Y la SPX es muy interesante, porque es una experiencia completamente distinta de la Baltimore Comicon y (presumo) de San Diego y de cualquier otro evento comiquero mayoritario que se celebre en este país.
Mientras que la Comicon de Baltimore ocupaba un inmenso pabellón de congresos en pleno centro de la ciudad, la SPX sólo ocupa un salón (grandote, eso sí) en el Mariott Bethesda North Hotel & Conference Center, en un suburbio perdido de la mano de Dios en pleno urban wasteland, que, por otra parte, es el paisaje dominante en lo que he podido ver hasta ahora de los Estados Unidos. A pesar de que la escala del festival de Bethesda no es comparable a la de Baltimore (y ni me puedo imaginar a la de San Diego), mi primera impresión al ver el recinto fue «qué grande y cuánta gente». Y la verdad es que allí se concentraban muchísimos expositores y el público era muy numeroso. La entrada cuesta lo que aquí llamarían un precio simbólico (10$, lo mismo que costaba la bolsa oficial del festival, con un precioso dibujo de Jim Woodring), y de hecho no había nadie en la puerta controlando el paso de los visitantes. Aún así, todo el mundo hacía cola para pagar religiosa y honradamente su registration.
El salón de los alternativos
Dentro de la sala, uno de los efectos más llamativos que produce la SPX es el de continuidad, frente a la habitual parcelación de los festivales de cómic que estamos acostumbrados a ver en Europa. En lugar de una serie de casetas individuales, cada una con su propia personalidad característica, debida a la personalidad de la editorial que la ocupa, en la SPX hay largas mesas que se continúan formando un todo en el que diferentes autores y editoriales se muestran contiguamente unos a otros, con frecuencia sin ningún distintivo que los identifique y separe de los que tienen al lado. Así, te das cuenta de que estás hablando con Tom Neely cuando ves que tiene El borrón sobre la mesa y te fijas en su nombre en la etiqueta de la organización que le cuelga del cuello, pero no hay nada que lo diferencie del anónimo fanzinero que tiene al lado. Algo parecido ocurre con las editoriales, de las que creo que sólo Top Shelf anunciaba su presencia con unas letras colgadas de un cordel. Es decir, diría que el primer mensaje que manda la SPX es de unidad. Como si hubiera un espíritu compartido entre todos los que están allí, independientemente de sellos editoriales, y como si fuera importante que todos comprendieran que están en armonía y que el chaval que garabatea páginas de zombis con menstruación pudiera legítimamente beneficiarse de la cercanía de Craig Thompson. Todos en el mismo barco.
James Kochalka
Sí, juntos pero no revueltos. Es curioso ver cómo en la charca pequeña el pez chico se hace grande, y aunque no hagan alarde de ello, el salón está claramente dominado por Drawn & Quarterly y Fantagraphics que, curiosamente, ocupan posiciones casi opuestas en la topografía del evento. Como dos superpotencias que se hubieran repartido el mundo, cada una extiende su influencia a su alrededor sin necesidad de encontrar el estorbo de la otra en su campo visual. Cerca de Fantagraphics estaba Picturebox y Ponent Mon. Al lado de Drawn & Quarterly, Top Shelf y Adhouse.
Craig Thompson
Entre medias, un inmenso mar de tebeos completamente desconocidos por mí, en su mayoría. Para ser completamente sinceros, esa mayoría también es plenamente fanzinera, y mucho de lo que te encuentras hojeando en las mesas no aparenta más calidad que la que te encontrarías en la sección de fanzines del Salón del Cómic de Barcelona de cualquier año (lo digo sin intención peyorativa, por favor; no digo que sea malo, digo que no es ni mejor ni peor). Había mucho minicómic naif que ya me tiene bastante aburrido, mucho comic arty de estilo elegante y predecibles colores pastel, y hasta mucho cómic guarrote gore estilo tebeo de instituto de 1989. En fin, mucho de todo, demasiado para procesarlo en un rato (y yo no tenía más que un rato, al cabo de un par de horas en estos sitios empiezo a saturarme y no puedo seguir) y finalmente acabé encaminándome a las grandes, que son las que tienen lo que más me tira, al fin y al cabo: un par de Yokoyamas y un Panter en Picturebox, el nuevo Optic Nerve en Drawn & Quarterly, el nuevo Michael Kupperman en Fantagraphics (pero, ay, está más barato en amazon...).
