo dejo así, en braimstorming amorfo, por si alguien lo hace crecer o directamente lo tira a la papelera.
Por cierto, la tira de prensa, una miríada de micro relatos creando algo más grande, provocando con múltiples narraciones un algo mayor, puede ser un caldo interesante en estas cosas... o no, la verdad, reitero que escribo a bocajarro, no pienso demasiado, ni paso por Word. Como un machote norteño, vamos :D

jeremias ariel dijo...

Dice Simon Fun:
Por eso me molesta un poco esta cosa de auge de lo realista, no por el realismo en sí, que no tiene nada de malo, sino porque veo un poco de complaciencia inconsciente de las personas, de no querer salir de lo "normal", de lo constreñido, y de negar esa parte imaginativa que parece sólo admisible si eres un crío, un artista o un lector de tebeos xD

Y me parece excelente. Es muy claro. Es el punto que Alvaro Pons no parece entender (o si y no lo comparte, no se).... que Morrison habla tanto de nuestra vida como cualquier biografia, en realidad, dice mucho mas que una biografia, porque esta ultima te muestra los movimientos del tìtere, mientras que lo que pretende mostrar Morrison son los hilos que lo mueven.

Animalman es una invitacion a la busqueda, una invitacion a mirar la cara del que nos lee, y que con su mirada nos fija.

Como a Pepo, me encantan tus comentarios Simon.

Saludos

Simon dijo...

Jeje bueno, yo me he limitado a decir mis exabruptos matinales de siempre, han sido Pepo y Santiago quienes me han forzado a darle un poco de forma para explicarme y hasta entenderme a mí mismo.

SMUROV dijo...

Un comentario para Pepo:

Estoy de acuerdo con lo que comentabas del hombre elefante, pero con Straight Story no. La película busca el toque en cada encuentro del protagonista, aunque desde luego no lleguen a llorar nunca: la bobada de los palitos que le deja a la chica que ha huido de casa, la charla final con el hombre que le deja acampar junto a su casa, la charla entre los dos ancianos en la cafetería recordando la guerra (flojísima), y así. Fíjate, el momento más emocional es, claro, el encuentro con el hermano, que no tiene apenas palabras y concluye la película sin enredos. Y luego está la música que, como en las películas de terror, es la verdadera guía señalizadora de los momentos de terror o de lagrimeo, como un sucedaneo refinado de las risas enlatadas en las series humorísticas de televisión.

Pepo Pérez dijo...

Te digo la verdad: no la he vuelto a ver desde el cine, estreno en 2000, o sea, que no me acuerdo de casi nada. Igual la veo de nuevo y te doy la razón...

SMUROV dijo...

Yo la he vuelto a ver hace un par de años. Me parece mejor ejemplo y más lograda El Hombre Elefante. Su momento catártico es el que comentaste, aunque luego tiene algún otro similar, por ejemplo cuando Treves invita a Merrick a su casa y este último queda anodado ante la belleza de la esposa del doctor, creo que entonces comenta que su madre era muy bella o algo así y la Sra. Treves comienza a llorar. La escena acaba en ese momento.
Pero bueno, entiendo que todo esto no es el tema de la conversación.

Pepo Pérez dijo...

bueno, pero ahora hablábamos de esto. Sí, sí, no me acordaba, la escena con la mujer del doctor. Qué ganas me has dado de volver a verla...

The Straight Story también, eh?