viernes, 17 de junio de 2011

THE GRAPHIC NOVEL EXPERIENCE


«Las personas bellas suelen proceder de unos padres disímiles, uno de ellos es bello mientras que el otro no lo es tanto. Con los buenos libros suele ocurrir algo parecido (esta frase suena premeditamente enigmática)», escribe Javier Moreno en Alma, y si lo leemos un poco ladeado parece que adivinamos que parte del sentido de esa frase podría aplicarse al cómic, que algunos creen hijo de padres tan disímiles como la palabra y la imagen. No indagaré sobre cuál es el padre bello y el padre no tan bello, porque prefiero dejar la idea un poco premeditamente enigmática.

El enigma, al fin y al cabo, es la energía que hace que las palabras y las imágenes funcionen. Y queremos que esto funcione.

Disímiles son los padres de Nocilla Experience (Alfaguara, 2011), una novela gráfica de Pere Joan basada en una novela agráfica de Agustín Fernández Mallo. Del tebeo y de la literatura vienen las corrientes que confluyen en sus páginas, en una experiencia que probablemente sea insólita -o por lo menos, rara- en nuestras viñetas. Un dibujante de cómics adapta una novela de un escritor contemporáneo. Y no es un best-seller o una novela de aventuras, es una novela de vanguardia. Yo diría que incluso hay otro elemento raro en esta adaptación: el dibujante de cómics es mayor que el novelista. Parecerá un dato anecdótico o hasta insignificante, pero a veces nos olvidamos de que cuando estamos hablando de la madurez de un medio, estamos utilizando una metáfora biológica, y las metáforas a veces hay que deshacerlas para entenderlas.

El cómic tiene una tradición venerable de adaptaciones literarias: la de los clásicos ilustrados, que han estado presentes en casi todas las industrias nacionales de antaño, y que conseguían atomizar Don Quijote en 24 páginas y las obras completas de Julio Verne en doce cuadernillos. La intención era didáctica y divulgativa. Con la excusa de difundir una sombra de la gran literatura universal (apta para muchachos), se toleraba la existencia del cómic en el ámbito sagrado de la lectura juvenil. Habrá quien eche de menos esos días, yo prefiero vivir en nuestros tiempos: Pere Joan no se acerca a Nocilla Experience para que al rozarse con la novela original caiga sobre sus viñetas algo de polvo del prestigio literario, sino porque encuentra en ella una buena excusa para hacer su propia obra. La mira de frente, de igual a igual, y a partir de ella crea un fascinante hijo de padres disímiles.

Me confieso culpable del delito de haber pasado por alto a Pere Joan. Algo había en su dibujo que me repelía físicamente, y esto no es una crítica estética ni mucho menos, sino la confesión de una reacción puramente sensorial ante un estímulo visual. Así es como funciona el cómic. Por mucho que queramos asociarlo con lo literario, antes de leerlo, nos entra por los ojos. A simple vista, una página de John Cheever es igual que una de Arturo Pérez Reverte. Tenemos que entrar en ella y realmente leerla para encontrar la diferencia, y decidir cuál nos gusta más. Con el cómic, eso no es necesario, nos basta mirar para saber, y el leer es solo un ejercicio derivado del gustar. Pere Joan no me entraba por los ojos, y no le he valorado como merecía. Hasta hace poco. Curiosamente, han sido las colaboraciones de un autor tan personal las que me han hecho reevaluarle. Primero, esa pieza singular que fue Duelo de caracoles, donde alcanzó con Sonia Pulido un estado de distensión gráfica insólito. Y ahora, este Nocilla Experience sobre el texto de Mallo que es, y lo digo ya para que la idea no se pierda entre tanta palabrería, uno de los tebeos más importantes publicados en España en los cinco últimos años.

[Hablo del Pere Joan historietista; el Pere Joan teórico y editor que fue, junto a Max y Álex Fito, animador de NSLM, ha sido siempre una referencia para mí; y creo que va siendo hora de revisar un poco la trayectoria de los muertos desde la perspectiva de la segunda década del siglo; me lo apunto como tarea pendiente].