Dan Nadel
El público en Bethesda me ha parecido bastante más joven que en Baltimore. De hecho, diría que la gran mayoría de los presentes en la sala eran veinteañeros. Chicos y chicas por igual, y no daba la impresión de que las chicas fueran las novias de los chicos. Venían por interés propio, como la que llevaba un maletín donde estaba escrito «Girl's comics». Otra diferencia con Baltimore: mientras que en la Comicon imperaba el tebeo viejo, aquí todo era nuevo. Brand new, flamante, recién salido de imprenta (o de la fotocopiadora) para la ocasión. La impresión es que mientras que la Comicon de Baltimore mira sobre todo hacia el pasado, la SPX mira principalmente hacia el futuro.
También había algo (previsiblemente) distinto: ausencia de disfraces, nada de cosplay. A menos, claro, que consideremos como un disfraz (el disfraz oficial) el look de gafas, barba y camisa de cuadros que lucía aproximadamente uno de cada tres varones veinteañeros allí presentes.
Más diferencias: el apartado teórico y divulgativo, es decir, las mesas redondas y los encuentros con los autores, tiene una presencia mayor que en la Comicon. Digamos que la vertiente cultural se toma más en serio. Eso no quiere decir que el evento no sea principalmente comercial, por supuesto. De hecho, a veces resulta un poco agobiante el evidente deseo de los expositores de vender. Pero claro, hay que tener en cuenta que en la mayoría de los casos el expositor, el editor y el autor son la misma persona. Educadísimos y superamables, como son siempre en todo trato público los americanos, cada uno de los ilusionados autores y aprendices de autores te capturan en cuanto tu mirada se cruza con ellos y te intenta vender la moto. Y por lo general da gusto hablar con ellos y que te cuenten la monserga, pero al cabo de un rato ya no puedes más y empiezas a evitar el contacto ocular. Una hormiga no te atosiga, pero un hormiguero entero acaba por agobiar. Curiosamente, el hambre que se ve en la mirada de muchos de los presentes en la SPX contrasta con la reptiliana serenidad de los expositores de la Comicon. Los traficantes de comic books antiguos, con sus precios escandalosos, no hacen el menor esfuerzo por atraerte. Saben que lo que quieres lo que tienen, saben que sabes lo que tienen y saben que tienes dinero y que quieres dárselo, y sólo tienen que esperar sentados a que vayas a llevárselo. No necesitan venderte el producto.
Quizás el gran aliciente de la SPX para el aficionado al cómic de autor americano sea la posibilidad de entrar en contacto directo con muchos de los autores y editores más conocidos. Y tan directo como que te encuentras a Brian Ralph o Jim Rugg, por decir sólo dos nombres, cobrando en un puesto. Durante el rato que he estado allí, podías acercarte al mencionado Craig Thompson, a James Kochalka, a Chester Brown, a Dan Nadel, a Craig Yoe y a unos cuantos más y trabar conversación con ellos sin ningún tipo de apreturas ni agobio. Todo el mundo, además, está deseando saludarte. El buen rollo flota en el ambiente.
Chester Brown
Indudablemente, la SPX es para exprimirla más a fondo de lo que he hecho yo. Es para estar allí todo el día, y si es posible los dos días. Sólo así se puede encontrar el tiempo necesario para revisar a fondo el ingente catálogo de cómics que se ofrece, para buscar un rato en que charlar con tus autores favoritos, y para asistir a todas las mesas redondas que merecen la pena. La sensación de concentración de energía y actividad es enorme. El mundo del Small Press Comic aquí en América parece muy pequeño pero muy dinámico, muy activo, muy ilusionado y con mucho futuro. No creo que toda esta gente vaya a abandonar su amor por los tebeos de hoy a mañana.
Y la última -y obvia- tontería antes de cerrar. Si en España prácticamente sólo se produce ya small press, ¿para cuándo una SPX en nuestro país?
15 comentarios:
Hola Santiago!
Ir a SPX es una de mis muchas deudas conmigo mismo... tengo muchoa amigos que van religiosamente todos los años, y tienen historias maravillosas de lo que es tener mesa alli. Y los Ignatz! Los Ignatz! Has ido a la entrega?
Un abrazo!
--L
Hola, Loris
No, no me he quedado a los Ignatz, aunque ya he visto a los ganadores por twitter.
No me extraña que tus amigos cuenten maravillas de tener mesa en la SPX. No sé si lo he recalcado lo suficientemente en el post, pero el ambiente que se vive allí es de estrecha camaradería y de buen rollo, y sobre todo, de mucho, mucho amor por los tebeos. Sospecho que es el sitio ideal para pasarse 48 horas estrechando lazos con autores, editores y aficionados en general de todas partes. Se percibe la energía y la vida en la sala.
