lunes, 1 de abril de 2013

ROJO Y VERDE


En el monte del cómic español está cambiando el clima, el sol y hasta la composición del suelo, y por eso no es de extrañar que crezcan flores raras. Microeditoriales fundadas por entusiastas del medio (como Entrecomics Comics, de la que el otro día comentaba su Azul y pálido, del malagueño Pablo Ríos) o por autores, como la recién nacida Autsaider Cómics de Ata. Ésta se ha presentado en sociedad con un producto que hace muy pocos años habría resultado insólito, pero que en estos momentos parece una de esas cosas a las que etiquetamos como signo de los tiempos.

Me refiero a la caja Rojo, aparecida a finales de 2012, a la que ha seguido la caja Verde, más recientemente. Cada una de estas cajas contiene 16 minitebeos de 20 páginas, en blanco y negro, con portadas a color, y cada minitebeo ofrece una historieta completa de un autor distinto. A menudo, hay alguna relación entre el color de referencia y el contenido del tebeo.

Las cajas se publican en tiradas limitadas (500 ejemplares) y se venden principalmente a través de la página web de la editorial (aunque parece ser que también están disponibles en algunas librerías especializadas). Son curiosos objetos artesanales, cubos de cartón tosco que contienen cuadernillos infinitamente delicados. Antes de pensar si le van a gustar las historietas contenidas en sus páginas, el comprador de Rojo y Verde ya sabe que quiere poseerlas.

Se puede decir que Rojo y Verde son la expresión moderna del viejo objeto de coleccionista, pero creo que van más allá de eso, para insertarse en la corriente actual de descubrimiento y exploración del cómic como objeto material en el que el soporte no es invisible, sino que forma parte del contenido (véase el comentario que hice hace un par de días sobre Greys, de Olivier Schrauwen). Digamos que forma parte de los procesos del high modernism tardío en que está implicado en estos momentos el cómic contemporáneo: una forma de reinventarse para un circuito de difusión y un público nuevos.

Precisamente la idea de la reinvención es probablemente la idea fundamental que sirve de eje sobre el que giran los 32 primeros minitebeos de Autsaider Cómics. Obviamente, la diversidad de voces, estilos, tendencias y temas es muy amplia, pero se puede decir que sobre ambas colecciones preside en cierta manera espíritu del viejo underground. Y pongamos el acento en viejo, porque quienes se muestran más adeptos a sus formas clásicas son los que aparecen más nostálgicos y caducos en este nuevo escenario. El gesto garrulo y suburbano ya no es significante de autenticidad, salvo si te has preservado congelado en un tonel de Dyc por el que no ha pasado el tiempo, y la apelación al gamberrismo de barrio es hoy en día una filigrana tan impostada como cualquier otra afectación del imaginario pijo, de manera que la única vía de supervivencia para las esencias pretéritas es, por supuesto, reempaquetarlas con un poco de conciencia de cuáles son los tiempos que corren.

El testimonio personal escorado al indie es una de esas salidas del laberinto del underground clásico, y como tal lo practican con acierto autores como Juarma López, que es capaz de recuperar el riff perpetuo a la vez que lo limpia, peina y doma con cuatro gotas de diseño moderno capaces de hacerlo más in para el público al que verdaderamente se dirige, que en su mayoría hace tiempo que se despidió de su melena. Hay varios autores que se apuntan a esta batalla en ambas cajas, y en general lo hacen con buenos resultados, aunque debo decir que para mi gusto personal los dos que más triunfan son Manel Fontdevila y Mauro Entrialgo, cada uno de ellos con un suspiro de autobiografía juvenil. Uno y otro son muy distintos entre sí, por supuesto, y a la vez ambas piezas son muy diferentes de lo que tanto Manel como Mauro suelen ofrecernos en sus trabajos más conocidos, lo cual es uno de los resultados felices de permitir que autores consagrados experimenten al margen: descubren tesoros imprevistos. Manel recupera las herramientas que ha venido desarrollando desde Súper Puta (2007) para levantar un discurso del subconsciente con una combinación muy libre de dibujos e imágenes que tenemos la suerte de que sea cómic, pero tal vez sea Mauro quien mejor represente la capacidad para completar el tránsito desde el underground hasta el mainstream sin perder todo el equipaje por el camino. El Mauro de «Ochenta verdes» es un autor al que envidio la capacidad de mantener su personalidad y su voz en las más diversas circunstancias y oportunidades, con todo tipo de relatos y propuestas. Desde hace décadas parece que no se ha movido, pero en realidad lo que pasa es que se ha movido a la misma (imperceptible) velocidad que el escenario que le rodea, y por eso nunca se queda fuera de cuadro.

Podría decir que la mayoría de los veteranos concurrentes en Rojo y Verde se cuentan entre lo mejor que ofrecen ambas cajas: Miguel Ángel Martín, Paco Alcázar (alucinante su juego de metalenguaje, no sólo con el lector, sino con la otra caja) y Darío Adanti dan nivelazo. Sin duda, hay una sabiduría en estos autores que ya han pasado por muchas experiencias editoriales que les permite modular sus esfuerzos de la manera más adecuada al proyecto correspondiente. Y en este caso, por ejemplo, la misión no consistía sólo en hacer «una buena historieta» de una extensión determinada, sino una historieta adecuada para un proyecto donde el formato va a tener mucho peso. Los autores que mejor han sabido entender eso son los que han entregado minitebeos más brillantes. Y algunos de los nombres menos conocidos por el público lector de cómics han sabido entenderlo tan bien como los veteranos, de manera que podemos decir que, afortunadamente, Rojo y Verde no van a servir sólo para descubrir que Fontdevila, Entrialgo, Adanti, Alcázar o Martín son grandes autores, cosa que ya sabíamos, gracias, sino que hay gente de talento espectacular que está llegando ya. El material de Rojo y Verde es bueno en una proporción desacostumbrada para lo que suelen ser los proyectos colectivos, y seguro que cada lector encontrará un puñado de favoritos propio. A mí me han gustado mucho (además de los ya mencionados) los minitebeos de Molg H., Nono Kadáver, Ata, Anglada, Godoy, LeRaúl y Jano, pero hay tres perlas por las que merecería la pena toda la inversión: «Español medio», de Nacho García, «Plastelina roja», de Joan Cornellá, y «Patricia Martínez Pujalte. Una persona especial», de Ana Galvañ. Esta última historieta, en concreto, podría ser el manual espiritual de toda la nueva ola, aunque creo que las tres triunfan especialmente en lo que planteaba hace un par de párrafos: la renovación de la vieja ética y estética underground con una sana inyección de modos e intenciones contemporáneos.

Mientras esperamos nuevos colores, Autsaider Cómics ya ha puesto a la venta una obra grande, el Submundo de Kaz, un clásico del cómic de vanguardia norteamericano de los 80, y anuncia ¿Y si nos quitan lo bailao?, de LeRaúl.

Autsaider Cómics
Entrevista con Ata en Entrecomics

2 comentarios:

Ivanchu dijo...

Aviso para coleccionistas: En la caja verde hay un comic extra. El 17, de Roger,que entregaban en la fiesta de presentación. La Roja está agotada en toda España.;-)

ata dijo...

Efectivamente Ivanchu, pero por unos días el VERDE 17 está disponible aquí: http://autsaiderismo.tumblr.com/post/47023841785/si-vives-en-la-comunidad-de-madrid-o-limitrofes-no