De todos los tesoros que me ha deparado el descubrimiento del cómic mexicano histórico, de todas las joyas clásicas y también las bizarras que he ido paseando por este blog durante los últimos meses, sin duda mi favorita es La Araña Verde.
Lo tiene todo.
Unos cuantos ejemplares de La Araña Verde destacaban sobre el montón de tebeos surtidos del puesto del mercadillo. Eran los cómics más grandes que había visto en México y te llamaban la atención de inmediato. La mayoría de los tebeos viejos que he visto oscilan entre el tamaño comic book y el formato pequeño (o diminuto, en algunos casos). Pero no había visto ningún comic book de grapa de dimensiones tan descomunales (su alto equivale aproximadamente a dos comic books puestos uno al lado del otro). No sólo el tamaño lo distinguía, también el hecho de que estuviera impreso a color. Y ambas cosas debían de ser extraordinarias en 1955, su fecha de edición, porque las dos se anuncian en portada como reclamos especiales, mientras que en el interior de cubierta del número 5 se advierte: «Atento aviso: en virtud de las innumerables cartas recibidas en favor de nuestras revistas, hacemos del conocimiento de todos nuestros lectores, que a partir de este número nuestras publicaciones aparecerán en su nuevo y original tamaño gigante, totalmente impresas a todo color y al mismo precio de 1$ m.n.»
Pero el remate fue que La Araña Verde era un auténtico superhéroe mexicano de los años cincuenta.
Me costó un poco identificar que era un superhéroe, porque el diseño del traje parece más bien de ciencia-ficción, como si fuera un seudo-Buck Rogers. Pero no, es un superhéroe 100% auténtico, con su identidad secreta y sus poderes arácnidos, que incluyen la capacidad de lanzar una telaraña y desplazarse con ella a través de los rascacielos de la gran ciudad.
En 1955, ya digo. No es por nada.
El caso es que me compré los dos números de La Araña Verde que encontré, y desde entonces no hago más que mirarlos, remirarlos y palparlos cada poco tiempo, aunque con cuidado de no estropearlos demasiado, porque están muy bien conservados, pero su tamaño los hace muy frágiles.
La Araña Verde es un superhéroe canónico e imitativo de los gringos, hasta el punto de que tanto la identidad secreta del protagonista (Steve Harley) como la ciudad donde desarrolla sus hazañas (Royal) o el comisario de policía de la misma (inspector Murdoc) tienen los nombres y apariencias estándar del comic book norteamericano de los años 40 y 50. El estilo podría entrar dentro de ese amplio horizonte de trazo rotundo y cerrado donde se encuentran Jack Kamen o Dick Sprang, pero al observarlo atentamente se descubren rasgos levemente paranoides propios de un Fletcher Hanks o un Basil Wolverton. Hay algo «falso» en la geométrica limpieza de La Araña Verde, como si realmente bajo sus acartonadas figuras y sus coloridos skylines se ocultara una risa malévola y secreta.
El número cinco incluye una historieta de ocho páginas firmada por Enrique Cuadra Abrego en la cual un expresidiario decide vengarse de la Araña Verde, que le encerró en la cárcel, adoptando su personalidad y cometiendo crímenes de los que culparán al héroe. El héroe contra su doble, un clásico que siempre funciona, contado en esta ocasión con limpieza y rotundidad y cuya última página tiene momentos de tanta belleza como esa primera viñeta que me tiene aturdido por su osada abstracción.
El ejemplar se completa con una historia secundaria protagonizada por un tal Urambi, un seudotarzán dibujado por un convincente seguidor de Hogarth llamado José T. Contreras que, de hecho, es más brillante que el dibujante de la serie titular, aunque la historieta en conjunto tenga menos encanto que la de la Araña.
Y luego, está el número ocho.
Si el breve episodio «La Araña Verde contra la Araña Verde» era pura quintaesencia de la potencia superheroica en sus fugaces ocho páginas, el episodio incluido en el número ocho, «El cohete celeste», que alcanza las 15 páginas y ocupa la totalidad de la revista, sin complementos, es ya una miniepopeya que sugiere un improbable cruce entre Tintín y el Batman de la Golden Age. Enrique Cuadra Abrego (que en los créditos aparece acompañado por Roberto Reynoso, reponsable del argumento) se suelta en páginas de una plana ingenuidad repletas de inventiva visual a la que contribuye mucho el color de época. Éste no sólo esadecuado cromáticamente, sino que adquiere una cualidad sólidamente material gracias a sus errores de registro, que hacen que contemplar la página sea como contemplar una superposición de capas visibles. Es algo que vemos, pero también es algo que tenemos en las manos. Tiene cuerpo. Las explosiones, el cohete, los barcos, los rascacielos, los coches minuciosa y al mismo tiempo irrealmente representados... nos invitan a un mundo maravilloso en cada viñeta.
La historia es funcional y sencilla, perfecta en su inmediatez, pero acaba con un golpe inesperado para nuestros criterios actuales. Los saboteadores que han intentado acabar con el proyecto de cohete promovido por Steve Harley/Araña Verde se suicidan antes que enfrentarse al castigo de sus superiores. La imagen de ambos muertos por autoenvenamiento y sentados como dos marionetas sobre el sofá no es lo que hoy nos parece apropiado para una publicación infantil.
