Descrito por Neil Gaiman como «El Rey ignorado del comic book; un genio, y no hay más que hablar», y admirado ardorosamente por figuras del calibre de Alan Moore, Eddie Campbell lleva más de quince años produciendo una obra abundante, variada y tan interesante y arriesgada que cuesta describirla en comparación con otras historietas. Su estatus de absoluto desconocido para el lector español empobrece de forma lamentable nuestro panorama viñetero.
Nacido en Glasgow en 1955, Campbell se traslada a Londres con sus padres a los dieciséis años, cuando todavía estaba en el instituto. Será en la ciudad del Támesis donde se inicie como historietista. Su primer tebeo autopublicado es nada menos que de 1975 (tenía 40 páginas y se titulaba The Tale of Beem Gotelump), pero durante el siguiente lustro no volverá a dar señales de actividad pública, aunque sigue dibujando. De ese período data su primera historieta memorable, «In The Days of the Ace Rock ‘n’ Roll Club», que contiene el germen del que será uno de sus dos personajes más populares, Alec. Las historietas de Alec han sido descritas como autobiográficas, aunque el propio Campbell combate esa definición. De tono costumbrista, muchas veces no son sino perspicaces aproximaciones a estampas de la existencia cotidiana, para las cuales no se puede encontrar referente si no es acudiendo a las comparaciones literarias. A veces apuntan un naturalismo revelador, a veces buscan lo ingenioso y desenfadado. Siempre vibra en ellas el entusiasmo por la vida, una alegría que será palpable en toda la obra de Campbell.
En 1981 Eddie Campbell está inmerso en la actividad de un cómic británico joven y realmente alternativo, que aplica el postulado punk del DIY (Do It Yourself). Autopublicándose con fotocopias en tiradas tan cortas que a veces llevan las portadas coloreadas a mano, Campbell pasa un par de años recorriendo el circuito de mercadillos callejeros, donde el producto pasa directamente del autor al consumidor. Es una época que le sirve, además de para pulirse artísticamente, para trabar lazos con muchos de los que luego se confirmarían como profesionales británicos más destacados (caso de Brian Bolland). De algunas de estas relaciones surgen amistades que se prolongarán en colaboraciones profesionales, como en el caso de Ed Hillyer, quien dibujará y entintará un buen número de páginas concebidas por Campbell.
Este brote de cómic alternativo británico tuvo su fugaz momento de esplendor a mediados de los ochenta. Surgen revistas y editoriales, dibujantes como el mismo Campbell participan en exposiciones en galerías de arte. La revista Escape publica tres álbumes recopilatorios de Alec en 1984, mientras Campbell tiene una colaboración semanal en el periódico musical Sounds.
En 1986 Campbell, ya casado y con familia, decide trasladarse a Melbourne (Australia), patria de su esposa, que es donde aún reside actualmente. Esto no hace que pierda el contacto con la actividad viñetera británica. 1987 marca el debut del más popular de sus personajes, Bacchus, en el número 1 de Deadface, publicado por Harrier (no se desorienten, Deadface y Bacchus son dos formas distintas de llamar al mismo material). Descrita por Campbell como su «tebeo de superhéroes», la saga de Bacchus podría resumirse con simpleza utilizando la fórmula «Jack Kirby mezclado con Robert Graves», pero lo cierto es que esta monumental narración, por momentos crepuscular y por momentos socarrona, tan pronto quiere emular a la Marvel de los sesenta como adapta un relato de O. Henry. La celebración de la vida, con sus tristezas y sus sinsabores, es aún más exaltada que en Alec. Utilizando una enorme riqueza de fuentes, técnicas, formatos y estilos, Campbell explora el destino de un puñado de dioses de la mitología clásica griega supervivientes en nuestros días, hilvanando un tapiz de historias viejas y nuevas que toca muchas fibras del alma humana. Con los años, Bacchus ha conocido una variedad de colaboradores: el mencionado Hillyer, Pete Mullins, Steve Stamatidis, Dylan Horrocks, Wes Kublick, Teddy Kristiansen, e incluso un casual José Muñoz que «pasaba por allí».
