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viernes, 26 de julio de 2013

«LA HISTORIA DEL CÓMIC» DE E. H. GOMBRICH. EXTRACTOS.

En Zona Negativa, Toni Boix entrevista a Vicente Galadí en torno a la revista de cómics que dirigió en la primera década del siglo XXI: Dos veces breve. Esto me ha hecho recordar que colaboré en un par de ocasiones con aquella publicación y me ha animado a recuperar una de aquellas historietas, excepcional por la diversidad de su autoría. Con la ayuda de mis amigos (por orden de aparición) Manuel Bartual, Javier Olivares, Javier Peinado, Bernardo Vergara, Manel Fontdevila y Pepo Pérez, montamos unos extractos de una imaginaria Historia del cómic de E. H. Gombrich procedente de alguna dimensión paralela donde el desarrollo de las artes fue muy parecido, pero ligeramente distinto, al que tuvo en nuestro mundo. Salió originalmente en Dos veces breve nº 16 («Especial guionistas»), publicado en 2008.







martes, 1 de diciembre de 2009

BIEN DADAS

Si no llego a ir a Getxo, no sé si me habría enterado de que lo nuevo de Leandro Alzate es un minicómic, Pómez. Leandro Alzate firmó uno de los mejores tebeos españoles del año pasado, Mal dadas (Astiberri, 2008), aunque casi nadie se enteró. Sus historietas muestran a un autor reflexivo y muy preocupado no sólo por lo que dice, sino por cómo lo dice exactamente, y con muchas ganas de romper moldes y salirse de tópicos. Pómez se abre con la imagen de un pato que parece un conejo o de un conejo que parece un pato. Y es una imagen adecuada por un doble motivo. En primer lugar, porque representa dos tradiciones que se dan cita en el trabajo de Leandro: la tradición del cómic más puro y genuino (la imagen apareció originalmente en Die Fliegenden Blätter, una revista alemana del siglo XIX donde también publicaba Busch) y la tradición de la reflexión sobre el sentido de la imagen y cómo la percepción nos engaña (Gombrich utilizó este truco visual como uno de los argumentos de partida de Arte e ilusión... justo después de un chiste del New Yorker, todo sea dicho). Pero en segundo lugar, la elección de esta imagen por parte de Leandro nos advierte de que en sus cómics siempre se pueden ver dos cosas a la vez, según inclinemos la mirada y según midamos la lectura. Tal vez por eso hay un aire como de Cortázar en la primera historieta, una especie de sublimación nouvelle vague de la clásica anécdota "salió a por tabaco y se fue a Cuba", y tal vez por eso las interrupciones textuales que separan cada pieza nos invitan a ver de otro modo lo que aparentemente se presenta como costumbrismo indie. Y bueno, lo es si vos queréis, de acuerdo, pero es algo más. No pensamos en costumbrismo cuando leemos a Chris Ware o a Dash Shaw, y lo de Leandro se escora más hacia esas latitudes. Tal vez el deseo de no ser malinterpretado le haya llevado a elegir este formato sorprendente y desfasado del minicómic autopublicado. Lo primero que uno piensa es que un minicómic es ahora mismo un acto de nostalgia o un gesto afectado, pero pronto comprendemos que en realidad es la manifestación física de la marginalidad de Leandro en el panorama actual del cómic español. Me parece que dice más de dónde no consigue ubicarse que de dónde se quiere ubicar. Leandro ha reconocido que en el cómic español de ahora mismo no hay espacio para lo suyo, así que se ha salido. A mí me parece bien. Que esté fuera, sí. Pero que no se vaya. Que siga así.

En la página de Leandro Alzate se pueden leer varias historietas suyas, entre ellas Pómez, que también se puede encargar a través de la web o comprar en algunas librerías (la lista aparece allí).