Creo que nadie ha hecho nunca tebeos como los de Yuichi Yokoyama. A lo único que me recuerdan es, quizás, a CF, y en realidad no es que se parezcan mucho. Garden (PictureBox, 2011), su nueva novela gráfica de más de 300 páginas, que acaba de salir en Estados Unidos, continúa el efecto de deslumbramiento que sentí con Viaje (Apa Apa, 2010), ese refulgente mecanismo alienígena que tuvimos la suerte de ver publicado en nuestro país el año pasado.
Garden comparte con Viaje la ligereza argumental y el impulso de movimiento. La cosa consiste básicamente en que un grupo de personas se desplaza. En Viaje, era en un trayecto en tren. En Garden, el grupo protagonista invade un jardín privado y lo recorre, sin saber muy bien a dónde van a acabar, encontrándose ante una sorpresa nueva en cada recodo. No hay más. No busquen el mensaje oculto. Es todo superficie.
El grupo protagonista está completamente despersonalizado. Cuando digo «grupo», no me refiero a un conjunto limitado de personajes a los que vamos a descubrir a lo largo de la «historia», sino a una verdadera turba de dimensiones y características indeterminadas. En los planos cortos, dos o tres actores pueden tomar la voz cantante. En los planos generales, una legión de centenares inunda todo el paisaje como una marabunta. Apenas vemos repetirse personajes a lo largo de todo el libro. Son tantos, que no son ninguno. Sus diálogos, rotulados con una tipografía rotundamente mecánica, aumentan esa sensación de despersonalización, que refuerza el contenido de los mismos. Cada vez que los personajes se encuentran ante un nuevo escenario del jardín, lo observan, lo comentan y describen asépticamente, en cierta manera sustituyendo con los bocadillos la función que realizaban las notas incluidas al final de Viaje. Es decir, crear una redundancia: contar dos veces la historia, una con dibujos y otra con palabras. Se trata más de insistir que de aclarar.
Los personajes son parecidos a los de los videojuegos: extraterrestres, astronautas o individuos fantásticos, intensamente definidos en lo visual, pero sin carácter alguno. La personalidad la proyecta el jugador, que en este caso es el lector. Son vehículos para que el usuario pueda viajar por el mundo desquiciado que imagina Yokoyama.
Ese mundo es un mundo de videojuego, sí, pero también es un mundo del arte contemporáneo, es decir, un mundo donde los objetos son reutilizados y recombinados en usos insólitos y nuevos que los hacen sorprendentes, incluso terribles. Una vez que los han descubierto, observado y descrito (como decíamos más arriba), los personajes tienen que probar a usarlos correctamente para así conseguir pasar a otro sector del jardín. Otra pantalla, podríamos decir. Hay una sensación de amenaza latente, leve, flotante, a lo largo de todo el libro, pero no es una sensación cruel, como en un videojuego. No hay motivo alguno (aparente) para que los protagonistas se sientan amenazados, sino únicamente porque saben de antemano que su función es avanzar en un juego y que por tanto existe un riesgo implícito de no superar las pruebas. La partida podría acabar imprevistamente. Pero eso es lo peor que podría pasar.
Yokoyama descubre así este terreno para el cómic: el espacio intermedio donde relacionar el arte contemporáneo con el videojuego, para reinterpretar lo digital y lo material en una superficie analógica en dos dimensiones diseñada con materiales venerables: tinta y papel. A través de estos referentes, elabora un nuevo relato de los orígenes y del descubrimiento del mundo. Podríamos decir, sí, que el jardín de Garden es el jardín del Edén en un génesis posthumano.
3 comentarios:
Este todavía no lo he leído, pero entiendo que te recuerde a CF. Y creo que es porque los dos son rabiosamente modernos a la vez que recuerdan de algún modo a un clásico atemporal como es Kirby. ¿En qué recuerdan a Kirby? Es difícil de decir, es una sensación, una aproximación al sentido de la maravilla. De hecho, he tratado de encajar algunas de las cosas que dices en tu reseña con el propio Kirby y, soprendentemente, cuadran.
Berni, no se me había ocurrido lo de asociarlo a Kirby. Los dos son muy "cinéticos", esa tecnología de Kirby... quizás en cuanto sensaciones puede que algunas páginas de Kamandi sean parecidas, no sé
Yo tampoco he leído Garden pero por lo que cuenta Santiago está en el mismo nivel de excelencia que Viaje, lo que es mucho
Jeune Albert, no lo decía sólo por lo cinético (más acusado en Yokoyama), sino en sentido más genérico, por esa capacidad de hacernos creer que estamos viendo algo nuevo y fabuloso que los tres saben despertar (en este caso, más acusado en CF, creo), por descubrirnos mundos extraños que da la sensación de que solamente SUS cabezas podrían parir. Por supuesto, Yokoyama y CF hacen una versión más de nuestro tiempo, no son tan mitológicos como lo era Kirby, pero así y todo a mí Powr Mastrs a veces me recordaba a Los Nuevos Dioses.
Cuando se dice que el modelo de Kirby está agotado (lo decía Campbell en una entrevista) entiendo que se hace referencia a que está agotado en el sentido estético, narrativo y dentro del canon de los superhéroes, pero en realidad el CONCEPTO que manejaba Kirby es atemporal, inmortal, sólo hace falta que coja el testigo gente con ganas de mirar hacia delante y de imprimir su propia personalidad en su trabajo. De todas maneras es incluso posible que ni Yokoyama ni CF conozcan o admiren a Kirby.
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