Sin embargo, la primera encarnación de Bacchus fue interrumpida tras ocho números cuando Harrier quebró en 1988, al hundirse el «cómic alternativo británico». Campbell, perseverante, afronta los noventa dividiendo sus esfuerzos en dos corrientes claramente diferenciadas. Por un lado, Alan Moore le pide que ilustre From Hell, el tebeo que, a la postre, parece que va a ser reconocido por la crítica como obra maestra del autor de Watchmen. Por otra parte, Campbell sigue sacando adelante sus proyectos personales a través de un variadísimo surtido de editoriales, títulos, formatos, antologías de distintos autores y, en general, donde le dan media oportunidad de publicar. Dark Horse es quien más contribuye a hacerle conocido entre el público americano, concediéndole varias miniseries, one-shots y paperbacks que rescatan a Bacchus y Alec, aunque no se deben olvidar dos excelentes mini-álbumes publicados por Fantagraphics en 1991: Little Italy y The Dead Muse.
A pesar de que es consciente de que le harían más popular, Campbell apenas ha aceptado encargos. Una historia de Grendel, escrita y dibujada por nuestro autor, permanece inédita tras haber completado el primer episodio (de esta forma nos quedamos sin conocer lo que habría sido su primer tebeo a color). En 1994 co-escribe, junto a Pete Ford, varios números de Catalyst, una de las series englobadas dentro de los llamados Dark Horse Heroes. El destino ha querido que éste, el menor de todos los trabajos de Campbell, sea el único conocido en España, a través de la edición de World Comics. DC también le tienta, y en 1995 guioniza una historia dibujada por Sean Phillips para Hellblazer, números 85 al 88. Los resultados tampoco son satisfactorios, ni siquiera para el propio autor.
Hombre de gran personalidad, Campbell se encuentra cómodo autopublicándose, y recuerda sus inicios al lanzar bajo su popio sello un comic book mensual titulado Bacchus en mayo de 1995. A la hora de escribir estas líneas, la serie ha alcanzado el número 19, y se dedica a recopilar por orden las antiguas historias de la saga de Deadface, al tiempo que serializa nuevos relatos, de los cuales ya han aparecido dos («King Bacchus» y «Banged Up»). Eddie Campbell Comics también produce tomos recopilatorios.
1997 se anuncia como otro año más de intensa labor para este artista trabajador, que al menos ya se ha descargado de la concluida From Hell. Durante este año, además de proseguir con su Bacchus, Campbell retomará a Alec en un serial que irá apareciendo, como es costumbre, en diversos sitios (Dee Vee y The Staros Report entre ellos). También prepara, junto a Neil Gaiman, una historia de The Spirit que publicará Kitchen Sink.
2 comentarios:
esto debió publicarse en el 96, ¿no? recuerdo que me quedé con la copla, que me interesó, sobre todo por Bacchus. Y que cuando La Factoría sacó un nº 1 de Bacchus, a ojo diría que hacia el 99, o antes, me gustó... pero sin más. era... "raro"...
No estaba preparado, temo.En el panorama de la época, con cosas alternativas a cuentagotas, y un mercado editorial en españa bastante menos boyante (en títulos que salen, al menos) ue el presente, Campbell era como otra galaxia...
Hoy este hombre me tiene muuy pillado. Con Alec, vamooos... hacía mucho que no releía un cómic...
Ha costado, han pasado años, ha sido necesaria la generalización de la "mentalidad de la novela gráfica" en el cómic, pero al fin se publica aquí a Eddie Campbell en condiciones. Recuerdo con mucho cariño los dos tomos de Bacchus que tradujo aquí La Factoría de Ideas; de hecho aún los conservo. A Alec lo leí esporádicamente en inglés, y fue en gran parte por estos artículos del U, también por la reseña del Graffiti Kitchen en el Especial mejores de los 90. A ver si la recuperas también, Santiaggus.
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