Nocilla Experience se ha adaptado como un guante a la personalidad y el talento de Pere Joan, lo cual es curioso porque el dibujante mallorquín toma el texto original casi literalmente letra por letra, sin introducir grandes variantes, sin apenas eliminar material y sin añadir nada. Y sin embargo, parecería que estuviéramos leyendo la plasmación definitiva del universo de Pere Joan, de sus horizontes líquidos y sus cielos plásticos, de sus viajes existenciales y estáticos, su perplejidad irónica. De pronto, lo veo todo y todo encaja. Llego tarde, pero al menos llego, Pere. Mis disculpas, sigamos con la fiesta.

La literalidad aparente de Pere Joan en la traslación a las viñetas de la obra de Mallo tiene sus variantes, por supuesto. Por ejemplo, en la página 24 se juntan en una sola página tres elementos narrativos distintos. En la novela original, la página es una unidad de división estricta entre los diversos hilos del relato. En el cómic, sin embargo, fluyen unos con otros, las piezas no están dispuestas unas al lado de las otras, sino que encajan. Lo secuencial es la novela, la novela gráfica es un ensamblaje. En la página 49 de la novela de Mallo aparece un texto que Pere Joan ha suprimido en su adaptación. Es una cita de Eugeni Bonet donde se habla de Alan Turing (sobre el cual, por cierto, hice un cómic con Javier Peinado, y al que espero algún día poder dedicar un trabajo más amplio). Me parece curioso que Pere Joan haya decidido escamotearlo, porque precisamente en ese texto se da una definición que parece que valdría para el cómic: «una máquina "universal" capaz de emular cualquier otra clase de máquina». De máquina narrativa o artística, se entiende: y es esto lo que hace el cómic en Nocilla Experience. Gracias a los genes de sus padres disímiles es capaz de mimetizar, reinterpretar y finalmente, construir algo nuevo. Creo que es por la capacidad del cómic para la transpoética, para alcanzar una poética de la imagen y la palabra. En las páginas 68 y 69, Pere Joan hace una deslumbrante representación gráfica conceptual donde traslada a imágenes lo siguiente: «En nuestros ojos hay un punto que lo inventa todo. Un punto que demuestra que la metáfora es constitutiva al propio cerebro. El punto donde se generan las cosas de orden póetico. A ese "punto ciego" debería llamársele "punto poético"». Remontando la idea en sentido contrario: para alcanzar la poesía necesitamos un punto ciego, y para no ver algo necesitamos tener ojos, y los ojos solo nos sirven para encontrarnos con las imágenes. Las palabras son imágenes, las palabras remiten a las imágenes, y la imagen está antes que la palabra. Lo sustancial es ver, y luego leer, y ahí es donde Nocilla Experience está haciendo algo distinto como novela gráfica que como novela, mientras que al mismo tiempo esencialmente está trabajando la misma poética.

Por supuesto, la literatura de Mallo es una literatura de la imagen, fundamentalmente visual. Una imagen, extraída del último libro del escritor gallego (aunque afincado en Mallorca), El hacedor (de Borges), Remake (Alfaguara, 2011): Jorge Luis Borges fue entre 1962 y 1968 el guionista principal de Marvel, responsable de sus mayores éxitos editoriales y artísticos, y conocido en la editorial norteamericana de tebeos como el Maestro Implícito o Su Ciega Majestad. Esa sola imagen me hace recordar que en algún momento de mi vida leí con la misma intensidad La Patrulla-X y Ficciones. De alguna forma, su relación no me parece aberrante. Tal vez porque el secreto de la imagen sugiere espacios más amplios y profundos que los que delimitan la baja y la alta cultura. Dos padres disímiles que han tenido un hijo muy bello.

Finalmente, creo que Nocilla Experience es testimonio de que la novela gráfica llega, por fin, cuando ya es irrelevante. No vivimos en un mundo de novelas gráficas y novelas, de cómic y literatura, y cine, y vídeo, y twitter... Vivimos en un mundo de artefactos narrativos múltiples y mutables, un mundo donde la poética flota en las pantallas y se atrapa con zarpazos sutiles y atentos, de una crueldad minúscula, utilizando las trampas diversas que tenemos a nuestra disposición: lo mismo valen imágenes que palabras. La viñeta es el recinto donde juntamos a unas con otras y las dejamos solas, a lo suyo. Que hagan sus cosas.