Gran parte del poder de la Araña Verde está en su propia rareza. Sólo tengo un número 5 y un número 8. Sólo puedo imaginarme los números 6 y 7. ¿Qué historias contendrían? ¿Qué dibujos fantásticos? ¿Cómo serían los cuatro primeros, antes de pasar al formato gigante? Los que aprendimos a leer con los cómics de Vértice y Novaro en España, aprendimos a leer así, a través de elipsis involuntarias. Y cuando ahora, ya mayores, decimos que los tebeos de superhéroes de Marvel y DC de hoy en día no son como los de antes, que aquellos sí que contaban buenas historias, estamos mintiendo. Por supuesto que son mejores las historias y los personajes de hoy en día, por supuesto que están mejor escritos. Pero no están tan bien escritos como en aquellas historias que escribía nuestra imaginación intentando rellenar los huecos entre los dos únicos números de Spiderman o La Masa que teníamos. Aquello que habíamos leído era bueno, pero aquello que no habíamos leído y que no podíamos leer... aquello tenía que ser mucho mejor todavía. Esa sensación, perdida en nuestro paisaje posmoderno y digital de acceso total e inmediato a toda la información, es la que recupera esta Araña Verde tan extraña e insólita que, ahora lo comprendo, no puedo dejar de mirar porque continuamente creo que es mentira, que no puede ser un tebeo real. Como si lo hubiera soñado.
Por supuesto, estos tebeos no funcionan sólo como eslabones sueltos en su totalidad, sino que también lo hacen en sus partes. Es decir, un número suelto de La Araña Verde es un misterio, pero también lo es una viñeta suelta de cualquiera de sus páginas, que parece desprenderse de ellas como si tuviera vida propia, creando algo más que el microcosmos estético que creaban los cuadros de Lichtenstein, creando también una espiral de sugerencias narrativas que nunca nos van a decepcionar porque nunca van a tener respuesta.
¿Es la mujer de la viñeta superior la protagonista de una versión en viñetas de una novela de Jim Thompson? ¿Habrían dado la vida Ramón de España y Keko por hacer esa viñeta?
¿Qué miran estos hombres que nos dan la espalda? ¿Qué es más fascinante, la masa negra de sus figuras o el edificio rosado que se recorta al fondo? ¿O tal vez la improvisada bandera extraterrestre que conforman la persiana amarilla, el cielo azul y el rascacielos rojo?
Como decía, hoy vivimos en un mundo de acceso total e inmediato a la información, y sin embargo no he conseguido averiguar ningún dato sobre la Araña Verde ni sobre Enrique Cuadra Abrego (la ficha que ofrece sobre el personaje la página internationalhero no aporta nada que no venga en los cómics que ya tengo). ¿Alguien sabe algo? ¿Dónde puedo conseguir más números?
¿De verdad quiero conseguirlos?
14 comentarios:
Me resulta muy interesante. Parece, más que una historieta d ela época, una recreación "postmoderna" que podrían haber firmado Keko o Montana o incluso Jaime Hernández
Sí, sí que tienes razón, Julián. Parece algo que hubiera hecho alguien que estuviese entre Jaime Hernandez, Charles Burns y R. Sikoryak. Lo que me pregunto es por qué pensamos eso.
No sé y es bastante obvio que aun siendo anterior no creo que esos autores conozcan La Araña Verde.
No, no me refería a eso, obviamente. Más bien me refería a que sería interesante pensar cuáles son los rasgos que conectan este tipo de tebeo antiguo con los trabajos posmodernos. Qué es lo que los comunica, lo que se recrea y hace que sintamos ese parecido extraño.
A eso iba, no es una influencia directa pero la conexión existe.
Mucho de esa época se ha perdido, qué chido y afortunado que tengas un ejemplar de aquellos tiempos. Por la fecha quizá encuentres algo en el catálogo de historietas de la UNAM.
http://www.pepines.unam.mx
Suerte!
Gracias por en enlace, Rodrigo. Lamentablemente, parece que no viene nada por Araña Verde ni por Cuadra Abrego, pero es una base de datos de lo más interesante para tener siempre a mano.
Me gustaría incluir algunas imagenes que tienes en tu blog en un libro sobre historias de artrópodos. Como hacerle? José Luis
esto me lleva a pensar que spiderman es una copia cara de La arania verde siendo spiderman creado en 1963...
I saw La Arana Verde # 1 & 2 on Ebay not to long ago. Didn't know if you would be interested or not.
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La Araña Verde
Transferencia cultural directa del nº 1 (seguirá próximamente el nº 2)
Disponible hasta
7 de junio de 2014
Enlace de descarga
http://we.tl/cAjHLtVBBX
Una duda! Es por la araña verde el dicho que hay "es un trabajo para la araña!
Gracias Carol
Pero por lo que describes tal parece que spiderman se fusiló a la arpa verde, digo ya que la araña verde fue creada antes así fue.
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