Aquí están: los ganadores de los Ignatz de este año: http://www.comicsreporter.com/index.php/your_2011_ignatz_award_winners/
Hola, Santiago,
por lo que describes y, salvando las distancias sobretodo por lo que respecta al tamaño, me recuerda al fstival Ilustation que se celebra en Barcelona.
http://www.ilustation.com/
Espero que disfrutes de las joyas que te has llevado.
P.D: Suerte que llevabas la barba, habrás pasado por otro veinteañero más ;)
Otro par de eventos cercanos y similares en espíritu, salvando también distancias y tamaños:
http://tenderetevalencia.blogspot.com
http://valienteseditores.blogspot.com
Gracias por los enlaces, Iñaki y Manuel. Hay semejanzas en cuanto al espíritu, pero como bien señala Iñaki, creo que hay una importante diferencia de escala. SPX es más grande y creo que más representativa de su sector. Está el chaval que se autoedita y está la editorial más grande del ramo, y el público de ese segmento conoce bien el festival y lo visita. Es un poco el San Diego del Small Press, eso creo que en España no lo hay.
En realidad esta es la convención de la novela gráfica, no?. Seria interesante ver como han ido cambiando en cantidad de publico y de editores desde que la novela gráfica ha ido atrayendo a mas gente (mucha del tipo que describes scenesters y mujeres entre 25-35, que por otro lado abundan en Washinton).
Lo que cuentas me parece una cosa guapa, me da mas aire a una exposición editorial en plan feria del libro y el MoCCA seria mas tipo convencion de tebeos a la San Diego.
Tengo muchas ganas de ver el Habibi de Craig Thompson
La convención de la novela gráfica, sí. Pero también del fanzine, hay mogollón de fanzines, quizás es lo que más llama la atención por lo mucho que uno se ha desacostumbrado a verlos. Digamos que casi todo son fanzines o novelas gráficas.
fotos de cuatro notas y ni una barba.
bah,bah
Si, si la autoedicion, minicomics y los fancines siguen teniendo una fuerza considerable. Siempre que me encuentro un tomito me sorprende pensar que cosas tan novelones como el Berlin de Lutes o el Louis Riel de Chestern Brown salieron primero en cuadernillos, por no hablar de gente como Gabrille Bell y demas que se curraron todos los expositores posibles con sus fotocopias. Mucho sale primero en tomitos, asi que no me extraña que cualquier chico por ahi trate de hacer lo mismo.
Y viendo hace un rato lo resultados de los Ignazt, miro al jurado y es el quien es quien de los minicomics y la autoedicion con Porcellino a la cabeza.
No cuentes estas cosas!!!!
Envidia, envidia, envidia, envidia...
:)
Joer, que mala cara tiene Chester Brown...
por lo que cuentas es muy parecido al Mocca de Nueva York, por el que pude caer el año pasado
desde la cantidad de fanzines y las mesas largas sin separacion, el amplio publico femenino y el look barba camisa cuadros
a ver si en españa empieza a haber mas cosas asi y tipo ilu station!
Robur, esto que dices es algo que se tiende a ignorar con demasiada frecuencia cuando se habla de la novela gráfica: su ADN es el de la autoedición y el fanzine.
Álvaro: la envidia va por barrios. Ya me gustaría a mí poder acercarme a Angulema o, sin ir más lejos, al congreso de cómic y novela gráfica que se va a celebrar en Alcalá de Henares, tan cerca y tan lejos de casita.
David: Chester Brown tiene un físico "consumido" de lo más peculiar, pero la verdad es que en persona no transmite ninguna sensación enfermiza. Al contrario, se le ve superamable y simpático, es bastante distinto de la imagen que proyectan sus tebeos.
Lo que sí es curioso es que, al contrario que los dibujantes de superhéroes en sus propias convenciones, los de small press no tenían largas colas de fans esperando la firma. Lo digo porque Brown tal vez fuera el más solicitado, y apenas había un par de personas esperando tranquilamente a hablar con él. Y alguien tan (presuntamente) conocido como Craig Thompson tampoco tenía ninguna aglomeración alrededor.
Álvaro: Supongo que sí, que Mocca debe de ser lo más parecido. Veo que el próximo es en abril, así que todavía es un poco pronto para que haga planes para visitarlo. ¿No hay nada equivalente en la Costa Oeste?
Caramba, yo estuve en la SPX hace 12 años y, por lo que cuentas, no ha cambiado nada. Y también es curioso que los veteranos del "indie" siguen estando ahí. Es estimulante.
Publicar un comentario