11 comentarios:

el tio berni dijo...

Espléndida reseña. Espléndido ahondar en el mecanismo de la historieta de forma oblicua sin agotar, además, las posibles lecturas de este cómic. Por aportar algo, apuntar que, desde que lo leí, me pareció que había varios puntos que hacían de la obra de Fernández Mallo muy adaptables al cómic. Su naturaleza fragmentaria, por supuesto. Su carácter híbrido, claro (todos esos insertos de citas, fotos, enlaces de youtube, cómic incluso). Y, sobre todo, ese estar y tratar siempre el tema de la interfase, del límite, de la frontera, que tanto tiene que ver con el cómic. Frontera física, del hombre con su entorno, frontera natural, entre elementos como la tierra y el agua (y tanto Fernández Mallo como Pere Joan viven en una isla), frontera entre la novela y la poesía (FM dice que todo lo que escribe es poesía). Todo eso "es muy de cómic", pero no la temática del cómic, sino de la esencia del cómic. Este maridaje perpetrado por Pere Joan del cómic con la novela sin traicionar la esencia de ninguno de ellos parece tremendamente apropiado, por no decir virtuoso.

Como digo, un tebeo inagotable del que seguiremos hablando dentro de unos años.

Octavio B. (señor punch) dijo...

no leí la novela (¿fallo? creo por lo que os leo que es una obra con muchas de las cosas que suelen interesarme) Ni (aún)el cómic de pere Joan. Pero entro por esto:

"Vivimos en un mundo de artefactos narrativos múltiples y mutables", dices...

Gran verdad, opino, que además estamos empezando a ver en el mundo del cómic. La memoria personal, amparada por el presente inmutable de un archivo fotográfico, sirven para un diálogo con la interpretación vía un tercero haciendo un cómic sobre hechos pasados. Una experiencia intensa compartida por redes sociales (ergo, mutando en la compleja red de conversaciones a 140 por segundo) se traslada a cómics que no requieren del soporte papel (mmm, no sé en qué estoy pensando...). Son dos ej que me vienen rápido a la cabeza al leerte la frase (e interpretarla, temo, a mi gusto) y seguro que es una vía, el cruce de 'artefactos narrativos' desprejuiciado y alimenticio (porque unos artefactos imprimen cambios en otros y viceversa)que dará mucho que hablar en el futuro.
Nuevamente, la larga sombra de Ware me parece que es una cita obligada en esta idea de ruptura de fronteras, de mundo poco o nada estanco entro de la expresión artística.

Santiago García dijo...

Berni, estoy completamente de acuerdo con todo lo que apuntas. Creo que todo eso está ahí, y algunas de esas cosas se me pasaron por la cabeza como argumentos antes de escribir el texto. Pero cada vez tengo más claro que no se puede contar todo, y cuando decidí dejar de lado todo el asunto del afterpop, me sentí un poco liberado. Pensé que las cuestiones de lo fragmentario y su relación con el cómic contemporáneo se deducirían de lo dicho, como tú lo has hecho. Pero sin duda es una de las cuestiones fundamentales que plantea este tebeo, y que merece más indagación. Gracias por enriquecer mi post.

Octavio: Creo que sí, creo que me refiero exactamente a eso. "Nocilla Lab", otra de las novelas de AFM, termina con una historieta de Pere Joan. Hace poco, el propio berni me decía que se había dado cuenta de que las 80 páginas de apéndices de texto de "Paying for it", de Chester Brown, no eran un añadido, eran también cómic. Creo que estamos en un momento en que ya no se puede pensar en términos esencialistas. Todo es fluido, y la novela no son solo palabras.

Pepo Pérez dijo...

