martes, 13 de marzo de 2012

EL MANGA Y LA VANGUARDIA


La semana pasada cerramos con manga y esta semana seguimos con manga un poquito más. Pero basta ya de clásicos vetustos y vamos a lo que nos importa: el hoy y el ahora de la línea de vanguardia japonesa. Que también la hay, aunque aquí apenas nos lleguen con cuentagotas las alucinaciones de los Yokoyama, Maruo, Kago y demás heterodoxos. No es la primera antología de manga alternativo que se publica, pero sí creo que es la más extensa y reciente: AX volumen 1 (Top Shelf, 2010) ofrece 400 páginas de más de treinta dibujantes de cómic artístico.


La selección procede íntegramente de la revista AX, que es la heredera de Garo. Garo fue la revista de cómic de vanguardia adulto de referencia en los años 60 y 70, la que agrupó la escena underground y dio proyección a nombres como el de Yoshiharu Tsuge, el «Robert Crumb japonés» (Dios mío, qué burdo es usar estas comparaciones, pero es para entendernos). Garo nunca fue una revista de éxito comercial y siempre pasó apuros para sobrevivir económicamente. En 1996, con la muerte de su fundador Katsuichi Nagai, aunque la cabecera siguió a trancas y barrancas, gran parte del equipo la abandonó y fundó una nueva editorial, Seirin-Kogeisha, que desde 1998 publica AX, bajo la dirección de Noriko Tetsuka. Es decir, que AX viene a ser el Garo de nuestros días.

Todo lo anterior lo cuenta el británico Paul Gravett en la introducción del volumen, donde también dice: «Aquí descubrirás lo que pasa cuando este medio se libera de la estandarización estilística, de la producción semanal en cadena, de los ejércitos de ayudantes, de los compromisos comerciales, de las directivas editoriales y de los volubles gustos de las encuestas de popularidad».

Debo decir que Gravett da exactamente en el clavo, porque si una impresión transmite esta antología es la de liberación, la de un esfuerzo repetido y extremo por enfrentarse a todos los presupuestos del manga convencional al que estamos acostumbrados. Diría que la oposición es tan completa y fundamental, que no se puede llamar propiamente manga alternativo, ya que no parece que intente plantear ninguna alternativa. Casi le iría mejor el apelativo de contracultural, en el sentido de rebelión directa contra la cultura hegemónica del manga industrial. Supongo que es una reacción natural cuando una cultura tiene tanto peso como la del manga en Japón.

Puede que sea un error sacar demasiadas conclusiones de una simple antología, que por naturaleza tiende a ser una colección muy diversa y a veces contradictoria, y al acercarnos a todo un grupo de artistas en estas condiciones tendemos a reducir la importancia de los elementos disidentes para concentrarnos en lo que dota de homogeneidad al grupo. Pero tanto en otras antologías anteriores como en ésta, sí me he quedado con la sensación de que la mayoría de las historietas se mueven entre el humor primitivista (y, francamente, a menudo incomprensible) y el surrealismo perverso a lo Maruo. Eso sí, a uno y otro lado del campo, a menudo con abundantes dosis de escatología y amplio catálogo de aberraciones sexuales. Un ejemplo de esa historieta de humor brutal, que parecería practicado por una caterva de hijos degenerados de Fujio Ataktsuka, podría ser «Black Sushi Party Piece», de Takashi Nemoto (1958), que, entre otras cosas, nos advierte de los peligros de follar demasiado con una sola mujer, ya que a partir de cierto momento la polla se puede extender a la compañera sexual y reproducirse por todo su cuerpo como si fuera un cáncer:


Vale, sí, mola, no lo voy a negar, pero el valor de shock se va reduciendo a medida que se repiten los ejercicios en esta línea. Eso no quiere decir que no haya excelentes historietas dentro de alguno de esos dos parámetros que he definido. Sin ir más lejos, y por irnos al otro extremo, la que cierra el volumen y que he elegido para encabezar este post, «Six Paths of Wealth», de Kazuichi Hanawa (1947), que tiene ese refinamiento macabro que solemos asociar con el autor de La sonrisa del vampiro.

Entre una cosa y otra hay toda la diversidad de estéticas y planteamientos que se puede esperar cuando el único criterio para abordar la página es hacer lo que a uno le salga de dentro, pero, repito, la sensación es que una inmensa mayoría merodean por los callejones de la farsa y la provocación, y tal vez por eso, en contraste, acaben llamando la atención aquellas historias que se muestran humildemente al servicio de una narración más tradicional. Es el caso de «Enrique Kobayashi's Eldorado», de Toranusuke Shimada (1960), que con caricaturas muy sencillas realiza un documental sobre la mítica marca brasileña de motocicletas Eldorado, sus orígenes nazis y su relación con Japón, o de la que es la más sorprendente y en verdad chocante de todas las historietas incluidas en el libro: «The Tortoise & The Hare», de Mitsuhiko Yoshida (1946), que es una versión de la legendaria carrera entre la liebre y la tortuga, dibujada con trazo exquisito y suave.


Tiene huevos sue sea una fábula infantil contada de forma convencional la que más huella me deje después del desfile de atrocidades que ofrece AX, pero a veces, en medio del campo de batalla punk, el más subversivo puede ser el señor vestido con el traje gris.

Es cierto que AX es una antología experimental, y muchos entenderían que eso justifica los excesos, pero también es cierto que Garo empezó en 1964 con las grandes sagas históricas de samuráis de Sanpei Shirato. Incluso el viejo maestro del gekiga, Yoshihiro Tatsumi, parece un poco fuera de lugar en este AX con su (excelente) relato de soledad, desamor y alienación urbana en tono comedido. Es decir: a veces el grito primitivo sale de lo más hondo y nos estremece, sí, pero a veces parece algo aprendido y deja dudas.

La antología de cómic de vanguardia contemporáneo: ese delicado pastel. A ver si esta semana puedo escribir un par de cosas más al respecto.

1 comentario:

el tio berni dijo...

A mí esta antología me dejó un sabor agridulce, y creo que tu entrada refleja también un poco esta sensación. Eso no quiere decir que este tipo de libros no sean necesarios, claro. Este lo es, no me cabe duda, y si hubiera un segundo tomo lo compraría sin pensarlo. O sea, la jungla hay que explorarla, independientemente de si vas a encontrar el templo azteca perdido o no.

Curiosamente, me han llamado la atención las mismas historias que a ti, no sé si eso quiere decir que hay afinidad entre nosotros dos o que son, precisamente, las historias que un occidental sin el suficiente bagaje nipón puede disfrutar. Entre las historias destacables citaría también, y perdona que no recuerde el nombre del autor, la de unos obreros que deciden automutilarse para cobrar un seguro. También, como bien dices, una historia desarrollada dentro de los cánones más narrativos y clásicos.