LA NOCHE DEL MURCIÉLAGO 33: FEAT OF CLAY

(PARTE DEL CAPÍTULO LAS MEJORES HISTORIAS DE BATMAN)

FEAT OF CLAY

Escrito por Marv Wolfman & Michael Reaves; dirigido por Dick Sebast & Kevin Altieri

Batman: The Animated Series (1992)

Podía haber sido cualquier otro episodio, porque en Batman: the Animated Series lo habitual es lo bueno, y lo excepcional abunda. Está el estremecedor origen de Dos Caras, el premiado “Heart of Ice” que rescata a Mr. Freeze del pozo de los villanos ridículos, el por momentos aterrador “Perchance to Dream”, en el que Bruce Wayne se levanta una mañana para descubrir que sus padres siguen vivos, no hay una Batcueva debajo de la Mansión y, sin embargo, sí existe un Batman que protege Gotham City, al cual se enfrenta en un sobrecogedor duelo final para descubrir que no se trata de un sueño... Batman: The Animated Series ha sido la más regular fuente de aventuras memorables de Batman en toda la historia del personaje, y puestos a escoger, creo que el doble episodio “Feat of Clay” sirve tanto para representar lo mucho de la esencia de Batman que ha capturado la serie como para mostrar lo que la serie aporta al mito de Batman que los tebeos no pueden dar.

En “Feat of Clay” asistimos al origen de Clayface. En DC existen cuatro Clayfaces (si las cuentas no me fallan, que a estas alturas podría ser), y los productores televisivos decidieron elegir al segundo, Matt Hagen, como modelo esencial para construir el suyo. Clayface II es el sueño de cualquier animador: una masa de barro, completamente maleable como la plastilina, que puede realizar en pantalla las transformaciones más deliciosamente absurdas y espectaculares. En su aspecto habitual, Clayface es una criatura voluminosa de ojos grandes y bocaza enorme que parece sacado de los tebeos de monstruos de Kirby. De hecho, como la Cosa, el héroe quintaesencial de Kirby, Clayface también es un personaje trágico: “Ya no soy un actor... ni siquiera soy un hombre”, clama en una escena antes de echarse a llorar. Forzado a la villanía por las circunstancias y por los matones del canalla mayor de Gotham, el industrial mafioso Roland Daggett, Clayface acaba cayendo simpático, a pesar de su evidente deslizamiento desde amenaza circunstancial hasta malvado vocacional al final de la historia.

En menos de una hora, hay escenas para el recuerdo: los matones de Daggett haciendo tragar la crema experimental a Hagen que le dará sus poderes (una secuencia realmente salvaje que sólo se ve en sombras proyectadas sobre la pared); el interrogatorio de Batman a Gérmenes, un gángster obsesionado con el temor a los contagios, amenazándole con un frasco de agua de mar para analizar que el rufián toma por un virus; el ataque final de Clayface a Daggett en un estudio de televisión, disfrazado con la forma de una mujer gorda y agresiva; la escena de la muerte fingida de Clayface y el cliché final a lo película de terror con los ojos de una joven iluminándose y la risa del villano acompañando a su imagen. Y, por supuesto, las circenses peleas entre el transformable Clayface y Batman, que llevan a la imagen real con absoluta perfección lo que los lectores de superhéroes han soñado durante años. “Feat of Clay” es uno de los episodios más repletos de acción, y uno de los más divertidos visualmente. Pero no es el único extraordinario, ni mucho menos.