A mí lo que más me ha interesado de este superpost es la cuestión de la conexión entre palabras e imágenes. Empeñados durante mucho tiempo en separarlos, nos olvidamos de que un texto también evoca, fundamentalmente, imágenes en la mente del lector... incluso, si vamos más allá, que los renglones de un libro literario nos entran por los ojos, aunque no se "contemplen" como un dibujo. Es una obviedad, pero yo creo que no reparamos en ello nunca. El sentido usado sigue siendo el mismo, el visual. Incluso en novelas experimentales, tipo Agustín, el texto puede llevar (y sigo hablando de novelas "agráficas", literarias, vaya) su peculiar diseño con textos separados, etc. Resumiendo, que el texto literario también puede ser, en varios sentidos, "visual". Pero sobre todo y ante todo, que el pensamiento es visual, está construido, antes que nada, por imágenes. La palabra nos sirve para evocarlas, como tú muy bien sugieres en el post. Gran post, por cierto, como estoy seguro sabrán apreciar allende los mares...

gaby rotten dijo...

Hola, Santiago! Estoy leyendo "La novela gráfica". Me está gustando muchísimo, sobre todo porque aclaras muchas de mis dudas que, como cuentista, he tenido. Me encantan los cómics y siempre he tenido el interés de crear un diálogo entre mi trabajo literario y la onda visual. Espero encontrar algo de tu trabajo de ficción acá en Tijuana, México. Saludos y felicidades.

gaby

guillermo dijo...

Yo tampoco he leído la "novela agrafica" pero si la gráfica (que me ha gustado mucho). Coindido con vuestros comentarios y leyendo la referencia q hacías al ultimo libro de FM sobre Borges, del q creo q hay mucho en este libro, me he acordado de otro grande, de Cortázar y esos dos libritos dobles, "Ultimo Round" y "La vuelta al dia en ochenta mundos", que a su manera, con esa mezcla fragmentada de imágenes, texto, dibujos, poesía, recortes de prensa, etc. son una especie de embrión de ese "artefacto narrativo múltiple" del que habláis, evidentemente sin el componente tecnológico actual y que abre mucho mas campo y opciones a la creación de "cosas diferentes"..
Si no recuerdo mal esos libros del gran Julio son de finales de los 60, y el tipo ya se marcaba marcianadas de ese tipo. Si no los conocéis y tenéis ocasión, echarles un vistazo.

Jeune Albert dijo...

Gran post Santiago, realmente el nivel de todos los últimos es excepcional (y comentarios buenísimos también). Bueno al tema, con respecto a la relación palabras-imágenes, una cuestión que siempre me ha resultado fascinante es el de la aceptación visual de las adaptaciones, (pensando sobre todo en la relación literatura-cine pero que es aplicable al cómic también). Cuando leo un libro como muy bien señaláis, siempre lo “traduzco” en imágenes, me imagino los personajes, las situaciones, incluso la banda sonora de lo que estoy leyendo. Aunque parta de los datos que suministra el autor para crear las imágenes en muchos casos el libro visualizado en mi cabeza no es exactamente igual a lo que se desprende de las palabras, las imágenes son casi como en los sueños, sabes que algo es así como te la imaginas pero muchas veces cuando intentas fijarlo se te escapa entre los dedos.

Así que, cuando veo una película basada en un libro se produce un fenómeno curioso, si la película acierta en la elección de actores y personajes y el desarrollo de la historia, pasa a ser en mi mente la representación visual interna de ese libro, desplazando a la imagen semisoñada anterior. La potencia visual de lo que he visto en pantalla se impone a lo imaginado. Así sé que esa película es muy buena, por lo menos para mí.

La primera vez que fui consciente de esto fue con El nombre de la rosa. Ya no puedo imaginar a Guillermo de Baskerville con otro rostro que no sea el de Sean Connery, a pesar de que había leído el libro antes de ver la película y me lo había imaginado de una forma imprecisamente parecida. También me ha ocurrido con El Señor de los Anillos, por ejemplo.

En el caso de las películas de superhéroes estoes diferente porque aquí la representación visual original no es imaginada está tan grabada en algunos casos, por ejemplo la Patrulla-X siempre será la de Byrne (No sé cuánta veces releí el número de Surco de la lucha con Proteus…) que las imágenes de la película no se imponen y siempre me parecen un poco desvaídas, sin intensidad. Las que más se han acercado han sido las de Batman de Nolan sobre todo la segunda, quizás porque es un personaje del que no leí gran cosa de adolescente y casi en esa época salió el Batman de Burton.

No he leído el cómic de Pere Joan, y coincido en que los libros de AFM son muy visuales, pero me da por lo que contáis que puede ser otro caso “Ciudad de Cristal” en el que las imágenes del cómic se imponen a mi imaginación. Habrá que comprobarlo.

Pepo Pérez dijo...

Jeune Albert, creo que has explicado ferpectamente la relación entre las imágenes "inconcretas" que evoca una novela y las imágenes concretas que te ofrece la adaptación cinematográfica de esa misma novela. La clave aquí -por lo que respecta al tema del post, una adaptación en cómic de una novela- es esa misma relación, la que hay entre las imágenes individuales que cada lector construye leyendo la novela de Agustín frente a las imágenes concretas que ofrece Pere en su NG. Por un lado, yo diría que la estética de Pere en muchas ocasiones no es del todo "concreta" (y esto no viene de ahora en su estilo, claro), pero por otro lado que sus imágenes son también, a veces, TEXTO. El texto tratado con elementos típicos del cómic: marco de viñeta, retícula en el diseño de página, etc. Ejemplo, lo pone el mismo Santiago en el post.

Todo esto, por cierto, yo creo que no habría sido posible en la era pre-Ware, que nos ha abierto a todos los ojos sobre la importancia del texto en el cómic, y ha redescubierto el tratamiento del texto como grafismo, como dibujo, como imagen. En otras palabras, no habría sido posible en la era previa a la NG actual.

Octavio B. (señor punch) dijo...

¿Demasiado tarde para plantear temas? al hilo de algún comentario, o del propio post (lo de Clásicos Ilustrados) retomo el tema de las adaptaciones, el punto en que ahora parecen estar este tidpo de "traslación", con cosas como 'Ciudad de cristal', o este 'Nocilla' (al menos eventualmente, porque aún, aún no lo leí, aunque reposa en la mesita de lecturas)y de dónde vienen. No creo que podamos establecer una línea continua ni una "Hª de las adaptaciones", porque si de algún sitio derivan las nuevas maneras de adaptar es de la corriente NG, pero, si miramos por el retrovisor, cosas como Breccia (ahora mismo se reedita el "Info sobre ciegos") o Toppi ya tocaron objetos literarios para trasladarlos al cómic. Y lo hicieron de un modo que ni es, desde luego, lo de Mazzuchelli, ni es tampoco un Clásicos Ilustrados.
En el camino, cosas de libre adaptación, a lo Posy Simmons, o la mirada de Sienky hacia Meville (o la de Mattotti&Kramsky a Stevenson)y cienes de ej. más que se me olvidan.
Quiero decir, en fin, que sin duda la adaptación de un medio a otro siempre es ilustrativa de la evolución del medio que adapta. Incluso, (o "más") desde una perspectiva sociológica. Desde dentro(la posición del autor en la industria) y desde fuera (la consideración hacia la historieta, que es algo que ha ido mutando, claro).

Pepo Pérez dijo...

sí, no sólo se trata de Ware, antes ya estuvo la adaptación de Ciudad de cristal de Karasik y Mazzucchelli, que tal vez es el más claro antecedente de la Nocilla Experience (the graphic novel) de Pere.

el tio berni dijo...

Jeune Albert, resulta curioso, y tal vez sea por la propia naturaleza de la novela de Fernández Mallo, pero mi imagen mental del libro no ha sido desplazada por la novela gráfica. Posiblemente por el uso del texto en la novela gráfica y, como apunta Pepo, a la estética no concreta de Joan, a su calidad fluida e inasible. De algún modo la novela y la novela gráfica se han fundido en mi cabeza, no ha habido un desplazamiento.

Por cierto, en una presentación, Fernñández Mallo decía que se preguntaba cómo se las arreglaría Joan para trasladar al cómic algunos de los pasajes más abstractos del libro. Y cuando le transmitió su preocupación al dibujante, éste le dijo que eso era lo que menos le preocupaba, lo que le resultaba más fácil. Que lo difícil y aburrido era dibujar conversaciones y tal. Esto también da que pensar.